Fue esta señora una escritora, culta, cosmopolita y política nacida en 1896 en Madrid, fallecida en México en 1968, hija de una francesa y de un joyero español, ambos descendientes de judíos alemanes. Su abuelo materno había llegado a la capital en 1889 como relojero de Palacio y poseía una relojería y joyería en Puerta del Sol, 15. Margarita recibió una educación esmerada que se tradujo en tempranas inclinaciones hacia la pintura, las letras y la música.
Niña precoz, publicó su primer artículo con sólo quince años. Se trataba de un texto sobre los frescos de Goya en San Antonio de la Florida que apareció en la prestigiosa revista The Studio, de Londres. Con el tiempo se convertiría en una acreditada experta en la crítica de arte, dejando una amplia y meritoria producción en esta materia. Por ejemplo: “Tres tipos de Virgen: Angélico, Rafael y Alonso Cano” (1929); o sus monografías sobre artistas de México, donde se exilió tras la Guerra Civil: Carlos Orozco Romero (1959) y Carlos Mérida (1961), ambos pintores; Ignacio Asúnsolo (1962), célebre escultor; la obra titulada El expresionismo mexicano (1964) y muchos más libros, ensayos y cientos y cientos de artículos. Impartió conferencias en el Museo del Prado, Museo de Arte Moderno, Museo Romántico de Madrid; el Louvre de París, etc. Fue encargada de cursos de arte del Museo del Prado y vocal del patronato del Museo de Arte Moderno de Madrid. De esa época es la fotografía que reproducimos en la que se aprecia a una mujer bien parecida, con estilo, encanto y lo que más llama la atención, por contradicción con su posterior biografía, las características que ella y su grupo denostarían de “burguesas”. Uno de los críticos que ha estudiado su personalidad, Raúl Ianes, la define como un exceso: demasiado intelectual, demasiado atractiva, demasiado extranjera, demasiado radical.
Es la etapa en que, sorprendentemente, publica cuatro artículos en una revista muy alejada de sus posteriores postulados como era Renovación Española[1]: “Los carteles del Círculo de Bellas Artes”, “Un retrato de Zuloaga”, “La Exposición del Círculo de Bellas Artes” y “La muerte de Gustav Klimt”. Poco después su nombre ya no aparece como encargada de la sección de Arte, y no vuelve a escribir en dicha revista. A la vez que Margarita Nelken, abandonó Renovación el encargado de la sección de Economía, Martín de Paúl y Martín Barbadillo. Y no cabe duda de que la marcha de ambos en el mismo momento no fue casual. Margarita Nelken ya había tenido a su hija Magdalena Rebeca[2] y, aunque algunas de sus biografías sitúan el momento en el que conoció a Martín de Paúl[3] más tarde, parece obvio que ya estaban relacionados, al menos a principios de 1918, cuando apareció Renovación Española, donde escribió artículos antibelicistas, «Órganos de aproximación: las ligas Hispano-alemanas», «La neutralidad de España». El paso de Margarita Nelken por la revista Renovación Española suele ser oportunamente ignorado en la bibliografía de escritores de izquierdas, pero resulta representativo de su evolución intelectual y, al tiempo, su independencia de criterio al evadirse de críticas y prejuicios de aquella sociedad por ser madre soltera, trabajadora y escritora.
Margarita se interesa por la política al ser testigo cercano de las revoluciones alemanas de 1917 a 1923. Desde entonces comienza a alternar arte y política en sus intervenciones en los Ateneos Obreros de toda España. Como resultado de su incipiente actividad socialista empieza a ser controlada por las autoridades de la dictadura militar al amparo de Alfonso XIII. Sus participaciones causan el cierre del Ateneo de Oviedo, su primer intento de detención en Bilbao, tras una conferencia sobre Goya que aprovechó para tratar sobre los Borbones… poco a poco fue adquiriendo, para el gobierno militar, fama de temible oradora.
Cabe destacar en este sentido el asunto más reiterado en la obra de Nelken, anterior a la Guerra Civil, el de la maternidad. No cabe punto de comparación con las posturas que, hoy día, defienden las izquierdas: hombres y, lo que es más doloroso, también mujeres, al entender éstas que para proteger sus derechos, es necesario matar a sus hijos. Considera este icono de la izquierda (al menos lo era en aquel periodo), lo que llama “instinto” de la maternidad, como “el más sagrado y profundo de la vida” y es ubicado dentro de su pensamiento, aunque alejado de valores morales, como parte del desarrollo sexual de la mujer. Denuncia idéntica situación precaria en cuanto a educación y salubridad se refiere. Defiende la necesidad de implementar la higiene sexual como alternativa que ayude a erradicar la progresiva situación de incultura e intoxicación informativa vigentes. Su defensa de la maternidad le sirve de base para reivindicar mejores condiciones de vida y de trabajo para el bienestar de la madre y del hijo.
Dentro de este marco que revisa la situación de la mujer respecto a su cuerpo, propone un nuevo examen de la prostitución en España. Consideraba inaceptable el comercio del cuerpo humano con sus tasas y tarifas, la trata de blancas y la falta de higiene en los centros sanitarios. La explotación a que era sometida la mujer, la desigualdad laboral, el analfabetismo, la hipocresía sexual, el problema de los hijos ilegítimos, la prostitución… Pretende para solucionarlo que se establezca la investigación de la paternidad, el delito sanitario y las leyes de trabajo para la mujer. Aboga por la protección y el cuidado de prostitutas, cuyo problema (que observa, insisto, lejos de todo prejuicio moral como corresponde a su ideología), lo considera causado por la desigualdad social y cuya reparación vislumbra en los organismos institucionales que han de educar y dar trabajo a las jóvenes. Su oposición a una sociedad que relegaba a la mujer a un plano social de adorno, servicio y silencio; que se desentendía de los niños carentes de cuidado y protección y que explotaba a los obreros y campesinos indiferente al sufrimiento humano, la llevó a publicar en 1919 el libro “La condición social de la mujer en España. Su estado actual: su posible desarrollo”. La obra tuvo tremendas repercusiones en todo el país y sus consecuencias llegaron a ser tratadas en las Cortes donde la lectura de los pasajes en discusión fue prohibida, basándose en la ridiculez de que “había señoras en las tribunas». El vigor intelectual de Margarita, la llevó a defender decididamente a la mujer y su derecho a tener una preparación como cualquier varón, lo que en aquella pacata sociedad le ocasionó bastantes enfrentamientos.
Mujer de arrolladora personalidad, oscurecía a quien estuviera a su alrededor, por ello, su hermana Carmen Eva Nelken Mansberger, quien muy joven también, comenzó su trabajo como periodista en los periódicos El Imparcial, Estampa y El Liberal en los que tenía secciones fijas, decidió, para darse a conocer por sí misma, cambiarse el nombre por el de Magda Donato como motivo de autoafirmación propia frente a la poderosa personalidad de su hermana mayor. El impulso definitivo como escritora se produce cuando conoce al dibujante pintor y cuentista Salvador Bartolozzi con el que empieza a escribir e ilustrar conjuntamente varias series de cuentos infantiles. Emigrada también en Méjico, su labor como actriz sería allí reconocida en 1960 con el premio a la mejor intérprete concedido por la Agrupación de Críticos de Teatro que creó el Premio que lleva su nombre.
La repetición de las elecciones en octubre de 1931 para cubrir las vacantes producidas por la renuncia de los diputados que en junio obtuvieron actas dobles, dio a Margarita la oportunidad de participar directamente en política al resultar elegida diputada por Badajoz por las listas del PSOE. Pocos cuentan que su candidatura se produjo haciendo trampas, ya que ni tenía la nacionalidad española ni tampoco estaba afiliada al PSOE. La Agrupación Socialista de Badajoz, estaba decidida a presentar una mujer por carecer de representación femenina la minoría socialista en el Parlamento. El aspecto legal de la nacionalidad quedó solucionado al permitirle la Ley del divorcio, recientemente aprobada, contraer matrimonio con Martín de Paúl y de Martín Barbadillo, y, con gran polémica, la AS de Madrid le concedió el ingreso pocos días antes de su elección como diputada. La solución de tal contratiempo retrasó su incorporación a las tareas parlamentarias, hecho que no se produjo hasta el 18 de noviembre de 1931.
Azaña tenía mala opinión de ella: «Es la indiscreción en persona. Ha salido con los votos socialistas, pero el Partido Socialista ha tardado en admitirla en su seno, y las Cortes también han tardado mucho en admitirla como diputado. Se necesita vanidad y ambición para pasar por todo lo que ha pasado la Nelken hasta conseguir sentarse en el Congreso», escribía en 1932. Eso es decir poco. Lanzada a la política, la diputada se distinguió por una exaltación solo comparable con su desprecio por la verdad y despreocupación por sus contradicciones. Perteneció a la Comisión de Instrucción Pública desde junio de 1932 a octubre de 1933. Participó en el XIII Congreso del PSOE en octubre de 1932 donde fue elegida vicepresidenta del mismo y formó parte de la Comisión sobre «El Socialista y la prensa socialista». Desde agosto de 1931 a 1934 fue cronista parlamentaria de El Socialista y en 1933 renueva su acta de Diputada por Badajoz y desde cualquiera de los dos puestos animó al crimen político y al terrorismo durante la huelga revolucionaria campesina en el verano de 1934. Participó sin gloria en la revolución de octubre, y tras el fracaso de la misma, emigró, primero a París y posteriormente, a la Unión Soviética donde permaneció casi un año. Allí se hizo tan ferviente propagandista de Stalin que llegó a comparar la revolución de octubre en Asturias con la rusa de 1917.
Volvió en 1936 para participar en las elecciones de febrero como candidata del Frente Popular, saliendo elegida por tercera vez. Después de comenzada la guerra, Azaña señalará su «abusiva campaña de proselitismo comunista en el ejército”. Se cuenta también las presiones que ejerció a favor de Adalberto Salas en un claro acto de nepotismo. En una selección de comisarios, Prieto hizo observar la inutilidad de ese sujeto, yerno de Margarita, cuando ésta descaradamente pretendía ejercer su influencia[4], para que le concedieran el cargo de comisario de brigada con sueldo de general. Vayo dijo: «¡Quién resiste a esa mujer!».»La resisto yo», contestó Prieto. Y tachó el nombre[5].
Tenida por feminista, sin embargo fue contraria a otorgar derecho de voto a la mujer. Sostenía que la falta de madurez y de responsabilidad social de la mujer española, podía poner en peligro la estabilidad de la República, ya que un porcentaje muy elevado, antes de votar, lo consultaría con su confesor. Distinguía, además, entre dos tipos de mujer, las que compartían sus ideas, y «las hembras de los señoritos», a las que había que «exterminar».
Así definía su pensamiento sobre “las hembras de los señoritos”: “Allí las tenéis, en los atardeceres sevillanos, paseando con algazara por calle de Tetuán con sus estampitas del Sagrado Corazón y sus lacitos bicolores al pecho. Se dicen católicas y monárquicas. Vitorean a España y a Cristo Rey, y en su representación máxima, al ex general Queipo de Llano. Porque la máxima representación de su España y de su religión es un oficial traidor, sádico y borracho. […] Allí las tenéis. Sin equivocarnos podríamos citarlas una por una como las enumera el pueblo sevillano, el verdadero pueblo de Sevilla, en esa lista grabada en su memoria y cuya cuenta habrá de saldarse inexorablemente. Ya falta menos. Cuando llegue el momento no faltarán, de seguro, gentes sencillas, gentes todavía liberales, para implorar piedad para las mujeres. Ese día habrá que establecer la diferencia —rotunda, infranqueable— entre las mujeres y las hembras; entre las compañeras y madres de los hombres y las jaleadoras de los señoritos. Y para que nadie se llame a engaño, para que nadie pueda entonces hablar de crueldades inútiles, bueno será frente a esa lista de hembras de señoritos —las dignas hembras de los cazadores de obreros y campesinos—, estampar en letras imborrables el nombre de mártir de la esposa del doctor Ari[¿aga?] a quien los señoritos sevillanos fusilaron, con su hijito dentro de las entrañas, en pleno puente de los Remedios, por el hecho de ser la compañera de un comunista. ¿Venganza? ¿Represalias? No digas cosas absurdas, camarada [que] todavía eres liberal A las alimañas se las aplasta por eso: porque son alimañas. Y a las fieras dañinas para el hombre, el hombre consciente debe suprimirlas para salvaguardia de la humanidad. Allí las tenéis, camaradas. Allí habréis de encontrarlas”.[6] “El fervor con que expresaba lo que quería con un estilo corrosivo e incendiario, era como una chispa para la gasolina”.[7] Es su etapa del gran cambio de personalidad. Imitando a Raul Ianes, podríamos decir que manifiesta otro de sus excesos; el radicalismo, la furia desatada. Aunque bien pensado, quizás estuviera ya latente.
Las andanzas de la Nelken por entonces no han sido bien investigadas. Desde luego, influyó grandemente en las juventudes socialistas, y luego comunistas. Las primeras ya se proponían en 1934 realizar «muchas ejecuciones», y hacerlo «con entusiasmo». Esta mujer polémica en el campo intelectual y político, según ciertos autores pudo estar implicada en la ocultación y refugio del autor del asesinato de Calvo Sotelo, Fernando Condés, al que conocía por haber sido guardaespaldas suyo. En 1941 fue acusada de pertenecer a la masonería, basándose en una carta que el 27 de agosto de 1924, el secretario de la logia masónica Lealtad nº 6 de Barcelona había escrito recomendando a “nuestra querida hermana Margarita” cuando se fue de viaje a Italia.[8] Le acusan también de tener participación en los asesinatos y actuaciones de las chekas por las JSU (como amenazó por desvelar García Oliver) y de haber traído a mineros asturianos para que dinamitaran el Alcázar.de Toledo. Las exculpaciones que años después, ella misma hizo[9], causan estupor e indignación. Niega el asesinato del hijo del coronel Moscardó y afirma que, en ningún caso pretendían volar el alcázar, “porque ellos respetaban el arte y los edificios históricos”, manifestaciones que, a quienes hayan dedicado tiempo a estudiar este período de la Historia causa estupefacción. Algunos revisionistas, enamorados de la figura de la Nelken, defienden estas declaraciones como ajustadas a la verdad.
La Nelken y la defensa de Madrid
Diputada por el Frente Popular participó de manera destacada en la Defensa de Madrid, del 6 al 9 de noviembre de 1936, alentando y estimulando junto a Federica Montseny, a las fuerzas del General Miaja. Poco después, diciembre de 1936, Margarita abandona el PSOE y pide su ingreso en el Partido Comunista de España. A este respecto es interesante observar la opinión de Federica Montseny, aparecida en Espoir (14 de abril de 1969):
“Quizá (Nelken) esperaba ocupar en él (el Partido Comunista) el lugar que le correspondía por sus méritos, infinitamente superiores, intelectualmente hablando, a los de Dolores Ibárruri. Pero la plaza estaba tomada y Dolores la defendía con uñas y dientes. Margarita quedó en segundo término perdiendo el prestigio que tenía en el Partido Socialista, sin conseguir ser figura influyente en el Comunista. Fue un error que pagó caro”[10]. Sin duda la decisión de cambiar de partido estaba motivada por un sentimiento de que su propio partido no apreciaba su talento, pero también por la preocupación genuina, que sentía profundamente, de que Largo Caballero era incapaz de organizar el esfuerzo bélico debidamente. Sin embargo, también había un elemento de envidia comprensible ante la aclamación popular, de la que disfrutaba Dolores Ibarruri.
En los meses más trágicos de 1936, se mostró desde el diario Claridad, como una verdadera animadora del terror. El 13 de noviembre, por ejemplo, y bajo el título «La historia de las ratas, o lo que ya no interesa», atacaba a los predicadores de moderación, que habían intentado «refrenar lo irrefrenable». En otro artículo criticaba a quienes no comprendían la necesidad de aplastar a los «reaccionarios»… “excepto a los que ellos conocían personalmente, que siempre resultaban buenas e inofensivas personas. ¡Cómo se iba a hacer la revolución, con tales blandenguerías! “[11] .
En “El eco de los pasos”, el anarquista García Oliver la señala reiteradamente como organizadora de ajustes de cuentas y «paseos», de «acción terrorista irresponsable». Después de echar a Largo Caballero y encomendar al peneuvista Irujo el ministerio de Justicia, los comunistas intentaron achacar a los ácratas la anterior oleada de asesinatos, para lavar su imagen ante la opinión internacional. García Oliver se defendió amenazando con «implicar a todos los integrantes de las chekas, empezando por Margarita Nelken y sus jóvenes socialistas unificados», y darlos a conocer a la prensa extranjera. Advirtió al presidente del Tribunal Supremo que le denunciaría «como ejecutor de la indignidad jurídica más grande que se haya cometido: la de haberse constituido, usted como presidente, un tribunal en la cárcel Modelo de Madrid y haber juzgado a unos presos, haberlos oído y condenado a muerte, cuando llevaban ya más de 24 horas ejecutados por Margarita Nelken y su grupo de jóvenes».[12]
El 9 de noviembre de 1940 España Popular publica en México un artículo en el que Margarita relata, en primera persona, su participación en la defensa de Madrid ante la que se temía inminente entrada de los nacionales en noviembre de 1936. Refleja una secuencia interesante de la historia que vivió como protagonista:
“Lo que los detuvo (a los nacionales) fue el pueblo. En Madrid, sus hombres, sus mujeres y hasta sus chiquillos. El 6 por la mañana, en su despacho de Buenavista, Álvarez del Vayo exhalaba su aflicción: “Me reprocha Caballero que solo acudo a comunistas, que envío comunistas a todos los puestos de mayor responsabilidad. Pero, ¿Qué culpa tengo yo de que con los comunistas tenga uno la certeza de que no abandonarán su puesto? Los que le rodeaban ̶ socialistas todos ̶ no rechistaban. Uno sugirió: ¿Y si fuera Margarita? Todos asintieron. Yo era entonces aún diputado socialista. Se trataba de ir a Carabanchel, a ver qué pasaba, a intentar contener el pánico que cundía con la noticia, hábilmente propalada, de que el Gobierno abandonaba Madrid. Pero era menester que vieran a varios (…) Torné al Ministerio. Los que aún permanecían, estaban reunidos en Consejo. Forcejeo oratorio con Llopis ̶ no se puede interrumpir el Consejo. ̶ ¡Pero es preciso que venga un ministro conmigo a los frentes! ̶ Llopis intentó dárselas de alto estadista: con tono protector, me quiso convencer de que mi pretensión, “ante las cuestiones que allí dentro se debatían” (….)¡Como si pudiese haber entonces cuestiones más importantes que la defensa de Madrid…! Al verle tan atildado, silbando las eses con su acostumbrada afectación, recordé los cuadros que acababa de presenciar: los milicianos sin dormir, sin lavarse desde noches y días, comiendo cuando podían (…) De un empujón aparté a aquél pisaverdes y llamé a Vayo: “O sale usted o entro”. Salieron Vayo y Galarza. Escucharon el relato pero ninguno podía volverse conmigo. Cuando volví a las ocho de la noche solo quedaban en un ala del Ministerio, los que hasta entonces habían sido segundones. (El Gobierno republicano se había trasladado a Valencia; en Madrid quedaban Álvarez del Vayo y Llopis como representantes del gobierno, desbordados por la inminencia de una invasión que no saben cómo atajar. En Madrid queda el pueblo, los milicianos y el partido comunista al completo, con todos sus cuadros, que en definitiva será al que acuda Nelken para buscar apoyo y juntar fuerzas). En contacto con el pueblo, con el verdadero pueblo, se organizó, EN CONTRA DE LOS QUE LO DEBÍAN HABER DEFENDIDO MADRID”.[13]
Madrid, centro y emblema de todos los frentes de la Nación, eso es lo que Margarita comenta haciendo hincapié en que fue el pueblo quien lo entendió así y el partido comunista lo coordinó. No así los socialistas en el gobierno. Margarita permaneció en la capital. Dormía en una cama de campaña en los sótanos del Ministerio de la Guerra. Siempre que las tropas se retiraban, Miaja las mandaba a ella y a Federica Montseny para infundir ánimo e intimidar a las tropas para que volvieran al frente. Su protagonismo y entrega en este episodio no puede dejar de ser reconocido y podría ser considerada como la única mujer con cargo político que desempeñó un papel decisivo.[14] Y tanto. El republicano Muñoz, director general de Seguridad, le concedió, antes de huir con el gobierno a Valencia, amplios poderes para sacar de las prisiones a los reclusos que deseara y darles el destino que le pareciera pertinente, de modo que, junto a Carrillo, es responsable de las sacas y fusilamientos que se produjeron en Madrid.[15]
Se convierte de este modo en dirigente de guerra, estratega y miliciana en la defensa, lo que, por no actuar con igual diligencia, reprochará más de una vez a la Pasionaria, aquella relevante figura del comunismo, mito para una parte de España, cuyas arengas en favor de la causa republicana se hicieron famosas. El lema que Philippe Pétain acuñó en la Batalla de Verdún “¡No pasarán!” lo hizo tan suyo durante la defensa de Madrid, que, ambos, lema y personaje, fueron identificados en una sola identidad. A pesar de lo cual, nunca estuvo en ningún frente de guerra, a no ser de visita y que, en cuanto se vislumbró la amenaza del ejército nacional, salió huyendo. Esto es lo que tanto molestó a la Nelken: la falta de coherencia entre lo que alardeaba y lo que luego llevaba a la práctica; de modo que el enfrentamiento lo mantuvieron no solo hasta el final de la guerra, sino hasta el final de sus vidas.
Agudizó el enfrentamiento el hecho de que, ya en México, a la muerte de José Díaz, Margarita, apoyara, en contra de la Pasionaria, a Jesús Hernández Tomás para Secretario General del PCE. Esa ruptura con el Partido la puso en una situación insostenible. Al exilio y adaptación al medio mejicano se unió el vacío que le hicieron los consagrados pintores muralistas Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, miembros del PC. Ambos mantendrán una política de distanciamiento frente a esta crítica de arte porque, aunque respetaban su trabajo, estaban obligados a permanecer en un alejamiento al estar la obra de estos pintores plena de resabios políticos y no poder exponerse a las iras del comunismo. El desplazamiento y la propaganda en contra que el PC dedicaba a Nelken eran demasiado omnipresentes para poder ser ignorados, pero a Margarita, mujer preparada, esto le hizo abrirse camino por otras vías, colaborando en multitud de revistas, impulsando a figuras emergentes y aún en sus últimos años, ya casi ciega, escribiendo gran cantidad de libros..
La camarada AMOR
Otra de las acusaciones que se le formula es su vinculación con los servicios secretos comunistas, aunque no parece cierta la lanzada por Julián Gorkin en “Les communistes espagnoles contre la Revoluction espagnole” en las que alegaba que Nelken había dejado a su hijo como rehén en la URSS, y que por ello colaboraba en las labores de información. Santiago de Paúl Nelken, se alistó en el Ejército Republicano y participó en la batalla del Ebro; más tarde exiliado, logró alistarse en el Ejército Rojo como Teniente de Artillería, y participó en la Segunda Guerra Mundial, donde halló la muerte el día 5 de enero de 1944 en Mitrofanovka, una pequeña aldea de Ucrania mientras estaba al mando de una unidad de artillería de lanzacohetes Katiuska. Fue enterrado en la Plaza Roja como héroe de la Unión Soviética. Margarita trataba de recabar noticias de su hijo a través de numerosas gestiones, aunque infructuosamente. Recibía telegramas firmados por él, en los que aseguraba estar bien y le decía que no debía preocuparse de nada, pero Margarita, que conocía como actuaban realmente los soviéticos, desconfiaba. Al final descubrió la verdad. Su hijo había muerto hacía más de un año y los telegramas eran falsos[16]. La embajada rusa en la ciudad de Méjico no la informó oficialmente hasta 18 meses después del suceso.
En principio parece verosímil su posible actuación como espía porque, dados sus antecedentes, Nelken, tenía múltiples razones para estar bien dispuesta hacia la Unión Soviética. No obstante, la conducta de la URSS respecto a la muerte de su hijo envuelve todo en un mar de dudas. Contribuye a no despejarlas su propia desconfianza respecto a lo ocurrido a su hijo y a la posible actuación de las autoridades en relación a su tumba, que le llevó a encargar a un antiguo conocido, exiliado español en Rusia, que vigilara su mantenimiento.
Paul Preston asegura en Palomas de guerra que las fuentes de espionaje de Estados Unidos creían que Margarita Nelken era agente del KGB y que los rusos le habían dado el nombre en clave de AMOR, pero intenta quitarle importancia admitiendo que podría haber sido utilizada para realizar actividades insignificantes.
Pierre Broué, el fallecido historiador antiestalinista y editor de la revista “Le marxisme aujourd`hui, critica el trabajo de Antonio Elorza y Marta Bizcarrondo en “Queridos camaradas” porque considera que el papel de Margarita Nelken (de quien corrobora el nombre de AMOR en los servicios secretos soviéticos), no está suficientemente analizado para poder determinar la importancia de las misiones que este personaje prestó, ni la influencia del régimen comunista en la dirección del Partido Comunista Español.
Julián Gorkin, un español que fue trotskista y más tarde trabajó para la CIA, desde años atrás reñido con Margarita, hizo alegaciones más graves. Afirmó que ella en realidad era una agente rusa que se relacionaba estrechamente con la pareja que preparó el asesinato de Trotski el 20 de agosto de 1940 ̶ Leonid Eitingon[17] y su amante, Caridad Mercader ̶ .
Resultan significativas las declaraciones de Federica Montseny que, recogidas por Antonina Rodrigo en el libro ya citado, aluden a una entrevista secreta que mantuvo con Nelken en la cual ella personalmente, le había dicho que:
“La Santa Inquisición y la Compañía de Jesús son unos monaguillos al lado de la G.P.U. (Policía Secreta Soviética). Sin embargo se negó a escribir el libro con las revelaciones que ella podía y debía hacer: temía por su vida y por la de su nieta. Pero espontáneamente me facilitó la lista de los agentes secretos soviéticos de México, Cuba y Guatemala, a la vez que me facilitaba el nombre de su “contacto”: una mujer que vivía en Nueva York. Pero yo no he querido hacer uso de esas confidencias, ni siquiera en mi libro “El ministro de Trostki”, pues Margarita Nelken aún vivía. Ella había pagado bastante caro sus errores.[18] Con lo cual corrobora la verdad de la pertenencia de Margarita a los servicios secretos y el temor que le producía que supieran de alguna posible indiscreción suya.
A esta “mujer indómita e intransigente”, en palabras del periodista inglés Henry Buckley en su informe como miembro de la comisión de investigación por los daños de la guerra en el Madrid del 36, tan radical, fría e intransigente como queda dicho anteriormente, los sufrimientos y la edad la fueron transformando haciéndole abandonar sus excesos.
Con la muerte de sus hijos, primero Santiago y en 1956 su hija Magda, víctima de cáncer, Margarita se sumió en el dolor. El amor a sus hijos queda frustrado para una mujer que, como se podía deducir de sus escritos de juventud, había mitificado la maternidad. Escribió, en honor de su hija, Elegía para Magda, un poema largo compuesto para seis voces y orquesta con un coro mixto, cuyo estreno en México fue muy celebrado.
Ahora, después de tantos años transcurridos, surgen hagiografías que relatan la vida de Margarita Nelken con verdadera admiración obviando todo aquello que pueda recordar sus excesos y sus incitaciones a los asesinatos de inocentes. Llevado por ello, el grupo municipal de IU reivindica que le sea restituida la calle que en Badajoz se le retiró porque consideran nulo el acuerdo al incumplir el Reglamento de Honores y Distinciones del Ayuntamiento.
Otros, quizás influidos por su primera etapa más humana y no queriendo conocer estos escritores, el radicalismo con que azuzaba a las juventudes socialistas y después a los milicianos, se dejan llevar, no sé bien si por cierto embeleso admirativo o por sutil y fina ironía crítica, comienzan a denominarla “Santa Margarita Nelken”[19]. Otro exceso más que añadir a los propios de éste, más que controvertido personaje.
[1]Según ABC (16 abril 1918, 14): «Renovación Española. Interesantísima revista ilustrada de los intelectuales germanófilos españoles. Artículos de política, literatura, filosofía, pedagogía, arte, viajes, guerra, teatros, libros. Numerosas caricaturas”.
En el nº 30, 22 agosto 1918, página 4, hacen una curiosa y sutil declaración de principios:
“De Alemania salieron la filosofía, la ciencia y la música.
De Inglaterra, el derecho del más fuerte, la opresión y el látigo.
De Francia, la morfinomanía, el aborto y el volterianismo.
De los Estados Unidos, la ley de Lynch.”
[2] Registrada en Vallecas en 1917 como Magdalena Nelken, es decir, como hija natural de Margarita. Parece factible que el padre fuera el escultor Julio Antonio, cuya temprana muerte sumió a Margarita en un profundo dolor. (Josebe Martínez, “Exiliadas: escritoras, guerra civil y memoria” p. 60)
[3] La figura de este economista y diplomático está hoy esfumada en el olvido; cuando, excepcionalmente, se le recuerda, es sólo como el hombre que unió su vida a Margarita Nelken, con la cual pudo al fin contraer matrimonio al permitirlo la ley republicana de divorcio de 1932. Martín de Paúl pertenecía a una familia aristocrática andaluza y había sido cónsul en Berlín –raíz de su germanofilia–; posteriormente será cónsul de España en Amsterdam. Había nacido en Sevilla en 1887 y morirá exiliado en México en 1962, seis años antes que Margarita. Los de Paúl y los de Martín Barbadillo son linajes unidos por varios vínculos de parentesco y tienen figuras destacadas en diversos ámbitos de la economía y la política, generalmente del campo oligárquico (el futuro esposo de Margarita Nelken fue –por decirlo así– la oveja colorada de la familia).
[4] Se ve que esto del nepotismo, el abuso de poder y la utilización de los resortes del Estado para su lucro personal, como tantas otras actuaciones reprobables, vienen practicándolas de antiguo.
[5] Pío Moa: en Libertad Digital: Comentarios al libro de Paul Preston sobre Margarita Nelken
[6] “Las hembras de los señoritos”, publicado en Claridad, (28.8.36, págs. 4 y 5). En este diario, órgano oficial del PSOE, de la tendencia de Largo Caballero, Margarita, además de proponer exterminar a las mujeres identificadas con el bando nacional, le hizo sentidos homenajes a Fernando Condés, el asesino de Calvo Sotelo.
[7] Paul Preston: Palomas de guerra” p. 289
[8] Paul Preston: “Palomas de guerra” p 328
[9] Contestación de 10 de febrero de 1966 a carta del 6 en la que el profesor de la Universidad de Kentucky, profesor Holman Hamilton, le solicita que explique la verdad del libro Le siege of the Alcázar, sobre estos aspectos. EnJosebe Martínez: Exiliadas: escritoras, guerra civil y memoria p.93
[10] Ibídem p 88
[11] Como los extremos se tocan, existe, curiosamente, un texto muy similar de Göbbels amonestando a los alemanes a ser conscientes del «peligro judío»
[12] Pío Moa Ibídem
[13] Josebe Martínez: “Exiliadas: escritoras, guerra civil y memoria” p.82
[14] Ibídem p.37
[15] Cësar Vidal:”Paracuellos-Katyn” p 181
[16] Antonina Rodrigo: “Mujeres para la Historia”p. 170: Declaraciones de Federica Montseny
[17] Amigo y colaborador de Pavel Sudoplatov, hombre de Beria, su superior en Moscú
[18] Ibídem p 171
[19] Menschliche Walhalla en enfatic,net/hum0906.htm