Las guerras carlistas han tenido a lo largo de su historia una multitud de reflejos en el mundo artístico; el teatro, la novela, la poesía y la pìntura han sido, sin duda alguna, acreedoras en numerosas ocasiones del legado de heroismo y sacrificio que las carlistasdas han supuesto para el pueblo español.
Hoy traemos a estas páginas parte de la obra pictórica de un artísta francés que alcanzó cierto renombre en su época, pero que hoy en día se encuentra olvidado. Sin duda, su fama la debe en mayor medida a su capacidad como paisajista y como pintor naturalista (en especial merece mención su atención a la flora), no obstante, es objeto de nuestra atención por la interesante colección de retratos que realizó a los exiliados carlitas tras la Primera Guerra Carlista (1833-1840).
Didier Petit de Meurville nació en Santo Domingo en 1793. Las luchas políticas iniciadas tras la cesión de la isla a Francia (Tratado de Basilea 1795) y la convulsa revuelta de esclavos le obligarón, junto a su familia, a emigrar tras la muerte de forma violenta de su padre en 1795.
Tras un breve peregrinaje por los Estados Unidos, y el traslado provisional de la familia a Boston, en 1803 se instala junto a su madre y a su hermana en Lyon, donde ejerció como comerciante de seda y fabricante de ornamentos litúrgicos, llegando a desempeñar labores de jefe de la fábrica de tejidos para mobiliario y ornamentos de la iglesia de Petit et Cre.
Como muchos intelectuales de su época, defendió el legitimismo, relacionándose con sus círculos y entablando contacto con algunos de sus líderes. En especial, su relación con Fray Cirilo Alameda y Brea, le permitiría conocer con posterioridad a las principales personalidades del carlismo, muy especialmente a S.A.R Carlos V y su familia.
Sus fuertes convicciones y su situación económica, le permiten ayudar tras la Primera Guerra Carlista a muchos de los exiliados carlistas en Francia. Ese contacto y esa ayuda se manifiestan en la multitud de retratos y bocetos realizadas a las principales figuras del carlismo decimonónico, a los voluntarios carlistas, a su familia real y a los principales jefes políticos y militares.
De su pluma podemos destacar los retratos de Carlos V, del futuro Carlos VI, del General Cabrera, de Don Fernando de Borbón, Don Juan de Borbón, Fray Cirilo Alameda y el de la Princesa de Beira entre otros muchos.
Esta amistad y sincera fidelidad, le valieron el nombramiento por Carlos V en 1845 de Vizconde del Amparo, amen de ser padrino de uno de los hijos de Su Alteza Real.
Casó con Marie Victoire Françoise Bevard, naciendo de dicha unión su único hijo Enrique Jorge Petit de Meurville y Bevard. En 1848 es nombrado vicecónsul en Alicante, pero el clima levantino parece no afectar bien a su mujer y pide un traslado a Italia o al norte de España y en 1857 es nombrado cónsul en San Sebastián, aprovechando su estancia en la capital guipuzcoana para realizar tres preciosos albumes de ilustraciones sobre la flora de la provincia, así como representar en sus oleos los paisajes más característicos de la pronvincia vasca.
Muere en 1873 en Biarritz.
Autor: Carlos Pérez- Roldán