[vc_row][vc_column][vc_column_text]Nuestro protagonista, como tantos españoles de su época, comienza su vida pública en la gloriosa resistencia contra las tropas napoleónicas que invadieron la Península Ibérica. Su lucha, como la de tantos otros, fue por una Religión: la católica y un Rey: Fernando VII.
Mientras la sangre de miles de españoles era derramada en campos de batalla, en emboscadas, o en las venganzas perpetradas por la canalla francesa, un grupo de visionarios traicionaba el espíritu de la lucha por la independencia, pariendo la ominosa Constitución de Cádiz.
Boquique, como era conocido por los suyos, fue uno de esos españoles valerosos que no dudo en llevar sus creencias hasta el final; por ello, tras luchar defendiendo a la religión y al rey, una vez expulsado el francés y reintegrado en el trono su Majestad Fernando VII, siguió defendiendo el bien común y el orden monárquico. Efectivamente, a diferencia de otros patriotas, Boquique una vez concluida la Guerra contra el francés, colaboró con las fuerzas del orden, organizando y dirigiendo una partida de palentinos que supieron “limpiar” de bandoleros el norte de Extremadura.
Durante todo el periodo fernandino permanece fiel al monarca, fidelidad que no se ve truncada ni siquiera en el llamado “trienio constitucional”, pues sus férreos principios y sus claras convicciones religiosas y políticas, le llevan a militar bajo las bandera de los voluntarios realistas (llegaría al grado de Capitán). Como realista, defensor del legítimo monarca, se ve obligado a huir de Plasencia y refugiarse en la dehesa de Valcorchero, más precisamente en la cueva que hoy lleva su nombre: “la cueva de Boquique”, permaneciendo en la misma durante más de 11 meses, hasta que en mayo de 1823 las tropas realistas recuperan Plasencia.
Fruto del enfrentamiento entre realistas y constitucionalistas, el folklore nos ha dejado el testimonio de la militancia realista de Boquique, pues aún hoy se conservan dos versiones de una estrofa que sin duda fue popular en la zona de Plasencia.
si tienes reaños,
y mete en cintura
a tos “Los Muchachos”.A los servilones,
darles trabucazos;
y a los señorones,
quitarles los cuartos.Traiga el “Cura Moro”
la Constitución,
y le dé en los morros
al vil servilón.
Por mucho que manden
a los servilones
se las han jurao.Ya viene en su jaca
el Caletrión.
¡Muera el rey Fernando,
que muera el león!
Versión II
Por tierras de Coria,
bien se la han jugao
los mozos que manda
el Miguel Dosao.
Anda, Boquique,
si tienes reaños,
y mete en cintura
a tos “Los Muchachos”.
Por mucho que manden
guardias y soldaos,
a los servilones
se las han jurao.
Anda, Boquique…
Boquique, Boquique,
junto a Los Carazos
se encuentra Corrales
con Paco Lebrato.
Anda, Boquique…
Anda, Boquique,
que te parta un rayo.
Mira el resultao
del “Cojo” y del “Manco”.
Anda, Boquique…
A los servilones,
darles trabucazos;
y a los señorones,
quitarles los cuartos.
Anda, Boquique…
¡Vivan “Los Muchachos”!
¡Vivan “Los Migueles”!:
Caletrío y Dosado
y Miguel Gutiérrez.
Anda, Boquique…
Y Miguel “Picholo”
y Manuel Gutiérrez,
Francisco Corrales
y Julián Jiménez.
Anda, Boquique…
Traiga “El Cura Moro”
la Constitución
y le dé en los morros
al vil servilón.
Anda, Boquique…
Su vida transcurre plácidamente hasta que el deber le vuelve a llamar a la muerte de Fernando VII (29 de septiembre de 1833).
Su acendrado realismo le lleva a defender la causa del legítimo rey D. Carlos María Isidro (Carlos V), circunstancia que le vale la especial fiscalización del gobierno liberal de Madrid. Boquique, se ve obligado a liderar la partida carlista de Plasencia, de acuerdo con varios canónigos y dependiendo del obispo y vuelve a usar la cueva que le sirviera de refugio durante el trienio. En la noche del 5 al 6 de marzo de 1834, es detenido junto a algunos miembros de su partida (entre los que se encontraba su mujer), y será sometido a un largo procedimiento judicial, por su fidelidad a los principios Dios, Patria y Rey.
Autor: Carlos Pérez- Roldán