Blanco Corredoira nació en Madrid en 1968. Era aún muy pequeño cuando surgió su afición por la poesía y la historia, sus dos primeras debilidades escolares. En uno de aquellos veranos, obligado a permanecer en casa por un castigo paterno, recibió una Olivetti Lettera 25 y un curso de mecanografía con los que aprendió a escribir y a volar. Sus primeras colaboraciones literarias fueron unos artículos taurinos entregados puntualmente a su maestro, el director del periódico escolar, anticipo de su inconclusa carrera de novillero. Años más tarde estudió Derecho, trabajó de «chaquetilla» en selectos cócteles y sirvió de marinero en el Juan Sebastián de Elcano. En 1994 comenzó el ejercicio de la abogacía, que ha alternado con colaboraciones en la radio y con labores de profesor universitario. Ha publicado los libros Todo un verano (2002) y Madrid no tiene arreglo (2007).
– Añoranza de guerra es el supuesto testimonio de un voluntario de la División Azul que militó en el ejército derrotado y vivió un largo y duro cautiverio, ¿por qué en sus recuerdos ni existe el rencor ni existe el odio?
Todo el que haya leído y tratado a divisionarios sabe que en su voz no hay un solo tono de rencor, menos aún de odio. Después de la guerra muchos optaron por no hablar; otros tardaron mucho en hacerlo, como en el caso de José Maseda o de Sanz Jarque; pero muchos de aquella «quinta del SEU», de aquellos cuatro mil universitarios, escribieron sus memorias. Nadie puede señalar en tantos testimonios dónde está el odio. En los libros que escribieron los prisioneros -Oroquieta, Calavia, Izaguirre, Salamanca, Palacios, …- tampoco encontramos sentimientos miserables.
– Sin duda la División Azul ha sido uno de los acontecimiento militares más olvidados de nuestra historia, sin embargo recientemente se han publicado varios libros que aportan testimonios y recuerdos necesarios para comprender esta gesta, ¿por qué cree que ahora casi setenta años después de su intervención en la II Guerra Mundial se manifiesta este interés?
El interés por la División Azul radica en varias causas que he procurado desentrañar y enunciar en, al menos, cuatro razones: 1.- La División Azul fue una paradoja; la contradicción de luchar en el ejército equivocado por una causa justa: tratar de eliminar el comunismo. 2.-Por otra lado Rusia es la evocación de la quimera, de la aventura extrema, del atrevimiento español. 3.- En estos largos años de imposición ideológica por parte de la corriente oficial y progresista se ha producido un conato significativo de rebeldía. Somos muchos los que nos aferramos a nuestro orgullo de españoles y cada vez son más los que quieren conocer la gesta española. La División Azul forma parte de nuestra gloriosa historia y de ahí el interés creciente. Es quizás la última gran gesta de los españoles en armas. 4.- La División Azul fue la más eficaz e inteligente contribución para conseguir que España quedar fuera de la guerra mundial.
-Maseda, el protagonista de su obra, es fiel testimonio de muchos voluntarios que se enrolaron en la División Azul, ¿ que fue más duro para estos valientes, la sangrienta contienda y el largo cautiverio, o el regreso a una España que no supo reconocer con la debida gratitud el esfuerzo de miles de jóvenes voluntarios?.
Creo sinceramente que las condiciones del invierno ruso fueron -con mucha diferencia- la más atroz experiencia. El ejército alemán no estaba preparado para el rigor de aquellos inviernos del 41 y 42. Es verdad que el olvido y la ingratitud fueron grandes pero siempre hubo españoles que reconocían con admiración a ese hombre que había estado en Rusia. Desde niño he vivido y comprobado el efecto que producían en unos y otros ese comentario. La admiración era sincera.
– La vida de un excombatiente nunca es sencilla pues se tiene que acostumbrar a vivir con el recuerdo de los compañeros muertos, con la dureza de las campañas, y en algunos casos tienen que aprender a convivir con el recuerdo de la derrota, no obstante leyendo tanto su novela como muchos de los libros sobre los voluntarios de la División Azul ¿no cree que en el caso de los excombatientes de la División Azul se percibe la nostalgia de unos ideales que cambiaron en su país mientras ellos luchaban a miles de kilómetros de sus familias, amigos y conocidos?
De ahí el título, que resulta paradójico. Pero yo recuerdo que mi propio abuelo tenía añoranza del tiempo de la guerra española. Lo que podía hacer pensar que añoraba la guerra, pero no era así. Se añora la juventud; el tiempo que se vivió peligrosamente; el ideal limpio de eliminar el comunismo ateo que tanto terror había causado. El personaje dice que quiere dejar su testimonio para otro tiempo. Él, que se sabe naúfrago de la historia, quiere lanzar ese mensaje para un tiempo en el que los hombres ya no tomen partido. Maseda dice que el tiempo no es de los hombres. De ahí el tono nostálgico; el tono del que sabe que está en precario, de paso… de camino hacia Dios.
Entrevista realizada por:Carlos Pérez- Roldán