El próximo 25 de mayo se celebrarán en España las Elecciones Europeas, no obstante el escenario electoral no está claro ni despejado para los grandes partidos, motivo por el que los partidos del sistema empiezan a calentar motores desde el nerviosismo.
En este contexto hay que situar las recientes declaraciones de Rafael Hernando, portavoz adjunto del Grupo Popular en el Congreso, quién ha llegado a afirmar que apoyar a formaciones como UPyD o Izquierda Unida, es “tirar el voto”, ya que según él estas formaciones no serán capaces de llevar adelante ningún proyecto.
Desde luego compartimos con el señor Hernando la idea que votar a esas dos formaciones es lo mismo que tirar el voto, ahora bien, igualmente consideramos que es tirar el voto votar a los partidos mayoritarios.
Los partidos políticos institucionalizados, y nos referimos tanto a los grandes como a los pequeños, nos tienen acostumbrados en cada campaña electoral a la cantinela del “voto útil”, del tratar de convencernos que la representación popular que a fecha de hoy no se encuentra acomodada en el arco parlamentario no tiene ningún derecho a ser un día representada, pues según ellos la representación política no la establecen los ciudadanos a través del voto, sino que en realidad es una situación de status quo, sin querernos explicar a qué se debe ese status.
Y no se equivocan nuestros políticos al constatar la existencia del voto útil, y por tanto del no útil, sino que se equivocan en la catalogación de las formaciones políticas o sociales cuyo voto se convierte en inútil.
Efectivamente, la historia de la democracia occidental nos demuestra que casi todo el voto resulta inútil, debido a dos grandes mecanismo mentales de los partidos; uno es la poca importancia que otorgan a palabra dada, es decir el sistemático incumplimiento de las promesas electorales; otro es la alta porosidad de las organizaciones políticas a la corrupción y al menosprecio del contribuyente.
Por ello es necesario ser claro: sí existe un voto útil, y es aquel que se deposita en cualquier organización política o social que trata de acabar con el actual sistema partitocrático, el que se deposita en aquellas organizaciones que dan importancia a la organización natural de la sociedad en familias (y después en municipios libres) y son capaces de restar poder a las organizaciones políticas, empresariales y sindicales asentadas en una organización política incapaz de defender los derechos de la sociedad, y de satisfacer el bien común. Voto útil por tanto es todo aquel que se deposita en formaciones sociales o política que no tienen miedo a reconocer nuestra herencia cristiana, y que saben precisamente que dicha herencia es la que convirtió a Europa en tierra de hombres libres, y que sólo la actualización de dicha herencia será capaz de liberar a Europa de sus nuevas esclavitudes.
El elector, si en algo se aprecia, tiene que decidir su voto no en función de la previsión de victoria de su formación política, sino en función de la capacidad de regeneración y cambio que prometa la formación social o política elegida; es decir, el elector ha de buscar la representación política de sus valores, creencias, e ilusiones, sin pensar si dichos valores serán o no los mayoritarios, de eso ya se encargarán los nutridos y bien pagados equipos de comunicación dependientes de los partidos del establishment.
Autor: Carlos Pérez- Roldán Suanzes