En España tenemos un deficiente sistema democrático incapaz de representar la voluntad real del pueblo. El sistema de partidos, la elaboración de listas cerradas, y los grupos de presión económica son las principales disfunciones que impiden al pueblo español sentirse representado en sus instituciones.
Ahora bien, lo mínimo que se puede pedir a los partidos políticos es coherencia con un sistema que ellos mismo han creado, y que hoy por hoy ellos mismos son los únicos en defender.
El PSOE ha vuelto a escenificar los síntomas de esa escizofrenía particular que constituye uno de los factores más marcados de su ADN político.
Efectivamente, la dirección del PSOE no ha dudado en criticar primero y castigar después a los tres diputados del Partido Socialista Catalán que rompieron la semana pasada la disciplina del voto en el Parlamento Catalán y votaron a favor de pedir al Congreso Español la transferencia de la competencia para convocar un referéndum
En este sentido Elena Valenciano vicesecretaria general del PSOE apeló «no a la disciplina», sino a la «responsabilidad» de los tres diputados para que dejen el escaño en el Parlament como justo castigo.
Valenciano recordó que el 84 por ciento del Consell Nacional del PSC decidió que el partido votaría contra la consulta en el Parlament y en democracia «uno no debe apartarse de lo que ha sido la decisión de la inmensa mayoría» igualmente manifestó que «la pluralidad es fundamental en democracia y el respeto a las minorías también, pero en democracia se siguen las reglas de la mayoría».
El problema de estas declaraciones de Valenciano es que en pocos días el PSOE se contradice de forma fragante, pues desde que el Gobierno anunció la gatopardesca reforma de la Ley del Aborto el PSOE viene moviendo todo su maquinaria para forzar al gobierno a permitir una votación secreta para que se aclare cuántos diputados del PP no están de acuerdo con la ley del aborto presentada por Gallardón.
A principios de mes el grupo socialista presentó una proposición no de ley en la que instaba a la realización de una votación secreta para tumbar los planes del Gobierno con respecto al aborto. Esa figura parlamentaria es la única que permitiría plantear un voto que garantice la privacidad de quienes lo emitan, es decir, Elena Valenciano y otros diputados socialista defiende la libertad de voto en el caso de la reforma de la Ley del Aborto.
Pero señora Valenciano ¿en qué quedamos? ¿No dijo usted en relación a la consulta catalana que «en democracia uno no debe apartarse de lo que ha sido la decisión de la inmensa mayoría»?, ¿pero acaso en las últimas elecciones no ganó por mayoría absoluta el Partido Popular en cuyo programa figuraba la modificación de la ley del aborto manifestando expresamente el programa más votado por el pueblo español que «promoveremos una ley de protección de la maternidad con medidas de apoyo a las mujeres embarazadas, especialmente a las que se encuentren en situaciones de dificultad […] cambiaremos el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida, así como de las menores»?
Es decir, que como siempre la libertad y el principio de mayoría sirven cuando apoyan las tesis socialistas, pero cuando ni la libertad, ni los derechos humanos, ni la mayoría democrática pueden apoyar dichas tesis, entonces basta con aplicar sin más discusión la voluntad de los herederos de Pablo Iglesias ¿eso es democracia?
Autor: Carlos Pérez- Roldán