En cierta ocasión don Ángel de los Ríos y Ríos, carlista cántabro de la zona de Reinosa, la emprendió a tiros contra un viajante catalán que en el comedor de una fonda permanecía cubierto en presencia de unas damas. Don Ángel, paladín de las costumbres de las tierras de Tajahierro, no toleró nunca que éstas fueran violadas. A pesar de su difícil temperamento logró ser diputado provincial por Reinosa (1871-1872) y alcalde del ayuntamiento de Espinilla, en Campoo de Suso (1883-1885). En su labor destacan la mejora de las comunicaciones, la protección de las zonas forestales e importantes reformas administrativas. Su vida, que fue también la propia de un erudito (tradujo los Eddas escandinavos al español y fue un destacado historiador), nos sirve para recordar la labor comprometida que nuestros antepasados carlistas realizaron en sus municipios.
Hoy todavía no conocemos el alcance de los movimientos que se están viviendo en el terreno municipal, pero algo está cambiando en la política española. Por de pronto, y al margen de los resultados de las Europeas, sabemos que en varias regiones partidos autodenominados patriotas se van abriendo paso de cara a las elecciones del año que viene. El ejemplo más significativo es el de Plataforma por Cataluña, que ya posee 67 concejales y decidió no presentarse a las elecciones Europeas porque sabe que su objetivo es otro. La Plataforma prepara su asalto a nivel nacional bien escoltada por militantes comprometidos que ya trabajan en sus municipios, imitando la política que tan buen resultado ha dado en Cataluña.
En otras regiones, nuestros conocidos de Alternativa Española (AES) también están trabajando en esta área. En Cantabria lo hemos visto este mismo mes de mayo: en Bárcena de Pie de Concha, donde AES cuenta con un edil, Impulso Social fue la tercera fuerza y contó con el 10,56% de los votos. En Ampuero, donde trabaja una entusiasta agrupación local de AES, se obtuvieron el 2,16% de los votos a pesar de la elevada abstención en las filas de la derecha.
La avanzadilla de la que hablamos está formada por hombres y mujeres que han sabido superar las largas discusiones acerca de “la unidad de los patriotas” y se han puesto a trabajar en lo más cercano. Sus procedencias son muy variadas, y no se pueden reducir a simplificaciones habituales como la denominación de “derecha pagana”. Es un movimiento de gran complejidad, en el que se ven involucradas ideologías que beben de la derecha hegeliana, la doctrina joseantoniana e incluso de los poco cristianos planteamientos de un tal Julius Evola del que oiremos hablar mucho. En cualquier caso, y a pesar de que en sus filas cuenten con algún carlista, el ideario de estos grupos cada día está más lejos de los postulados del tradicionalismo político español aunque muchos de sus métodos encajen a la perfección con la esencia carlista.
La clave de esta política la explicó Rafael Ripoll, concejal de España2000 en Alcalá de Henares, en la reunión Primavera Montañesa del año pasado: “Hemos demostrado con argumentos y la fuerza de la verdad que somos gente en la que se puede confiar”. Este es el fundamento de la política municipal que desarrollan grupos cuya unión, ya que sus diferencias son mínimas, podría cristalizar en un Frente Nacional. Su ejemplo, en un contexto de aparente derrota, viene a demostrar que es un camino muy interesante para los pequeños quijotes que quieren influir en política.
El cambio de táctica, que ha llevado a sustituir el asalto a la nación por el asalto a los municipios, sería imposible sin el apoyo de asociaciones culturales que más allá de meras conferencias van formando a decenas de jóvenes que están llamados a dar la vuelta al dominio de la calle que ostenta la izquierda. El apoyo que puedan aportar estas asociaciones no es nada desdeñable. Como botón de muestra sirva el siguiente mensaje, recogido el 23 de mayo en la página en Facebook de la asociación Alfonso I de Cantabria: “Último día de campaña y en la calle se pueden ver más carteles nuestros que los de cualquier partido político, a pesar de que nosotros no concurrimos en las elecciones del próximo domingo, no tenemos tablones oficiales de propaganda y por supuesto, no pagamos a nadie para que nos los peguen como hacen ellos”. Estas asociaciones con su labor de formación y propaganda combaten un problema con el que nos hemos encontrado hasta ahora: la ignorancia de nuestros planteamientos por parte del común de los vecinos. La propaganda es fundamental en política porque no se puede pretender que alguien vote a una opción si ni siquiera sabe que existe.
Habrá quien piense, siempre los hay, que el carlismo ya no tiene nada que aportar, que hemos perdido. Eso mismo pensaban los militantes de izquierda hasta que llegó Pablo Iglesias para conmocionar a la opinión pública al obtener un millón doscientos mil votos. La misma derecha también vivía en la derrota hasta que ha venido Marine Le Pen a recordarles que se puede jugar con el sistema para ganar.
El éxito de Pablo Iglesias, que ha asustado a muchos, no sería posible sin unas circunstancias económicas muy adversas y un discurso dirigido a todo el pueblo. El mismo Iglesias lo reconoció en una charla el pasado mes de febrero en Madrid:“Para ganar la izquierda tiene que dejar de ser una religión y convertirse en un instrumento, en un instrumento en manos de la gente. Tiene que convertirse en pueblo”. Pablo Iglesias sabe que si consigue un pueblo unido, si logra convertir las ideas de la izquierda en sentido común, triunfará. Para lograr su objetivo Iglesias no ha estado solo: el apoyo de distintos movimientos locales ha sido decisivo hasta el punto de que Podemos se parece sospechosamente al Frente Popular.
A la vista de la experiencia de otros grupos políticos, cabe replantearse el papel que estamos jugando los carlistas. La situación es de máxima urgencia y aunque pensemos que nos sobrepasa cualquier esfuerzo será bien recibido.
Un factor a tener en cuenta es que el Carlismo ha sido siempre un movimiento popular y, por tanto, goza de cierta ventaja en el trato con los vecinos. En esta dirección apunta Manuel de Santa Cruz en la obra colectiva A los 175 años del Carlismo (2011): “Nuestros amigos disfrutan de las simpatías de una buena parte de la masa neutra y pasiva de los espectadores, que les consideran paternalmente como pintorescos. El carlista es el grupo político que con respecto al número de afiliados tiene un mayor porcentaje de simpatizantes externos incontrolados”.
A la vista de la experiencia de otros grupos, a los carlistas de Cantabria la política municipal nos evoca las acciones de Ángel de los Ríos y Ríos, o los tiempos en que el intelectual Marcial Solana González-Camino tomaba la decisión de fundar sindicatos agrarios o representar a sus vecinos en el Ayuntamiento. Por la particularidad de nuestra tierra ésta se ha prestado a que fueron los intelectuales los que combinaran sus actividades eruditas con la defensa de sus vecinos. El espíritu de los hidalgos que hicieron grande a Cantabria aún pervivía en los tiempos en que el Carlismo era una alternativa política que trataba de tú a tú a los partidos liberales. Hoy hay quien piensa que estamos derrotados y no tenemos nada que aportar. Sin embargo, lo cierto es que la batalla se libra en el municipio, la región… ámbitos conocidos por el carlista y recogidos en los fundamentos teóricos de un movimiento que siempre ha sido político y no folklórico como pretenden algunos aficionados a los museos.
Si el pueblo carlista está dispuesto a defender sus ideas, si todos los que nos juntamos en torno a entidades como esta revista arrimamos el hombro… será posible volver a ver boinas rojas en los ayuntamientos, en las asociaciones y en las cooperativas agrarias. Lo demandan la patria y nuestros vecinos.