El alcalde socialista de El Coronil, Jerónimo Guerrero, ha levantado verdaderas ampollas por su falta de sensibilidad y su desconocimiento o, lo que es peor, tergiversación, de la historia al comparar a los miembros de la Guardia Civil con yihadistas asesinos en el marco de una conversación sobre la matanza de niños cristianos en Siria e Irak, que otra persona comparaba con lo ocurrido en 1936 en España.
Falta de oportunidad y de sensibilidad porque su exabrupto ha coincidido con el fallecimiento de tres guardias civiles en el accidente de un helicóptero del Grupo de Rescate Especial de Intervención en Montaña (Greim) en el término municipal de Maraña (León), cuando realizaban una intervención para rescatar a un montañero que se había lesionado un tobillo. Los fallecidos son dos pilotos y un rescatador del Greim de Sabero (León): el capitán Emilio Pérez Peláez, el teniente Marcos Antonio Benito Rodríguez (medalla al Mérito de la Protección Civil) y el agente José Martínez Conejo. Tres hombres han perdido la vida por rescatar a una persona que estaba dedicada a practicar su deporte favorito y según este socialista no solo no se merecen el más mínimo respeto, sino que les insulta y mancilla su honor con comparaciones odiosas y alejadas de la verdad.
En cuanto al desconocimiento de la historia, que creo más bien tergiversación de la misma, quiero refrescarle la memoria con unos hechos sucedidos en ciudades próximas a su localidad en aquellos tiempos, 1936, en que, según declaraciones del mencionado edil, “la Guardia Civil de Franco, que fusilaba y vejaba en tiempo de paz”. Así,sin explicar antecedentes, causas, ni por qués.
A 24 km de la alcaldía que rige, se encuentra la población de El Arahal. Esto sucedió allí en aquellos tiempos que él recuerda tan malamente. Hasta unas 70 personas, todas de derechas, fueron encarceladas y maltratadas por personas afines a sus ideas políticas. Se produjeron expropiaciones, saqueos, encarcelamientos y asesinatos, algunos de ellos en el patio de la Iglesia del Santo Cristo y otros en plena calle. Los labradores, con añagazas, son sacados de sus casas, arrancados, con escenas de horror, del amparo de las familias, y ante las esposas y los hijos pequeños, los jóvenes izquierdistas asesinan en las calles a sus enemigos. Así D. Miguel Arangüete Harry, de 43 años, oficial de Juzgado y D. Rafael Arias de Reina.
Y como siempre, consigna de Moscú: la quema de las iglesias, brutal espectáculo que deprime. Dieron comienzo los sacrilegios, reduciendo a cenizas imágenes y retablos del más alto interés artístico. Esa misma tarde del 19 de julio de 1936, incendiaron la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, siendo devastadas por el fuego las imágenes, el retablo de Jesús Nazareno, gran parte del coro y el archivo parroquial. En las iglesias de la Victoria, San Roque, Capilla de San Antonio, la Veracruz, Santo Cristo y Convento del Rosario, destrozaron también retablos e imágenes. Un Copón, un Cáliz y el Sagrario de plata de la iglesia del Santo Cristo, desaparecieron. Asimismo destruyeron unas interesantes esculturas del siglo XVI, entre ellas, un grupo de gran interés artístico representando a Santa Ana, un Santo Cristo de la Columna, un Crucificado del escultor Ocampo y retablos de los siglos XVII y XVIII.[1]
En la tarde del día de Santa María Magdalena, la columna española combatía a las puertas de Arahal. Cuando los libertadores entraron, se encontraron un panorama atroz. Muertos por calles y plazas; iglesias, retablos e imágenes absolutamente destrozados y muertos ya, la mayoría de los presos de la cárcel. He aquí la relación de asesinados, quemados vivos, en la cárcel y los intervinientes en la acción, tal como figura en la Causa General. A esta relación de asesinados hay que añadir a D. Juan Benítez quien, por no ser residente en Arahal, figura en el estado nº 2.
El párroco, D. Antonio Ramos Ramos, que sufrió horribles quemaduras en la cara, en el pecho y en los brazos, se halla grave. Es el único superviviente de la trágica galera. Lentamente hace el relato:
“Me hallaba en uno de los rincones del calabozo cuando advertí que alguien se acercaba al ventanillo, por el que sólo para insultarnos se habían asomado hasta entonces, y volcaban unos cubos de gasolina. Quedamos los infelices presos empapados, y después una gran llamarada iluminó internamente la negrura del calabozo. Fuera, los gritos de júbilo y venganza de los que nos veían arder por el ventanillo… Debo la vida a la circunstancia de hallarme en el fondo del calabozo; junto a la letrina, cubierto de quemaduras e inmundicias, refrescado por el agua de un cántaro, que junto a mí se rompió, alentaba aún.”
En Morón de la Frontera, a 17 km de El Coronil, puede recordar cómo los que asesinaron tampoco fueron componentes de la Guardia Civil, bien al contrario, ellos fueron víctimas: siete miembros de la Benemérita, de un total de 23 civiles (empleados, jornaleros, industriales, dos abogados, un Juez de Instrucción y los religiosos salesianos, don José Blanco Salgado y el director del colegio don José Limón y Limón) fueron vilmente asesinados, no muertos en combate. El salesiano don Rafael Infantes, superviviente, (gracias a que pudo escapar herido), relata lo sucedido:
“El mismo día 19 de julio asaltaron el convento denunciando que buscaban armas. Al no encontrarlas, nos llevaron detenidos a la cárcel, con las manos atadas para mayor vergüenza. De este modo recorrieron las calles más concurridas. La gente afluía curiosa. La comitiva se detuvo ante el Ayuntamiento; allí se produjo una nueva tentativa de fusilarnos por la espalda. Pero seis guardias municipales se hicieron cargo de nosotros y nos metieron en la cárcel.
Al día siguiente, lunes 20, temiendo que invadieran e incendiaran la cárcel, los guardias civiles consiguieron que, hacia mediodía, los 32 encarcelados pasaran al cercano cuartel de la Guardia Civil. Nos defendían unos cincuenta y, entre ellos, José Blanco, mientras el señor director y yo estábamos con los hijos de los guardias, casi todos alumnos del colegio. Pero la resistencia resultaba inútil. El cuartel ardía por varias partes; en vista de lo que se avecinaba, un grupo de los asediados acudió a don José Limón para confesarse.
Desde la casa de enfrente incendiaron la puerta del cuartel. Al ver que el incendio invadía los locales, el teniente, habiendo hablado con los republicanos, ordenó salir a las mujeres y niños que, tras despedirse con dolor, se dirigieron al Ayuntamiento.
Salimos a la calle, manos en alto. Nos cachearon y nos mandaron avanzar hacia la plaza del Ayuntamiento. Vimos a más de veinte hombres parapetados en los balcones. Se oyó una descarga cerrada. Nuevos disparos. Y todos yacíamos en el suelo. Eran las siete y media de la tarde. Una hora después, las sombras acompañaron el arrastre y amontonamiento de las víctimas en la caja de un camión.”
Otras personas, como don Juan Rosado Guerrero y don Cristóbal Ruiz Mejías fueron asesinados a las puertas del cementerio; camino de la estación de FF.CC., el teniente don Juan Chamizo Mateos; don Antonio Lomba Ferrer, don Rafael Ortiz Benítez y don Francisco Ramos Haro en la finca El Hornillo y los señores Blanco Salas, González Valencia y Alés González en la Casa Cuartel[2]. Alonso Ramos Arroyo, Antonio y Rafael Crespo Molina, Antonio Crespo Villalón, Luis López Montero, Diego Bermúdez Rodríguez, Jorge Angulo Molina, Antonio López Pérez, Fernando Julio López Montero, todos ellos falangistas, fueron asesinados en la calle Luis Daoiz.
Saturnino Oter González era el director de la cárcel. Le sacaron de su domicilio para prestar declaración en el Ayuntamiento. No llegó, cayó en la plaza ante los disparos efectuados desde la Alcaldía. Su esposa, que corría detrás, sólo llegó a recoger su último suspiro. El alcalde, Rafael Urbano de Miguel que no hizo nada para controlar la situación, sino que ante sí mismo, se mató al señor Oter González, fue fusilado.
Utilizando el lenguaje utilizado por el edil Guerrero, podría decirse que los yihadistas no fueron los guardias civiles sino aquellos que, simpatizantes con las ideas que él mismo profesa, les asesinaron.
A 20 km. de El Coronil se encuentra Utrera. De los 12 asesinados residentes en la ciudad, uno era el presbítero don Miguel Romero Picón, coadjutor de la parroquia de Santa María, tres falangistas, señores González-Baudín González, Gutiérrez Delgado y Alconero Martín, y dos tradicionalistas, los hermanos Romero Santiago, además de labradores, propietarios y dependientes.
Y en el estado nº2 figuran aquellos asesinados que lo fueron también en Utrera pero no eran residentes en la ciudad, es decir, como acostumbraban a decir con su clásico eufemismo, les dieron “el paseo”.
Como se puede comprobar, en ambos estados de la Causa General correspondiente a Utrera, figuran una serie de autores de los asesinatos, los cuales, después del correspondiente juicio sumarísimo por éstos y otros homicidios en pueblos de la comarca, resultaron condenados a muerte. Fueron éstos Manuel Sánchez López, José Páez Ortega, José Enrique Sánchez, José Muñoz Salas, Juan Gil Cortés, Juan Bruque Gómez y Juan Sánchez Cordero que se suicidó antes de cumplir la última pena. ¿De que yihadistas habla el alcalde señor Guerrero?
Podría recordarle más casos de los sucedidos en los alrededores de su municipio en las fechas a que él hace referencia, pero considero que los que expongo son suficientemente significativos para que, antes de decir barbaridades que pueden herir a otras personas, sea más prudente…. ¿o es que acaso el objetivo es molestar y soliviantar a los “diferentes”? Puede tener la seguridad que muchos de los enojados con su estolidez nos sentimos orgullosos de no pertenecer a su gremio.
Lástima que este representante del pueblo que, por ser cargo público vive a costa del erario, es decir de los contribuyentes, no sea capaz de sentir la mínima empatía ni respeto por aquellos españoles que contribuimos a abonar su nómina.
Desde luego de lo que no cabe duda, es que este prócer ha dejado claro con sus malhadadas declaraciones, que, en ningún caso, podrá campear con el lema que con tanta verdad y orgullo exhibe la guardia civil:
EL HONOR ES SU DIVISA
[1] MINISTERIO DE CULTURA.- PARES,. El Arahal 49
[2] Causa General, Expte Morón de la Frontera, 3