Lo primero que sorprende en el libro que hoy presentamos a nuestros lectores es la clarividencia de su título: “New Age. El desafío”.
Efectivamente la Iglesia es consciente que entre los varios desafíos que tenemos en el presente siglo el más apremiante es uno especialmente sibilino y escurridizo, a saber: la lucha contra una forma de pensar y de entender la realidad y la espiritualidad que se ha dado en llamar la new age (la nueva era).
La importancia de dicho desafío reside en que en una misma corriente de pensamiento se compendian muchos de los errores doctrinales y teológicos más peligrosos para la religión verdadera.
Entre los peligros que cualquier combatiente habrá de enfrentar se encuentra el relativismo moral inherente a su doctrina, el sincretismo religioso que defiende, y la aparente bondad de sus doctrinas.
La new age no es una religión, ni una filosofía, ni una forma de pensar o de sentir, la new age no tiene un libro sagrado, ni una constitución, ni tiene tampoco sacerdotes o líderes, ni es ni tiene nada de lo anteriormente referido pues lo tiene todo y cuanta con el apoyo de todos, de aquí su peligro.
Gonzalo Len es muy consciente de los perniciosos efectos de esta doctrina que pretende derrumbar todas los pilares de la sociedad actual y muy principalmente los pilares de la cultura occidental. Su peligro consiste precisamente en la expansión que sus ideas han tenido en los últimos tiempos.
La popularidad de los relatos y películas en donde la magia es la principal protagonista, el capricho de algunos en buscar la espiritualidad en las religiones orientales y no en las propia historia de occidente, la creencia de muchos en tratar de solventar los problemas del alma mediante la aplicación de tratamientos corporales o la aplicación de los más extravagantes métodos de relajación y meditación, no son más que las manifestaciones más directas de la influencia que dicha doctrina está teniendo en la población.
La new age trata de equiparar todas las doctrinas, religiones y filosofías, bajo el paraguas de un relativismo cultural y religioso que se ha convertido en dogma social inatacable. Para ello trata de presentarse con sus mejores galas y trata de venderse como una nueva alternativa que conseguirá lograr la felicidad del género humano. Gonzalo Len es capaz de transmitir con clarividencia estos peligros, siendo sumamente claro y explícito en su exposición; así llega a decir que «la New Age no es distinta de aquello que critica. Es un producto más -al lado de otros tantos- en el supermercado hodierno […]: la New Age, más que la respuesta o la alternativa a nuestro tiempo, es en realidad un síntoma de esa cultura de muerte que describe y contra la que protesta» (pp. 118-119).
Efectivamente la new age es el síntoma más evidente de una sociedad actual desnortada que consciente de su infelicidad se conforma con meros placebos y en lugar de buscar al Dios Verdadero pretende conformarse con meros sucedáneos; en lugar de profundizar en principios de humanidad, trata de sepultar la dignidad humana igualándola a la dignidad de cualquier otra creación animada o inanimada que forme parte de la naturaleza.
Stella Maris nos ofrece un libro que debería figurar entre los libros de cabecera de todos aquellos que quieren comprenden la decadencia moral de nuestra sociedad para construir un mundo mejor en donde el ser humano como creación divina pase a ser el centro de una sociedad que hoy por hoy va perdiendo sus características más humanas (y más divinas).