Dicen que la capacidad de asombro es inversamente proporcional a la edad, es decir, a menor edad la sorpresa es mayor; podría decirse que el fascinante mundo infantil está pleno de cosas y situaciones delirantes, por ello, la última “ideica” de Podemos y sus adláteres, ha servido, (por el estupor causado), para retrotraerme a tantos años atrás, que ni siquiera era un mal pensamiento en la mente de mis padres. Tal ha sido el impacto del pasmo.
¿De qué va la ideica? Pues como estos individuos son segundas versiones de aquellos que ya sufrió España, se trata de la copia de una acción que viene de tan antiguo como sus propias bases ideológicas. Me explicaré. Me refiero a su declarado “odium fidei”, patente durante la contienda civil, pero que no empezó en 1936, sino que su principio se produjo desde el primer instante de la proclamación de la Segunda República cuyo programa laicista plasmado en la Constitución de 1931 ya provocó que el Papa Pío XI denunciara en su carta “Dilectissima nobis” la injusta situación que las izquierdas habían provocado en España.
Estas fueron las normas antirreligiosas de la II República establecidas en la Constitución aprobada el 9 de diciembre de 1931:
- 3º.El Estado no tiene religión oficial.
- 26.Todas las confesiones religiosas serán consideradas como asociaciones sometidas a una ley especial.
- El Estado, las regiones, las provincias y los municipios no mantendrán, favorecerán ni auxiliarán económicamente a las iglesias, asociaciones e instituciones religiosas.
- Una ley especial regulará la total extinción, en un plazo de dos años, del presupuesto del clero.
- Quedan disueltas aquellas órdenes religiosas que estatutariamente impongan, además de los tres votos canónicos, otro especial de obediencia a autoridad distinta de la legítima del Estado. Sus bienes serán nacionalizados y afectados a fines benéficos y docentes.
- Las demás órdenes religiosas se someterán a una ley especial, votada por estas Cortes Constituyentes, y ajustadas a las siguientes bases:
- 1ª). Disolución de las que, por sus actividades, constituyan un peligro para la seguridad del Estado.
- 2ª). Inscripción de las que deban subsistir en un Registro especial dependiente del Ministerio de Justicia.
- 3ª). Incapacidad de adquirir y conservar, por sí o por persona interpuesta, más bienes de los que, previa justificación, se destinen a su vivienda o al cumplimiento directo de sus fines privativos.
- 4ª). Prohibición de ejercer la industria, el comercio o la enseñanza.
- 5ª). Sumisión a todas las leyes tributarias del país.
- 6ª). Obligación de rendir anualmente cuentas al Estado de la inversión de sus bienes en relación con los fines de la asociación. Los bienes de las órdenes religiosas podrán ser nacionalizados.
- 27.Los cementerios estarán sometidos exclusivamente a la jurisdicción civil. No podrá haber en ello separación de recintos por motivos religiosos.
- Todas las confesiones podrán ejercer sus cultos privadamente. Las manifestaciones públicas del culto habrán de ser, en cada caso, autorizadas por el Gobierno.
- 48.El servicio de la cultura es atribución esencial del Estado. La enseñanza será laica, hará del trabajo el eje de su actividad metodológica y se inspirará en ideales de solidaridad humana.
- Se reconoce a la Iglesia el derecho, sujeto a la inspección del Estado, de enseñar sus respectivas doctrinas en sus propios establecimientos”.
Algunos jovenzuelos de Podemos, dado su bajo nivel educativo, no conocen la Historia, sin embargo, sus vinculaciones anarcocomunistas les impelen a utilizar profusamente la técnica del agitprop[1] de Vladímir Mayakovski. Quizás estas raíces son las que han llevado a la representante del grupo Podemos en Andalucía, Begoña Gutiérrez, a lanzar como una ideica personal lo que ya aprobó la II República: “Todas las confesiones podrán ejercer sus cultos privadamente. Las manifestaciones públicas del culto habrán de ser, en cada caso, autorizadas por el Gobierno”. Y claro está que uniendo su cristianofobia a su necesidad de darse a conocer, le impulsaron a tratar de prohibir nada menos que las procesiones de Semana Santa en Andalucía. Y, desde luego ha conseguido, al menos, que, no solo en Andalucía sino en toda España, se percate del ideal de esta señora y de su cuadrilla y de lo que nos puede sobrevenir si llegan al poder.
Ante tamaña estupidez, debo recordar lo que manifestó Unamuno cuando sus correligionarios precedentes, adoptaron las medidas antirreligiosas de la Constitución de 1931:
“La presencia del crucifijo en las escuelas no ofende a ningún sentido ni aun a los de los racionalistas y ateos, y el quitarlo ofende al sentimiento popular hasta de los que carecen de creencias confesionales. ¿Qué se va a poner donde estaba el tradicional Cristo agonizante? ¿Una hoz y un martillo? ¿Un compás y una escuadra? ¿O qué otro signo confesional? Porque hay que decirlo claro y de ello tendremos que ocuparnos: la campaña es de origen confesional y claro, de confesión anticatólica y anticristiana. Porque lo de neutralidad es una engañifa”.
Los hermanos mayores de las cofradías sevillanas acordaron no salir aquel año en procesión a pesar de los ofrecimientos del gobernador civil y hasta del Presidente de la República y de algunos ministros que se ofrecieron a presenciarlas, por el mismo motivo que ahora ha corrido a desdecirse la discípula de Iglesias bis, ¡por no perder los ingresos económicos derivados! A pesar de las presiones, las Cofradías en una actitud digna y congruente, persistieron en su negativa: “si se decretó la retirada de los Crucifijos, sería ir contra la ley hacer ostentación de ellos en las procesiones”… y puesto que habían decretado que los cultos se habían de celebrar privadamente, los fieles se retiraron, llenos de fervor, al interior de los templos, de modo que la de 1932 fue una Semana Santa sin procesiones.
Las cofradías y hermandades son una tradición histórica y sus procesiones se celebran, con mayor o menor esplendor en toda España, especialmente en Sevilla. Existieron ya durante la Edad Media, aunque no es hasta el siglo XVI cuando se consolidan las hermandades de pasión o penitencia como asociaciones que veneran la pasión y muerte de Cristo y le rinden culto con una salida procesional. Durante el siglo XVIII la Semana Santa atravesó una profunda crisis, a causa del decaimiento económico y demográfico de la ciudad de Sevilla, de tal manera que en la primera mitad del siglo XIX, todo indicaba que las cofradías estaban a las puertas de su desaparición definitiva. Hacia 1850 solamente salían a la calle el jueves santo y durante la madrugada y tarde del viernes santo. A finales del siglo XIX, en el periodo de la restauración borbónica, resurgen en número y esplendor y empiezan a ser consideradas un atractivo turístico para la ciudad y un gran dinamizador de su economía.
A este nuevo auge no es ajena la instalación en Sevilla de la «corte chica» de María Luisa Fernanda de Borbón, hermana de la reina Isabel II, y su esposo, el duque de Montpensier Antonio de Orleans en el Palacio de San Telmo que había sido un antiguo colegio de marineros. Ellos favorecieron la celebración de la Semana Santa, impulsaron hermandades como Montserrat o La Lanzada, creándose en esos años la tradición del Santo Entierro Magno, que desde entonces se realiza cada cierto número de años, sin una periodicidad fija.
En el siglo XX, las disposiciones antirreligiosas decretadas por la Segunda República causaron , como hemos visto, una fase de enfrentamiento social y político que perjudicó la celebración de la Semana Santa. Ante la decisión de las Juntas de gobierno de las hermandades de no salir en procesión, el alcalde José González Fernández de Labandera, sabedor de la trascendencia de esta medida, trató en sus declaraciones de estimular la normalidad de las procesiones y garantizar su celebración. La hermandad de la Estrella fue la única que, contraviniendo el acuerdo del conjunto de las hermandades, hizo procesión el jueves santo, produciéndose varios altercados de carácter violento durante su recorrido. Uno de ellos fue protagonizado por un militante anarquista que disparó contra el paso de la Virgen, precursor de los horrores que vendrían poco después en la destrucción del magnífico patrimonio de las hermandades como los “pasos” de la Virgen del Rosario y de la Oración en el Huerto que fueron sacados a la plaza de los Carros, destrozados a hachazos y quemados al igual que la imagen de Jesús Nazareno tallada por Pedro Roldán en 1685 que fue decapitada a golpes de hacha, o la de Nuestra Señora de la O (Triana) mutilada a machetazos y tantas otras obras de insignes escultores. Todas las hermandades vieron menguado su patrimonio: la Hermandad de los Gitanos que radicaba en la iglesia de San Román, de estilo mudéjar, sufrió la destrucción del templo y de las imágenes y el saqueo de su tesoro.
En esta decisión de no salir en procesión, tomada por las cofradías, se combinaron por una parte el temor a los posibles ataques que pudieran producirse, nada infundados como hemos visto, y por otra, la utilización de la suspensión como herramienta política contra las disposiciones del gobierno republicano en materia religiosa. Durante el año 1933 se repitió la decisión y ya en 1934, tras el triunfo de la CEDA, 14 cofradías volvieron a salir de sus templos durante las fiestas. A finales del siglo XX habían aumentado tanto que pasaban de las 57 lo que obligó a distribuir a las nuevas entre los días lunes, miércoles, viernes y sábado santos.
Sin duda el principal fin de una Hermandad en el exterior, es hacer estación de penitencia, exteriorizar el culto público, llevar la religión a la calle para evangelizar y dar testimonio público de Fe Católica desde que lo estableciera el Concilio de Trento entre 1545 y 1563 y por ello la importancia de la imaginería en saberlo transmitir. Los oficios artesanos contribuyen a la definitiva personalidad e importancia del patrimonio artístico que atesoran sus Hermandades y Cofradías: bordados, orfebrería…, un deleite para los sentidos y un gran aporte económico en material muy especial y en puestos de trabajo.
Joaquín Arrarás en su Historia de la Cruzada Española, trata de explicar la contradicción gubernamental sufrida en 1932:
“Claro es que el Gobierno sólo apreciaba en estas solemnidades la parte espectacular, el gran aliciente turístico. Por eso entendía que se podía compaginar la devastación religiosa con la permanencia de cofradías y de pasos para celebrar unas procesiones de fama universal, persuadido de que únicamente inspiraba estas fiestas un afán utilitario sin que participara el fervor y el sentimiento religioso.”
Es cierto que la Semana Santa es un acontecimiento religioso popular que traspasa la devoción. Arrastra consigo una importante actividad económica que no para de crecer. Millones de personas llenan las calles y casi ven las procesiones con un vaso de cerveza en la mano. No hay datos globales de lo que supone el tirón del consumo que provoca el fenómeno de las procesiones, pero en Sevilla, y también en muchas ciudades y pueblos de todo el país, la gente se echa a la calle durante horas y abarrota las terrazas y los bares. Los estudios que se han realizado hasta ahora sobre la importancia que tiene esta celebración en la economía de una ciudad dan resultados que van desde los 240 millones calculados para Sevilla a los 42 de Córdoba, los 24 de Málaga, los 16 de El Ferrol, y los poco más de 2 millones en Palencia o Valladolid. Los métodos para medir los efectos son diferentes. Algunos de ellos han limitado su estimación al gasto medio de los que se alojan en hoteles y similares, pero no al que realizan los habitantes de la propia ciudad o sus alrededores, que no se alojan en estos establecimientos.
Los datos relativos a la población son impresionantes. Una ciudad de unos 700.000 habitantes, tiene apuntados como hermanos en las cofradías a unas 200.000 personas. Hay muchas que son de fuera de Sevilla y hay quien está apuntado en más de una cofradía, pero que el número suponga casi el 30% de la población da la medida de la importancia del acontecimiento. De ellos, 47.200 pertenecen a cofradías que salen en la Madrugá del Jueves al Viernes Santo. Las cifras marean. A la calle salen unos 65.000 nazarenos de aquellos 200.000 hermanos que están apuntados en las cofradías. Solo en la Madrugá lo hacen 11.000, casi 10.000 el Domingo de Ramos. Hay 5.000 costaleros para ocupar los 40 puestos para calzar cada paso. En la Madrugá hay 500 costaleros. El Domingo de Ramos incluso hay unos pocos más: 528.
Los estudios analizan solo el negocio que se mueve alrededor del fenómeno de las procesiones y no de todo el gasto que se realiza en Semana Santa en viajes turísticos no relacionados con ésta, como pueden ser los estrictamente vinculados a las vacaciones laborales para ir, por ejemplo, a la playa. Los expertos que los han elaborado subrayan la importancia de los datos en relación con el PIB de la provincia o de la propia ciudad. Así por ejemplo, la Semana Santa de la ciudad de Sevilla supone el 1,22% de la riqueza de la misma o el 0,7% de la provincia. Si el peso de la Semana Santa en toda España guardara esas mismas proporciones, supondría un impacto económico que estaría entre los 7.160 y los 12.480 millones de euros. Valga como comparación que los ingresos anuales de un gigante como El Corte Inglés son 14.500 millones de euros. La Semana Santa sevillana es algo excepcional.
Los efectos inducidos son los más importantes dentro del total. Según el estudio realizado en Sevilla por su Universidad, serían 164 de los 240 millones de euros. A continuación se encuentran por orden de importancia los efectos indirectos, donde se incluyen los gastos de visitantes y habitantes de la propia ciudad en el evento de la Semana Santa. En la ciudad de Sevilla suponen 68 millones de euros. Los efectos directos ascienden según este estudio a unos 8,5 millones. Otro estudio que se realizó antes, patrocinado por los empresarios de la ciudad, calcula que en la Semana Santa sevillana hay 909.000 personas, entre foráneos y locales. Una mayoría aplastante responde a las encuestas que ha tapeado o se ha tomado algo (el 70% de los que viven en Sevilla capital y el 90% de los visitantes españoles) y un porcentaje alto (entre un 30% de los visitantes de la provincia y el 70% de los extranjeros) van más allá y comen o cenan en un restaurante. El gasto medio de los visitantes nacionales es de unos 68 euros y el de los extranjeros, de 70. La ocupación hotelera en estas fechas en Sevilla es la más alta del año. Según los datos oficiales, casi diez millones de viajeros en España participaron en algún acontecimiento religioso, y van en aumento. El gasto medio diario de estos turistas es de 44 euros.
Toda la artesanía que rodea el culto a las imágenes sagradas juegan un papel muy importante, pues nos ayudan a penetrar en el misterio de la Semana Santa, arrancando desde lo más profundo de nuestro ser los sentimientos y respuestas de fe y devoción. A lo largo de los años, la iglesia no se ha identificado con un estilo concreto, aceptando por ello diversas formas de arte. En las diferentes épocas ha ido haciendo suyas la técnica, el estilo e inclusive la forma de concebir los artistas el arte en sus diferentes corrientes, llegando en algunos casos, a ser vanguardia artística dentro de la evolución del lenguaje de las formas tanto en imaginería, bordado y orfebrería. La actividad de los talleres de escultura y restauración, talla y dorado, orfebrería, bordado, confección de túnicas, las floristerías, o los fabricantes de cirios o de recuerdos relacionados con la semana de pasión sevillana, suman 160 empresas y crean 570 empleos, (aunque se alimentan también de los encargos de otras provincias), y factura entre 5 y 7 millones de euros. El arte del bordado, sobre todo en los mantos de las vírgenes y bambalinas de los pasos de palio, alcanza gran perfección y originalidad.
La música es también un aspecto muy importante de la Semana Santa en Sevilla. La mayor parte de las hermandades llevan banda de cornetas y tambores, agrupaciones musicales que incorporan trompetas y trombones, o bandas de música completas que incluyen clarinetes saxofones y otros instrumentos. Algunas hermandades de silencio llevan únicamente música de capilla formada por un trío o cuarteto compuesto por fagot, clarinete y oboe. Las bandas se sitúan detrás de los pasos e interpretan diferentes marchas procesionales.
El Ayuntamiento, por su parte, se queja de que la Semana Santa le cuesta unos 6 millones de euros en sus dispositivos en estas fechas, desde quitar la cera del asfalto a la Policía Municipal, pasando por lo que, dentro de sus gastos sanitarios, dedica al centro de atención al costalero (8.000 euros en la última edición), donde fisioterapeutas atienden las lesiones de los que van debajo de los pasos. Es sorprendente que, sin embargo no se quiera atender la comparación con lo que se ingresa por el alquiler de sillas y palcos, unos tres millones de euros. Este año, el abono para el palco más caro cuesta 758 euros y el de una silla en la zona más cara (Campana) cuesta 147 euros. El dinero a repartir a través del consejo de hermandades por esta recaudación supone que cada una de las que lleva dos pasos disfruta de una ayuda de 31.000 euros gracias al ingreso de las sillas que suelen revertir en ayuda a los más necesitados, llevando a cabo una gran labor social.
Pero en esa campaña de ataque a la Iglesia y a todo lo que la representa, surge de nuevo en toda España el afán de mofarse y ridiculizarla, de modo que don Jesús Francisco de Garitaonandia, rector del santuario Begoña-Bilbao se vió obligado a responder al artículo “Procesiones Diversas” de Josu Montalban, diputado en las Cortes Españolas por PSOE-PSE, aclarándole que “las procesiones de Semana Santa surgieron allá en la Edad Media como una catequesis de los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, para la gente sencilla que apenas sabía leer ni escribir. Y las procesiones surgen de una fe sencilla y fervorosa hacia ese Jesucristo, que nos ha salvado con su muerte y resurrección”.
“A lo largo de los años y de los siglos, las procesiones, como los teatros religiosos y las pastorales de Zuberoa[2] se convierten en historia religiosa, en cultura religiosa y hasta en folklore religioso. Lo cual quiere decir que hoy en día habrá personas que mantengan su espíritu religioso alrededor de estas procesiones, mientras que otras muchas, tal vez, se quedan en lo histórico o en lo folklórico simplemente. Por desgracia así ocurre en todas las religiones y también en los partidos políticos.”
La intolerancia ha llegado al extremo de prohibir a los alcaldes de IU asistir a actos religiosos. Sin embargo, algunos, como el de La Rambla o el de Archidona aseguran que continuarán acompañando a los santos. La esquizofrenia de nuestros políticos llega al punto de que lo que ahora prohíben, en 2003 ocupando la alcaldía IU, (el mismo partido censor), nombró alcaldesa perpetua a la patrona, la Virgen de Gracia. “No participar en estos actos supone para este alcalde alejarse de la sociedad a la que intentas representar”, prueba de que, si bien considera necesario mantener la tradición, quizá no quiere “alejarse” de sus vecinos por la importancia del voto en un año de elecciones.
Es otro dato que deberían tener en cuenta los partidarios de atacar las raíces, creencias o tradiciones de los españoles, es decir, el tándem IU/ Podemos, quienes, además de querer ceder la catedral de Córdoba al Islam, pide que Ceuta y Melilla “se entregue al pueblo marroquí vecino y hermano”[3].
Otro grupo desintegrador, con principios del mismo jaez que los que defienden los anteriores, es la Asociación de Ateos y Librepensadores de Andalucía, la cual, en consecución de uno de sus objetivos explícitos como es la de potenciar el ateísmo y el libre pensamiento, lanza una campaña contra la ubicación de la estatua de Juan Pablo II en la plaza Virgen de los Reyes de Sevilla. Todas estas asociaciones son las que, empeñadas en “ayudarnos” a encontrar ese Tiempo Nuevo que tanto añoran, quieren destruir todos nuestros valores, creencias y tradiciones.
Tengámoslo presente así como, antes de emitir nuestro voto, valorar las opciones políticas que se presenten y conceder la importancia debida a nuestra elección, no vayamos a caer, por convicción con lo que tuitea, en los brazos de Pablo Iglesias bis.
[1] Es una estrategia política, generalmente de tendencia comunista, difundida a través del arte o la literatura, usando como métodos la agitación y la propaganda para influenciar sobre la opinión pública y de este modo obtener réditos políticos: «agitación» sugería urgir a la gente a hacer lo que los líderes soviéticos esperaban de ellos. Teóricamente, la propaganda por sí misma debía actuar en la mente («pasiva») de los individuos, mientras que la agitación lo haría respecto de sus emociones («activas»). Aunque eso es más bien una pretendida visión analítica: en la vida real, ambas iban y van juntas, dando por lo tanto origen al cliché o frase hecha de «agitación y propaganda». Se trata de un concepto originalmente descrito por Plejánov y Lenin y ampliamente difundido por Mayakovsky.
[2] La pastoral es un género teatral tradicional. Sus raíces se encuentran en los misereres de la Edad Media, aunque los primeros testimonios de pastorales en su forma actual son del siglo XVIII. La pastoral es montada y representada por todos los habitantes de una localidad La base argumental de la obra consiste, principalmente, en ensalzar la figura de personajes conocidos (reyes, santos, escritores…) y en rememorar diversos hechos históricos. En las pastorales clásicas se representaban obras de la tradición europea (Edipo Rey, Julio Cesar) y obras en homenaje a personajes históricos (Napoleón, Juana de Arco).
[3] Podemos Anchuelo-29 diciembre 2014