Marcelino Menéndez Pelayo, cuando era director de la Biblioteca Nacional, escogió las que consideró como las cien mejores poesías líricas de la lengua castellana pertenecientes a autores no vivos; entre ellas está la denominada LA PROVIDENCIA, de Bartolomé Leonardo Argensola, la que considero una joya y que transcribo seguidamente:
“Dime, Padre común, pues eres justo,
¿Por qué ha de permitir tu providencia
Qué, arrastrando prisiones la inocencia,
Suba la fraude a tribunal augusto?
¿Quién da fuerzas al brazo que robusto
Hace a tus leyes firme resistencia,
Y que el celo, que más la reverencia,
Gima a los pies del vencedor injusto?
Vemos que vibran victoriosas palmas
Manos inicuas, la virtud gimiendo
Del triunfo en el injusto regocijo”
Esto decía yo, cuando riendo
Celestial ninfa apareció, y me dijo:
“¡Ciego¡ ¿es la tierra el centro de las almas?”
Muchos se preguntarán por qué en un Boletín carlista se incluye una poesía lírica; la respuesta es fácil: en el carlismo o tradicionalismo sucede como dice la citada poesía.
En efecto, son muchos los años en los que el carlismo lucha por el ideario “Dios, Patria, Rey” y muchas las contiendas en las que ha intervenido como único protagonista o como colaborador junto a otros sin haber triunfado nunca, si bien en la Cruzada de Liberación –se quiera o no ese es el título verdadero de la última guerra que asoló a España- fue parte vencedora, ahora resulta ser la perdedora. Por ello no olvidemos que, como dice el poeta, “la tierra no es el centro de las almas” y sigue siendo necesario perseverar con ahinco por dicho ideario.