El cardenal Robert Sarah ha denunciado el intento de “un poderoso lobby” de acabar con la diferenciación sexual.
En el prólogo que ha escrito para el libro de Marguerite A. Peeters, El género, una cuestión política y cultural, publicado recientemente en Italia, el cardenal Robert Sarah ha asegurado que “imponer la ideología de género es un crimen contra la humanidad”.
El cardenal ha denunciado el intento de “un poderoso lobby” de acabar con la diferenciación sexual y con el orden de la creación querido y establecido por Dios, y todo en nombre de “la libertad y la igualdad”.
Las batallas ideológicas de género pretenden, se sostiene en este prólogo, atacar el hecho de que la identidad del hombre o mujer no pertenece a la naturaleza, sino que simplemente se trata de una cuestión cultural. Para la ideología de género “las diferencias entre los hombres y las mujeres son las regulaciones opresivas, los estereotipos culturales y las construcciones sociales”.
Pero lo más alarmante, es que esta forma de pensamiento, que pretende desmantelar el “sistema binario” de hombre y mujer, se impone en la sociedad sin que exista el más mínimo debate público al respecto. La ideología de género se ha extendido por Occidente y gana cada vez más terreno. El cardenal Sarah advierte que las consecuencias de este hecho “son muy graves” y “destructivas”, y acabarán afectando a la vida concreta de la gente.
Para la autora del libro El género, una cuestión política y cultural, Marguerite A. Peeters, la teoría de género se ha convertido en una teoría queer, que desea generar una “desestabilización de la identidad y de lo institucional”. Siembra la duda sobre las tendencias de orden sexual, “para introducir la sospecha sobre las restricciones de la heterosexualidad”.
El cardenal Sarah, prelado de Guinea, también ha advertido del peligro de dejar que se extienda esta ideología por el mundo: “¡Promover la diversidad de la ‘orientación sexual’ por África, Asia, Oceanía, América del Sur significa llevar al mundo a una deriva total de decadencia antropológica y moral. Vamos hacia la destrucción de la humanidad!”.
Denuncia que existe un “gobierno global” que presiona para que los estados acepten “presuntos consensos” como que “el acceso universal a la anticoncepción debe ser la prioridad del desarrollo; la maternidad es un estereotipo a desconstruir; cierta manipulación genética justifica el sacrificio de embriones; el aborto y la eutanasia debe ser liberalizados; las uniones homosexuales deben gozar de los mismos derechos de matrimonio.”