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Historia

Pujol el primer bandido

José Pujol (Boquica) según un grabado de la novela de Arago.

Sí, ya comprendo que dicho así, se puede pensar que lo de primer bandido quiere decir el más grande, el más importante, por lo que creerán que el artículo tratará del Pujol actual, de todos conocido. Pero no. Voy a contarles la historia de José Pujol y Barraca, “el Boquica”[1], con el cual tiene ciertos puntos en común, como por ejemplo la zona de nacimiento: nació el 26 de septiembre de 1778, en Besalú, Gerona, a 40 Km de Darnius el pueblo de los antepasados del Pujol ex presidente de Cataluña.

José Pujol (Boquica) según un grabado de la novela de Arago.

José Pujol (Boquica) según un grabado de la novela de Arago.

Entre 1793 y 1795 el Pujol que nos ocupa, era un adolescente. España y Francia se enfrentaban en una rápida pero mortífera guerra que afectó especialmente a las poblaciones del norte de Navarra y Cataluña. Besalú, al igual que la mitad norte del corregimiento de Gerona, sufrió la invasión de 1794 por parte de las tropas de la Convención francesa. Para contrarrestar tal ataque, se llamaron voluntarios a filas, los cuales formaron el Tercio[2] del Partido de Besalú. Ningún miembro de la familia Pujol participó en este conflicto. Un apoliticismo repetido en los primeros compases de la siguiente guerra con Francia, la de 1808, en el que participaron las villas de Olot y Besalú.

En el momento en que la caída de la ciudad de Gerona parecía inminente en los últimos meses de 1809, el Ayuntamiento de Olot se apresuró a recibir alegremente a los soldados franceses y a pedir al oficial español Joan Clarós y sus hombres que abandonaran la posición de Castellfollit, al tiempo que gente de Besalú amenazaba a los también líderes patriotas Francesc Rovira y Ramon Torrà. Se desconoce si esta animadversión respondía a que el recuerdo de los combates de 1794-95 era demasiado reciente y los habitantes de Besalú y alrededores querían librarse de cualquier vinculación con una nueva guerra, a simpatías hacia los nuevos gobernantes del Principado, o simplemente era un rechazo a las tropas por ser españolas, tal como parecen impulsarles sus genes.

¿En qué momento el conocido también como Jep de Besalú entra en acción? La tradición menciona que hasta 1810 Pujol se dedicaba a capturar convoyes que venían de Francia. Las breves referencias documentales sobre estos inicios del personaje nos llevan a la parroquia de Lligordà, cuyo párroco, relata que a Pujol, el vocal de la Junta de Figueras Ildefons de Falgàs, lo había hecho detener por sus delitos, sin especificar cuáles. Al parecer, por su oficio familiar de tratante, Pujol sirvió en el transporte de acémilas para las tropas españolas, las cuales utilizaban el contrabando para obtener material de primer orden para la guerra, como por ejemplo fusiles franceses. Las capturas que hacían tenían que repartirse con la Junta Superior del Principado y, bien por algún escamoteo de material robado a los imperiales o por cualquier otro problema con el pago de los trabajos de transporte podrían justificar algún choque con las autoridades españolas y lo encarcelaron en Tarragona, (que en aquel momento funcionaba como capital de la resistencia patriota), porque si hubiera hecho de espía, como muchos autores han sostenido, lo más seguro es que Pujol hubiera acabado muerto y no encarcelado.

Una vez sometido el norte de Cataluña mediante la conquista de los puntos fuertes de Rosas, Figueras, Gerona, Hostalric y Besalú, los franceses empezaron a consolidar un sistema de seguridad basado en guardias de migueletes[3], cazadores de montaña, guías y policía, enrolando en muchos casos a nativos para el servicio. Como parte de ese plan de seguridad, el flamante comandante en jefe de Cataluña, el mariscal francés Jacques Mac Donald,[4] promulgó el 5 de junio de 1810 un decreto por el cual se creaban guardias fijas en las poblaciones de, como mínimo, doscientos habitantes con la idea de asistir y proteger a los habitantes pacíficos y a sus propiedades.

Las recompensas y trabajos más lucrativos bajo la nueva administración quedaban reservadas a las personas que mostraran mayor celo en la persecución de bandoleros. También tenían potestad para actuar en los pueblos vecinos, si éstos así lo pedían. Pujol se alistó en una de estas guardias de migueletes o en alguna otra unidad parecida durante las primeras semanas de primavera de 1810. Para perseguir a los insurgentes empezaron a crearse las primeras unidades de cazadores, entre ellas, la compañía de sesenta hombres formada por el general Reille, comandante de las tropas en el Ampurdán, con el corregidor Puig y el comisario imperial, Garriga como unidad auxiliar de la policía. Estos hombres debían ser reclutados entre los jóvenes de cada pueblo y tenian derecho a disfrutar del sueldo de una peseta  y media diarias, además de «otros lucros que a proporción de sus hazañas se les gratificará”[5]

En los caminos de la Alta Cataluña se situaron las compañías de los capitanes Cols y Boquica y tal como dejó escrito el párroco de Lligordà: “y luego, con licencia del señor Dubó, general francès, dirigió (se refiere al Boquica) el batallón de la gente más malvada”. De modo que quienes debían proteger de los bandoleros a la población, eran los que más aterrorizaban a la misma, y los franceses recompensaron tanta eficacia en el dominio de la zona que fue ascendido al cargo de capitán.

La mayoría de los catalanes lucharon por la independencia española frente al opresor frances

La mayoría de los catalanes lucharon por la independencia española frente al opresor frances

Los desmanes a que se entregaron los enemigos en sus correrías, fueron causa de que muchos hombres del campo y de pequeños pueblos abandonaran sus hogares y se alistaran en los cuerpos que se iban formando en defensa de la Patria y del orden establecido. La mayor parte de ellos se pusieron a las órdenes del Dr. Rovira[6], presbítero, y de su segundo el Dr. Llovera. Actuaron con éxito en la comarca y junto a  Juan Antonio Martínez, fueron autores de “la Rovirada”, una acción militar llevada a cabo por las tropas de la División del Ampurdán, que permitió reconquistar para España, durante 4 meses, el Castillo de San Fernando en Figueras frente a un enemigo muy superior. La acción estuvo encabezada por Mosén Rovira, que con la ayuda de infiltrados consiguió un molde de cera de las llaves del Castillo, entrando en el mismo la noche del 11 de Abril, Viernes Santo, acompañado de 165 valientes. Aprovechando la sorpresa, (“la sorpresa de Figueras”, como también se llama a la acción) la bandera española volvió a ondear en el Castillo de San Fernando. Sin embargo, el 16 de Agosto los franceses se hicieron de nuevo con el control de la Fortaleza tras varios días sitiada y aislada.

En estos momentos se produce uno de los acontecimientos que más vinculan a José Pujol con la guerra, la traición, y, en definitiva, la historia. La conquista del mencionado castillo se consiguió, desde el interiorde la fortaleza, mediante la participación de tres confidentes patriotas que fueron condenados a muerte: Massanas, Juan Marqués y Juan Junyer. Uno de los más destacados líderes de la resistencia patriota, el barón de Eroles, (D. Joaquín Ibáñez y Valones), había sido el artífice del plan, enviando para el reconocimiento y el contacto con el interior del castillo a uno de sus capitanes, su edecán, el capitán Manuel Narciso Massanas, el cual, capturado en el mes de mayo de ese año, fue fusilado en Pont de Molins (cerca de Figueras) acusado del crimen de soborno e incitación a la deserción y condenado a muerte, (un sencillo monumento conmemora el fusilamiento del capitán Massanas en las inmediaciones de Pont de Molins). La muerte de este capitán está íntimamente ligada a la leyenda de Boquica, la cual nos dice que Pujol estaba en esos momentos pensando en cambiar de bando: pasarse a los españoles aprovechando el asedio francés sobre la recién recuperada fortaleza del norte de Cataluña. El barón de Eroles habría enviado a su edecán Massanas para negociar ese traspaso. Boquica, enterado de que estaba siendo vigilado por el mariscal Macdonald, entregó Massanas a sus superiores, Aunque no hay ni rastro de la presencia de Pujol en el juicio que se instruyó, hasta los romances se hacen eco de su traición.

Con la reconquista del castillo de San Fernando en agosto de 1811 y la captura de Tarragona por parte francesa, quedaron fijados los límites de la zona en guerra de modo que por la zona interior, articulada alrededor de Vic, Manresa, Olot e Igualada entre otras villas y ciudades y todas las vías de comunicación entre las principales poblaciones del principado de Cataluña se movieron Boquica y sus hombres. Conocidos como Cazadores del Ampurdán, realizaron funciones de escolta, control de caminos, recaudación de impuestos y de vanguardia de las columnas imperiales. Herido en seis ocasiones en tres años de guerra, Pujol se ganó la confianza de los oficiales franceses en servicio en Cataluña, convirtiéndose en jefe de batallón y, entre 1811 y 1812, en el único miembro no francés de la logia masona gerundense Napoleón el Grande,[7] formada principalmente por militares. Es interesante comprobar que Pujol, miembro muy relacionado con la Venerable Congregación de la Madre de Dios de Besalú, se pasó a la masonería, sobre todo si tenemos en cuenta el precedente provenzal de la segunda mitad del siglo XVIII, donde las cofradías de penitentes vieron como sus filas emigraban hacia las logias para después dar el salto a las sociedades populares revolucionarias. En definitiva, Pujol fue uno de esos hombres nuevos que la revolución francesa intentaba crear[8].

Este hecho no hizo más que aumentar la leyenda del malvado Boquica, que, como relatan los romances de ciego y los pliegos de cordel de la época, es la historia de un bandolero. Robaba, secuestraba, violaba, torturaba a sus víctimas con suplicios refinadísimos y las asesinaba a sangre fría: al payés que se resistía a entregarle su peculio, lo ataba a la cama y le prendía fuego; si una mujer se resistía a sus intentos de seducción, no tenía escrúpulos en cortarle los pechos, ni en aplicar hierro candente a la espalda del humilde y temerario mosén que se atrevía a recriminarle su fulgurante carrera. No le tembló el pulso ni a la hora de quemar el pueblo donde nació, Besalú (Gerona), en represalia por la muerte de su hijo,(según él envenenado con sal (!?) en la pila bautismal de la iglesia parroquial.

Puede leer:  Fernando III el Santo, un reinado en defensa de la cristiandad

Las campañas de Boquica por la zona de la Alta Cataluña fueron terribles. Su trabajo era estimular el cobro de los impuestos a las poblaciones controladas por los imperiales y combatir los otros grupos guerrilleros. En adelante aparecerá siempre en primera línea en todas las acciones bélicas de importancia luchando contra sus compatriotas: la ocupación de Olot y de Ripoll, las batallas de la Garriga, Puiggraciós i la Salud, el saqueo de Arbúcies, Vic y Camprodón, Sant Andreu, Salou, y asaltando masías en Besalú, Lligordá, Lliurona, Sant Llorenç de la Muga, etc. hasta la derrota final en Bañolas, el 13 de junio de 1813, a manos de las tropas del barón de Eroles. Aterrorizaban no sólo las comarcas fronterizas del norte del Principado sino incluso el llano de Barcelona, hasta donde realizó una escapada para arrasar el convento de los Trinitarios, con los frailes dentro, inaugurando con ello la barbarie que desarrollarán ampliamente los anarquistas catalanes un siglo más tarde y en la actualidad los yihadistas.

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Como tropa de vanguardia del ejército francés, los Cazadores del Ampurdán fueron de los primeros en entrar en la villa de Ripoll el 26 de mayo. De este ataque surgió la idea de que Boquica había saqueado la ciudad, leyenda que se reforzó con la conquista de Montserrat en julio de ese mismo año. Las tropas de Pujol más los voltigeurs[9] del 18º Regimiento Ligero, (catalanes afrancesados), situaron dos piezas de montaña en las escarpaduras y consiguieron la rendición del coronel Edouard Green y su batallón anglocatalán el día 29. Durante tres días los franceses y sus ayudantes catalanes, destrozaron el santuario, e incendiaron las poblaciones del Bruc y Collbató. Es decir, en esa zona y en ese período histórico se produjo una guerra entre hermanos, puesto que entre los dos ejércitos combatientes hubo catalanes.

Los mismos métodos expeditivos fueron utilizados por Pujol en la lucha contra Fábregas y sus hombres que se vieron obligados a refugiarse en las montañas, precisamente en la zona donde se encuentran las poblaciones de Sadernes, Guitarriu y Entreperes. Bañolas fue escenario de la última gran acción en la que estuvo involucrado Boquica. En junio de 1813, el barón de Eroles, con 2.300 hombres, se dirigió al Ampurdán para exigir contribuciones, pero a la altura de Bañolas el general Lamarque se le interpuso. En la lucha por las calles de Bañolas los parrotes[10] de Boquica sufrieron fuertes bajas, (una de ellas, un hermano suyo), a manos de la caballería española. A pesar de lo que pudiera parecer, no fue ni mucho menos el único parrot caragirat[11] al servicio de los franceses: colegas suyos sin tanta fortuna mediática son Josep Garriga, activo en el Ampurdán; Manuel Matamala, en Riudoms, y Damián Bosch, en Vilafant, según las cuentas del investigador Morales,[12] pero el Pujol bandolero ganó a todos en ferocidad llegando su nombre a ser sinónimo de maligno. “En el Ampurdán, se comparaba al personaje de Boquica con la maldad: «És més dolent, és més murri, és més criminal que en Boquica», se decía, en una transmisión heredada de los bisabuelos[13].

Poco antes de su captura se produjo el desmantelamiento. Napoleón que luchaba en Alemania después de su desastrosa retirada de Rusia, empezó a negociar una paz con los españoles con el objetivo de cerrar frentes secundarios. Al mismo tiempo retiraba fuerzas de la Guardia Nacional destinadas en Cataluña y los contingentes de origen germánico (westfalianos en su mayor parte) fueron desmantelados y tratados como prisioneros de guerra. Igual suerte sufrieron los hombres de Boquica y otros caragirats. En cualquier caso él y algunos de sus hombres llegaron hasta Figueras, el punto de reunión antes de pasar a Francia. Aprovechando la situación de descontrol de la retirada (durante la cual se produjeron algunos saqueos y arbitrariedades por parte de las tropas napoleónicas), Boquica se dirigió a Besalú y otros pueblos de alrededor para exigir contribuciones a varias casas del pueblo. Fue entonces cuando se cometió el asesinato en Lligordà del campesino propietario Ramon Maholà el mismo día de la abdicación de Napoleón (5 de abril de 1814), pero el recuerdo a su maldad perdura. En 1986 se descubrió, a raíz de la polémica construcción de un vertedero comarcal, una pintada amenazante contra el alcalde de Beuda, propietario del terreno: “Tremola, Maholà, que en Boquica tornarà!».

La mayoría de autores coinciden en afirmar que Josep Pujol se marchó a Perpiñán, con su mujer e hijos, protegido por sus anteriores superiores Lamarque, Decaen y Mathieu. Alejado de los principales depósitos específicamente creados para albergar a los servidores del depuesto rey José I, Pujol se quedó en Perpiñán como un soldado desmovilizado más. El retorno legal no era posible porque el indulto de Fernando VII de 30 de mayo de 1814 no permitía regresar a los oficiales que hubiesen servido a los intrusos, así como los que hubieran servido en alguna rama de policía. Su tranquilidad le duró poco tiempo: el 1 de agosto de 1815 las nuevas autoridades francesas, que no reconocen a sus antiguos aliados -«Roma no paga a traidores»– lo entregan a las tropas del barón de Eroles, según algunos historiadores; según otros, al general Francisco Javier Castaños que había sido nombrado jefe del Ejército de los Pirineos Orientales. Fuera capturado o entregado a unos u otros, lo cierto es que Josep Pujol fue ahorcado en Figueras el 23 de agosto de 1815.

Jordi Pujol

Jordi Pujol

A parte de la cercanía del lugar de origen familiar y, aunque no hay datos suficientes para esclarecer el nexo sanguíneo entre los Pujol de Besalú y los de Darnius, existen otros puntos en común como el hecho de que los hijos de ambas líneas Pujol hayan continuado practicando la trayectoria del pater familiae, y que, tanto José Pujol como Jordi han demostrado suficientemente pensar solo en sí mismos e ir en contra de la Patria.


[1] De significado incierto y quizás relacionado con «boquer» y «boqueria», según Corominas, «carnicero» y «carnicería» en catalán medieval.

[2] Un tercio era una unidad militar del Ejército español durante la época de la Casa de Austria. Fueron famosos por su resistencia en el campo de batalla, formando la élite de las unidades militares disponibles,  constituyéndose en la pieza esencial de la hegemonía terrestre, y en ocasiones también marítima del Imperio español. Es considerado el renacimiento de la infantería en el campo de batalla.

[3] Eran los miembros de la milicia de carácter mercenario o voluntario, reclutada por las diputaciones y las juntas de la Corona de Aragón (principalmente en los territorios de Cataluña y del Reino de Valencia), para acciones especiales o como refuerzo de las fuerzas regulares. Tras su abolición por parte de la Casa de Borbón durante la Guerra del Rosellón, las autoridades catalanas aprobaron la creación de un cuerpo de 20.000 migueletes voluntarios para combatir junto al resto de fuerzas españolas contra los franceses. Su acción fue muy eficaz, sobre todo tras la derrota del ejército regular español, pero serían de nuevo disueltos a raíz de la Paz de Basilea (1795). Volvieron a aparecer durante la Guerra de la Independencia como cuerpo organizado por las fuerzas napoleónicas.

[4] Étienne Jacques Joseph Alexandre Macdonald, también escrito Mac Donald: (Sedan-  17de noviembre de, muerto el 25 de septiembre de 1840  en su castillo de Courcelles, cerca de Gien (Loira) Fue un militar francés, mariscal del Imperio desde 1809 y primer duque de Tarento. Fue enviado a España como jefe de un Cuerpo de Ejército.

[5] MIGUEL GOLOBARDES VILA: “£l dominio francés durante la guerra de la Independencia. Según el fondo documental de la Biblioteca del Palacio de Peralada”.  pág 23

[6] Francisco Rovira (1764-1820), Doctor en Teología y Brigadier del ejército español, permanecerá por siempre ligado a uno de los episodios más sorprendentes que tuvieron lugar en tierras catalanas durante la larga lucha contra el dominio napoleónico. Se trata de “La sorpresa de Figueras”, denominada popularmente “La Rovirada”. Por tan glorioso suceso, se concedió al cuerpo que mandaba el título de Regimiento de San Fernando el cual subsiste aún con el mismo nombre y forma parte de la infantería española. Terminada la guerra, cubrió sus insignias y condecoraciones con los hàbitos sacerdotales y pasó el resto de su vida en el reposo de un canonicato que obtuvo en la catedral de Valencia.

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[7]  Josep CLARA, Els fills de la llum. Els francmaçons de les comarques gironines (1811-1987). Figueras, El Corral del Vent, 1988, pp. 20-23

[8] Michel VOVELLE, Introducción a la revolución francesa. Barcelona, Crítica, 2000, pág. 170.

[9] Soldado francés de infantería ligera encargado de labores de exploración y guerrilla. Excelentes tiradores, eran hombres de pequeña estatura, ágiles y que luchaban por parejas adaptándose al terreno.

[10] Los parrotes eran un tipo de policía aparecidos en el siglo XVIII y similares a los Mozos de Escuadra.

[11] Renegado, traidor

[12] HISPANIA NOVA. Revista de Historia Contemporánea. Número 10 (2012)

[13] MARTÍN MUCHA: “Así terminó el primer bandido Pujol”

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Licenciada en Geografía e Historia, fue profesora hasta su jubilación.

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