Más de 7.000 católicos se arrodillan en plena calle de París, estimándose que esto sea el principio de manifestaciones en otras poblaciones. Se quiere recordar que Francia es un territorio cristiano.
Una cosa es el laicismo político y otra que ya no se puedan tocar ni las campanas. Pues bien, se van a tocar en adelante las campanas y muy fuerte por las mañanas, a los mediodías y por las noches.
La República es laica, pero Francia es católica.
La manifestación discurrió entre la plaza del Alma y la rotonda de los Campos Eliseos, como reparación a los agravios que se están haciendo a Cristo y a la religión por los no católicos (con la parsimonia de políticos -principalmente los socialistas- que justifican las tomas masivas de las calles por miles y miles de musulmanes, culos en pompa, con lo de la libertad religiosa, y miran para otro lado cuando son los cristianos los que se ven limitados y coartados en sus prácticas).
Inmediatamente los anti-cristianos han acusado a los católicos de «fundamentalistas cristianos».
Esta manifestación y reacción ha llenado de sorpresa a periodistas y observadores políticos, entre otras cosas por la gran cantidad de jóvenes asistentes, movilizados pacíficamente (por ahora y mientras no sean provocados) para la oración que hacen con fervor y recogimiento pero con determinación, en reparación de las blasfemias y ataques que en Francia se están haciendo a la religión católica.