Aún están, los ilustres miembros del Consejo Superior de Deportes y las abnegadas mentes de la Comisión Anti-Violencia de la Liga de Fútbol Profesional intentando identificar a quiénes pitaron al himno nacional en la pasada final de la Copa del Rey. Como veo que no terminan de aclararse voy a echarles una mano: fueron todos los espectadores que había en el estadio. No le den más vueltas. Son 120.000 los culpables de grave ofensa al Himno, a la Bandera y a la Patria. Hay quien me dirá que sólo fueron 100.000 los que silbaron: da igual, los otros 20.000 son igualmente culpables por haberlo permitido.
En un país donde nos la cogemos con papel de fumar, donde pueden cerrar un campo de fútbol por llamar negro (y no persona de color) a quien es más negro que los cojones de un gitano, se consiente, en aras a no se qué sentido de preservar la seguridad y el orden público, que miles y miles de borregos se mofen de España y de todos los españoles.
Y conste que suscribe estas afirmaciones un republicano convencido pero que, en el momento de una agresión así contra la patria, el himno, la bandera y hasta el jefe de Estado, considera todos los símbolos patrios actuales como propios.
Ahora no saben a quién multar porque no es posible, dicen, identificarlos. Yo se lo pongo fácil al Consejo Superior de Deportes. Son culpables todos los que compraron una entrada para el partido, unos por pitar y a otros, los menos, por no haber pegado un codazo en las costillas del energúmeno que silababa al himno nacional.
Esta denuncia vale, también, y de manera especial, para el Borbón que aguantó las risas de Artur Mas sin hacer lo que hubiéramos hecho millones de españoles decentes: soplarle una hostia que le hubiera tirado de espaladas.
Y una denuncia especial, la que me permito hacer sobre el delantero del Athletic de Bilbao Aritz Aduriz quien, no sé si por no ir convocado con “la roja” (por mucho que se lo proponga el ariete nunca será una estrella) o por propia genética bastarda, sonreía encantado mientras se producía una ofensa a millones de españoles.
Aduriz, como futbolista, además de mediocre, siempre ha sido un cobarde. Como persona (mejor, como personaje) demuestra ahora ser un miserable.
Así las cosas un servidor, que firma con nombre y apellidos sus artículos, es decir, que da la cara y responde por lo civil y por lo militar de cuanto escribe, le dice clarito clarito al jugador guasón y malnacido del célebre equipo de los Leones: “mira, niñato, si tu te ríes de España yo me cago en tu puta madre”.