Después del voto en Irlanda para legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, la Iglesia católica tendrá que “hacer las cuentas con la realidad”, ha afirmado el arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, para quien el resultado del referéndum es el fruto de una “revolución social”. El prelado ha declarado que “la Iglesia debe hacer las cuentas con la realidad en todo su conjunto”. La participación ha sido del 60,5%, con un 62,1% (1,2 millones de votos) afirmativos, y un 37,9% (700.000) de noes.
Mientras tanto, la maquinaria activada por el referéndum ya se ha puesto en marcha. El Parlamento de Dublín, según un portavoz citado por el periódico Irish Times, ha hecho saber que las dos cámaras darán inmediatamente luz verde al Marriage Bill 2015, una modificación de la Constitución irlandesa cuyo texto redactará el Ministerio de Justicia a lo largo de esta semana.
El objetivo es aprobar antes del verano una enmienda al artículo 41, que dirá: “El matrimonio puede ser contraído según los términos legales entre dos personas, sin distinción de sexo”. Los contrayentes podrán declarar ser “marido y mujer”, o bien “esposados mutuamente”. Desde el momento en que entre en vigor, ya no habrá más uniones civiles, y las que ya existen podrán decidir reforzar su vínculo con las nupcias. Se prevé que todo ello entre en vigor antes de Navidad.
Los matrimonios homosexuales eran un punto (mal digerido al principio) del programa electoral laborista del ministro de Exteriores y viceprimer ministro Eamon Gilmore. Los conservadores del partido Fine Gael del premier Kenny tuvieron que adaptarse al expresarse a favor de la libre elección en el matrimonio la Constitutional Convention, un órgano consultivo que reúne a los parlamentarios de Dublín y del Ulster. Cuando en las últimas semanas de campaña los sondeos indicaban una clara victoria del sí, también el Fine Gael se lanzó a seguir la corriente.
En una entrevista al diario italiano La Stampa, el arzobispo de Dublín, Martin, ha explicado que “la mayoría que se ha manifestado en casi todos los ángulos del país ha sorprendido incluso a los que propusieron el referéndum. El ministro de Sanidad ha dicho que no ha sido un referéndum sino una revolución cultural. La Iglesia debe preguntarse cuándo empezó esta revolución cultural y por qué algunos en su seno se han negado a ver este cambio. También es necesario revisar la pastoral juvenil, pues el referéndum ha ganado con el voto de los jóvenes, y el 90% de los jóvenes que han votado sí va a escuelas católicas”.
Y añade: “El voto refleja la situación actual de la cultura irlandesa. Lo que ha sucedido no es solo el resultado de una campaña por el sí o por el no, sino que muestra un fenómeno mucho más profundo. Cuando fui de visita ad limina a ver al Papa Benedicto XVI, su primera pregunta fue: ¿dónde están los puntos de contacto entre la Iglesia católica y los centros donde se forma la cultura irlandesa actual? Esta pregunta del Papa Ratzinger es real, y hay que encontrar la respuesta, porque estamos ante una revolución cultural”. El arzobispo de Dublín admite que “es un cambio notable, cuyos efectos concretos son imprevisibles. El premier católico asegura que para las iglesias no cambiará nada, pero serán los tribunales los que apliquen la ley. El matrimonio en la iglesia es también un matrimonio civil, y las parejas homosexuales que se topen con el rechazo de los párrocos podrían recurrir a los jueces acusándoles de discriminación si el legislador no establece los límites. En las escuelas católicas –concluye el prelado– los profesores de educación cívica estarán obligados a decir que el matrimonio también se da entre personas del mismo sexo. Todo eso creará problemas”