Se veía venir. El presidente de los Estados Unidos se dirigió a los obamitas del mundo mundial diciendo aquello de que no se perseguiría a «las religiones» por mantener un punto de vista distinto sobre el matrimonio pero que les invitaba a repensárselo. Algo así como como la versión moderna de Corleone, les haré una oferta que no podrán rechazar.
Cosas de la democracia. Si en 32 estados la gente vota mayoritariamente que no, que el matrimonio natural es lo que es, pues se busca otro modo. Así, 5 jueces dicen que sólo se puede votar lo que ellos decidan.
Pensé entonces cuánto tardarían los episcopalianos en sumarse. Pues han sido 4 días. Celebran la Convención General en Salk Lake City y el 1 de julio, han votado que sí, que a partir del 1 de noviembre de 2015 los «sacerdotes» que quieran podrán casar gays y los que no, no. Pero en la línea obamita, por ahora no habrá medidas sancionadoras.
Gran parte de la Convención se ha ido en adaptar «la liturgia», intentando que todo sea neutro (que en inglés se puede) y cuando no sustituyendo «hombre y mujer» por «pareja». Los episcopalianos pertenecen a la Comunión anglicana, vamos que el motivo de su existencia se debe a que querían seguir siendo anglicanos pero no reconocer a la Reina/Rey (desconozco el neutro) como cabeza de la «iglesia». Su Catedral de Washington es la que sale en las películas como «Catedral Nacional» con estatuto especial.
El martes, Justin Welby, el arzobispo de Canterbury, y líder de la Comunión anglicana, expresó su «profunda preocupación» por la marcha de la votación, e instó a los «obispos» a dar marcha atrás, porque la «decisión causará angustia para muchos y tendrá impacto en otras iglesias de la Comunión anglicana, así como en las relaciones ecuménicas e interreligiosas». Bien poco le importó a Welby ordenar sacerdotisas y obispesas.
Gene Robinson, «obispo» episcopaliano gay, «casado» y «divorciado», era uno de los más satisfechos. Su caso supuso una ruptura de la Comunión anglicana y la oposición de las comunidades más florecientes, en especial las africanas, que son las que más pegadas al Evangelio están.
La decisión de ordenar sacerdotisas de los episcopalianos dio origen a la «provisión pastoral» de Juan Pablo II que permitió muchas conversiones de episcopalianos al catolicismo y fue la medida precursora de la «Anglicanorum coetibus» de Benedicto XVI para todo el mundo.
No me sorprende la situación, es una consecuencia lógica del camino emprendido. Como tampoco me sorprende la aprobación del gaymonio en USA y en otras partes del mundo. Discrepo de aquellos que dicen que supone la destrucción del matrimonio natural, no, no es la causa, es la consecuencia. La destrucción es muy anterior, como escribió en el voto discrepante el juez Alito, al que se sumaron, Scalia y Thomas:
Durante milenios, el matrimonio estaba íntimamente ligado a la única cosa que sólo una pareja del sexo opuesto puede hacer: procrear. … Si esta comprensión tradicional del propósito del matrimonio no suena cierta a todos los oídos hoy, es probablemente porque el lazo entre el matrimonio y la procreación se ha rasgado.
A decir verdad, ya lo advirtió Pablo VI. Eso de echarle toda la culpa a Hollywood y nada a laicos, sacerdotes y obispos que se negaron a aceptar la belleza del matrimonio en los años 60 es un mal diagnóstico.