En 1935 Miquel Serra i Pamiés miembro de la dirección provisional y clandestina[1] de la Unión Socialista de Cataluña, trabajaba en la Termoeléctrica de la Canadiense en la calle Cabanyes. El 28 de septiembre del mismo año es nombrado vicesecretario de la USC y el 17 de mayo siguiente le confían el cargo de tesorero con Pau Cirera de Secretario General. En junio de 1936 se funden las JSUC[2] y el 23 de julio del mismo año surge el PSUC de la unión de la USC, ̶ que defendía un socialismo reformista y de forma gradual, unido a un fuerte sentimiento nacionalista catalán, ̶ la Federación catalana del PSOE, ̶ que tenía el mismo ideal político que la USC pero sin tanta sensibilidad catalana, ̶ el PCC, de tendencia marxista y el PCP, que pretendía crear un Estado independiente y socialista catalán.
Llama la atención que con tantas tensiones personales y políticas existentes en la Cataluña de 1936, los partidos políticos más implicados se dedicaran a formar un nuevo partido. Se entiende enseguida si caemos en la cuenta que a la URSS le interesaba tener un satélite en Cataluña desde el cual poder actuar dentro de la Guerra Civil Española. El PCE tenía una fuerza prácticamente nula en la zona, por lo cual estaba muy interesado en absorber los diferentes partidos de izquierda agrupados en las JSUC para así aumentar la débil presencia comunista en Cataluña al tiempo que le serviría para neutralizar la notable fuerza del POUM de tendencia trotskista, que por ello, era considerado enemigo por la URSS.
Pero el PSUC se creó sin pedir ni autorización ni beneplácito del PCE, éste no bendijo su nacimiento y será motivo de muchas reticencias por parte de los comunistas, recelosos ante el crecimiento que estaba obteniendo. El partido catalán había abierto sus puertas a todas aquellas organizaciones y/o individuos que se sentían identificados con su proyecto sobre la guerra y la revolución, por lo que incrementó notablemente su base militante gracias al ingreso de un buen número de integrantes de la ERC y de las organizaciones que estaban bajo la esfera de ésta. Esto conllevó también la heterogeneidad de su militancia, tanto a nivel ideológico como social[3]. Ya no era sólo un partido mezcla de socialistas y comunistas (muchos de los cuales defendían, al mismo tiempo, el nacionalismo), sino también una organización donde se integraban sectores procedentes del ámbito liberal progresista; y, socialmente, la llegada de militantes de la ERC y de las organizaciones bajo su esfera había supuesto el ingreso de un amplio número de pequeños propietarios agrícolas y urbanos, así como asalariados agrícolas. Se afiliaron también muchos sindicalistas que procedían de la UGT catalana y algunos comunistas leninistas (fruto del ingreso de la organización sindical del POUM, la FOUS, en la UGT catalana en septiembre 1936). Este cóctel era considerado una aberración para la IC, muy especialmente en el caso de los integrantes de la FOUS, ya que, como es sabido, Moscú consideraba el POUM como su enemigo trotsquista en España.
El argentino Victorio Codovilla (“Luis”, “Medina”), fue el delegado de la IC en el PCE hasta 1937 ejerciendo, según algunos historiadores, de verdadero tutor del partido. Llegarán además, el italiano Palmiro Togliatti (“Ercoli”, “Alfredo”) que sustituyó a Codovilla en 1937 como consejero político del Buró Político del PCE; Ernö Gerö (“Pedro”) quien era el delegado de la IC en el PSUC. Todos ellos, informaban asidua y directamente a Manuilsky y Dimitrov sobre la situación española.”Pedro”, persona fría y enigmática, actuaba siempre en la sombra, al margen de todo contacto con los militantes del PSUC e incluso de sus dirigentes. Se relacionaba fundamentalmente con Joan Comorera, Miquel Valdés y Pere Ardiaca, director de “Treball”, órgano del PSUC, si bien era Gerö quien elaboraba o corregía los editoriales, dirigía el partido, señalaba la línea estratégica a seguir y preparaba con Comorera las intervenciones de éste como secretario, en las intervenciones semanales del PSUC. Presumía el ruso de que sólo daba “consejos”, pero todo el mundo sabía que, ̶ siguiendo la técnica estalinista, ̶ eran órdenes indiscutibles. En realidad el ámbito de su actuación abarcaba hasta los menores detalles en la vida y organización del partido.
La estrategia de la Internacional Comunista era unir a todos los socialistas y comunistas catalanes en un único partido para formar un bloque sólido contra el fascismo, evitar que surgiesen nuevas vías de socialismo y poder eliminar incluso los matices del partido catalán, de modo que éstos quedaran como una sección del PCE, partido ya dominado por la Internacional Comunista a través de diversos agentes que colaborarán en dicha tarea como Dolores Ibárruri, Enrique Líster, Miquel Valdés, Pere Ardiaca y Rafael Vidiella.
Se produce la guerra civil en Cataluña dentro de la guerra civil de España al aniquilar el partido comunista al POUM[4]. Estaba en plena vigencia la campaña estalinista contra el trotskismo y, en general, contra todos los opositores a su política. El PSUC que provenía tanto de una lucha hegemónica de ambos grupos comunistas sobre la UGT catalana, como del carácter trotskista del primero, sufrirá también las consecuencias. El POUM era presentado como agente del fascismo internacional, y quedó eliminado del gobierno de la Generalitat después de la crisis provocada con este fin por el PSUC. En aquella época llegó a Barcelona un barco soviético con víveres y este hecho, que suscitó en verdad fervorosa adhesión popular, sirvió para que se incrementase una campaña detractora contra el anterior consejero de Abastos del gobierno de la Generalitat, Domenech, perteneciente a la CNT. Miquel Serra será nombrado sustituto; algunos piensan que por simpatía de Companys, pero no todos tenían la misma opinión, Togliatti, a poco de ser jefe, publicó el primero de los ataques contra Serra i Pamiés en un artículo en el que le tachaba de “elemento francamente negativo en la dirección del PSUC”.
Liquidado el tema del POUM, Joan Comorera es llamado a Moscú a rendir cuentas de su actuación personal y sobre todo del partido. Los informes de Codovilla, A. Marty y Togliatti, habían soliviantado la IC que se encontraba en tensión por tres factores: 1) la evolución negativa del conflicto para los intereses republicanos; 2) la necesidad de apaciguar el alud de críticas que recibía el PCE por parte de la mayoría de organizaciones republicanas, a causa de la política militar que estaban llevando a cabo y que lo estaba desacreditando entre la población civil y 3) la gravedad de la situación internacional para los intereses de la URSS ante la creciente hegemonía de Hitler en el centro de Europa. Comorera, a pesar de tantos factores adversos en España, va a conseguir en Moscú que la organización internacional acabe legitimando la independencia del partido catalán respecto al PCE, a cambio de que el PSUC se convierta en partido comunista.
Vuelve Comorera a Barcelona, cuatro meses después, el 23 de marzo de 1938, para comenzar los procesos de comunistización del partido catalán con la absorción del partido. El camino le había sido ya facilitado por los hechos de mayo de 1937 que señalaron el fin de la revolución social que propugnaba el POUM y el principio de la hegemonía estalinista en el ámbito de la República; porque el aplastamiento del POUM significó una contrarrevolución que llevaron a cabo los partidos comunistas (PCE-PSUC), dirigidos por Dolores Ibárruri («La Pasionaria«) y Santiago Carrillo, a su vez teledirigidos desde Moscú. La revolución española había sido destruida y el estalinismo se hizo hegemónico en aquella república burguesa que, paradójicamente, carecía de apoyos sociales burgueses, pues la gran burguesía catalana y vasca se había adherido a la sublevación militar (aunque muchos lo hicieran exclusivamente, en defensa de sus intereses económicos) e instalado en Burgos.
En estas coordenadas Miquel Serra continuó defendiendo la independencia de su partido respecto al partido comunista y, por supuesto su no absorción, pero le dejaron solo. Vidiella y Valdés se impusieron a Muni, Piera, Clos, Torrents y Colomé y también Comorera quien a última hora recoge velas y se entrega a la maniobra destituyendo a Serra como Secretario del Partido. Lo cuenta éste en una carta a su amigo Vilella y añade, tratando de explicar la compleja situación que se vivía en Barcelona, la tensión que atravesaba Esquerra por el fracaso de la crisis plantada por Irujo con el deseo de hacer caer a Negrín y formar un Gobierno presidido por Besteiro con exclusión de los comunistas y preponderancia republicana, además del temor de que se tomaran la revancha, en cuyo caso, el PSUC se encontrará en precario y con Consellers en situación de ser liquidadores de la Generalidad. En esta situación las presiones que recibe Serra se multiplican. Pere Ardiaca, en nombre del sector del PSUC favorable a la línea del PCE con Togliatti a la cabeza, le dirigía la peor acusación que se podía hacer ante la IC:
“Esto demuestra que sabe que el Partido no acepta su posición y le sirve nada más que de cobertura para pasar de contrabando su verdadera posición, ¿por qué no decirlo? TROTSQUISTA”.
Serra que había sido nombrado Consejero de Abastecimientos el junio de 1937, seis meses después, en enero de 1938 es nombrado Consejero de Obras Públicas por el Presidente Companys. En noviembre de 1938 Serra y Comorera impiden una conspiración dentro del PSUC para forzar la dimisión de Companys y colocar al segundo, a Comorera, como Presidente para más adelante derrocarle, con lo que el PSUC quedaría bajo el absoluto control del PCE. Los comunistas no cejan en su empeño; lo intentan una y otra vez, pero se les acaba el tiempo, las tropas nacionales avanzan hacia Barcelona.
En estos momentos finales de la guerra, en la zona republicana había graves enfrentamientos entre el Gobierno central con Negrín, la Generalitat con el Presidente Companys, el ejército republicano, gravemente dividido entre Líster y el “Campesino”, y la rivalidad entre los partidos PSUC y PCE, todo ello, unido al cansancio y agotamiento de la guerra, hace que después de la batalla del Ebro no se plantee prácticamente resistencia al avance de las tropas de Franco. Esto supuso un éxodo masivo de todos aquellos que temían posibles represalias por las barbaridades cometidas por la NKVD, los miembros del SIM y demás revolucionarios que tantos asesinatos cometieron.
Se producen continuas reuniones para tratar de organizar la defensa de la ciudad que se pretende que fuera como la de Madrid: “No Pasarán”, pero ante la negativa de la población a defender inútilmente la ciudad se va a aceptar la idea de destruir la ciudad. En una de las reuniones citadas anteriormente, participaron especialistas en demolición de la Brigada Líster que llevarían a cabo la política medieval de “tierra quemada” ordenada por Moscú. Se destruirían fábricas como La Barcelonesa de la calle Mata, la térmica de San Adrián y volar los túneles del Metro, acciones con las que pretendían destruir, al menos, una cuarta parte de la ciudad condal. Para llevar a cabo las demoliciones disponían de unos miles de toneladas de trilita y en los túneles del metro toneladas y toneladas de municiones de artillería, material que consideraban suficientes. Ninguno de los reunidos, osó oponerse, ni los del PSUC, ni los de la Generalitat, ni por supuesto, los comunistas, defendieron ni a la ciudad ni a sus habitantes, visto lo cual y dándose cuenta de que no serviría de nada criticar el plan, Miquel Serra sugirió que la orden la diese un civil con responsabilidad política. La sugerencia le fue encomendada y él aceptó con la idea de impedirlo a base de dilaciones, errores de dirección, más reuniones……con tal de ganar tiempo para que, de una vez, entraran los nacionales y se salvara la ciudad, porque mientras el ejército nacional daba tiempo a que pudieran escapar, la vida de Serra corría gran peligro por la persecución a que le tenía sometido el asesor ruso, Lazarev, encargado por Moscú de la demolición.
El 20 de enero salió huyendo Companys; de su Gobierno sólo se queda Serra Pamiés. El 25, el Gobierno de la República, que estaba en Barcelona, ya había desistido de defender Barcelona; las baterías antiaéreas de Montjuïc habían sido desmontadas y los locales de los Ministerios y las oficinas desalojadas. El enemigo ya estaba en Molíns de Rey, sus tropas se acercaban a Pedralbes. El 26 entran en Barcelona, solo quedaban algunos miembros menores del PSUC y el PCE. Estos habían visto que su plan de crear un satélite suyo de Cataluña había fracasado, por lo que el PSUC era una fuerza disidente que tenían que eliminar. La estrategia por parte del PCE era esperar que los del PSUC abandonasen Barcelona, para así acusarles ante la IC de traidores por haber huido, pero los del PSUC dándose cuenta, van a jugar a lo mismo: A ver quién sale el último del hotel Ritz, hasta que un camarero anuncia con voz temblorosa:”las tanquetas nacionales desfilan por el paseo de Gracia”. Todos a una suben corriendo a los coches y vuelan hacia la frontera.
Miquel Serra con su mujer se refugian en Francia y parece que gracias a la ayuda de sus “hermanos” de Fraternidad[5], no fueron internados en el campo de refugiados de Argelés -sur –Mer y les facilitaron un pequeño piso en Burdeos. Empezaban a pensar que podrían rehacer su vida con cierta normalidad cuando después de muchos registros por parte de la policía, recibieron la llamada de Moscú reclamando la presencia allí de más altos cargos del PSUC que se añadieran a Comorera, quien había sido el primero en llegar. Querían “hablar” con Miquel quien además de tener en contra su desobediencia al impedir la destrucción de Barcelona, existía también un informe de Stepanov sobre la pérdida de parte de los archivos del PSUC y del PCE, así como acciones, obligaciones y 300 kg. en lingotes de plata, todo valorado en 2 millones de francos, de la época, de lo cual, también le hacían responsable.
Llamaron también a José del Barrio, el antiguo metalúrgico de Valladolid que había sido uno de los fundadores del partido y organizador de la Columna Carlos Marx, y que más tarde, ya como teniente coronel del ejército, había tenido ciertos enfrentamientos con militares como Modesto y Líster, o con el sibilino Ercoli, el delegado del Komintern en España.
Parece que llegaron a Moscú alrededor del 19 de junio de 1939, porque fue en esa fecha en que tuvo lugar una reunión del IKKI[6] para tratar “las acciones negativas” que habían ejercido Serra Pamiés y J. del Barrio para los intereses de la línea de conversión del PSUC en partido comunista. Los protagonistas del encuentro fueron Manuliski, Kuusinen, Togliatti, Gerö, Gulaiev, Stepanov, Krushkov, Kolarov, Florin y Blagoeva que sustituyó a Gottwald. Se suceden varias reuniones, pero, debido al hermetismo del gobierno ruso, se conocen pocos detalles de lo que les va a suceder a Comorera, Serra y del Barrio y lo poco que se sabe lo es a través de lo reflejado por éste último en sus escritos. Al parecer, Comorera habló sobre las causas de la derrota republicana y el presente y futuro del PSUC; del Barrio también explicó su punto de vista del problema que pasaba por la descalificación de los hombres que el PCE tenía dentro del PSUC y de los que ya había hablado al inicio de la guerra con Togliatti y Minev. Ambas tesis fueron objeto de una larga discusión durante varios días en la que participaron también “la Pasionaria” y Hernández por el PCE y Dimitrov, Manuilski, Pieck, Florin y Gerö como integrantes del Secretariado del IKKI.
Los historiadores desplazados a Moscú, aprovechando la apertura de los archivos, no han encontrado el acta del juicio; no obstante, se tiene constancia de unas declaraciones de Rafael Miralles Bravo en las que afirma que Comorera claudicó ante la Pasionaria sobre la autonomía del PSUC, pese a las protestas de Serra, por lo que ambos (Ibárruri y Comorera) acordaron “quitar de en medio a ese estorbo vociferante e idearon un proceso de responsabilidades políticas por la pérdida de la guerra comunista española”.[7] A Serra y Pamiés se le deja de lado a partir de la segunda sesión, pero, junto a del Barrio, se le va a sentar en el banquillo de los acusados. “Está muy claro que ambos van a llegar a Moscú con la sentencia ya dictada”[8], pues la intención se veía que era eliminarlos no sólo de la política, sino físicamente; aunque mientras a Josep del Barrio le permiten explicarse en sus intervenciones de las sesiones del 18 al 20 de agosto, Martín Ramos[9] considera que, a raíz de la acusación a Miquel Serra de ser el responsable máximo de la derrota política y militar del PSUC y su pertenencia a los servicios secretos franceses, quedó inmediatamente apartado y enviado a la comisión de control de cuadros donde tendrá que sufrir los duros interrogatorios de Blagoeva, todo un proceso inquisitorial, digno de las mejores checas que el comunismo había sembrado en España durante la guerra.
Otro asunto importante en el proceso de Serra Pamiés fue el tema del tesoro del PSUC del que Serra había sido nombrado tesorero. A la hora de decidir qué hacer con él surgieron discrepancias, Josep Marlés [10] era partidario de ingresarlo en el Banco Comercial de la URSS, pero tanto Josep Miret[11] como Serra y Pamiés, ambos masones, pensaban que era mejor ingresarlos en la banca francesa por medio del ministro de Finanzas, (y poco después Presidente del Consejo), Paul Reynaud. Pensaban que así se garantizaba la independencia económica y política del PSUC, ya que si, por el contrario, el dinero se depositaba en el Banco Comercial de la URSS, se ponía de hecho, bajo el control de la IC y, de poder recuperarlo, se canalizaría a través del PCE que era en aquellos momentos la única sección reconocida por la Komintern en España. Prevalecerá la opinión de Serra y de Miret, aunque no todo el dinero va a ser librado a Paul Reynaud. El miedo a perder la independencia económica les va a hacer olvidar el peligro a que exponían el capital en un país tan inseguro como Francia en aquellas circunstancias. La cuestión es que se va a perder y será una más de las acusaciones contra Miquel Serra Pamiés en su juicio de Moscú.
A del Barrio se le acusa de anticomunista, pero quien va a tener más problemas será Serra, acusado de anticomunista, trotskista, responsable de perder los fondos del PSUC[12], de masón,[13] de responsable de incumplir las órdenes de destruir Barcelona (según él mismo comentó por carta a su hermano), de perder los archivos del PSUC[14], de ser miembro de los servicios secretos franceses, (de nuevo también según Martín Ramos) y de ser el principal responsable de la pérdida de la guerra española, según Rafael Miralles Bravo.[15]
Después de las duras sesiones a que fue sometido Serra Pamiés en la terrible Lubianka, al estilo de los famosos procesos a Bujarin, Zinoviev, Radek y tantos otros, se le llevó a proceso público, actuando como fiscal Korsakoff. “La acusación central era que yo quería minar la resistencia civil de Cataluña, ser el jefe organizador de una escisión del PSUC, el reconstructor de la aburguesada Unión Socialista de Cataluña. Cuando parecía que las sesiones del Tribunal llegaban a su fin, en una reunión muy concurrida de vocales, donde asistían entre otros Pieck, el presidente del Partido Comunista alemán, Dimitrov, actual jefe de Gobierno de Bulgaria y Kolarof, presidente de la República Búlgara, el fiscal me preguntó: ¿Cómo y por qué no llevó a buen término la destrucción de Barcelona?. En el proceso voy a hacerme cargo de la responsabilidad de haber contravenido esa orden. Yo dije que si pedí ser el director de la destrucción era para frustrarla y que lo hice a conciencia y alego que la destrucción de la cuarta parte de Barcelona, ocasionando la muerte de unos doscientos mil ciudadanos, era un crimen civil y no un acto militar. Defiendo este hecho por espacio de tres horas. Los que me tenían que juzgar no se atreven a contestarme. Consultan a la superioridad, es decir, Stalin, y terminan reconociendo que la matanza de civiles habría provocado un acto de repugnancia internacional en perjuicio del PC”.[16]
El inculpado llegó al juicio en tan precario estado que, cuando escuchó que se le acusaba hasta de ser el culpable de la pérdida de la guerra comunista de España, a causa de la tensión, de los disgustos y, lógicamente, por el miedo que tuvo que pasar, sufrió un ataque, perdió el conocimiento, tuvo que estar ingresado en una clínica durante un cierto tiempo y, aunque se recuperó en parte, le quedó una parálisis facial. Se atribuyó este hecho a un ataque de nervios. El propio Serra aseguraba que fue debido a las bajas temperaturas a que estaba sometida la capital soviética, pero el historiador Martin Ramos hace referencia a la deplorable situación de los calabozos de Moscú y la actuación sobre los presos: ”Durante nueve meses (…) de la celda de castigo donde te desnudaban hasta que te helabas. Entonces te aplicaban aire caliente a más de sesenta grados, hasta en los interrogatorios, bajo los focos durante horas sin dormir, sometido al lavado de cerebro”.
No nos extraña. Actuaban de la misma manera que practicaron en las innumerables checas que instalaron en la zona de España por ellos dominada. En Barcelona, existieron las de Sant Elíes, Vallmajor, Portal de l´Ángel, Pau Claris, un par en la plaza de Cataluña… Zaragoza y Muntaner, organizadas por Alfonso Laurencic, miembro del SIM. El primer año de la guerra estuvieron en manos de los anarquistas, pero después las dirigieron Ernö Gerö y su ayudante, Victorio Sala, militante del PSUC. Serra nunca quiso comentar las torturas a las que fue sometido en la Lubianka, pero podemos suponer no serían muy diferentes de las que se infligía a los detenidos en las checas de España, como eran la silla eléctrica, collar metálico por el que se le hacía pasar una corriente eléctrica, hierros candentes, picanas eléctricas en genitales, levantamientos de uñas, palizas, ahogamientos con agua, mutilaciones…; el mismo diseño de las checas eran en sí mismas, una tortura. Cubículos de 2×1,5 metros de planta y 2 metros de alto, con un camastro de obra que tenía una inclinación del 20%, de modo que si te dormías, caías al suelo que estaba erizado de una serie de tochos que obstaculizaban los pies si intentabas caminar… Además, las paredes se calafeteaban de alquitrán por fuera y por dentro, con lo que el bochorno era sofocante. Y en una de las paredes se pintaban dameros, espirales, líneas y círculos con el fin de marear al preso… Para que no faltara nada, también hubo en esa checa un horno crematorio de cadáveres.
Después de ser juzgados por estos hechos, a los dos consejeros del PSUC, Serra y del Barrio, parecería que les esperaba la peor de las suertes en Rusia, pero, increíblemente les van a preparar un viaje para ir al exilio. Desconcierta no saber que pasó para que se librasen de una ejecución y que ni siquiera cumpliesen condena, siendo que Codovila proponía se les retuviera en Moscú para, en su ausencia, proceder a cambiar la dirección del partido y con ello su orientación. Según del Barrio, les iban a enviar a México a refundar el PSUC, país que más tarde fue cambiado por Chile, pero la ruta no sugería en absoluto un destino en América, pues comenzaba con un viaje en tren por la gélida Siberia en aquellos meses de invierno. Serra sospechó en seguida que se les mandaba a “un viaje sin retorno” como a tantos otros durante las purgas estalinistas.
Miquel comentó a su hermano Josep en alguna de sus cartas que solamente de palabra, si algún día volvían a verse, podría explicarle la última parte de su accidentada huida de Rusia. Entendió Josep que no lo comentaba para no comprometer a alguien, pero cuando su hijo Miguel llegó a Barcelona, le contó cosas de los huidos de Rusia que le parecieron tan terribles que al no haberlas oído directamente no se atrevió a reflejarlas en su escrito. Hoy, muchos años después, hemos podido conocer gracias a Aleksandr Solzhenitsyn y otros escritores, lo que significaba el ser enviado a Siberia y la palabra Gulag, que según Anne Applebaum “ha venido a denominar además no solo la administración de los campos de concentración sino también al sistema soviético de trabajos forzados en sí mismo, en todas sus formas y variedades: campos de trabajo, de castigo, de criminales y políticos, de mujeres, de niños o de tránsito. O incluso más, los prisioneros en alguna ocasión lo llamaron «triturador de carne»: las detenciones, los interrogatorios, el transporte en vehículos de ganado, el trabajo forzoso, la destrucción de familias, los años perdidos en el exilio, las muertes prematuras e innecesarias”. Conociendo esto, pensamos que lo que tanto le costó admitir a Josep Serra, fue absolutamente cierto.
¿Cómo pudieron huir de un tren siberiano sabiendo que estaban siendo vigilados? Providencialmente, según Serra, se encontraron con una jovencita rusa que había estudiado en Barcelona, que les reconoció y les infundió tal confianza que le comentaron que se sentían vigilados. Ella comentó que si era así, el asunto era muy peligroso que no olvidaran que se encontraban en Rusia y que no se extrañaran de nada. Trataría de averiguar algo y que solo volverían a verse en el caso improbable de poderles ayudar.
Algún tiempo después, cuando ya los viajeros pensaban que no volverían a verla, apareció la chiquita rusa y con aire de preocupación les dijo que en un par de horas llegarían a un gran cruce de ferrocarriles, momento que deberían aprovechar para dejar el tren tan rápidamente como les fuese posible. Les insistió encarecidamente en que tenían que abandonar el tren. Podría tratarse de la intersección con el Transmongoliano en la estación de Ulan-Ude a 5655 km, o quizás, Tarskaia a 6312 km, en la bifurcación con el Transmanchuriano. En cualquier caso, hasta llegar al punto más próximo a Japón, Vladivostok, el puerto ruso más importante en el Océano Pacífico, situado a 9288 km de Moscú, les faltaba por recorrer 3633 km si se bajaron en el primero de los cruces y 2976 si lo hicieron en Tarskaia. Puede entenderse la tortura que supuso la hazaña de transitar por parajes helados con deficiente alimentación y abrigo. No se explica que pudieran hacerlo sin que nadie les facilitara ayuda en esos aspectos y también en el económico para pagar los pasajes a Japón y luego a EE.UU.
Algunos sospechan que esa ayuda pudo proceder de la masonería, la sociedad secreta más influyente de la historia. Durante sus más de 300 años de actividad ha tenido importantes seguidores distribuidos por todo el mundo con gran influencia tangencial en el desarrollo de los acontecimientos mundiales. Rusia no iba a ser distinta y también como en otros países, tuvo momentos de libre ejercicio y otros de ocultación, pero nunca de desaparición. Después que el movimiento bolchevique tomara el poder, las logias masónicas fueron toleradas por algún tiempo, pero en el IV Congreso Mundial de la IC organizado en 1922 en Moscú se declaró que la masonería era contraria a la ideología comunista. León Trotsky definió la masonería como «una ideología de concepción burguesa contraria en sus principios a la dictadura del proletariado, que tiende a establecer un Estado dentro del Estado«. Se pidió a todos los comunistas darse de baja de la masonería o del partido. Alguna de las veintiocho logias se diluyeron inmediatamente, mientras que otras continuaron con una existencia en precario y a escondidas.
Poco después de la declaración de Trotsky, el masón Astromov solicitó a Stalin, que permitiese a la masonería seguir operando a pesar de la sanción oficial. Había fundado cuatro logias en Leningrado, Moscú, Tiflis y Kiev, pero Stalin no atendió sus razones y se procedió al arresto, tortura y encarcelamiento de 30 conocidos masones (incluidos todos los oficiales de las cuatro logias fundadas por él). Éste también fue detenido, e interrogado. Murió poco después de ser liberado. Algunos aseguran que la masonería desapareció totalmente durante los restantes años de gobierno soviético, pero podríamos afirmar que desapareció al igual que se creía que lo había hecho en España durante el Gobierno del general Franco; sin embargo, la masonería como la materia no desaparece, simplemente se transforma, es decir, funciona con mayor ocultación. Una prueba de ello es el hecho de que siete años después, en 1929 Pierre Mikhailovich Kaiser, profesor de lenguas orientales en el Instituto de Moscú, y otros dos masones fueron ejecutados por un pelotón de fusilamiento después de que un agente de la NKVD descubriera que las reuniones masónicas continuaban en secreto. (Batham, Scottish Year Book, p.64).
Así que, en el largo y difícil periplo que sufrieron Serra y del Barrio en su huida de la Rusia de Stalin desde Moscú hasta llegar a México, se sospecha que pudieron recibir ayuda de la masonería para poder evadirse del tren en el que los trasladaban a Siberia, atravesar el continente asiático (9.288 km hasta Vladivostok) llegar a Japón y de allí a Los Ángeles en Estados Unidos y se supone que sin dinero. Serra no da explicaciones, es más afirma que no debe darlas para no comprometer a ciertas personas, pero sí consta que en cuanto llegó a Los Ángeles se puso en contacto con su amigo y “hermano” masón Ruiz Ponseti que se encontraba en México. A pesar de cuanto habían sufrido, continuaron hasta Chile para cumplir lo que desde Moscú les habían encomendado: reconstruir el PSUC. De nuevo pasaron tantas penurias que Miquel Serra decidió desandar el camino y volver a México. Del Barrio se quedó en Chile un mes más, hasta que, desengañado de la posibilidad de llevar a cabo el encargo comunista, pide reiteradamente a la dirección del PSUC en México que le facilitaran la entrada en el país.
¿Por qué tenía Serra tanto interés en asentarse en México? La respuesta estaba en que nada más salir de España, en el mes de abril de 1939 Comorera y Serra Pamiés organizaron un sistema innovador para mantener el control sobre las finanzas del PSUC, encargando al ingeniero Estanislau Ruiz Ponseti, organizar una Comisión Técnica de Estudios y una editorial. La Comisión Técnica tenía como objetivo crear empresas que pudiesen dar empleo a los exiliados de toda América. La editorial, Atlante, fue creada en un acto fundacional donde intervinieron R. Musolas Casas, J. Costa Puig, C. Muntanyola, M. Sánchez Sarto y el mismo Ruiz Ponseti. El capital inicial de medio millón de pesos mexicanos lo proporcionó el Partido, que dispuso la creación de un Consejo de Administración donde Sánchez Sarto y Ruiz Ponseti actuaban como directores gerentes, Leonardo Martín Echeverría, subdirector, y Joan Grijalbo, administrador. En septiembre de 1939, un nuevo representante del Partido, Miquel Serra Pàmies, se incorporó a la delegación francesa para sustituir a Sánchez Sarto, Martín Echeverría y Grijalbo, que se habían trasladado ya a la ciudad de México. Ahí constituyeron definitivamente la compañía el 25 de septiembre de 1939, con un capital inicial de 150 mil pesos, una cantidad muy inferior a la propuesta inicial.
Las escrituras de fundación tenían a Serra como socio fundador, de ahí su interés por establecerse en México. Corrobora este interés los comentarios que en carta a su hermano Josep, va deslizando: “cuando llegué a México, como sabes, “fotut” y sin cinco, mi presencia, viniendo de donde venía, y renegando de lo que había visto, provocó toda clase de comentarios y, en general una notable curiosidad”. Añade también la reacción que va a tener que soportar por la publicación de un manifiesto que firmó junto a Fronjosa, Miquel Ferrer, Felip Barjau, Ángel Estivill y Ramón Fabregat; en total, 31 militantes que firmaron contra la dirección del PSUC, reivindicando que éste no había nacido por la integración de tres partidos en el movimiento comunista, sino por la fusión de los movimientos socialista y comunista. Consecuentemente serán expulsados del partido catalán y la prensa comunista se levantó contra la nueva posición, asegurando que era una doctrina nacionalista pequeño burguesa y trotskitizante. Se les atacó despiadadamente, hasta el punto de presionar a empresas para que les negaran trabajo, como ocurrió en el Trust de electricidad SOFINA donde trabajaban refugiados de filiación comunista o afines. No le van a admitir por “ser hombre peligroso”[17], resulta irónico que se le clasifique así a él, que se jugó la vida porque no volaran la térmica de la calle Mata.
“Desde ese momento, los comunistas van a iniciar una persecución intelectual y física; su prensa no cejaba nunca de atacar, por lo que yo, falto de elementos materiales y de apoyo colectivo, opté por callarme y aún permanezco en el mutismo”.[18] ”Per aixó no escric, per aixó callo i per aquesta actitud encara sóc viu”.[19]
Serra Pamiés fue llamado a Moscú; su esposa quedó en Francia donde nació su hija mientras su padre realizaba su periplo de evasión, por lo que no pudieron conocerse. Cuando al fin, Teresa Puig tuvo la confirmación de que la comunicación del Kremlin anunciándole la muerte de su marido era mentira y que él la llamaba desde México, corrió a solucionar el traslado de ella y la niña. En seis ocasiones lo intentó por vía marítima, pero la policía le hizo bajar de los barcos; Teresa siempre sospechó que los comunistas españoles estaban detrás de la persecución que sufría. Finalmente, el caballero masón que tanto le había ayudado mientras Serra estuvo bajo el poder de la URSS, le procuró documentación falsa para ambas. Así pudo llegar a Nueva York y de allí hasta México D.F. a 3.359 km. de distancia. Toda una aventura a realizar con una niña de seis años, ya que debía transbordar a distintos autobuses a lo largo del recorrido, pero la impulsaba su principal objetivo: reunir a su familia para que así Miquel Serra Pamiés, pudiera conocer a su hija, casi siete años después.
En estos momentos que tanta efervescencia y desazón nos trae el Gobierno de Cataluña y sus adláteres, que se dedican a homenajear por considerarle Héroe de Cataluña a Companys, queremos recordar que el Presidente, a lo largo de su mandato hizo “la vista gorda” con los bárbaros asesinatos que se cometían en las muchas checas que los extremistas de izquierda organizaron en toda la región catalana. Sólo en la capital condal hubo una veintena de ellas, a cual más terrorífica, aunque la más conocida fue la de Sant Elíes, en la que se producía descuartizamiento de las víctimas que pasaban a servir de alimento a la piara de cerdos que allí mantenían. El jefe de esa checa y de otras, como la de la Bonanova, lo era el dirigente de la CNT Manuel Escorza del Val, famoso por sus crueldades entre todos los habitantes de la capital. Sin embargo, Luis Companys no supo, o no quiso, por no enfrentarse a los comunistas, frenar aquellos crímenes, de modo que tiene responsabilidad en las 8.352 personas que fueron asesinadas, muchas de ellas, tras previo paso por las checas, siendo que él, como máxima autoridad, podía haber obligado a las patrullas a llevar a los detenidos a la cárcel Modelo para tutelarlos allí todo el tiempo necesario, evitándoles torturas y preservando de ese modo sus vidas.
Naturalmente, si durante los tres años de guerra civil no quiso enterarse de lo que ocurría en su propia ciudad, menos iba a poner solución al ukase estaliniano que conllevaba la destrucción de su capital y la vida de cientos de miles de conciudadanos. Salió corriendo al grito de ¡sálvese quien pueda! en cuanto que vio que las tropas nacionales acampaban en el extrarradio de Barcelona, sin preocuparse de negociar la situación en que quedaban los habitantes, ni facilitar la evasión a aquellos que querían salir de España; mucho menos se ocuparía por los históricos monumentos de la misma.
Solo Miquel Serra Pamiés estuvo a la altura de las circunstancias; es por ello que considero obligado en aras de la objetividad y la verdad, poner de relieve la importancia de su actitud al exponer su vida por defender las de sus conciudadanos y la integridad de la ciudad de Barcelona. Supo, aprovechando el caos que reinaba en la Barcelona convulsa de aquellos días, boicotear la misión de destruirla. Hasta prefirió actuar como un incompetente, provocando dilaciones y equivocándose con las citas, las fechas y los transportes para, poco a poco, ir ganando tiempo hasta la entrada de los nacionales, porque paradójicamente, él, que durante tantos años había estado situado políticamente enfrente, deseaba fervientemente su llegada pues consideraba que la victoria de aquellos era la única manera de mantener viva la ciudad. Bien es cierto que sus esfuerzos no iban tanto en defender Barcelona por ser una ciudad de España como en hacerlo por ser la capital de Cataluña, no en vano era nacionalista y se entiende que separatista, pero seguro que quienes se consideren nacionalistas españoles y, por tanto, quieran a Barcelona como parte de España que es, le agradecen sus sufrimientos.
[1] Después de la proclamación de la República Catalana Independiente (pero federada al resto del Estado) por el presidente Companys el 6 de octubre de 1934, todas las organizaciones políticas de carácter catalanista, van a sufrir una gran represión por lo que van a tener que funcionar en secreto hasta el año 1936, en que van a ser liberados los miembros de la Generalitat.
[2] Organización juvenil del Partido Socialista Unificado de Cataluña que surgió de la unión de las juventudes de la Federación Catalana del PSOE, las juventudes de Unió Socialista de Catalunya (USC), del Partit Catalá Proletari (PCP), y las juventudes del Partido Comunista de Cataluña (PCC). El núcleo de las JSUC estaba compuesto por las Juventudes Socialistas de Cataluña (JSC). También estaban emparentadas con las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), que habían sido creadas en fechas recientes como una unión de las juventudes comunistas y socialistas en el resto de España. Durante la Guerra civil jugaron un importante papel, tanto en las labores de la retaguardia como en el reclutamiento de voluntarios para el Ejército Popular de la República. Fueron dirigidas inicialmente por Ángel Estivill.
[3] Además de los que se exponen, otro factor que explicaba el fuerte incremento del número de militantes del PSUC entre julio 1936 y marzo 1937 se encontraba en las ventajas que suponía para la población civil la posesión del carnet de militante de un partido o sindicato del bando republicano. Esto beneficiaba por igual al conjunto de organizaciones republicanas, de las que el PSUC no quedaba al margen. La posesión del mencionado carnet era una acreditación y una garantía para su propietario de ser antifascista, y ello se traducía en garantías de seguridad personal (ya que difícilmente se cuestionaría su compromiso con la causa antifascista) y en facilidades para poder acceder a los productos de primera necesidad.
[4] Nació el 29 de septiembre de 1935 como resultado de la unificación de la Izquierda Comunista de España (ICE) y el Bloque Obrero y Campesino (BOC).
[5] Serra se inició en la Masonería en la Logia Cosmos y pasó después a la Logia Democracia (ambas de Barcelona), donde coincidió con Escofet, el general Pozas y Comorera. Vidiella perteneció a la Karl Marx.
[6] Secretariado del Comité Central de la Internacional Comunista
[7] Guillem Martí Masana:””Miquel Serra Pamiés. La historia de un olvido” p 25
[8] Ibidem p. 24
[9] Martín Ramos, J.L. “Rojos contra Franco. Historia del PSUC 1939-1947 p 69
[10] Josep Marlés Robert, «Pepet de l’Andreia», dirigente sindical de la CNT (Vila-rodona, 1903 – Valls, 1994). Durante la República fue miembro del Comitè Antifascista de Vilarodona en septiembre de 1936. En diciembre de 1936 presidió en la sociedad campesina local el mítin sindicalista en el cual hablaron Molet i Viadiu como personas invitadas. En enero de 1937 fue designado por el consistorio juez popular suplente. En febrero fue presidente del Sindicato de Oficios Diversos de la CNT y del Comitè local de Socorro Rojo Internacional (SRI) de Vilarodona. En julio de 1937 entró de regidor en el’Ayuntamiento. En diciembre de 1937 era el tesorero del Sindicato de Oficios Diversos de Vilarodona.
[11] Josep Miret I Musté. Estudió en la Escuela del Trabajo. Se afilió a la Unión Socialista de Cataluña donde llegó a ser líder de las Juventudes. Esta organización se fusiona con el PSUC y se convierte en hombre de confianza de Joan Comorera, Miquel Serra Pamiés y Beltrán Suria. En abril de 1937 fue nombrado Consejero de Abastecimientos de la Generalidad y Director de Transportes. Poco después marchó al frente como Comisario de la XXXI División y, al poco, fue nombrado Comisario General de las Fuerzas Blindadas del Ejército.
[12] Según Puigsech i Farrás, J.:”El PSUC i la Internacional Comunista durant la convulsió de 1936-1939. Crónica de una incomprensión” p. 52
[13] Según Serra, J.: “Fou una guerra contra tots (1936-1939)” p.182
[14] Según Martín Ramos, J.L.: “Rojos contra Franco. Historia del PSUC (1939-1947) p.69. Coincide también Puigsech.
[15]MIRALLES BRAVO, Rafael: Guanabacoa-La Habana (Cuba) 9.I.1911 – Madrid 2.XII.1983. Periodista y escritor. Empleado del Banco Hispano-Americano desde 1929 siendo destinado a la sucursal de Barcelona. Miembro del Sindicato de Banca de la UGT y afiliado a la AS de Barcelona desde junio de 1930. Fue represaliado por su participación en la revolución de octubre de 1934. En julio de 1936 se pasó a las filas del comunismo integrándose en el recién constituido Partido Socialista Unificado de Cataluña. Durante la guerra civil prestó servicio en la Columna Esteban Zamora, la Centuria 48 de la División 27, la 132 Brigada Mixta de la 30 División, el 2º Batallón Disciplinario del Ejército del Este y fue Inspector de Servicios del CRIM nº 18 en Tarragona y jefe del Batallón 710 de la 11 División del 5º Cuerpo de Ejército con el grado de comandante. Herido en combate fue internado en el Hospital de Mataró del cual pudo escapar en febrero de 1939 poco antes de la llegada de las tropas nacionales. Se exilió en Francia donde estuvo internado en el campo de concentración de Argelès-sur Mer. Pasó por la cárcel de Saint Làzare en París, donde permaneció durante dos meses. Posteriormente se trasladó a Cuba donde se dedicó al periodismo ligado al comunismo cubano. En 1942 trabajaba en la oficina de Asuntos Públicos y de Propaganda del Palacio Presidencial y era secretario del Buró Ejecutivo del Partido de los Comunistas Cubanos. Escribió en el diario Pueblo donde tenía una sección titulada «Cronos de Marte» y desde 1943 colaboró en el diario Mañana en cuyas páginas publicaba la sección «La Marcha del Mundo». Por su campaña antifascista y sus alabanzas al presidente Fulgencio Batista en junio de 1944 fue designado agregado de prensa de la Embajada de Cuba en la Unión Soviética. Los diez meses que permaneció en la URSS le desencantaron del comunismo. Al poco tiempo de regresar a Cuba se trasladó a México donde solicitó el reingreso en el PSOE en la Agrupación Socialista Española. En México dirigió la agencia informativa internacional «Plus Ultra» hasta 1947 que regresó a Madrid donde se dedicó a la propaganda anticomunista. En 1975 presidió la Asociación de Corresponsales de Prensa Iberoamericana. Falleció en Madrid el 2 de diciembre de 1983.
[16] Serra, J.:” Fou una guerra contra tots (1936-1939)”
[17] Guillem Martí Masana:””Miquel Serra Pamiés. La historia de un olvido” p 30
[18] Ibidem págs 34 y 35
[19] Ibidem p 30