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Historia

La Junta de Defensa de Madrid y los Asesores soviéticos.

 

A finales de septiembre aparecía en la Prensa, en un manifiesto suscrito por el Frente Popular, lo que habría de convertirse en el principal eslogan de la defensa: «Madrid debe ser y será la tumba del fascismo». Mientras republicanos y socialistas insistían desde sus medios de prensa en la necesidad de alejar la guerra de Madrid, comunistas y anarquistas se aplicaban ya en los suyos a clamar por la movilización de recursos humanos y materiales para la defensa de la ciudad por la preparación psicológica de la población, por la creación de nuevas unidades militares y por la fortificación.

Existió, efectivamente,  un plan de defensa de Madrid, tal como pedían comunistas y anarquistas, mediante líneas concéntricas fortificadas, que llevó a cabo el coronel de ingenieros Tomás Ardid Rey, auxiliado por el ingeniero industrial Fe­derico Molero. Toda la línea del frente acabaría siendo, más que una línea, una zona, una faja de anchura varia, donde trincheras, nidos, refugios y ca­minos dibujaban en el suelo madrileño casi un verdadero laberin­to. Dentro de la ciudad se alzaría otra línea o segundo cinturón, para que, en el caso de quedar roto el primero, se encontrase el invasor con una segunda obra, infranqueable dentro del dédalo de calles y edificios. Las fortificaciones comen­zaban en la barriada de Peña Grande, pasando luego al Asilo de La Paloma, Dehesa de la Villa, canalillo o “acueducto” de Amaniel, y Estadio Metropolita­no, construidas de manera que, en caso necesario, sus defensores pudieran ir replegándose de unas en otras hasta la Puerta del Sol. En estas tareas la CNT decía que había perdido cinco mil afiliados al Sindicato Único de la Construcción[1].

En el terreno estrictamente militar, los dos bandos adoptaron importantes medidas en octubre. Largo Caballero, había decretado la militarización de las milicias en la zona centro a finales de septiembre, y en octubre asumía el mando directo del Ejército: estableció el comisariado de guerra y adoptaba medidas para la creación de nuevas unidades sobre el patrón de la brigada mixta. Por su parte, la primera decisión del general Mola para ocupar Madrid, estaba fechada el día 7, una vez que los núcleos territoriales del ejército nacional del norte y el sur de la Península quedaron enlazados, de modo que a primeros de noviembre de 1936 el ejército nacional se acercaba peligrosamente a las puertas de Madrid. Tras avanzar por la Ciudad Universitaria y la Casa de Campo, el 6 de noviembre los rebeldes llegaron a menos de 200 metros de la prisión más grande de la ciudad, la cárcel Modelo en el distrito de Argüelles, repleta de militares detenidos, dispuestos a engrosar las filas del ejército de Franco. Esa misma tarde Largo Caballero toma la necesaria decisión de trasladar el gabinete a Valencia que por muchos fue considerado como un acto de cobardía (Zugazagoitía dijo que Largo impuso la salida del Gobierno de Madrid, en cuanto los moros asomaron sus chilabas por Carabanchel). Según algunos estudiosos la acusación no estaba justificada, Largo Caballero, sin duda, tenía unos precisos planes de guerra, pero estos no contemplaban este tipo de defensa fortificada y a ultranza de la capital; es más, tampoco consideraba como irreparable su pérdida. Así lo manifestaría a la Prensa, el 15 de noviembre, en pleno fragor de la batalla, con grandísima indignación de Miaja y de toda la Junta de Defensa de Madrid.

El General Mola, el "director" del 18 de Julio.

El General Mola, el «director» del 18 de Julio.

Poco antes de la huída del gobierno, el subsecretario de la Guerra, el general José Asensio Torrado se reunió con sus homólogos Sebastián Pozas, jefe de operaciones del Ejército del Centro y José Miaja, jefe de la I División Militar. Tras una larga conversación, entregó a cada uno un sobre cerrado y estampado con las palabras:”Muy reservado. Para abrirlo a las seis de la mañana”. En cuanto desapareció Asensio, y ante la extrema urgencia de la situación, ambos generales desobedecieron la orden y los abrieron. A Pozas se le ordenaba establecer un nuevo cuartel general del Ejército del Centro en Tarancón, camino de Valencia. Miaja quedaba a cargo de la defensa de la capital, con la misión de constituir una Junta de Defensa dotada de plenos poderes gubernamentales. De modo que sobre Miaja recayó la formidable tarea de constituir el gobierno de Madrid y organizar la defensa civil y militar a la vez que la propia administración de la ciudad, lo que significaba proveer de alimento y cobijo tanto a los madrileños como al enjambre de refugiados, al tiempo que controlar la violencia ejercida sobre los prisioneros.

Sin pensarlo más tiempo, Miaja nombró jefe de su Estado Mayor al teniente coronel Vicente Rojo, que pasó la noche en blanco, intentando averiguar con cuántas fuerzas contaban, dónde estaban situadas y dónde debían situarse. Aquel mismo día Rojo pidió a Pozas las Briga­das Internacionales porque carecía de tropas de choque. La cuestión se re­trasó porque dependía de Largo Caballero. Cuando finalmente llegó la orden, aunque miles de voluntarios se preparaban en la base de Albacete, sólo esta­ban organizados los batallones Edgar André, Commune de París y Dombrow­ki”. Con ellos se formó la XI Brigada Internacional, al mando de Lazar Stern «General Kleber», con el comisario De Vittorio “Nicoletti”, que partió en tren hacia Madrid. La XII partió de Albacete, al mando de Ma­tei Zalka «General Luckacs», con Luigi Longo «Luigi Gallo» como comisario. Sólo tenía organizado el batallón Garibaldi y 7 compañías sueltas, menos de  2.000 hombres, luego se organizarán los batallones Franco-Belga y Thael­mann, alemán.

 

Con la llegada de las Brigadas Internacionales, González Bastante fue enviado como responsable de un destacamento al Colegio de Huérfanos Ferroviarios, con la misión de instalar al Batallón Franco-Belga en el frente de la Moncloa y la Ciudad Universitaria. aconsejando al coronel Dumont sobre el lugar más idóneo para emplazar las piezas de artillería. Otra de sus tareas fue enseñar a los “dinamiteros” la red de túneles y alcantarillas existentes en la zona, entre otros al capitán Flores quien se apoyaría en aquella red para las voladuras que llevaría a cabo en el Hospital Clínico, en poder de los franquistas. El conocimiento que González Bastante tenía del subsuelo venía de años atrás, de sus juegos infantiles: “una pandilla se metía por la Casa Gorriz y la otra se metía por una boca que se llamaba Cantarranas”.

La carta recibida por el general José Miaja de parte del Gobierno establecía que la Junta contaría «con representaciones de todos los partidos políticos que forman parte del Gobierno y en la misma proporcionalidad que en éste tienen dichos partidos», sin especificar, sin embargo, el modo de designación de los mismos. Finalmente se acordó que cada uno de los partidos estuviese representado por un titular y un suplente, quedando conformada su composición como sigue:

  • Presidencia:José Miaja Menant.
  • Secretario: Fernando Frade (PSOE); Suplente: Máximo de Dios (PSOE)
  • Guerra: Antonio Mije García (PCE); Suplente:Isidoro Diéguez Dueñas (PCE)
  • Orden público: Santiago Carrillo Solares (JSU); Suplente: José Cazorla Maure [2] (JSU)
  • Industrias de Guerra: Amor Nuño Pérez (CNT); Suplente: Enrique García Pérez (CNT)
  • Abastecimientos:Pablo Yagüe Estebaranz (Casa del Pueblo); Suplente: Luis Nieto de la Fuente (Casa del Pueblo)
  • Comunicaciones: José Carreño España (IR); Suplente: Gerardo Saura Mery (IR)
  • Finanzas: Enrique Jiménez González (UR); Suplente: Luis Ruiz Huidobro (UR)
  • Información y Enlace:  Mariano García Cascales (JJ.LL); Suplente: Antonio Oñate (JJ.LL.)
  • Evacuación: Francisco Caminero Rodríguez (PS); Suplente: Antonio Prexés Costa (PS)

Inmediatamente después de la reunión, Carrillo nombró subordinados: Segundo Serrano Poncela[3] fue nombrado delegado de Orden Público; a Ramón Torrecilla Guijarro y Arturo García de la Rosa, miembros del mismo, les asignó tareas y empezó a funcionar a última hora de la tarde del mismo día 6 de noviembre. La responsabilidad general de los prisioneros recayó en tres hombres: Carrillo, Cazorla y Serrano Poncela. Los tres tomaron decisiones cruciales en el vacío existente entre la evacuación del Gobierno la noche del 6 de noviembre y la constitución formal de la Junta de Defensa veinticuatro horas después.

Sin embargo, algunos piensan que, dada la juventud de los tres, las decisiones no pudieron tomarlas por sí mismos, sino que, por elevación, se la cargan a Miaja, el cual, sin ánimo de quitar importancia a su responsabilidad, hay que reconocer que estaba desbordado por la “patata caliente” que le había dejado Largo Caballero; sí creo en su compromiso por haber aceptado con entusiasmo la oferta de que el PCE ocupara las dos consejerías de Guerra y Orden Público. El anarquista Gregorio Gallego manifiesta su desconfianza por la habilidad y rapidez con que los comunistas se hicieron con el control de la situación: “Comprendimos que la operación estaba demasiado bien preparada y amañada para ser una improvisación”.[4] No estaba equivocado. Carrillo, como dice Preston “no era exactamente quien parecía ser”.

Tras la citada reunión con Miaja, Carrillo se incorporó formalmente y de manera instantánea, al Partido Comunista, junto con Serrano Poncela, José Cazorla y algunos otros. Tampoco era tan extraño. Después de la revolución de Asturias, su estancia en prisión y su nombramiento como secretario general de la Federación de Juventudes Socialistas, comenzó a abogar por la fusión con la Unión de Juventudes Comunistas, numéricamente inferior. ¿Trataba de hacer méritos? Así parece. Los agentes del Comintern creyeron que deberían reclutarle, de modo que Vittorio Codovila le organizó un viaje a Moscú, que el joven Carrillo aceptó encantado por cuanto pensaba que el PSOE era un partido caduco, liderado por hombres de mediana edad, si no mayores, que rara vez permitía a los militantes más jóvenes ocupar posiciones de poder. En definitiva, lo veía como una posibilidad de trepar.

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El PCE dependía de Moscú, como ocurría con los demás partidos del Comintern. Los verdaderos jefes de esos partidos solían ser los consejeros designados por la central moscovita, y la completa sumisión del PCE a las directrices soviéticas (de la «patria del proletariado») no admite duda alguna. El 3 de marzo de 1936 salió Carrillo para Moscú en plan de estrella emergente del comunismo estaliniano. Allí, necesariamente tuvo que convencer a sus jefes en Moscú de que colaboraría plenamente con el servicio secreto soviético. Y efectivamente lo hizo. Colaboró en cuanto se le pidió y como se le pidió, es decir, eliminando (siguiendo el ejemplo de Moscú) a aquellos  no afines a sus ideas; y eso sí, discretamente, sin dejar evidencias. De ahí que en las listas de las sacas de prisioneros se emplearan expresiones como “traslado a Chinchilla” o “poner en libertad”. El uso de esta clave podría haber sido la manera de ocultar la responsabilidad de los culpables, tal como sugiere la frase “cubriendo la responsabilidad” que figura en el acta de la reunión celebrada la noche del 7 de noviembre[5] para dar cumplimiento a la extracción de presos.

 

Entre agosto de 1936 y febrero de 1939, los soviéticos que combatieron al lado de la República española, fueron percibidos por los ciudadanos españoles de la época como “los Rusos”. La URSS envió armas, asesores, instructores, especialistas, miembros de la Inteligencia Militar (GRU) y combatientes directos,  pero para el estudio, no tanto de la defensa militar sino del terror causado en Madrid nos limitaremos a los agentes soviéticos que llegaron a España no sólo por conducto de la Dirección de Inteligencia del Ejército Rojo, sino por la NKVD. Además de cumplir misiones de inteligencia propiamente dichas, se dedicaron a una amplia actividad de subversión en forma de guerra de guerrillas: volaron puentes y destruyeron vías de comunicaciones y transmisiones. Bajo el nombre de coronel Ksanti, entre agosto de 1936 y octubre de 1937, J.U. Mámsurov dirigió todo el movimiento de guerrillas en España; más tarde fue uno de los jefes de la Dirección General de Inteligencia Militar del EM de las Fuerzas Armadas soviéticas.

 

La bolchevización de los jefes de las JSU y la influencia de estos asesores convirtieron al Frente Popular, de modo cada vez más profundo según avanzaba la contienda, en una dependencia del Kremlin. Si la guerra se hubiera desarrollado a su favor, no cabe duda del resultado, por lo demás reconocido por la Pasionaria y otros: la conversión de España en una «república democrática popular» al estilo de las de los satélites de la URSS, aunque para ello tuvieran que seguir los mismos métodos estalinianos “obsesionados en extirpar del seno del Estado la más mínima sombra de disidencia”.

 

La Pasionaria

La Pasionaria

Para tales fines, la nomenklatura soviética escogió a hombres carentes de reparos morales y dispuestos a obedecer las consignas sin escrúpulos ni vacilaciones. Al estallar la Guerra Civil, el responsable del servicio en la URSS se llamaba Genrij Grigorievich Yagoda.[6] Y de él dependieron los individuos que con aquel fin intervinieron en España, los cuales, como no podía ser de otra manera, también sufrieron los procesos de Moscú. Muchos de los militares que habían sido agregados al Estado Mayor del Ejército español en calidad de asesores, fueron llamados a la capital de la URSS y fusilados sin juicio de ninguna clase. Solo Stalin sabía quiénes estaban en la lista negra.

A pesar de todo, y, quizás por lo muy bien que siempre han sabido utilizar la propaganda, las ideas comunistas fascinaron a muchos intelectuales y naturalmente a obreros, quienes por aquello del acercamiento y reconocimiento recíproco crearon organizaciones como la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, todos muy proclives a la aparición de la III Internacional, obnubilados por los “logros del paraíso soviético” y, por tanto, transmisores de su bondad. La Segunda Guerra Mundial se estaba preparando y una España leal a la URSS hubiese sido de gran ayuda. La máquina propagandística soviética se pone en marcha y comienza el envío de publicaciones, películas, literatura, etc. con el objeto de difundir el modelo de construcción soviética del momento por el bando republicano, para lo cual estas asociaciones le serían de gran utilidad. Los corresponsales fueron una de las piezas clave en este entramado de propaganda. Iliá Ehrenburg y Mijail Koltsov, corresponsales de Izvestia Pravda respectivamente, fueron los dos profesionales de mayor renombre que la Unión Soviética de Stalin envió a la guerra española.

La infiltración y poder que alcanzó dicha asociación AUS quedó reflejada en el homenaje que rindieron a la Unión Soviética con motivo del XX aniversario de la Revolución Rusa. Consiguieron unilateralmente que la popular e histórica Puerta de Alcalá cambiara su aspecto. Un gran escudo de la URSS con la hoz y el martillo tapó la inscripción superior a la vez que unas gigantescas fotografías de Maksim Litvínov, Stalin y Kliment Voroshilov, cubrían los arcos. Al no tratarse de una iniciativa oficial e institucional de parte del Ayuntamiento, da idea del “respeto” que se tenía a las iniciativas vinculadas con los soviéticos. Naturalmente fueron instrumento de agitación y propaganda como propugnaba la URSS, porque era uno de los cimientos sobre los que se asentó la hegemonía del régimen soviético; los otros fueron las purgas y el gulag  y de ambos tuvimos constancia en España. Entre los asesores más influyentes destacan:

MIJAÍL YEFÍMOVICH KOLTSOV: es el periodista más importante que envía la Unión Soviética a la guerra de España. Importante, porque es el más leído en su país, por su contacto directo con el Kremlin y por el enorme papel político que desempeñó. Se mueve sin ningún problema al más alto nivel por el bando republicano; se entrevista con Durruti, Azaña, Largo Caballero, Negrín, etc. y sigue la línea más dura del partido, criticando con la máxima dureza al POUM y a los anarquistas y escondiendo la parte de revolución social que sin duda tuvo lugar, sobre todo en los primeros meses del conflicto. Todos sus compañeros lo tratan como al jefe. Koltsov traza la política propagandística de la URSS en España, colabora con la prensa republicana, expide salvoconductos, se adueña de la censura,  ̶ Arturo Barea cuenta en sus memorias como Koltsov daba órdenes a la censura desde el Comisariado de Guerra, corroborando que las funciones del periodista soviético superaban con mucho las de un simple corresponsal  ̶ .  Alcofar afirma que «estaba provisto de poderes especiales para intervenir en los asuntos políticos y militares» y todos los que le trataron coinciden en su indiscutible fidelidad a Stalin y a su política, de la que será su mejor propagandista.

Otra hazaña de Koltsov fue el atropello de la inmunidad  de la embajada de Finlandia. Según el Derecho Internacional, las misiones diplomáticas gozan de estatus territorial, por lo tanto, aunque pertenecen al territorio de la nación anfitriona, están desligadas de las leyes locales y, en casi todas las situaciones, son tratadas como parte del territorio del país al que pertenecen, sin embargo, por el respaldo que tenía y con el fin de hacer méritos ante el dictador ruso, el 24 de noviembre de 1936, acompañado de un grupo de militares y de Serrano Poncela, penetró por la fuerza violando la extraterritorialidad de la embajada y detuvo a los allí acogidos que poco después fueron asesinados. Los demás embajadores emitieron enérgicas protestas diplomáticas, ante lo cual, éste individuo se justificó diciendo: “Limpiar un poco Madrid; echar aunque no sea más que a 30.000 fascistas; fusilar, aunque solo sea a un millar de bandidos”[7]. A pesar de ésta y otras muchas cacicadas, al parecer no fueron suficientes para Stalin, pues terminó sus días siendo víctima de una de sus purgas.

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Testimonios diversos lo describen como agente del NKVD, informador personal del propio Stalin[8] quien le llamaba “don Miguel” por el alias que utilizaba: Miguel Martínez un supuesto agente hispanoamericano de la Komintern. Su importancia y capacidad la reflejó su amigo ILIÁ EHRENBURG, corresponsal de Izvestia en esa época, quien llegó a decir: «Sería difícil imaginar el primer año de guerra sin M. Ye. Koltsov». En lo militar, está en los enfrentamientos de mayor alcance durante el período que estuvo en España, ensalzando sobre todo el asedio del Alcázar y la batalla de Guadalajara. Participa en las Brigadas Internacionales y en su prensa, y crea el mito del general Rojo, que aparece en sus escritos como El Gran Capitán. El propio Koltsov no ocultó que participaba en las reuniones que Álvarez del Vayo, Comisario General de Guerra, mantenía con sus subcomisarios.

LEÓN LAZAREVICH FELDBIN, León Lazarevich Nikolsky, alias Schwed, pasó a convertirse en ALEXANDER ORLOV,[9] el nombre con el que sería conocido en España y en la historia del KGB[10]. En un informe de Gorev[11] hablaba con aprecio de los “vecinos” (eufemismo con el que hacía alusión a los miembros del NKVD en Madrid) “dirigidos por el camarada Orlov, que tanto hizo por frustrar un levantamiento desde dentro”.[12] Este informe de Gorev sugiere por tanto que Orlov participó en el proceso de eliminación de presos y que, como muchos venimos diciendo, las órdenes llegaron de Moscú, los asesores soviéticos y los comunistas deseosos de hacer méritos, trepas como Carrillo, por ejemplo, las ejecutaron.

Puede leer:  El 23-F y los servicios de inteligencia

Como señala el historiador Burnett Bolloten es «muy probable» que entre los altos oficiales soviéticos que a veces acompañaban a Rosenberg, el embajador en España, en sus visitas diarias a Largo Caballero, estuviese Alexander Orlov, «quien sin duda observaba atentamente las actitudes de los principales diplomáticos soviéticos. Hay que suponer que si Rosenberg no ejecutaba la política soviética con suficiente energía o se aventuraba a criticar los métodos de la NKVD en España, como -según Walter Krivitsky- habían hecho el general Berzín y Arthur Stashevsky, su conducta irregular sería comunicada a Moscú inmediatamente. Esto quizá explique por qué Orlov no hace ninguna referencia en su Historia secreta de los crímenes de Stalin, ni en ningún otro testimonio oral o escrito durante los 35 años que vivió exiliado en Estados Unidos, a la orden de volver a Moscú que recibieron éstos, después de la cual desaparecieron sin dejar rastro».

NAUM ISAKOVICH EITINGON Cambió este su nombre debido a su origen judío por uno más ruso para no atraer la atención sobre su origen: Leonid Aleksandrovich Eitingon. Dedicado a las tareas de espionaje, llegó a ser amigo entrañable del segundo de Beria, el general Sudoplatov, quien en 1936 le envió a España como segundo de Orlov , bajo el pseudónimo de general Kotov, con el objetivo de organizar el sabotaje de ferrocarriles y puertos aéreos en las regiones controladas por el ejército de Franco. Fue considerado por Orlov, un hombre extremadamente eficaz. Grigulevich y Syroyezhkin, bajo la dirección del omnipresente Orlov  se dedicaron a tareas de espionaje, contra espionaje y lucha de guerrillas detrás de las líneas nacionales, así como a la eliminación de trostkistas.

Otras figuras influyentes en la defensa de la capital fueron dos veteranos miembros del Comintern, el argentino Vittorio CODOVILA y el italiano VITTORIO VIDALI quien con el pseudónimo de Carlos Contreras, tuvo un papel decisivo en la fundación del Quinto Regimiento (del que sería su comisario político), que más tarde se convertiría en el núcleo del Ejército Popular republicano. En sus numerosos artículos y discursos refleja su obsesión por eliminar a los partidarios de los rebeldes en Madrid y junto a Gorev, Berzin y otros asesores insistieron en que sería un suicidio no evacuar a los prisioneros más peligrosos, una opinión que quizás por la desesperada situación del asedio fue compartida por Vicente Rojo y Miaja. El periodista Herbert Matthews escribió sobre Vidali y  las matanzas:

“Personalmente, creo que las órdenes partieron de los agentes del Comintern en Madrid, pues se que el siniestro Vittorio Vidali pasó la noche en una prisión interrogando brevemente a los prisioneros que llevaban a su presencia. Una vez se convencía, como siempre, de que eran quintacolumnistas, les pegaba un tiro en la nuca con su revólver”. Estos comentarios de Matthews se vieron respaldados por Castro Delgado en sus Memorias; no obstante, de los españoles participantes en las masacres, solo consta un cierto arrepentimiento por parte de Serrano Poncela; los demás, unos por medrar en su carrera política, otros por el botín que se llevaban, no dieron muestra de pesar por haber participado en los asesinatos. Preston, basándose en las memorias de Vicente Rojo asegura que Miguel Martínez no era Koltsov, sino otro agente del NKVD al que se le conocía como José Escoy y también como José Ocampo, llamado en realidad

IOSIF ROMUALDOVICH GRIGULEVICH[13]. Según Preston (p 473) estaba entrenado en asesinatos y secuestros. En España contribuyó a establecer las unidades conocidas como “Brigadas Especiales” además de colaborar con Orlov, del que era subordinado, en la eliminación de trotskistas. Años más tarde Grigulevich declaró que había sido “la mano derecha de Carrillo” en la Consejería de Orden Público. De acuerdo con los archivos de la KGB, Carrillo llegó a establecer tal amistad con Grigulevich que años después lo eligió para que fuera el “padrino” laico de su hijo.[14] Dirigió la Brigada Especial junto a David Vázquez Baldominos, quien como hombre de confianza de Cazorla, sustituyó a Bruno Carreras (comisario general de Serrano Poncela) en la dirección general de Seguridad.

GRIGORY SERGEIEVICH  SYROYEZHKIN (“Pancho”), fue también miembro de la NKVD. Encargado como asesor en temas de «espionaje, contra espionaje y lucha de guerrillas», supervisó la actividad de la guerrilla detrás de las líneas franquistas. Convendría saber, por aquello de la memoria histórica, cuántos de los que consideran represaliados por el franquismo, fueron miembros de dichas guerrillas y quizás, perdieron la vida en esa actividad. Nos recuerda la tergiversación histórica que algunos hacen al considerar “víctimas del terrorismo” a los etarras muertos al manipular las bombas que querían colocar. Participó en el asesinato de Andrés Nin, a partir del cual desapareció de España. En cualquier caso, la labor de Syroyezhkin debió ser eficaz a los ojos de Stalin por cuanto no consta que fuera llamado a Moscú.

Entre los españoles tanto inductores como organizadores, además de los más destacados, ya mencionados, aparecen los siguientes que, encarcelados, fueron sometidos a juicio y fusilados:

*José Cazorla (1906-1940). Conductor. Dirigente de las Juventudes Socialistas Unificadas. Sustituto de Carrillo en la responsabilidad sobre el Orden Público en la Junta de Defensa de Madrid. Posteriormente, fue gobernador civil de Albacete y de Guadalajara. Apresado por las fuerzas de Cipriano Mera durante el golpe de Casado. Intentó reorganizar el PCE en la clandestinidad.

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*Ramón Torrecilla Guijarro (1908-1940). Policía. Miembro del Partido Comunista de España.

*Lino Delgado (1910-1943). Policía. Miembro del Partido Comunista de España. Secretario de la Sección de Personal de la Dirección General de Seguridad. Encargado de transmitir las órdenes de extracción de presos a los encargados de llevarlas a cabo y de dar cuenta al delegado de Orden Público, Segundo Serrano Poncela, de su ejecución.

*Vicente Gil (? – 1940). Agente de las Milicias de Vigilancia en la Retaguardia. Miembro del Partido Comunista de España.

*Federico Manzano Govantes (1906-1941). Inspector de las Milicias de Vigilancia en la Retaguardia. Miembro del Partido Socialista Obrero Español. Funcionario, Inspector General de las Milicias de Vigilancia de la Retaguardia. Encargado en varias ocasiones de la ejecución de los detenidos en distintas sacas efectuadas en las cárceles en noviembre de 1936. En abril de 1937 causó baja en el PSOE, dándose de alta en el PCE, al que perteneció hasta el final de la guerra. Tras el golpe de Casado, fue apresado y condenado a treinta años de cárcel por el Consejo Nacional de la Defensa. Trasladado al penal de San Miguel de los Reyes, le sorprendió allí la caída de Valencia.

*Antonio del Moral (1909-1940). Agente de las Milicias de Vigilancia en la Retaguardia. Miembro del Partido Comunista de España.

* Mariano del Cabo (1906 – ?) Agente de las Milicias de Vigilancia en la Retaguardia. Miliciano anarquista.

*Manuel Rascón (1902-1940). Miembro del Consejo de Investigación de la Dirección General de la Seguridad. Anarquista.

*Luis Colinas (1915-1943). Policía. Miembro del Partido Comunista de España

*Álvaro Marasa Barasa (1907-1940). Policía. Miembro del Partido Comunista de España. Calefactor. Ingresó en la Policía y en el Partido Comunista de España en agosto de 1936. Miembro de la Brigadilla de la calle San Bernardo, dependiente del Radio Oeste. Como delegado del Consejo de Orden Público escoltó una expedición a Paracuellos y dos a la cárcel de Alcalá de Henares. Ingresó en la Brigada Especial de Policía nº 2 de Cazorla. En 1937 fue destinado al Tribunal de Alta Traición y Espionaje, a la Brigada de Información y Control y, por último, a la Brigada Social, hasta su detención tras el golpe de Casado.

Las que señalamos a continuación, huyeron de España:

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* Segundo Serrano Poncela (1912-1976). Miembro de la Ejecutiva de las Juventudes Socialistas Unificadas. Abogado y escritor. Periodista del diario «Claridad», afín a Largo Caballero.. Fue designado delegado de Orden Público en la Junta de Defensa de Madrid entre el 7 y el 27 de noviembre de 1936, cuando, según distintas fuentes, fue cesado por Santiago Carrillo. En este periodo se realizaron la mayoría de las «sacas» masivas de presos de las cárceles madrileñas. Permaneció en la dirección de las JSU durante el resto de la guerra, pero alejado del PCE, al que se había unido, en principio, junto a la mayoría de sus compañeros. Se exilió en la República Dominicana, donde ejerció como ensayista y crítico literario. Fue profesor de las Universidades de Santo Domingo, Puerto Rico, México y Caracas. Según declaró en sus escritos, se sintió atormentado por su actuación durante el terror y perseguido por los comunistas por haberse desvinculado del PCE. Murió en Venezuela.

* Santiago Álvarez Santiago (1901- ?). Miembro del Partido Comunista de España. Exiliado. Retornó a España antes de la muerte de Franco, donde murió.

* Lucio Santiago (? – ?). Miembro de la Secretaría de Organización del Partido Comunista de España.

*Arturo García de la Rosa (1913 – ?). Policía. Miembro de las Juventudes Socialistas Unificadas.

* Andrés Urrésola (1906 – ?). Policía. Miembro del Partido Comunista de España.

* Agapito Saiz de Pedro (1904- ?). Policía. Miembro del Partido Comunista de España.

Durante la Guerra Civil española muchas embajadas y legaciones extranjeras acogieron a miles de españoles amenazados o perseguidos a causa de sus ideas. El embajador de Chile, Aurelio Núñez Morgado, que era el decano del cuerpo diplomático en España, fue el principal organizador de esta iniciativa humanitaria que salvó muchas vidas. Casi todas las embajadas de Madrid, salvo las de la Unión Soviética, Gran Bretaña y Estados Unidos, acogieron refugiados. Tres fueron asaltadas por fuerzas de orden público o milicianos, las de Finlandia, Perú y Turquía.

La publicidad dada al tema de los refugiados en las legaciones fue generalmente negativa para la República, lo que unido a la extrema gravedad del crimen masivo y  continuado en los días 6 a 8 de noviembre tampoco pasó desapercibida para los diplomáticos extranjeros en Madrid, que puestos en movimiento, investigaron los hechos y protestaron con energía ante la Junta de Defensa. Entre los diplomáticos, siempre respaldados por su Decano el Embajador de Chile, Aurelio Núñez Morgado, destacó por su eficacia, tenacidad y energía el Encargado de Negocios de Noruega, Félix Schlayer, alemán de nacionalidad. Además de obtener la presencia de la Cruz Roja Internacional, Schlayer con el Doctor Henny se trasladaron a los campos de muerte, excavaron, obtuvieron fotografías y testimonios, visitaron las prisiones y a la Junta de Defensa que hicieron caso omiso a lo que denunciaban. Como no interesaba que esos hechos se conocieran, un caza rojo interceptó el avión francés en el que el representante de la Cruz Roja regresaba a Ginebra vía Toulouse, con informe, documentos y fotografías. Tuvieron que tomar tierra accidentadamente con tripulantes y pasajeros heridos, entre ellos el Doctor Henny.

A causa de la intervención diplomática, temiendo un escándalo mundial, se interrumpieron por entonces las sacas y matanzas y los presos que quedaban en la Modelo, unos 5.000, fueron evacuados entre los días 14 a 16 de noviembre a las prisiones de Porlier, San Antón y Ventas, hacinándolos en ellas. Breve paréntesis, porque con redoblada osadía reanudaron la sangrienta tarea en Porlier el día 17 y allí no la interrumpieron hasta el 4 de diciembre, en el que el nuevo Delegado de Prisiones de Madrid, el sevillano Melchor Rodríguez, anarquista, hombre de energía, gran corazón y sentimientos humanitarios, se hizo con la situación y logró cortar los asesinatos masivos de prisioneros.

Conclusión:

La autoría: Es evidente que Miaja, Rojo, Gorev y los principales líderes del Partido Comunista estaban ansiosos por resolver la cuestión de los prisioneros con la máxima urgencia. Ellos habrían aprobado la evacuación de los detenidos  e instado a su “solución final”, aunque los ejecutores materiales lo fueron los miembros de la Junta de Defensa: Carrillo, Cazorla y Serrano Poncela con la ayuda de Contreras (Vidali) y del Quinto Regimiento y con la de Grigulevich y la Brigada Especial, con la colaboración de los anarquistas que controlaban las carreteras de entrada y salida de Madrid.

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La cantidad: Los historiadores de izquierda, siempre dispuestos a rebajar la responsabilidad de los dirigentes de este período, dan cifras muy bajas: Ian Gibson (2.400), Paul Preston (2.500) y Julius Ruiz, que es quien ha publicado sus últimos estudios, (2.532). Sin embargo, César Vidal da la cifra de 5.000, mientras que los trabajos de J. A. Ezpeleta, tan vinculado y estudioso de todo lo relacionado con Paracuellos, estima que fueron 4.200 los inocentes asesinados por compatriotas cegados por el odio.

Floyd Phillips Gibbons[15], la estrella del Tribune de Chicago para quien iba a ser la novena campaña militar de su carrera, no tuvo suficiente estómago para seguir de cerca el cainita conflicto español. Al mes de llegar, hizo las maletas:

 

«Es la más sangrienta y costosa guerra que he visto en mi vida… es espantoso el comprobar lo inhumanos que pueden ser unos hombres con otros.»


 

[1] http://publicaciones.defensa.gob.es/pprevistas/493ea36b-fb63-65ab-9bdd-ff0000451707/index.html#/150/

[2] José Cazorla (1906-1940). Miembro de la Ejecutiva de las Juventudes Socialistas Unificadas. Conductor. Dirigente de las Juventudes Socialistas Unificadas. Sustituto de Carrillo en la responsabilidad sobre el Orden Público en la Junta de Defensa de Madrid. Posteriormente, fue gobernador civil de Albacete y de Guadalajara. Apresado por las fuerzas de Cipriano Mera durante el golpe de Casado. Intentó reorganizar el PCE en la clandestinidad. Fue detenido, condenado a muerte y ejecutado el día 8 de abril de 1940.

[3] Segundo Serrano Poncela (1912-1976). Miembro de la Ejecutiva de las Juventudes Socialistas Unificadas. Delegado de Orden Público con Santiago Carrillo. Abogado y escritor. Periodista del diario «Claridad», afín a Largo Caballero. Miembro de la Ejecutiva de las Juventudes Socialistas Unificadas. Fue designado delegado de Orden Público en la Junta de Defensa de Madrid entre el 7 y el 27 de noviembre de 1936, cuando, según distintas fuentes, fue cesado por Santiago Carrillo. En este periodo se realizaron la mayoría de las «sacas» masivas de presos de las cárceles madrileñas. Permaneció en la dirección de las JSU durante el resto de la guerra, pero alejado del PCE, al que se había unido, en principio, junto a la mayoría de sus compañeros. Se exilió en la República Dominicana, donde ejerció como ensayista y crítico literario. Fue profesor de las Universidades de Santo Domingo, Puerto Rico, México y Caracas. Murió en Venezuela.

[4] Gregorio Gallego: Madrid, corazón que se desangra, p 222

[5] Paul Preston: “El Holocausto español. Odio y exterminio en la guerra civil y después” p 491

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[6] Javier Juárez: “Patria: una española en el KGB” p 69

[7] ”. M. Koltstov, Diario de la guerra de España, París, 1963, p. 114 y 261.

[8] Algunos historiadores dudan que fuera asesor personal de Stalin.

[9] A sugerencia de los superiores del NKVD adoptó este nombre que lo fue de un conocido escritor ruso del siglo XVIII. Militar y agente soviético. Oficial de contrainteligencia durante la guerra civil rusa. En 1926 ingresó en la sección extranjera de la NKVD, ejerciendo puestos en París, Berlín, Viena y Copenhague. Entre junio y septiembre de 1935 fue responsable de la NKVD en Londres. En septiembre de 1936 llegó a España como segundo jefe del pequeño grupo de la NKVD en Madrid. Se encargó de vigilar el embarque del oro del Banco de España a la URSS y destacó en acciones de purga contra militantes antiestalinistas. Fue el cerebro del asesinato de Andreu Nin. Desertó a los Estados Unidos en 1938, creando en torno a sí mismo una falsa leyenda que engañó por igual al FBI, CIA y al Congreso de los Estados Unidos, por lo que fue de los pocos que, llamados a Moscú, se salvó de las temibles purgas, porque no solo no fue, sino que  hábilmente chantajeó con utilizar sus conocimientos de espionaje y contraespionaje.

[10] Javier Juárez: “Patria: una española en el KGB” p 73

[11] Gorev poseía el cargo de General de Brigada al llegar a Madrid en el otoño de 1936 como agregado militar, donde fue apodado como Sancho. Su presencia como asesor militar en la batalla de Madrid fue elogiada por el teniente coronel Vicente Rojo,1 así como luego con el Jefe del Estado Mayor del Ejército del Norte, el militar comunista Francisco Ciutat (llamado «Angelito«). Se incorporó con dicho prestigio al frente republicano del Norte en la primavera de 1937 en substitución de Kiril Jackson. En el frente Norte, por ejemplo en la defensa de Bilbao los informes de los oficiales vascos no fueron tan buenos y cuestionaron sus méritos en la táctica bélica de dichos combates. Caído el frente norte, Gorev fue llamado de nuevo a Madrid y de allí retornó a la URSS, donde fue arrestado por sospechas de «traición». Sometido a un juicio sumario, fue condenado a muerte y fusilado el mismo día 20 de junio de 1938.

[12] Preston p 476

[13] Iósif Grigulévich (1913-1988). Agente de contraespionaje del NKVD soviético en España. Agente soviético. De origen lituano, fue reclutado para la GPU en París, en 1933. En 1934 emigró a Argentina y en septiembre de 1936 partió para España. Trabajó en la embajada soviética y se convirtió en consejero sobre policía y contraespionaje de los consejeros de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid. Subordinado de Orlov, fue quien urdió la falsificación de los planos militares para imputar a Andreu Nin, en cuyo secuestro y desaparición participó.

[14] Preston: p 479

[15] Floyd Phillips Gibbons (1887 – 1939) fue el corresponsal de guerra durante la Primera Guerra Mundial. Uno de los primeros reporteros y comentaristas radiofónicos de noticias, se hizo famoso con su rápido estilo de locución. Floyd Gibbons vivió en su carrera momentos de peligro, los cuales a menudo describió al público. No puede decirse que no estuviera acostumbrado a vivir situaciones duras y terribles.

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Licenciada en Geografía e Historia, fue profesora hasta su jubilación.

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