Lo primero que hay que hacer es «abrir la mente» y caer en la cuenta de que es posible un mundo sin partidos políticos.
– De forma gráfica usted ha valorado los resultados electorales como de «partitocracia 350 – España 0» ¿considera que a pesar de los nuevos partidos la política española sigue ajena a la sociedad?.
Los nuevos partidos son eso: partidos políticos. Grupos de iluminados que se creen con derecho a organizarnos la vida a toda la sociedad. Así que las novedades son cosa del marketing y de la puesta en escena pero nada de fondo. El 15-M, en sus orígenes, y el mismo Pablo Iglesias al principio, hablaban de explorar otras formas de participación política. Su insistencia en «la gente» parecía prometer un cambio en el sentido de devolver a la sociedad su protagonismo. Lo mismo se podría decir de Rivera con su mantra liberal de «la ciudadanía». Pero finalmente tanto unos como otros han decidido ir a lo seguro perpetuando el rancio modelo partitocrático.
– ¿También Podemos ha caído en la partitocracia?
Claro. En el caso de Podemos su modelo es el de un partido comunista típico en el que una pequeña elite ultraideologizada es la única que marca el ritmo.
– Cada día más se explicita el alejamiento de las instituciones políticas de la sociedad real ¿cree que la liza política no es ya el camino idóneo para reivindicar los derechos de la sociedad civil?
La acción política siempre será un camino, necesario y útil. Las familias españolas y los cuerpos sociales naturales, en tanto les quede algo de dignidad y de conciencia de sus fines y responsabilidad, no pueden permitir que el estatalismo siga avanzando como lo ha hecho en las últimas décadas. Ahora bien, nuestra duda es si ahora, en este momento, con estas reglas del juego, resulta útil o posible la lucha electoral.
– Si el campo de batalla en nuestro tiempo no está en las campañas electorales ¿cuál es el terreno en que la sociedad sana debería dar la lucha política?
El terreno político no electoral está en gran medida por descubrir. O por redescubrir en la Tradición. No se trata solamente de hacer campañas, manifestarse o recoger firmas para elevar algunas protestas a los poderosos. Se trata de ser capaces de vivir, de resistir en el día a día, en el trabajo, en la cultura, en la información, en todos los ámbitos de la vida, independientemente de quién sea el tirano partitocrático de turno. Si eso se consigue los resultados electorales llegarán como una consecuencia lógica.
– Desde la Comunión Tradicionalista Carlista ¿cuáles son las propuestas que realizan para la necesaria reconstrucción social?
Lo primero que hay que hacer es «abrir la mente» y caer en la cuenta de que es posible un mundo sin partidos políticos. Nosotros estamos comprometidos a mantener la llama de la política tradicional española. Una llama que en algún momento dará lugar a un «incendio». Los resultados no serán un calco del Siglo de Oro pero si que tendrán un fundamento común con aquel modelo católico, de libertades, monárquico, comunitario y pre-liberal.
Mientras tanto no dejaremos de animar a nuestros afiliados y simpatizantes a que construyan sociedad, a que trabajen desde la base, fortaleciendo todas aquellas pequeñas instituciones sociales que aún existen o creando otras nuevas con el mismo espíritu: sociedades cooperativas, gremios y cofradías, hermandades, mutuas, colegios, sindicatos, medios de comunicación, asociaciones de familias, parroquiales, educativas, culturales, juveniles, recreativas, etc.