Al finalizar la celebración eucarística el Papa Francisco se ha asomado a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Ángelus junto a los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. Antes del rezo mariano, el Papa deseo un feliz año y pidió al Señor que nos conceda la paz al celebrar la Jornada Mundial de la Paz.
»Sabemos -ha dicho- que con el año nuevo no cambiará todo, y que tantos problemas de ayer permanecerán también mañana. Entonces quisiera dirigir un deseo sostenido de una esperanza real, que traigo de la Liturgia de hoy… Os deseo que el Señor ponga su mirada sobre vosotros y que puodais alegraros, sabiendo que cada día su rostro misericordioso, más brillante que el sol, resplandece sobre vosotros y ¡no se oculta nunca! Descubrir el rostro de Dios hace nueva la vida. Porque es un Padre enamorado del hombre, que no se cansa nunca de recomenzar del inicio con nosotros para reencontrarnos. El Señor tiene una paciencia con nosotros, no se cansa nunca de recomenzar desde el inicio cada vez que nosotros caemos. Pero no promete cambios mágicos, Él no usa la varita mágica. Ama cambiar la realidad desde dentro, con paciencia y amor; pide entrar en nuestra vida con delicadeza, como la lluvia en la tierra, para llevar fruto. Y siempre nos espera y nos mira con ternura. Cada mañana, al despertar, podemos decir: »Hoy el Señor hace resplandecer su rostro sobre mí». Hermosa oración que es una realidad».
Francisco recordó ante la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, ¿Vence la indiferencia y conquista la paz? y ha dicho que la paz, que Dios Padre desea sembrar en el mundo, ‘‘debe ser cultivada por nosotros. No sólo, debe ser también »conquistada’‘. Esto implica una verdadera lucha, una lucha espiritual que tiene lugar en nuestro corazón. Porque enemiga de la paz no es sólo la guerra, sino también la indiferencia, que hace pensar sólo a sí mismos para crear muros, sospechas, miedos y cerrazones. Estas cosas son enemigas de la paz. Tenemos, gracias a Dios, tantas informaciones; pero a veces estamos tan sumergidos de noticias que nos distraemos de la realidad, del hermano y de la hermana que necesitan de nosotros. Comencemos a abrir el corazón, despertando la atención hacia el prójimo, a quien es más cercano. Este es el camino para la conquista de la paz».
Para ello el Papa ha pedido ayuda a la Reina de la Paz, la Madre de Dios. Ha explicado que Ella »guarda las alegrías y desata los nudos de nuestra vida, llevándolos al Señor… Encomendemos a la Madre el año nuevo -ha finalizado-, para que crezcan la paz y la misericordia».