Los viejos políticos, es decir los de ayer mismo, han salido de sus asilos mediáticos para decirnos que ellos sí que eran listos, y no estos jóvenes y “jóvenas”, éstas sorprendentemente clónicas, que no saben hacer ni una O con un canuto.
Ahí tenemos al Aznar, cada día con el gesto más feo y torcido, con cara de no saber qué hacer con Rajoy; a González, con la cabeza más grande y canosa, que trata a los suyos como maestro a parvulitos; a Leguina, que nos habla como abuelo a sus torpes nietos; y hasta al descerebrado de Zapatero, que se asoma a la cortina como diciéndonos: “¡eh, que todavía puedo hacer mejores payasadas!”. Y por supuesto, tenemos al adorado por la derechona, Corcuera, al que vemos con frecuencia en esas tertulias que le tratan, como al Piyayo, con un respeto imponente.
Hemos oído a Corcuera decir estas perlas: “mi partido ha sido siempre enemigo de los comunistas”, lo que es sólo una verdad a medias, porque efectivamente en aquella república del Frente Popular, todos estaban contra todos, y además a muerte: comunistas contra anarquistas, estos contra los sociatas, aquellos contra los trostkistas, y correteando entre las patas de estos animales, los separatistas, nacionalistas y demás canalla.
Todos contra todos, pero se le “olvida” decir que su PSOE era ferozmente marxista, y como tal actuó a lo largo de su terrible andadura, por cierto que muy lejos de esa cosa tan divertida de los “100 años de honradez”, porque robar y destruir han sido sus lemas.
Otra perla fue aquella frase en la que decía que “con tal de derribar la Dictadura había que aliarse hasta con las ratas”. Es indudable que ni Cuatro subproductos políticos pasados de fecha, hoy convertidos en las Hadas Madrinas de los novatos actuales siquiera con la ayuda de las ratas consiguieron nada, pero la sola idea de que una avalancha marxista (la suya) sustituyera a la España que salía triunfante de su subdesarrollo, nos encoge el corazón.
Y para no alargarnos más, el señor Corcuera, ante la escucha silenciosa de sus invitadores, despreció a los comunistas de ahora, corruptos y desorientados, comparados con los de entonces; según él, estos de ahora sin la categoría y honradez de aquellos otros de antes, como “Carrillo, los sindicalistas y otras figuras destacables de la época” , metidos en esa secta de la hoz y el martillo. Lo peor de todo esto es que nadie le pone firmes cada vez que suelta una de esas estupideces, por eso el señor Corcuera, como los otros repescados pasados de fecha de caducidad, siguen creyendo que todos los españoles, no sólo carecemos de memoria, sino que, casi por definición, somos idiotas. Esta consecuencia sacarán ante la impunidad con la que pueden decir bellaquerías delante de sesudos contertulios reunidos por alguna cadena de la llamada, ya por costumbre apolillada, derecha.