Uno de los momentos más jugosos de los viajes papales en la era Francisco lo constituyen las preguntas y respuestas que a modo de «rueda de prensa» tiene el Papa al finalizar su visita al país visitado. Ha pasado también al final de la visita pastoral a México. Papa Francisco ha respondido a las inquietudes de los reporteros mexicanos sobre los 43 desaparecidos en Ayotzinapa o las víctimas de abuso sexual (incluso ha hablado concretamente sobre el fundador de los Legionarios de Cristo y sobre la congregación misma). Periodistas de otros países se han interesado por la política migratoria de Donal Trump y las declaraciones que éste ha hecho sobre el Papa al tildarlo de instrumento del gobierno mexicano. Una parte aparentemente polémica ha sido cuando respondió al modo como se puede/debe afrontar el caso del virus del zika. A continuación la transcripción y traducción del diálogo. JEM
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Pregunta (María Eugenia Jiménez de “Milenio”).- Santo Padre, en México hay miles de desaparecidos, pero el caso de los 43 de Ayotzinapa es un caso emblemático. Quisiera preguntarle por qué no se reunió con los familiares de ellos y también un mensaje para los familiares de los miles de desaparecidos.
Papa Francisco: si usted lee atentamente los mensajes, hacía referencia continuamente a los asesinatos, a las muertes, a las vidas cobradas por todas estas bandas de narcotráfico y traficantes de personas. O sea que de ese problema hablé como una de las llagas que está sufriendo México. Hubo algún intento de personas, de recibir, y eran muchos grupos, incluso contrapuestos entre ellos, con luchas internas. Entonces yo preferí decir que en la misa los iba a ver a todos, en la Misa de Juárez si preferían o en alguna otra, pero me abría a esa disponibilidad. Era prácticamente imposible recibir a todos los grupos que, por otro lado, también estaban enfrentados entre ellos. Es una situación que es difícil de comprender para mí, por supuesto, que soy extranjero, ¿verdad? Pero creo que incluso la sociedad mexicana es víctima de todo esto, de los crímenes, de limpiar gente, de descartar gente. Hablé en cuanto discurso pude y usted lo va a poder constatar allí. Es un dolor que me llevo muy grande, porque este pueblo no se merece un drama como este.
Pregunta (Javier Solórzano, de “Canal 11”): Muchas gracias. Papa Francisco, muchas gracias. El tema de la pederastia, como bien lo sabe, en México tiene raíces muy peligrosas, muy dolorosas. El caso del padre Maciel dejó herencias fuertes sobre todo con las víctimas. Las víctimas se siguen sintiendo desprotegidas de la Iglesia, muchos de ellos siguen siendo hombres de fe, algunos incluso han seguido el sacerdocio. Le pregunto: ¿qué piensa de este tema? ¿En algún momento ha pensado reunirse con las víctimas? Y en general, de esta idea de que los sacerdotes cuando llegan a ser detectados de algunos casos de ésta naturaleza lo que se hace es cambiarlos nada más de parroquia. ¿Cómo ve este asunto? Y muchas gracias.
Papa Francesco: Bueno, empiezo por lo segundo. Un obispo que cambia un sacerdote de parroquia cuando se detecta una pederastia es un inconsciente y lo mejor que puede hacer es presentar la renuncia, ¿clarito? Segundo, para atrás, caso Maciel. Y aquí me permito rendir un homenaje al hombre que luchó en un momento que no tenía fuerza para imponerse, hasta que logró imponer: Ratzinger. El cardenal Ratzinger –un aplauso para él– es un hombre que tuvo toda la documentación.
Siendo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe tuvo todo en su mano, hizo las investigaciones y llegó, y llegó, y llegó, y llegó, y no pudo ir más allá en la ejecución. Pero si ustedes se acuerdan, 10 días antes de morir san Juan Pablo II, aquel Vía Crucis del Viernes Santo, le dijo a toda la Iglesia que había que limpiar las porquerías de la Iglesia, “le sporcizie”. Y en la Misa Pro Eligendo Pontifice –no es tonto, él sabía que era un candidato– no le importó maquillar su postura, dijo exactamente lo mismo. O sea, fue el valiente que ayudó a tantos a abrir esta puerta. Así que lo quiero recordar, porque a veces nos olvidamos de estos trabajos escondidos que fueron los que prepararon los cimientos para destapar la olla.
Tercero, estamos trabajando bastante. Con el cardenal secretario de Estado, charlando, y también con el equipo de los nueve cardenales consejeros, después de escuchar, decidí nombrar un tercer secretario adjunto en la Doctrina de la Fe para que se encargue solamente de estos casos, porque la Congregación no da abasto con todos los que tiene, entonces que sepa dirigir para eso. Además, se constituyó el Tribunal de Apelación, presidido por monseñor Scicluna, que está llevando los casos de segunda instancia. Es decir, cuando hay recursos, porque el primer recurso lo hace la “Feria cuarta” –le llamamos–, se reúne los miércoles, de la Doctrina de la Fe. Cuando hay un recurso vuelve a la primera instancia, y eso no es justo. Entonces, el segundo recurso, con ya un perfil también legal, con abogado defensor. Pero hay que apurar porque nos tenemos bastante atrasados en los casos porque van apareciendo casos. Tercero, otra cosa que está trabajando muy bien es la Comisión para tutela de menores. No es estrictamente cerrada en los casos de pedofilia pero si de tutela de menores. Ahí yo me reuní, una mañana entera, con seis de ellos –dos alemanes, dos irlandeses y dos ingleses, varones y mujeres, abusados, víctimas– y también me reuní con víctimas en Filadelfia. Ahí también tuve una mañana una reunión con las víctimas. O sea, que se va trabajando. Pero yo doy gracias a Dios que se haya destapado esta olla y hay que seguir destapándola y tomar conciencia.
Y lo último, quiero decir que es una monstruosidad, porque un sacerdote está consagrado para llevar a un niño a Dios, y ahí se lo come en un sacrificio diabólico, lo destruye. Bueno, lo de Maciel, volviendo a la congregación, toda una intervención se hizo y hoy en día la congregación [de los legionarios de Cristo, ndr], el gobierno de la congregación está semi intervenido. O sea: el Superior General es elegido por el Consejo, por el Capítulo General, pero el vicario lo elige el Papa. Dos consejeros generales los elige el Capitulo General y otros dos los elige el Papa, de tal manera que así vamos ayudando a revisar cuentas antiguas.
Pregunta (Phil Pulella, de ‘Reuters’): Usted habló muy elocuentemente de los problemas de los inmigrantres. Del otro lado de la frontera hay una campaña electoral bastante dura. Uno de los candidatos a la Casa Blanca, el republicano Donald Trump, en una entrevista reciente ha dicho que usted es un hombre político y de hecho dijo que usted es un instrumento del gobierno mexicano para la política de inmigración. Él ha declarado que si es elegido quiere construir 2.500 km de muro a lo largo de la frontera. Quiere deportar 11 millones de inmigrantes ilegales, separando así familias, etcétera. Quiero pedirle ante todo que piensa de estas acusaciones contra usted y si un católico americano puede votar una persona de este tipo.
Papa Francisco: Gracias a Dios ha dicho que soy político, porque Aristóteles define a la persona humana como ‘animal politicus’. Yo por lo menos soy una persona humana, ¿eh?… Y que soy una ‘ficha en un tablero’, un instrumento… quizá, no sé. Lo dejo al juicio de ustedes, de la gente. Y, además, una persona que piensa solo en construir muros, sea donde sea, en no construir puentes, no es cristiana. Esto no está en el Evangelio.
Sobre lo que se me pregunta, acerca de qué aconsejaría yo si votar o no votar: no me meto. Solamente digo: este hombre no es cristiano, si dice eso. Hay que ver si él ha dicho esas cosas ¿no? Y por ello concedo el beneficio de la duda.
Pregunta ( Jean-Louis de la Vaissière France Presse): El encuentro con el Patriarca ruso Kirill y la firma de una Declaración conjunta ha sido saludada por el mundo entero como un paso histórico. Pero ahora, ya hoy en Ucrania los greco-católicos se sienten traicionados y hablan de un “documento político”, de apoyo a la política rusa. En el campo, la guerra de las palabras se ha encendido de nuevo. ¿Usted piensa que puede ir a Moscú? ¿Fue invitado por el Patriarca? ¿Piensa ir quizás a Creta para saludar al Concilio Pan-ortodoxo en primavera?
Papa Francisco: Comienzo por el final. Estaré presente, espiritualmente y con un mensaje. Me gustaría ir a saludarlos, son hermanos, pero debo respetarlos. Pero sé que ellos quieren invitar observadores católicos y esto es un buen puente. Pero detrás de los observadores católicos estaré yo, rezando con los mejores deseos para que los ortodoxos sigan, vayan adelante, adelante, porque son hermanos y sus obispos son obispos como nosotros.
Y después, Kirill. Mi hermano. Nos besamos, abrazamos y luego tuvimos un coloquio de una hora. ¡Dos horas! Más de una hora (la vejez no viene sola, ¿eh?). Dos horas en las cuales hemos hablado como hermanos, sinceramente, y nadie lo sabe de qué hemos hablado, solamente aquello que dijimos al final, públicamente, sobre qué sentimos al hablar.
Tercero: este artículo, aquellas declaraciones en Ucrania. Cuando dije esto estuve un poco preocupado, porque era más Svjatoslav Ševčuk que dijo que el pueblo ucranio o algunos ucranios o tantos ucranios se sienten profundamente desilusionados y traicionados. En primer lugar, yo conozco bien a Svjatoslav: en Buenos Aires, por cuatro años trabajamos juntos. Cuando él fue elegido –tenía 42 años ¿eh? Un buen hombre– fue elegido obispo mayor, volvió a Buenos Aires a buscar sus cosas. Vino a visitarme y me regaló un icono, pequeño así, de la Virgen de la Ternura y me dijo: “esta imagen me ha acompañado por toda la vida: quiero dejarla a ti, que me has acompañado en estos cuatro años”. Es una de las pocas cosas que me hice traer de Buenos Aires y la tengo en el escritorio. Es decir, es un hombre por el cual tengo respeto y familiaridad, nos damos del “tu” y así…
Segundo: por esto me pareció un poco extraño. Y me acordé de una cosa que dije aquí, a ustedes: para entender una noticia, una declaración, es necesario buscar la hermenéutica de todo. Pero, ¿cuándo dijiste esto? Fue dicho en una declaración del 14 de febrero pasado, el domingo, el domingo pasado. Una entrevista que hizo, un padre, tomada por el padre, no recuerdo… un sacerdote ucranio. En Ucrania, tomada y publicada. Aquella noticia, la entrevista es de una página, dos o un poco más, más o menos. Aquella noticia está en el tercer último párrafo, así pequeño. Leí la entrevista, y diré esto: Ševčuk es la parte dogmática, se declara hijo de la Iglesia, en comunión con el Obispo de Roma, con la Iglesia. Habla del Papa, de la cercanía al Papa y de él, de su fe, ¿no? Y de la fe también del pueblo ortodoxo allí: en la parte dogmática, ninguna dificultad, es ortodoxa en el buen sentido de la palabra, es decir Doctrina Católica, ¿no? Luego, como en toda entrevista –ésta, por ejemplo– cada uno tiene el derecho de decir sus cosas, y esto no lo hizo sobre el encuentro, porque del encuentro dice: “Es una cosa buena y tenemos que seguir adelante”. En este segundo capítulo, las ideas personales que una persona tiene. Por ejemplo, esto que yo he dicho sobre los obispos que trasladan a los sacerdotes pederastas, lo mejor que pueden hacer es dimitir, es una cosa… no es dogmática, pero es lo que yo pienso. Y así él tiene sus ideas personales que son para dialogar, y tiene derecho a tenerlas. Todo lo que dice él está en el documento: este es el problema. Sobre el hecho del encuentro… “pero, éste es el Señor, el Espíritu que va adelante, el abrazo…: Todo va bien. ¿El Documento? Es un documento discutible, y tiene un añadido más: que Ucrania está en un momento de guerra, de sufrimiento, con tantas interpretaciones. Yo he nombrado al pueblo ucraniano pidiendo oraciones y cercanía tantas veces, ya sea en los Ángelus o en las Audiencias del miércoles.
Pero el hecho histórico de una guerra vivida como… cada uno tiene su idea, cómo es esta guerra, quién la ha iniciado, cómo se hace, cómo no se hace… Es evidente que éste es un problema histórico, pero también un problema personal (vivencial, existencial) de aquel país, y habla del sufrimiento. Y allí yo inserto este parágrafo: se comprende que los fieles… porque Svjatoslav dice: “Tantos fieles me han llamado o escrito diciendo que están profundamente decepcionados o que se sienten traicionados por Roma”. Se entiende que un pueblo en aquella situación sienta esto, ¿no? Pero, el Documento es opinable sobre esta cuestión de Ucrania, pero allí se dice que se detenga la guerra y que se vaya a acuerdos; también yo personalmente he dicho que los Acuerdos de Minsk vayan adelante, y que no se borre con el codo lo que se ha escrito con las manos, ¡eh!
La Iglesia de Roma, el Papa ha dicho siempre: “Busquen la paz”. He recibido a ambos presidentes. Paridad, ¿no? Y por esto, cuando usted dice que ha oído esto de su pueblo, yo lo entiendo. Lo entiendo. Pero no es “la” noticia. “La noticia” es todo. Si ustedes leen toda la entrevista, ven que hay cosas dogmáticas serias, que permanecen, hay un deseo de unidad, de ir adelante, ecuménico –él es un hombre ecuménico–. Hay algunas opiniones. Él me ha escrito, cuando se supo del viaje, del encuentro, pero como un hermano, dando sus opiniones de hermano.
A mí no me desagrada el Documento, así; no me desagrada en el sentido de que debemos respetar las cosas, que cada uno tiene la libertad de pensar en aquella situación tan difícil. Y desde Roma… ahora el Nuncio está en la frontera donde se combate, ayudando a los soldados, a los heridos; la Iglesia de Roma ha enviado tanta ayuda, tanta ayuda allí; y siempre paz, acuerdos, que se respete el Acuerdo de Minsk… y así. Este es el conjunto. Pero no asustarse con aquella frase: ésta es una lección, que a una noticia se la debe interpretar con la hermenéutica del todo, no de la parte.
Pregunta: ¿El Patriarca Kirill lo ha invitado a ir Moscú?
Papa Francisco: El Patriarca Kirill… yo preferiría… Porque si digo una cosa debo decir otra y otra y otra. Preferiría que aquello de lo que hemos hablado nosotros, solos, sea sólo lo que hemos dicho en público. Este es un dato. Y si digo esto, debería decir más… ¡no! Lo que yo he dicho en público, lo que él ha dicho en público, esto es lo que se pude decir del coloquio privado. De lo contrario no sería privado. Pero puedo decirle: yo he salido feliz. Y también él.
Pregunta (Carlo Marroni, de ‘Il sole 24 ore’): Mi pregunta es sobre la familia, tema que usted ha tocado en este viaje. En el parlamento italiano está en discusión la ley sobre las uniones civiles, tema que está llevando a fuertes encuentros en política, pero también a un debate en la sociedad y entre los católicos. En particular quiero saber su pensamiento sobre el tema de las adopciones por parte de las uniones civiles y en consecuencia sobre los derechos de los niños y de los hijos en general.
Papa Francisco: Ante todo, yo no sé cómo están las cosas en el Parlamento italiano. El Papa no se mete en la política italiana. En la primera reunión que mantuve con los obispos, en mayo de 2013, una de las tres cosas que dije fue: «Con el gobierno italiano, arréglenselas ustedes». Porque el Papa es para todos y no puede meterse en política concreta, interna de un país: éste no es el papel del Papa, ¿no? Y lo que pienso yo es lo que piensa la Iglesia y ha dicho en tantas ocasiones… porque éste no es el primer país que vive esta experiencia: son tantos. Yo pienso lo que la Iglesia ha dicho siempre.
Pregunta (Paloma García Ovejero, de la cadena COPE): Santo Padre, desde hace algunas semanas hay mucha preocupación en diversos países latinoamericanos, también en Europa, por el virus “Zika”. El riesgo más grande sería para las mujeres embarazadas: hay angustia. Algunas autoridades han propuesto el aborto o evitar el embarazo. En este caso, la Iglesia puede tomar en consideración del “mal menor”?
Papa Francisco: El aborto no es un “mal menor”. Es un crimen. Es eliminar a uno para salvar a otro. Es lo que hace la mafia, ¿eh? Es un crimen. Es un mal absoluto. Sobre “mal menor”, evitar el embarazo, hablamos en los términos de conflicto entre el quinto y el sexto Mandamiento.
Pablo VI, ¡el Grande!, en una situación difícil, en África, permitió a las religiosas usar los anticonceptivos por casos de violación. No confundir el mal de evitar el embarazo, con el aborto. El aborto no es un problema teológico: es un problema humano, es un problema médico. Se mata a una persona para salvar a otra en el mejor de los casos. O para pasarla bien, ¿no? Está en contra del Juramento Hipocrático que los médicos deben hacer. Es un mal en sí mismo, pero no es un mal religioso, al inicio: no, es un mal humano. Luego, evidentemente, como es un mal humano –como cada asesinato– es condenado. En cambio, evitar el embarazo no es un mal absoluto: en ciertos casos, como es éste, como en aquel que he mencionado del beato Pablo VI, estaba claro. También yo exhortaría a los médicos que hagan de todo por encontrar las vacunas contra estos dos mosquitos que traen este mal: sobre esto hay que trabajar…. Gracias
Pregunta (Ludwig Ring-Eifel, de la agencia alemana KNA): Santidad, en pocas semanas usted recibirá el Premio Carlo Magno, uno de los premios más prestigiosos de la Comunidad Europea. También Su predecesor, San Juan Pablo II, recibió este premio, que era tan importante para él. Y le importaba mucho también la unidad europea, que ahora parece que está yendo a trozos, antes con la crisis del euro y ahora con la crisis de los refugiados. ¿Usted a lo mejor tiene una palabra para nosotros en esta situación de crisis europea?
Papa Francisco: Primero sobre el Premio Carlo Magno. Yo tenía la costumbre de no aceptar condecoraciones o doctorados, pero desde siempre: no por humildad, sino porque no me gustan estas cosas. Un poco de locura es bueno tenerla, y no me gusta. Pero en este caso, no digo “forzado”, pero “convencido” con la santa y teológica testarudez del cardenal Kasper, que ha sido elegido (ríe) desde Aachen para convencerme. Y yo he dicho: “Sí, pero en el Vaticano”. Y… he dicho esto; lo ofrezco por Europa: que sea una condecoración, un premio para que Europa pueda hacer aquello que yo he deseado en Estrasburgo: más fácil que no sea la “abuela Europa”, sino la “mamá Europa”.
Segundo. El otro día, leyendo las noticias sobre esta crisis y esto… yo leo poco, yo sólo hojeo un periódico –no digo el nombre para no crear celos, pero se sabe… (ríe)– lo veo 15 minutos, y luego me hago informar de la Secretaria de Estado… Una palabra que me ha gustado, y me ha gustado –no se quien la aprueba y quien no– “la refundación de la Unión Europea”. Y yo he pensado en los grandes Padres, ¿eh? Pero hoy ¿dónde están un Schuman, un Adenauer? Y estos grandes que después de la guerra han “fundado” la Unión Europea… Y me gusta esta idea de la refundación: ¡a lo mejor se podría hacer! Porque Europa, no diría que es “única”, pero tiene una fuerza, una cultura, una historia que no se puede desperdiciar, y tenemos que hacer de todo para que la Unión Europea tenga la fuerza y también la inspiración de hacernos andar hacia delante. No sé, esto es lo que pienso.
Pregunta (Anne Thompson de “Nbc News”): Santo Padre, durante este viaje usted ha hablado mucho de familia y del Año de la Misericordia. Algunos se preguntan, cómo una Iglesia que sostiene ser “misericordiosa” pueda perdonar con más facilidad a un asesino que a uno que se divorcia y se vuelve a casar…
Papa Francisco: ¡Me gusta la pregunta! Sobre la familia, han hablado dos Sínodos y el Papa ha hablado todo el año en las catequesis de los miércoles. Y la pregunta es verdadera, me gusta, porque usted la ha formulado plásticamente bien, ¿eh? En el documento post-sinodal que saldrá –quizás antes de Pascua– se retoma todo aquello que el Sínodo –en uno de los capítulos, porque tiene muchos– ha dicho sobre los conflictos o sobre las familias heridas, y la pastoral de las familias heridas. Es una de las preocupaciones. Como lo es también la preparación al matrimonio.
Piense que para hacerse sacerdote se necesitan ocho años de estudio, de preparación, y después, después de un cierto tiempo, si sientes que no puedes, pides la dispensa, te vas, y todo termina ahí. En cambio, para recibir un sacramento que es para toda la vida ¡bastan tres-cuatro charlas!… La preparación al matrimonio es muy importante. Es muy, muy importante porque creo que es una cosa que la Iglesia, en la pastoral común –al menos en mi país, en Sudamérica– no ha evaluado tanto. Por ejemplo –ahora no mucho, pero hace algunos años– en mi patria, existía la costumbre de… Se llamaba “casamiento de apuro”: casarse rápidamente porque viene un niño. Y para cubrir socialmente el honor de la familia… Así no eran libres y tantas veces estos matrimonios son nulos. Y yo, como obispo, he prohibido a los curas hacer esto, cuando era el caso… El niño ¡que venga! Que sigan siendo novios y cuando se sientan listos para afrontarlo durante toda la vida, que vayan adelante.
Pero hay una falta del matrimonio. Luego, otro capítulo muy interesante: la educación de los hijos. Las víctimas de los problemas de la familia son los hijos: los hijos. Pero también víctimas de los problemas de la familia que ni el marido ni la esposa quieren: por ejemplo, la necesidad de trabajo. Cuando el papá no tiene tiempo libre para hablar con los hijos, cuando la mamá no tiene tiempo libre para hablar con los hijos…
Cuando yo confieso a una pareja que tiene hijos, un matrimonio, pregunto: “¿cuántos hijos tienen?”. Y algunos se asustan porque dicen: “el cura me preguntará por qué no tengo más…”. Entonces yo agrego: “le haré una segunda pregunta: ¿usted juega con sus hijos?”, y la mayoría –¡casi todos!– dicen: “pero, padre, no tengo tiempo: trabajo todo el día”. Y los hijos son víctimas de un problema social que hiere a la familia. Es un problema. Me gusta su pregunta.
Y una tercera cosa interesante: en el encuentro con las familias en Morelia –no: ¿fue en Morelia? No… en Tuxtla, en Tuxtla– había una pareja de vueltos a casar en segunda unión, integrados en la pastoral de la Iglesia… Y la palabra clave que usó el Sínodo –y yo retomaré– es “integrar en la vida de la Iglesia a las familias heridas, a las familias de los vueltos a casar”, y todo esto. Pero no olvidarse de que los niños están al centro, ¿eh? Son las primeras víctimas, ya sea de las heridas que de las condiciones de pobreza, de trabajo, de todo esto.
¿Significa que podrán recibir la comunión?
Papa Francisco: Esta es una cosa: integrar en la Iglesia no significa “recibir la comunión”, porque conozco católicos vueltos a casar que van a la iglesia una vez al año, dos veces: “¡pero, quiero hacer la comunión!”, como si la comunión fuese una condecoración, ¿no? Un trabajo de integración. Todas las puertas están abiertas. Pero no se puede decir, solamente hasta aquí, “pueden hacer la comunión”. Esta sería también una herida a los matrimonios, a la pareja, porque no los hará cumplir aquel camino de integración. Y estos dos ¡eran felices! Y han utilizado una expresión muy hermosa: “Nosotros no hacemos la comunión eucarística, pero hacemos comunión en la visita al hospital, en esto, en aquello…”. Su integración está ahí. Si hay algo más, el Señor dirá, pero… es un camino.
Pregunta (Antone-Marie Izoard de “Imedia”): Santidad, permítame decir primero, bromeando, que nosotros vaticanistas dependemos de la agenda del Papa y no podemos jugar con nuestros hijos. El sábado está la audiencia jubilar, el domingo está el ángelus, y de lunes a viernes se vuela para trabajar. La pregunta es un poco ocia: numerosos medios han evocado y hecho clamor sobre la “intensa correspondencia” entre Juan Pablo II y la filósofa americana Anna Tymieniecka, que nutria –se dice– un gran afecto por el Papa polaco. Según usted, ¿un papa puede tener una relación así de íntima con una mujer? Y también, si me permite: usted tiene una importante correspondencia, ¿conoce o ha conocido este tipo de experiencia?
Papa Francisco: Esto lo conocía, esta relación de amistad, entre San Juan Pablo II, y esta filosofa, cuando estaba en Buenos Aires; una cosa que se sabía, también los libros de ella son conocidos, y Juan Pablo II era un hombre inquieto.
Además, yo diría que un hombre que no sabe tener una buena relación de amistad con una mujer –no hablo de los misóginos: estos son enfermos– es un hombre que le falta algo. Y yo, por experiencia propia, también, cuando pido un consejo, pido a un colaborador, a un amigo, un hombre, pero también me gusta escuchar el parecer de una mujer: ¡te dan tanta riqueza! Miran las cosas de otro modo. A mí me gusta decir que la mujer es aquella que construye la vida en el vientre y tiene –¿pero esto es una comparación que hago yo?–, y tiene este carisma de darte cosas para construir.
Una amistad con una mujer no es un pecado: es una amistad. Una relación amorosa con una mujer que no sea tu mujer, es un pecado. El Papa es un hombre, el Papa tiene necesidad también del pensamiento de las mujeres. Y también el Papa tiene un corazón que puede tener una amistad sana, santa, con una mujer. Existen santos amigos –Francisco y Clara, Teresa y Juan de la Cruz… No se asusten. Pero las mujeres no son todavía un poco… bien consideradas, no totalmente… No hemos entendido el bien que una mujer puede hacer en la vida del sacerdote y de la Iglesia, en un sentido de consejo, de ayuda, de sana amistad.
Pregunta (Franca Giansoldati de “Il Messaggero”): Regreso al argumento de la ley que está por votarse en el parlamento italiano: es una ley que en cierta manera toca a otros estados, porque otros estados tienen a la vista leyes que dicen relación entre uniones de personas del mismo sexo. Hay un documento de la Congregación de la Doctrina de la Fe, que se remonta a 2003, que dedica una amplia atención a esto, y dedica un capítulo al comportamiento que deben tener los parlamentarios católicos en parlamente ante estas leyes. Se dice expresamente que los parlamentarios católicos no deben votar estas leyes. Visto que hay mucha confusión sobre esto, le quiero pedir ante todo si este documento de 2003 tiene todavía un valor, y efectivamente, ¿cuál comportamiento debe tener un parlamentario católico? Y también: después de Moscú, El Cairo: ¿hay un deshielo que se entrevé en el horizonte? Es decir, me refiero a la audiencia que usted desea con el “papa de los sunitas”, llamémoslo así, con el imán de Al-Azhar?
Papa Francisco: Sobre esto, ha ido Mons. Ayuso al Cairo, la semana pasada, para encontrar al segundo del Imam y también al Imam. Mons. Ayuso es secretario del cardenal Tauran, del Pontificio Consejo para el diálogo interreligioso. Yo quiero encontrarlo, sé que a él le gustaría, y estamos buscando el modo: siempre por medio del Cardenal Tauran, porque este es el camino, ¿no? Pero, lo lograremos. Sobre el primer argumento: yo no recuerdo bien este documento del 2003 de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Pero un parlamentario católico debe votar según la propia conciencia bien formada: esto diría, solamente esto.
Creo que sea suficiente, porque… y digo “bien formada”, porque no es la conciencia aquello que me parece. Yo recuerdo cuando fue discutido el matrimonio de las personas del mismo sexo en Buenos Aíres, que estaban ahí, igualados en los votos, y al final uno dijo, que había aconsejado al otro:
– ¿Pero tú ves claro?
–No
– Ni siquiera yo
– Vámonos
– Si nos vamos, no alcanzaran la mayoría.
Y el otro dijo: “Pero si alcanzamos la mayoría, damos el voto a la Kirchner”, y el otro: “Pero, prefiero darlo a la Kirchner y no a Bergoglio”… y adelante.
Esta no es una conciencia formada, ¿eh? Y sobre las personas del mismo sexo, repito aquello que he dicho en el viaje de Río de Janeiro que está en el catecismo de la Iglesia Católica.
Pregunta (Javier Martínez Brocal, de “Rome Reports”): Santo Padre, muchas gracias por este viaje a México, ha sido un honor acompañarlo y ver lo que hemos visto. Todavía no hemos vuelto a Roma y ya estamos pensando en futuros viajes, en hacer de nuevo las valijas. Santo Padre, ¿cuándo viajará a la Argentina, donde lo esperan desde hace mucho tiempo, y cuándo volverá a América Latina, o irá a China? También, una broma: usted, durante este viaje, nos habló muchas veces de “soñar”. Usted, ¿qué sueña? Y, sobre todo, ¿cuál es su pesadilla?
Papa Francisco: La China… (risas). Ir allí: ¡me gusta mucho! Y quiero decir una cosa, una cosa justa, sobre el pueblo mexicano. Es un pueblo de una riqueza, de una riqueza tan grande, es un pueblo que sorprende, ¡tiene una cultura! Tiene una cultura milenaria. ¿Ustedes saben que hoy, en México se hablan sesenta y cinco idiomas, contando aquellos indígenas? ¡Sesenta y cinco! Es un pueblo de gran fe, también ha sufrido persecuciones religiosas, hay mártires –ahora canonizaré dos, dos o tres–. Es un pueblo, no se lo puede explicar: es un pueblo que simplemente no se puede explicar porque la palabra «pueblo» no es una categoría lógica, es una categoría mítica. Y el pueblo mexicano no se puede explicar esta riqueza, esta historia, esta alegría, esta capacidad de fiesta, y estas tragedias sobre las que ustedes han preguntado.
No puedo decir otra cosa que esta unidad, también que este pueblo haya logrado no fallar, a no terminarse con tantas guerras y cosas… ¡Y las cosas que suceden ahora! Allí, en Ciudad Juárez, hubo un pacto de doce horas de paz por mi visita, después continuarán a luchar entre sí, los traficantes. Un pueblo que aún tiene esta vitalidad, sólo se explica por Guadalupe. Y yo los invito a estudiar seriamente el hecho de Guadalupe. La Virgen está allí. No encuentro otra explicación. Sería bueno que ustedes, como periodistas, hay algunos buenos libros que explican, que explican también la pintura, cómo es, lo que significa… Y así se podrá entender un poco este pueblo tan grande, tan bello.
Pregunta (Caroline Pigozzi, de “Paris Match”): Sí, Santo Padre, buenas tardes. Dos cosas. Quería saber lo que le pidió a la Virgen de Guadalupe, porque se quedó mucho tiempo rezando en la iglesia a la Guadalupana; después, la segunda cosa, ¿usted sueña en italiano o en español?
Papa Francisco: Diré que sueño en esperanto (ríe). No sé cómo responder a esto, realmente. A veces sí, recuerdo algún sueño en otro idioma, pero soñar en idiomas no, pero con figuras, sí. Eh, mi psicología es así. Con palabras sueño poco ¿no? ¿Y la primera era?
Caroline Pigozzi: La primera pregunta, Santidad, usted estuvo mucho tiempo rezando a la Virgen…
Papa Francisco: Pedí por el mundo, por la paz, por muchas cosas. ¡La pobrecilla terminó con la cabeza así! He pedido perdón, he pedido que la Iglesia crezca sana, pedí por el pueblo mexicano. También una cosa que pedí tanto es que los sacerdotes sean verdaderos sacerdotes y las monjas, verdaderas monjas, y los obispos, verdaderos obispos: como el Señor nos quiere. Esto lo pedí mucho, ¿no? Y después, las cosas que un hijo le dice a la Mamá son un poco secretas… Gracias, Carolina…
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Padre Federico Lombardi (portavoz del Vaticano): como sabemos, este es el último viaje de Alberto Gasbarri, que está aquí cerca, y que todos conocemos muy bien y a quien estamos muy agradecidos por el servicio que ha cumplido en todos estos viajes. Entonces, ahora también nuestros colegas querían decir unas palabras a Alberto, y también hacerle un pequeño homenaje. Tenemos nuestra decana que habla… dado que usted hizo todas estas atenciones a las mujeres, nosotros tratamos de adecuarnos.
Decana (Valentina Alazraki, de Televisa): Vamos a tratar de tener una buena relación. En serio, me gusta mucho bromear, usted lo sabe. Sin embargo, en este momento no puedo, porque me entristece mucho la idea de que en el próximo viaje no esté Alberto, y no me sale ninguna broma: porque es una de esas personas que es imposible pensar no ver a su lado, en los próximos meses. La primera vez que lo vi, fue hace 37 años, tenía más cabello, era un poco más delgado, pero era exactamente la misma persona. Yo lo llamaría «el señor de los cielos», es la expresión que me viene. Es un caballero de otra época, no sólo por el traje y su vestir impecable, sino que hemos pasado muchísimas cosas. Él ha estado al servicio –como decimos en la Iglesia– de tres Papas; hubo muchos momentos difíciles, aterrizajes de emergencia, países en lucha… Nunca lo vi levantar la ceja, ni una palabra más, nunca un momento de nerviosismo, nunca descortés con nadie. En verdad, un caballero. Es como un sastre: un gran sastre que le cosió a medida para tres Papas diferentes los viajes, hechos a medidas para los tres Papas.
En los inicios de Juan Pablo II, creo que cuando comenzó a colaborar con el padre Tucci después de la salida de Mons. Marcinkus, creo que Mons. Marcinkus le dijo: «Mira, este es polaco, es un cabeza dura y las verás de todos los colores». Y creo que fue así al principio. Al final de su pontificado –es cierto… – era un poco como un hijo: no sólo organizaba los viajes sino que estaba cerca de un hombre que cada día más tenía limitaciones físicas y él se inventó de todo –trono móvil, la plataforma móvil– y veíamos con qué sentimiento, con qué angustia a veces, estaba cerca de él atento a que no cayese, que estuviera bien.
Luego llegó el Papa Benedicto: él, hasta ese momento era el «número dos», digamos; en 2005, el Papa Benedicto lo nombró «número uno» y creo –no sé si me equivoco– y creo que, ¿tal vez fueron los ocho años más tranquilos, más simples? Porque creo que el Papa Benedicto era más manso, más ordenado, no saltaba de un minuto el protocolo, seguía todo lo que Alberto le decía, era más «dócil», por así decirlo (risas).
Y luego… llegó un huracán, y creo que Alberto ha tenido que hacer otro traje y decir: «Oh Dios, me parece que también este es una cabeza dura», pienso. Y de todos modos, creo que han llegado de nuevo a tener una bellísima relación: hemos hecho todos estos viajes, todos, con Juan Pablo II, con Benedicto, con usted, verdaderamente a medida para cada uno de ustedes porque finalmente –como usted lo dijo– cada Papa es un hombre: tiene sus gustos, sus ritmos, sus propias prioridades y creo que él ha sabido interpretar a los tres en el mejor de los modos y siempre con una gentileza, una calma, una educación y una eficiencia verdaderamente extraordinarias. Así que verdaderamente me da mucha tristeza que en próximo viaje tú no estés.
Padre Lombardi: Bien: ¿quieren explicar los regalos que le hacen a Alberto?
Valentina: En primer lugar, Cindy tiene un regalo, se trata de un regalo serio… Así que vamos a dejar las cosas serias para el final. En cambio yo quería… yo no puedo dar a Alberto las llaves de San Pedro, tal vez usted puede hacerlo; pero, yo se lo doy a usted y usted a Alberto, el llavero de San Pedro: es un avión pequeño, así (…) siempre, y después hemos pensado que aquí estamos a bordo de un avión de Aeroméxico, pero si, ha pasado media vida con Alitalia, y como después tendrá un montón de tiempo para jugar, le compramos un juguete: y esta es la parte bromista. Y ella tiene la parte seria.
Cindy: Gracias Santidad. Tomamos algunas imágenes de Ebu, de Giancarlo Giuliani, de Associated Press, de «L’Osservatore Romano» y de Paul Haring… Un poco, se puede decir que hizo el photobombing de los momentos más históricos: hay un Papa, un presidente. Alberto. Esperamos que le guste…
Dr. Gasbarri: ¿Puedo, Padre Santo?
Papa Francisco: Una sola palabra: también yo repito lo que dije al principio: muchas gracias. Él me dio buenos consejos. Solamente tiene un defecto: que no sabe calcular bien los kilómetros…
Dr. Gasbarri: Gracias, Santo Padre, gracias a todos los colegas. Estoy emocionado por este momento. Naturalmente, agradezco al Papa Francisco por su confianza y su paciencia. Les cuento una pequeña anécdota. En noviembre estábamos en África, Bangui, y el Santo Padre tenía que reunirse con los obispos, y yo en cambio veo que entra en la capilla donde no estaban los obispos. Digo: «Pero, Padre Santo, debe encontrarse con los obispos…». Y él me responde: «Voy a la capilla para rezarle a la Virgen que me dé paciencia para soportar a Gasbarri». Aquí está (risas). Ahora lo he liberado de una intención de oración… (risas).
Gracias, Santo Padre; gracias por todo. Naturalmente, mi pensamiento de agradecimiento va al Papa Benedicto con quien tengo todavía una relación de afecto y devoción, y por supuesto a San Juan Pablo II, a quien he dado 27 años, los mejores de mi vida –¡era joven!– y estoy muy apegado a él. El último agradecimiento es para el Cardenal Tucci, a quien yo llamo todavía «padre», porque para mí fue un padre.
Padre Lombardi: Y ahora me dicen que está listo un pastel, como se usa en estas bellas situaciones. Aquí está.
Papa Francisco: Buen viaje. Muchas gracias por su trabajo y recen por mí. Y sepan que yo estoy a su disposición. Y jueguen con sus hijos…