¡… y del mismo modo, acabada la Cena, tomó el Cáliz y dándoselo a sus discípulos les dijo: «Tomad y bebed que esta es mi sangre…!
Y Antonio Molle Lazo, bebió hasta el fin la Sangre de Cristo en el martirio que por El padeció.
Nació Antonio en Arcos de la Frontera (Cádiz) en la madrugada del Viernes Santo 2 de abril de 1915. Requeté del Tercio de Ntra. Sra. de la Merced de Jerez de la Frontera, cayó prisionero y halló santa y gloriosa muerte en Peñaflor (Sevilla), el 10 de agosto de 1936.
Antonio Molle es un ejemplo para todos los cristianos por las circunstancias que concurrieron en su martirio. Después de sufrir en su cuerpo bárbaras mutilaciones, lejos de abjurar de Cristo, les decía a sus verdugos con gran entereza: «Podéis matarme, pero yo no renegaré del Señor». Se dice que llegó el momento en que le cortaron la lengua y entre tan terribles dolores continuaba exclamando:
¡Viva Cristo Rey… Viva España!…
Agotado por tanto sufrimiento, entregó su alma al Señor el 10 de agosto de 1936, muriendo -según sus verdugos- con una inefable sonrisa en el rostro.
Asombrados los milicianos rojos por tanto valor, quedaron perplejos ante la entereza de aquel joven tan valiente.
Su cuerpo se conserva incorrupto.
La prensa dijo en su momento que por favores que se atribuyen a Antonio Molle parece ser causa sobrenatural y se espera que la Divina Providencia haga su pronta Beatificación y subida a los altares.
Por Félix Urrizburu Cabodevilla