El Secretario General de la ONU no presentó un informe anual que mantiene un registro de los fondos para la salud reproductiva, el cual sirvió como una importante herramienta de supervisión y rendición de cuentas por casi veinte años.
Ban Ki-moon se negó a presentarlo, pese a que es obligatorio, mencionando dificultades en el cálculo de los gastos para diferentes áreas de la salud reproductiva y su carácter cada vez más «integrado» (algo que el Secretario General ha estado impulsando en el transcurso de la última década).
Esta semana, Ban invitó a la Comisión de Población y Desarrollo a considerar un cambio en la metodología y en el enfoque del informe. Propuso la utilizada por el Fondo de Población y el Instituto Guttmacher en el documento «Sumando» que fue publicado dos años atrás, el cual recomienda desembolsar más dinero en planificación familiar a fin de evitar el gasto en la atención de la salud materna.
Este abordaje cedería una función crucial de supervisión a los mismos grupos que tienen que ser controlados. Se vale del desacreditado indicador de «necesidad insatisfecha» de planificación familiar como justificación para reducir las erogaciones en salud materna y sostiene que la anticoncepción salvará la vida de los niños (la cual, irónicamente, evitará su misma existencia).
En este planteamiento, compartido por la iniciativa de Ban llamada «Cada mujer, cada niño», la salud materna se desatiende o se diluye cada vez más en favor de programas que financian la planificación familiar y la defensa del aborto, y, hace poco, incluso la defensa LGBT.
Desde 1997, el Secretario General prepara un informe que rastrea los fondos mundiales de ayuda exterior y recursos internos de financiamiento para planificación familiar, servicios básicos de salud reproductiva, que incluyen la salud materna, las enfermedades de transmisión sexual, las actividades de prevención del VIH/Sida, investigación básica y análisis de políticas sobre asuntos demográficos y de desarrollo. Aunque imperfecta, la información es muy útil y el informe ofrece una base para el control y la rendición de cuentas.
Los empleados del Secretario General calculaban los recursos necesarios para alcanzar las metas de la ONU en cada una de las cuatro áreas de interés del informe. Esto ayudaba a los países pobres a evaluar las prioridades de los países donantes y ajustar de acuerdo con esto sus posturas sobre la política de la ONU y sus pedidos de ayuda.
La presión por la «integración» en la salud reproductiva ha sido una estrategia para ocultar el aborto dentro de un programa sanitario más amplio y no polémico que cuenta con apoyo popular y político. Hace más difícil a los gobiernos detener el financiamiento del aborto sin entorpecer otras iniciativas que, aparte de eso, son positivas.
La estrategia va de la mano del actual ataque de las agrupaciones abortistas a las leyes estadounidenses que bloquean el financiamiento del aborto y de su defensa. Mientras que se encuentren vigentes prohibiciones a la subvención gubernamental del aborto como la Enmienda de Helms, las dichos grupos no pueden ocultar sus actividades bajo el título de «salud reproductiva» ni incluso de «salud materna».
Sin el informe, todo el dinero que fluye hacia la salud reproductiva será considerado dentro de un fondo común de «servicios integrados de salud sexual y reproductiva», pese a que las diversas áreas de la salud genésica requieren intervenciones y gastos distintos. Por ejemplo, la asistencia a la salud materna precisa personal calificado para el parto y atención obstétrica de emergencia, que son considerablemente más caros que la provisión de métodos de planificación familiar mediante trabajadores sociales con escasa capacitación y formación.
El hecho de negarse a presentar estos datos generará más confusión en cuanto a dónde están yendo los recursos. El gasto en ciertas áreas de la salud reproductiva ya es difícil de rastrear incluso en la contabilidad vigente.
La financiación de la asistencia sanitaria materna, que históricamente recibe fondos insuficientes a comparación de las políticas de reducción de la fecundidad, no se distingue de la salud reproductiva de forma más amplia en el actual sistema de contabilidad.