Queridos carlistas:
De nuevo quiero dirigirme a vosotros. Para deciros que comprendo y comparto vuestras preocupaciones por los graves problemas sociales y políticos que exigen cambios profundos. Siempre es difícil enfrentarse a estos cambios necesarios, y más aun afrontarlos y conducirlos con decisión. Sin embargo tenemos el deber de realizarlos.
Quiero haceros partícipes de algunas de mis propuestas acerca de estos problemas. Al “bien común”, vieja aspiración carlista, hay que darle un contenido actual, buscando soluciones en todos los ámbitos: desde el local al universal. Ya hablé de la sostenibilidad con ocasión de la presentación en las Españas de nuestro heredero Carlos Enrique.
Una opinión bastante difundida, incluso en las élites mundiales, niega la realidad del cambio climático, como si esta amenaza fuera una obsesión maligna de una pequeña minoría. Os aseguro que el clima está cambiando por culpa nuestra, y vosotros mismos en vuestro día a día lo podéis comprobar, por la situación geográfica tan vulnerable de la Península Ibérica. Lo vemos todos y los científicos nos lo confirman.
Esto quiere decir que tenemos que asumir una responsabilidad de cara a nuestro planeta, nuestra “casa común” y de las generaciones futuras. Una responsabilidad que hay que ejercer a nivel individual, pero también desde las instancias locales, estatales e internacionales, en buena tradición carlista. Hay que vivir racionalmente, usando una fuente de energía limpia, moderando el uso de recursos naturales, como el agua, luchando contra los abusos y la malversación de unos bienes que son limitados.
Sabemos que no es justo que unos pocos contaminen, aprovechando nuestra propia desidia y que todos los demás tengamos que sufrir las consecuencias. No es justo que sean los más pobres los que ya están sufriendo los terribles efectos del desprecio a la naturaleza de los más ricos.
Pienso que si bien no puede haber gobierno efectivo sin instituciones sólidas, tampoco puede haber democracia de verdad sin la participación inteligente, activa y crítica de los ciudadanos. Si no se da una reacción que parta de la base de la sociedad, de una mayoría de ciudadanos, que sea eficiente en las más altas esferas políticas, nos enfrentaremos a guerras terribles.
Nosotros, los carlistas, valiéndonos de nuestras tradiciones seculares debemos de seguir en la lucha, pero debe de ser una lucha pacífica, para salvar nuestra naturaleza, la paz y la justicia, frente a los peligros que se avecinan por el control político, por algunos países, de los recursos naturales.
Esta es mi propuesta al empezar el año nuevo. Os deseo de todo corazón la mayor felicidad posible, en mi nombre y en el de toda mi familia, que está como siempre a vuestro lado.
Con el recuerdo y el cariño que sentimos por nuestro Padre, Carlos Hugo, por Don Javier, mi abuelo nuestro “viejo rey”, por Don Alfonso Carlos y todos los miembros de la dinastía carlista en cuyo homenaje hemos celebrado el pasado seis de enero, día de los Reyes, la festividad de la monarquía tradicional instituida por Carlos VII.
Os envío un fuerte abrazo a todos y cada uno de vosotros.
Europa, Enero de 2017