“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”. (Lc 6, 43-44)
“El único interrogante de nuestro tiempo no es si el Gobierno Mundial será alcanzado o no, sino si será alcanzado pacíficamente o con violencia. Se quiera o no, tendremos un gobierno mundial. La única cuestión es saber si será por concesión o por imposición”.
(James Paul Warburg, patrón del grupo financiero S. G. Warburg, miembro de la Round Table y del CFR, en una alocución pronunciada ante una comisión del Senado estadounidense)
En este año 2017 concurren, como hemos visto, la conmemoración de tres centenarios: el del mensaje de Fátima, el de la revolución comunista (ambos celebran el primero) y el de la masonería que festeja el tercero de su fundación. Son tres acontecimientos aparentemente sin conexión pero que en el fondo están relacionados de algún modo entre sí, bien por los objetivos o por los medios y métodos más de lo que en principio cabe suponer. En anteriores artículos se ha recordado el de Fátima y el de la revolución comunista, de modo que en éste hablaremos de la conmemoración del tercero de la masonería.
Dado el secretismo con el que actúan (aunque últimamente se conocen sus tenidas –“a toro pasado” eso sí-) alguien puede pensar que una sociedad secreta, precisamente por esta característica, no celebra sus conmemoraciones, lo cierto es, que, aunque no publique el programa de actos, algo llega a saberse con el paso del tiempo e incluso a veces puede entreverse e intuirse antes de su celebración.
Durante el segundo centenario sucedió la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, pero, al tiempo, en la retaguardia, en París, se estaba celebrando un congreso internacional de las Obediencias masónicas de los países aliados y neutrales. En el discurso inaugural su presidente centró las deliberaciones en dos temas: el Tratado de Paz y la Sociedad de Naciones. El congreso enunció sus conclusiones en trece puntos o propuestas. Woodrow Wilson, uno de los presidentes masones de EE.UU, adoptó básicamente esos trece puntos, a los que añadió el último de sus famosos “Catorce puntos”. En él anunció “la creación de la Sociedad de Naciones”, que ha sido llamada “criatura de la masonería” (Epiphanius) y un “Superestado masónico” (L. de Poncins). La Sociedad de Naciones fue disuelta en abril de 1946 y sus bienes traspasados a la ONU recién creada. Su primer gran triunfo a nivel mundial a partir del cual se expandirán en múltiples ramas por todos los países.
¿Qué proyecta la masonería para la celebración de su tercer centenario? Aunque no puede hablarse de la masonería como un bloque homogéneo, sus distintas ramas (“Obediencias, Potencias” en su léxico) del árbol masónico coinciden en sus raíces y en el tronco. Son, por ello, mucho más homogéneas de lo que a veces se piensa, se dice y hasta se escribe. Por eso, después de trescientos años de actividad más bien silenciosa, secreta, la masonería está logrando transformar la circunstancialidad sociocultural de los países tradicionalmente cristianos, a saber, los occidentales (Europa, América) y los occidentalizados (Filipinas, Australia, etc.), que están dejando -en gran medida de ser cristianos y haciéndose relativistas, laicistas, gnósticos, dominados por una nueva ética sexual, etc., es decir, seguidores de las doctrinas masónicas. Es el Nuevo Orden Mundial[1] que nos vienen imponiendo.
Realmente ya han conseguido muchos de sus objetivos aunque todavía existe gente de buena fe o excesivamente ingenua que se niega a admitir su perniciosa influencia. Sin embargo ellos, que cada vez actúan más libremente, lo reconocen públicamente. Así el ginecólogo Pierre Simon, Gran Maestro de la Gran Logia de Francia en los períodos (1969-1971) y (1973-1975), afirmó “La loge c´ est le laboratoire de la Societé”. La masonería ha sido y es “el laboratorio de la Sociedad” a la hora de “cambiar el concepto de la vida y así transformar la sociedad”, como afirma él mismo en su libro “De la vie avant toute autre chose” (Ed. Mazarine, París 1979), donde explica orgullosamente, cómo su “fraternidad masónica” lo consiguió separando la sexualidad de la procreación por los anticonceptivos y ésta de la paternidad por la inseminación artificial y cómo la masonería ha promovido la legalización del divorcio, de la anticoncepción, del aborto, de los experimentos con embriones vivos, de la eutanasia, del pansexualismo, etc.
En 1871 Albert Pike, Gran Maestre de la masonería rito escocés, advirtió:… “dentro de poco el mundo vendrá hacia nosotros por sus Soberanos y Pontífices. Constituiremos el equilibrio del Universo, y gobernaremos a los Amos del Mundo”. Y la Instrucción permanente de la Logia Alta Vendita[2] manifestaba: “Nuestro fin último es el mismo que tenía Voltaire y la Revolución Francesa —la destrucción final del Catolicismo, e incluso de la idea cristiana… El Papa, quien quiera que sea, nunca vendrá a las sociedades secretas; son las sociedades secretas las que deben dar el primer paso hacia la Iglesia, con la idea de conquistar a ambos. La tarea que vamos a emprender no es el trabajo de un día, un mes o un año, puede durar varios años, quizás un siglo, pero en nuestras filas los soldados mueren y la lucha continúa… Lo que deberemos pedir, lo que debemos buscar y esperar, así como los judíos esperan el Mesías, es un Papa de acuerdo a nuestras necesidades… Si en el caso de los prelados y cardenales, por iniciativa propia o sorpresivamente, llegasen a conocer parte de nuestros secretos, sería motivo suficiente para no hacer deseable su elección al solio pontificio. Tal elección supondría nuestra ruina. La sola ambición lo llevaría a la apostasía, y para obtener el poder se vería obligado a sacrificarse. A lo que debemos aspirar, lo que debemos pedir y esperar como los judíos a su Mesías, es un papa que nos sea útil. […]
…Ahora bien, para tener un papa acorde con nuestras necesidades, es necesario formarlo primero. […] Para ese Papa, se moldea una generación digna del reino que soñamos. Dejemos pasar a los ancianos y los adultos. Empecemos a partir de los jóvenes y, de ser posible, hasta por los niños. […] Sin esfuerzo nos ganaremos la reputación de buenos católicos y grandes patriotas. Esa reputación difundirá nuestra doctrina entre los sacerdotes jóvenes, e incluso en los monasterios. En pocos años, será inevitable que ese clero nuevo y joven llegue a ocupar todos los cargos, que forme el consejo reinante y se lo llame a elegir el Pontífice que deberá regir la Iglesia. Y como muchos de sus contemporáneos, ese pontífice estará forzosamente empapado de los principios patrióticos y humanitarios que comenzamos a poner en circulación. Es una diminuta semilla de mostaza que estamos sembrando. Mas el amanecer de la justicia nos conducirá a los más elevados poderes, y veréis la cosecha tan copiosa que habrá producido tan pequeña semilla…
…De esa forma podremos emprender un camino triunfal en el asalto a la Iglesia, mucho más que por medio de los escritos de nuestros hermanos o que con el oro inglés. ¿Sabéis por qué? Porque para destruir la poderosa roca sobre la que Dios ha edificado Su Iglesia ya no tenemos necesidad del vinagre de Aníbal[3], de la pólvora, ni de nuestros ejércitos. Es preciso meter en el complot a la mano del sucesor de Pedro, y esa mano es tan valiosa para esta cruzada como la de todos los Inocentes, Urbanos o San Bernardos de la Cristiandad. Si queréis fundar el reino de los elegidos sobre el trono de la prostituta de Babilonia[4], hacedlo de modo que el clero marche tras vuestra bandera creyendo que sigue la de la Fe apostólica. Si queréis hacer desaparecer el último vestigio de tiranía y opresión, echad las redes como lo hacía Simón bar Jonah.[5] Echadlas en las sacristías, seminarios y monasterios en vez de en el mar. Y si no os apresuráis, os prometemos una pesca más milagrosa que la suya. El pescador de peces se vuelve pescador de hombres. Colocaréis a vuestros amigos en torno a la silla de San Pedro. Habréis predicado una revolución vestida con la tiara y la capa pluvial que marcha con la bandera de la cruz. Una revolución que basta con encender mínimamente para que estalle en un fuego que se extienda a todos los rincones de la Tierra.» Uds. lograrán a bajo costo y por sus medios, una reputación como buenos católicos y patriotas puros. Tal reputación facilitará el acceso de nuestras doctrinas entre el clero más joven, así como también en lo más profundo de los monasterios”…
…”En unos pocos años, por fuerza de las cosas mismas, este clero joven habrá invadido todas las funciones; formarán parte del consejo del soberano y serán llamados para elegir el Pontífice que reinará…”Abundan las pruebas de que desde hace siglos existe un siniestro plan de infiltración en la Santa Iglesia por parte de la Masonería, para alcanzar sus fines de abatir la Institución de Jesucristo. A tan alto grado ha llegado su poder que ya no se tiene que esconder para trabajar dentro de la Iglesia. Así hubo embajadores como Jules Isaac ante la Santa Sede para dictar sus iniciativas de reforma de la liturgia, de la Biblia, de la catequesis, lo que se realizó obedientemente a través de los cambios hechos por el Vaticano II.
La infiltración es comprobable sobre todo desde hace dos siglos. Un hecho significativo es el beneplácito de la Masonería hacia sus afines, cuando ante los anteriores Papas católicos se mostraron adversos hasta promover o llevar a cabo acciones ignominiosas, como por ejemplo cuando murió S. S. Pío IX, quien al igual que la mayoría de los Papas, fue sepultado en la Basílica Vaticana, pero él había manifestado el deseo de que sus restos descansaran en la Iglesia de San Lorenzo Extramuros. Para cumplir esta su última voluntad, se dispuso, tres años después, el traslado a dicho templo. Recordemos que Pío IX había sido el autor del SYLLABUS ERRORUM, o condenación de los errores modernos liberales nacidos de la masonería. Pues bien, cuando los restos eran trasladados, un populacho instigado por los anticlericales agredió a la procesión tratando de arrebatar los restos para arrojarlos al Tíber. Dura fue la lucha de la autoridad civil para impedir el atropello inducido por los masones y, al fin, los restos de S. S. Pío IX llegaron a su destino tras una batalla campal con una muchedumbre enardecida que aborrecía al Papa represor de los ideales masónicos. Por el contrario, la Masonería internacional manifestó su duelo por la muerte de Juan XXIII al que tanto alabaron por el Concilio Vaticano II y la encíclica Pacem in Terris, elogiada por los mismos líderes masónicos reconociéndola como un documento masónico. En un determinado momento se dice en ella: “Entre los derechos del hombre débese enumerar también el de poder venerar a su Dios, según la recta norma de su conciencia, y profesar la religión en privado y en público”.
Empieza a introducirse el relativismo en la Iglesia. Esto es herejía. No es un derecho del hombre adorar en público a los dioses falsos. Esto ha sido condenado por muchos Papas. Cuando el teólogo del Santo Oficio, el P. Ciappi , le dijo a Juan XXIII que su encíclica Pacem in terris contradecía las enseñanzas de los Papas Gregorio XVI y Pío IX sobre la libertad religiosa, Juan XXIII respondió: “No se ofendan por algunos puntos si la mayoría de ellos brillan”. Lo lamentable es que ese relativismo ha creado escuela y no ha mucho que estos grupos andan repitiéndolo por mor de su ecumenismo que les sirve para encubrir sus verdaderos fines.
El devastador escándalo actual del Clero católico, no es más que un síntoma de la ruinosa tentativa de “modernizar” la Iglesia Católica. Dicho de otra manera: la situación actual de la Iglesia Católica es el resultado de la invasión, sin precedentes, del Liberalismo en la Iglesia. Recordemos una vez más las proféticas palabras de Monseñor Pacelli (el que vendría a ser Papa Pío XII), proferidas a la luz del Mensaje de Fátima:
“Me preocupan los mensajes de la Santísima Virgen a Lucía de Fátima. Esa persistencia de María sobre los peligros que amenazan a la Iglesia es un aviso del Cielo contra el suicidio que significa alterar la Fe en Su liturgia, en Su teología y en Su espíritu. (…) Oigo a mi alrededor innovadores que desean desmantelar el Santuario, apagar la llama universal de la Iglesia, rechazar sus ornamentos y hacer que sienta remordimientos por su pasado histórico. Llegará un día en que el mundo civilizado negará a su Dios, en que la Iglesia dudará, como dudó Pedro. Ella será tentada a creer que el hombre se tornó Dios. En nuestras iglesias, los cristianos buscarán inútilmente la lamparilla roja en donde Dios los espera. Como María Magdalena llorando ante el túmulo vacío, se preguntarán: “A dónde Lo han llevado?”[6]
Este gran cambio de orientación en la Iglesia — “en su liturgia, en su teología y en su espíritu”, como puntualizó Pío XII — era el objetivo, por largo tiempo acariciado, de las fuerzas organizadas que hace siglos vienen conspirando contra la Iglesia; las mismas fuerzas que detentaban el poder en Portugal en 1917, y que fueron repudiadas por la Consagración de aquel país al Corazón Inmaculado de María en 1931. Fue precisamente para rechazar en todo el mundo esas fuerzas, para lo que el Cielo envió a Fátima a la Madre de Dios, a fin de exhortar que se llevara a cabo la Consagración de Rusia. Dichas fuerzas se tornarían, desde bien temprano, el arma principal en la prolongada guerra de Satanás contra la Iglesia. Y ciertamente, el resultado de esa guerra en nuestros tiempos depende de la lucha por el cumplimiento del Mensaje de Fátima.
Ese intento de imponerle a la Iglesia una nueva orientación, el ocultamiento del Mensaje de Fátima es el objetivo a cumplir por la Masonería:“ Neutralizar y utilizar la Iglesia Católica como un “instrumento”. Con el ejemplo de Portugal en 1917, vimos que las fuerzas de la Masonería (y de sus simpatizantes, los comunistas) conspiraron para impedir que el Mensaje de Fátima alcanzara su cumplimiento en Portugal. Se insinuó que el Mensaje era un fraude o una ilusión infantil; los propios videntes fueron perseguidos y hasta amenazados de muerte. Tal era el odio de esas fuerzas contra la Iglesia Católica y contra la Virgen Madre de Dios. Lo mismo ocurre con estas fuerzas, que hoy actúan libremente en todo el mundo. No es preciso sumirse en los delirios de las teorías de la conspiración, para saber que hasta 1960 los Papas publicaron más condenaciones y advertencias sobre las maquinaciones de los masones y de los comunistas contra la Iglesia, que sobre cualquier otro tema en la Historia de la Iglesia.
En contraposición a este panorama de guerra espiritual y revolución originado en las Logias Masónicas —lo que el Papa Pío IX llamó la “Sinagoga de Satanás”— León XIII publicó su atronadora encíclica contra la masonería. Sin embargo, resulta paradójico que su propio Secretario de Estado, el Cardenal Rampolla[7], tan cercano a él, fuera acusado posteriormente de pertenecer a una de las sectas más diabólicas de esta red infernal de subversión. La masonería había encargado al hermano Rampolla dos misiones:
1) Fundar, en el seno del mismo Vaticano, una logia (la de “San Juan de Jerusalén”), que pro eería altos dignatarios de la Santa Sede; y
2) Hacerse elegir Papa a la muerte de León XIII. Sabemos que este segundo objetivo no pudo llevarse a cabo por el veto imperial, sin embargo este traspiés no haría que la masonería abandonara sus planes.
¿Era parte del plan de infiltración para lograr los objetivos propuestos? No parece caber duda. San Pío de Pietrelcina decía: “Nuestros desgraciados hermanos corresponden al amor de Jesús, arrojándose con los brazos abiertos en la infame secta de la masonería». Él los conocía bien. El mismo San Pío encargó al padre Luigi Villa que investigara dicha penetración masónica en el Vaticano. No solo él. El periodista Fabio Marchese Ragona transmitía en 2013, la desazón que le producía a un cardenal la situación: «Hoy tenemos que abordar seriamente el problema y hacer todo lo posible para encontrar a los infiltrados en el Vaticano.» «El affaire de los Masones en el Vaticano se está haciendo demasiado grande». El asunto de la infiltración masónica en el Vaticano aunque solapado, sigue en auge.
La masonería regular, la menos exaltada y radical, avanza con tranquilidad y llega a mandar directamente cartas y mensajes al Vaticano, hablando de diálogo, con el objetivo de que el Papa retire las encíclicas y declaraciones en las que pontífices anteriores rechazaron la Masonería. El promotor, Jean-Claude Féraud Gargantini, se dice católico y masón lo que le motiva a conseguir que ambos aspectos sean igualmente aceptados. El P. Guerra en su propio blog disecciona punto por punto las razones de la imposibilidad de esa dualidad (la primera y principal: la Biblia de la que tanto presumen hacer uso, se reduce al Antiguo Testamento; es decir, nada de Jesucristo y la redención de la humanidad por su sacrificio; y su dios, no es el Dios de los cristianos, es un dios sincrético como su propio nombre indica: «Jahbulon» , al que ocultan con gran disimulo, como G.A.D.U. (Gran arquitecto del universo) .
Es posible que este “acercamiento” de Gargantini no sea a ni el individual, sino que este importante masón actúe algo así como “embajador” de la secta para seguir a avanzando en tomar posiciones para atacar la fortaleza de la Iglesia. Un paso más en esa infiltración de la masonería en los órganos principales del Vaticano se aprecia en el progreso realizado por el cardenal Ravasi, responsable del Pontificio Consejo para la Cultura, quien se dirigía hace unos días a los “queridos hermanos masones” pidiéndoles superar años de enfrentamiento basándose en los, según él, «valores comunes» de ambas instituciones, (Masonería e Iglesia Católica), como serían el sentido de comunidad, la beneficencia, la lucha contra el materialismo o la defensa de la dignidad humana. El objetivo (de la Masonería) ya no es la destrucción de la Iglesia, sino utilizarla por medio de infiltración Con otras palabras: como la Masonería no puede eliminar totalmente a la Iglesia de Cristo, pretende no sólo erradicar la influencia del Catolicismo en la sociedad sino también manipular la estructura de la Iglesia como un instrumento de “renovación”, “progreso” e “ilustración”; es decir, como un medio de promover muchos de los principios y objetivos masónicos.
El artículo no cuestionaba las diversas declaraciones de incompatibilidad por parte de la Iglesia Católica de una doble membresía, pero añade que estas “no impiden, sin embargo, el diálogo”. Olvida el silenciamiento de Jesucristo en los documentos internos de la secta que omiten el término «Cristo» incluso en la datación (a. C.; d. C.) cronológica de los acontecimientos, como corresponde al hecho esencial de la venida de Cristo. El mismo Jean-Claude Féraud-Gargantini, fiel a esta tradición masónica no usa las palabras «Jesús de Nazaret, Cristo, Jesucristo», ni siquiera cuando habla de la sagrada comunión.
Significativamente y lo que es peor, por cuanto es un cardenal, príncipe de la Iglesia, tampoco Ravasi nombra a Cristo, lo que es mucho más de lamentar. Su Eminencia, el citado cardenal, hacía un llamamiento a superar las actitudes de “ciertos ambientes católicos integristas” y pide “ir más allá de la hostilidad, los insultos, y los prejuicios recíprocos”, sin mencionar que la pertenencia a la masonería es, para quien pertenece a la Iglesia Católica, es situación de pecado grave. Naturalmente para los masones, “las palabras del cardenal suponen un reconocimiento a la nobleza de nuestros fines”, según se han apresurado a declarar, pero la masonería es incompatible con el cristianismo, aunque el Cardenal Ravasi, a quien los masones califican de “venerable hermano Gianfranco” construya puentes con la secta. ¿Y por qué el cambio de “hermano” a “ enerable”? No es un simple tratamiento de cortesía, es reconocimiento de mayor categoría dentro de la secta por su implicación en la misma, tal como reconocen en el último p rrafo de la carta: “Las escuelas iniciáticas promueven una auto transformación de quien ya desea ser mejor. Cuando aquel aprendiz sea reconocido maestro de maestros, elegido para dirigir los trabajos en la Logia a la que todos acuden, dejará de ser Querido Hermano. Su nuevo tratamiento, Venerable Hermano, significa lo mismo para la Iglesia que para la Masonería: alguien de una bondad blanca y sin mácula. Ese es el ideal masónico. Venerable Hermano Gianfranco, gracias por un gesto valiente que abre un espacio de posible concordia fraterna. Como todo Venerable, convocad los trabajos. (Muy claro: los trabajos para destruir la labor de la Iglesia, — lo poco que va quedando)
En el decurso de los siglos, las dos ciudades (la terrena y la celestial de San Agustín) han luchado, la una contra la otra, con armas tan distintas como los métodos, aunque no siempre con igual ímpetu y ardor. En nuestros días, (decía León XIII en “Humanum Genus”) todos los que favorecen la peor parte parecen conspirar a una y pelear con la mayor vehemencia, bajo la guía y auxilio de la sociedad que llaman de los Masones, por doquier dilatada y firmemente constituida. Sin disimular ya sus intentos, con la mayor audacia se revuelven contra la majestad de Dios, maquinan abiertamente y en público la ruina de la Santa Iglesia, y esto con el propósito de despojar, si pudiesen, enteramente a los pueblos cristianos de los beneficios conquistados por Jesucristo, nuestro Salvador”. Sus palabras, 132 años después, siguen de plena actualidad. Y a este respecto, hay que recordar el saludo navideño que dirigió a la curia el 22 de diciembre de 2005, el Papa Benedicto XVI cuando formuló la expresión “hermenéutica de la continuidad”. Justamente once años después, el cardenal Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, alerta sobre las ‘ideologías que presionan para cambiar la doctrina católica”. “La ideología es siempre un gran intento de someter la Palabra de Dios y la Doctrina de la Iglesia al prejuicio de los propios pensamientos, con el objetivo de obtener un poder manipulador en los fieles y sus vidas”. Y resaltó que “sin una hermenéutica de la continuidad y de la reforma, la Iglesia se secularizaría a sí misma y se convertiría en algo similar a una organización humanitaria”. Si eso llegase a pasar, alertó, “no habría razón entonces en ser parte de la Iglesia”.
El Prefecto ha explicado que, luego del Concilio, “la esperada renovación pentecostal fue reemplazada por la perspectiva de una confesión ‘babilónica’ de la fe y por el intento de contradecir el pensamiento de la escuela teológica”. Todo esto, dijo, “no era obra del Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo siempre escucha a la Iglesia en amor y verdad. Renunciar a la fe y combatirla, así como la división de la Iglesia que le siguen, son frutos de otro espíritu que no es el Espíritu de Dios” .El Purpurado explicó también que “la ideología es siempre un gran intento de someter la Palabra de Dios y la Doctrina de la Iglesia al prejuicio de los propios pensamientos, con el objetivo de obtener un poder manipulador en los fieles y sus vidas”. La Iglesia está fundada sobre la revelación y no sobre el magisterio”. “Habiendo visto los desarrollos del siglo XX, vemos que la ideología no es sino el reclamo de algunos seres humanos para dominar la consciencia moral de la gente” “La renovación y el mainstream[8] son los signos de las resistencias ideológicas que se levantan contra la consciencia de Dios”. Estas ideas, explicó, “pueden atisbarse en las raíces filosóficas de la Iluminación, el idealismo y el materialismo, algo que se puede comprobar en el giro ideológico que Europa ha vivido en los últimos siglos”. En este terrible objetivo de destruir a la Iglesia Católica parece coincidir con lo advertido por Nuestra Señora de Fátima en su Tercer Secreto y en el mensaje del mismo Jesús al Padre Pío de Pietrelcina poco antes de que este falleciera:
“Satanás se infiltrará en el seno de la Iglesia; llegará hasta los Más Altos Reinos de la Jerarquía en el Vaticano; y hasta la Silla de Pedro”.
[1] Manuel GUERRA GÓMEZ: “ ALGUNOS OBJETIVOS DE L A MA SONERÍA EN LA CELEBRACIÓN DEL TERCER CENTENA RIO DE SU FUNDACIÓN” pg 2
[2] Alta Vendita era la logia más importante de los Carbonarios, una sociedad secreta italiana vinculada a la Masonería, que, juntamente con ésta, fue condenada por la Iglesia Católica. El prestigioso historiador católico P. E. Cahill, S.J., al que no se puede tachar de “maníaco de las conspiraciones”, en su libro Freemasonry and The Anti-Christian Movement [La Masonería y el Movimiento Anticristiano], escribió que la Alta Vendita «era comúnmente considerada en la época como el gobierno central de la Masonería europea.» Los Carbonarios fueron muy activos en Italia y Francia [y en Portugal, principalmente de 1910 a 1926] Estas instrucciones se publicaron en 1859.
[3] Llegado Aníbal a los Alpes en plena Guerra Púnica, se encontró con un gran problema de abastecimiento, por lo que le urgía atravesar la muralla de piedra que forma la cordillera. De modo que por consejo de sus sabios realiza un experimento que consistía en calentar mucho las piedras y verter sobre ellas todo el vino que, debido a la oxidación, se les había avinagrado, es decir, se había convertido en ácido acético. Como las rocas de los Alpes están compuestas mayoritariamente por carbonatos de calcio, cuando el vinagre es vertido sobre las rocas calientes se desmoronan, lo que permitió el paso del cartaginés hacia la llanura.
[4] La interpretación de diversos estudiosos bíblicos, (siguiendo la mención de las infidelidades de Jerusalén como prostitución que hacen varios profetas del Antiguo Testamento), apunta a que se refiere a la Jerusalén terrenal (Apocalipsis 11:8) que contrasta con la Nueva Jerusalén del final del libro del Apocalipsis. Ya en el siglo XVI, en la época de la Reforma de Martín Lutero, monje agustino, y John Knox consideraban a la Iglesia católica como la ramera de Babilonia, lo mismo que antes que ellos hicieron Girolamo Savonarola y Federico II con ocasión de su extensa controversia contra el papa Gregorio IX. También Dante usa esta imagen en el canto 19 de su «Infierno» por su crítica a la guía oficial de Roma. El escritor colombiano Fernando Vallejo, masón, toma, en la misma línea polémica de los anteriores, el título de La puta de Babilonia, aplicándolo a la Iglesia católica en su libro homónimo de 2007, en el que lanza una diatriba contra esta institución.
[5] Simón bar Jonah: Simón= Pedro; bar en arameo= hijo; Jonah= apellido, nombre de su padre.
[6] 6 Esto está ocurriendo. En muchas iglesias cuesta trabajo encontrar el Sagrario.
[7] Mariano Rampolla del Tindaro (n. Polizzi Generosa, 17 de agosto de 1843 – Roma, 16 de diciembre de 1913) fue cardenal secretario de Estado de la Santa Sede durante el pontificado del papa León XIII. A la muerte de este Papa en 1903, Rampolla fue uno de los favoritos para la sucesión. Al comienzo del cónclave sus posibilidades eran las más altas. Fue entonces cuando, el 2 de agosto, el emperador austríaco Francisco José planteó, a través del cardenal Jan Puzyna, arzobispo de Cracovia, el veto imperial contra el cardenal Rampolla, discretamente ya anunciado antes de la apertura del cónclave. El imperio Austro-Húngaro era una de las tres naciones católicas que gozaban de los privilegios del veto llamado secular. El veto se basaba en la pertenencia del cardenal Rampolla a la satanista Ordo Templi Orientis, la rama masónica más peligrosa del mundo, encabezada por el “papa negro” lister Crawley. Los afines a la masonería lo niegan, afirmando que el eto se debía m s bien al acercamiento del Papado a Francia, que perjudicaba los intereses de Austria.
[8] Mainstream es un anglicismo que significa tendencia o moda dominante. La traducción literaria del término es “corriente popular”. El término mainstream en inglés est compuesto por 2 expresiones: “main” que significa “principal” y “stream” que expresa “corriente o flu o”.