Me llega la noticia del fallecimiento el martes 30 de enero de Domingo Fal-Conde y Macías, a los diez meses del óbito de su esposa, Doña María de la Encarnación Sánchez-Guardamino y Senante. Desaparece con él una pieza clave de la reconstitución de la Comunión Tradicionalista Carlista cuya Junta de Gobierno llegó a presidir varios años.
Compartimos durante largos años militancia en las sucesivas etapas políticas del carlismo. Sin más archivo que la vacilante memoria, en esta nota voy a intentar resumir varios momentos cruciales:
- 1973. Día de los Mártires de la Tradición en Valencia. Después de la conferencia de Ramón María Rodón en el Círculo Aparisi y Guijarro, tuvo lugar un acto de respaldo al Presidente de la Junta Provincial Carlista de Valencia, Pascual Agramunt Matutano, destituido de su cargo y expulsado del llamado Partido Carlista, y disuelta la Junta que presidía y sustituida por una Comisión Gestora afín a la línea política socialista autogestionaria. Domingo Fal Macías (sin el apellido compuesto aún) estuvo en ese acto con Raimundo de Miguel, José Ángel Zubiaur, Auxilio Goñi, Daniel Beunza y muchos otros referentes de primera fila del carlismo tradicionalista. Su padre, don Manuel J. Fal Conde, le confió la misión de portador de un extenso y profundo mensaje a Agramunt, que se publicó en el Boletín Aparisi y Guijarro y en el libro “50 años de Carlismo en Valencia. Círculo Cultural Aparisi y Guijarro, 1959 – 2009”, de Luis Pérez Domingo. Este acto significó la ruptura del sector tradicionalista del Carlismo con el desviacionismo de Don Carlos Hugo.
- 1974 y 1975. El nombre de Domingo Fal fue uno de los firmantes de varios escritos redactados por Raimundo de Miguel, en su calidad de presidente del Consejo Regio, dirigidos a Don Javier de Borbón urgiéndole un cambio de rumbo en el Carlismo confiado a la dirección de Don Carlos Hugo, y a éste mismo una vez efectuada la abdicación en él de su padre. Se le pedía un compromiso formal con los principios de Dios, la Patria, los Fueros y el Rey, para poder reconocerle como nuevo monarca de la Dinastía Legítima. Desafortunadamente no hubo respuesta.
- 1976. Con Carlos Ibáñez Quintana, Ramón María Rodón Guinjoán y José Monzonís Pons, aún testigos vivos, entre otros nombres de carlistas de diferentes partes de España. Convocados en Madrid, en representación de las regiones, habíamos de perfilar la estrategia del Montejurra 1976. Nos pronunciamos inequívocamente por convocar el acto en fecha diferente de la del Partido Carlista, para evitar ser utilizados en enfrentamientos entre facciones carlistas. También nos decidimos por un manifiesto cuyo borrador inicial se debía a Raimundo de Miguel, en sentido integrador. Pocos días después El Pensamiento Navarro publicaba otro texto alternativo firmado por Don Sixto y la llamada a concurrir a Montejurra el mismo día en que iban a hacerlo los partidarios de Don Carlos Hugo. Y pasó lo que pasó.
- 1986. Por delegación de Salvador Ferrando Cabedo, jefe carlista de Valencia, me integré en la primera Junta de Gobierno de la Comunión Tradicionalista Carlista, en representación del carlismo valenciano. En ese equipo, presidido por Miguel Garísoain, estaba Domingo. Reencuentro e ilusión, a pesar – y tal vez por – la orfandad dinástica.
- 2013. Ante el relevo en la jefatura de la Dinastía carlista, se designó una comisión oficiosa de la CTC que había de solicitar audiencia con Don Carlos Javier para promover mutuo conocimiento. Entre los propuestos, Domingo y yo. Las circunstancias hicieron inviable el encuentro. Me consta el afecto personal, por vínculos que él valoraba por encima de la sangre, que Domingo tenía por la familia de Don Javier de Borbón Parma. Deseaba expresárselos al primogénito de Don Carlos Hugo. Se dieron pasos para dar lugar a una entrevista discreta en Sevilla. Pero prevaleció el prejuicio y la inercia del odio, a pesar de iniciativas positivas como las de Pachi Asín y Benito Tamayo propiciando el encuentro del Príncipe con un numeroso grupo de jóvenes. Otra frustración dolorosa de inmensurables consecuencias para el futuro de la Causa.
- 2016. Tuve ocasión de abrazarlo por última vez al día siguiente del entierro de Encarna. Ya sin habla y limitado de movimiento, pero con una extraordinaria capacidad de comunicación. Los dos intuíamos que ese abrazo sería el último.
He de agradecer a Domingo Fal Conde otras iniciativas de orden personal que me han hecho valorar su dimensión de amigo de verdad. De los que Dios pone en nuestro camino y se lleva cuando uno más lo necesita. Bendito sea siempre.
Hago mío el dolor y la esperanza de sus hijos, nietos y hermana y los de la gran familia carlista. Y uno mis oraciones a las suyas, suplicando las de los ocasionales lectores de estas líneas.