El 25 de julio de 1908, Zumarraga acogió una gran concentración carlista a la que acudieron 20.000 legitimistas.
El Principe don Jaime atravesó la frontera clandestinamente y en Irun cogió el tren con dirección a Vitoria. En San Sebastían entraron en su vagón los jefes de su partido en la capital, pero no le reconocieron. Sin darse a conocer, el principe don Jaime bajó del tren en Ormaiztegi y se presentó al párroco Campos. Este era un gran partidario de la causa carlista. Vicario y príncipe montaron en una calesa tirada por un caballo y se dirigieron a Zumarraga. Era un día muy caluroso y, al llegar al alto de Eitzaga, entraron en Kalemuzu para acicalarse y refrescarse. Preguntaron por el baño y, al entrar, se encontraron con una desagradable sorpresa: en el tocador había un lacito con los colores de la ikurriña. Religioso y príncipe soltaron el lacito con los colores de la ikurriña y pusieron en su lugar otro con los colores de la bandera española. Y de propina, dejaron una fotografía de Jaime.
Tras este incidente ambos bajaron al casco urbano de Zumarraga. Atravesaron el parque Zelai Aristi, abarrotado de carlistas, sin darse a conocer ni ser reconocidos. Después, pasaron a Urretxu por el puente de la estación y se dirigieron a Azpeitia. De allí, Jaime volvió a su exilio de Francia.