Algunos inocentes (sin duda influenciados por la memez de la memoria histórica) se atreven a hablar del paternal comunismo y del cruel franquismo olvidando de esta manera que el comunismo nunca supo perdonar y que el franquismo perdonó en exceso (de aquellos lodos estos barros).
Hoy traemos a nuestras páginas el recuerdo comparado de la muerte de los dos históricos líderes del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) para que nuestros lectores puedan extraer sus propias conclusiones y elegir entre la venganza comunista o el perdón franquista.
Tanto Joaquín Maurín Juliá (Bonansa, Huesca, 12 de enero de 1896 – Nueva York, 5 de noviembre de 1973), como Andrés Nin Pérez (Vendrell, 4 de febrero de 1892 – Alcalá de Henares, ¿22 de junio de 1937?), fueron secretarios generales del influyente Partido Obrero de Unificación Marxista.
No nos corresponde glosar ahora la historia completa del POUM, partido fundado en 1935 y que se integró en el cruel y asesino Frente Popular durante la Cruzada de Liberación de 1936; baste decir que el POUM se definía en los lejanos años 30 como marxista revolucionario en oposición al estalinismo. Desde su fundación fue acusado por los comunistas de Stalin (y no sin razón) de trotskismo. El POUM era resultado de la unificación de la Izquierda Comunista de España (ICE) con el Bloque Obrero y Campesino (BOC). La ICE había sido fundado por Andreu Nin y por Juan Andrade, mientras que el BOC tenía como máximo dirigente a Joaquín Maurín.
La historia de los dos grandes líderes revolucionarios vino marcada precisamente por el celo de sus respectivos carceleros. Nin, que tuvo poca suerte, fue apresado en junio del 37 por los sicarios comunistas, mientras que Maurín fue apresado en 1936 por el bando nacional. Del primero nunca más se supo, del segundo podemos decir que llegó a cumplir los 77 años y murió en la poca comunista capital financiera del mundo Occidental (Nueva York).
Unos pocos datos biográficos nos permitirán comprobar la diferencia de trato dado a sus enemigos por parte del comunismo y del franquismo.
Nin fue detenido por sus propios compañeros de revolución. El estalinista Alexander Orlov, jefe del NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos) en España, ordenó en junio del 37 la detención de todos los dirigentes del POUM. De esta forma el 16 de junio las autoridades republicanas detenían a la cúpula política del POUM, separando a Nin del resto de sus compañeros. Nin fue trasladado a Alcalá de Henares y tras ser sometido a tortura fue ejecutado sin juicio previo. Su cuerpo nunca fue encontrado y ni las autoridades republicanas ni las soviéticas dieron jamás una explicación a su mujer e hijas.
Sin embargo el revolucionario Joaquín Maurín tuvo mejor suerte pues al producirse el glorioso alzamiento nacional del 18 de julio de 1936 se encontraba en la zona nacional. Fue precisamente al intentar pasar a la zona republicana a través de Aragón, cuando fue detenido y encarcelado por las tropas nacionales. Pasó toda la Guerra Civil en prisión y fue juzgado en 1944. Como tantos otros líderes revolucionarios fue condenado por un consejo de guerra a 30 años de prisión, aunque fue indultado en diciembre de 1946. Tras su indulto se exilió en Nueva York, junto a su esposa y su hijo, creando una agencia de prensa y dedicándose al periodismo y a la escritura. Murió el 5 de noviembre de 1973. Para fortuna de su familia sus restos fueron trasladados a su localidad natal en 1981.
Poco nos queda por añadir, solo constatar la diferencia de trato otorgada a dos líderes revolucionarios por sus “amigos comunistas” y sus “enemigos franquistas”. Nin apresado por los comunistas fue torturado y ejecutado sin juicio previo, su cuerpo fue arrojado en algún lugar desconocido, y su familia nunca recibió justificación alguna por parte de las autoridades republicanas. Maurín, que fue hecho prisionero por los nacionales (mal llamados franquistas) fue juzgado, concediéndosele la posibilidad de defensa, condenado e indultado, otorgándosele la posibilidad de exiliarse con su familia disfrutando de una larga vida junto a los suyos y muriendo pacíficamente a la edad de 77 años en Nueva York (el 5 de noviembre de 1973).
Lo hasta aquí dicho es historia, si alguno quiere que lo convierta en memoria histórica y que altera la realidad de los hechos.
PARA CONOCER MÁS: "La noche desnuda" Juan Carlos Arce. Ediciones B, Barcelona 2008, ISBN: 9788466638586