La rebelión abierta contra España en los virreinatos americanos responde, como todo proceso histórico, a una confluencia de causas diversas en un momento concreto. Pero, al margen de las mismas, o por encima de ellas, planea la acción de la masonería de manera incuestionable. V no fue algo anécdotico sino que tuvo una importancia capital a la hora de asegurar el éxito de los independentistas. Baste centrarnos en un personaje clave como fue Francisco Miranda: nacido en Venezuela y oficial del ejército español, durante años sirve a España en diferentes campañas, como en el norte de África o en la guerra de la Independencia de las colonias británicas, en que la ayuda española, aunque menos conocida que la francesa, resultó decisiva. Sin embargo, en 1783, Miranda, apadrinado por La Fayette, se inicia en la masonería y su trayectoria cambia radicalmente: pasa a combatir la soberanía española de manera tenaz hasta el final de sus dias, creando logias a tal fin como fue «La Gran Reunión Americana», e intentando, siempre con ayuda inglesa y americana, el desembarco en Venezuela para prender allí la revuelta criolla. Y esto ya en 1806, antes del inicio de la guerra de Independencia española, considerada tradicionalmente el punto de arranque de las independencias americanas.
Todo el proceso contará con la ayuda masónica; potenciando la acción de los «libertadores», sin contar en absoluto con la voluntad popular. Por eso, Bolívar, después de servirse a fondo de la secta, acabó prohibiéndola en cuanto tuvo poder para hacerlo.
El éxito final de los independentistas se debe también a un golpe de Estado completamente masónico: el de Las Cabezas de San Juan, en 1820, cuando varios oficiales masones, como Riego, lograron impedir que el ejército expedicionario preparado para poner fin a la rebelión de Ultramar partiera de Cádiz para dirigirse a Madrid imponiendo la Constitución de 1812, y poniendo en marcha una verdadera revolución liberal en España, según el modelo de la Francesa. Ya no fue posible recuperar el terreno perdido y las dos Españas se enfrentarían en una sucesión de guerras civiles hasta bien entrado el siglo XX. Otro proceso presidido por la masonería de principio a fin. con los objetivos de siempre: poner en práctica una ii genie- ria social anticristiana, disfrazada de lucha por las libertades políticas, cuya paternidad se atribuyen incluso en la actualidad. Ocultando siempre cuidadosamente el designio espiritual que ha movido siempre la acción de las logias.