En tiempo de cumplimiento profético y justicia divina, ya observamos con claridad cómo el mal ha desarrollado magníficamente su estrategia, sus argumentos y su labor mediante el ejército de sus secuaces. Todo lo malo es considerado bueno y viceversa, y además lo han hecho con convicción y de forma que parezca lo apropiado. El demonio no sólo ha actuado con inteligencia adaptando sus planes según se modificaba el escenario o campo de batalla, sino que su actuación ha resultado efectiva, o al menos, así lo parece. Satanás sólo olvidó o quiso olvidar un detalle: que los días de su reinado se acaban y que más grande es Dios y Su poder.
También ha sido “de repente” cuando el panorama en España ha cambiado con motivo de la pretendida independencia de Cataluña; y aunque la idea se fraguaba desde hace años, es ahora cuando de la noche a la mañana la visión de un país en calma –con los problemas sociales, políticos y económicos- propios de cualquier nación y de cualquier época- se torna en desatino y convulsión, asemejándonos a los tiempos de la “guerra civil” (1.936-1.939).
Los políticos catalanes han hecho gala de su maestría -habitual en política- para tergiversar la información, manipular a las personas, complicar la situación y atacar al oponente. No les ha importado utilizar falsas imágenes, falsear datos o que se produzcan numerosos heridos; simplemente persiguen e insisten en conseguir su objetivo a cualquier precio. Y estas deplorables acciones han encontrado eco y difusión en algunos medios informativos.
Esto ocurre cuando el ser humano se deforma; cuando ha perdido por el camino sus valores sociales y morales; cuando su dios es el poder y el dinero; cuando no hay cabida para otra creencia que no sea su propio ego, desenfreno y deseos lícitos o ilícitos. Y así llegamos a este punto, donde ahora “todo está al revés”. Parecen encarnar esta deformidad algunos políticos de nuestra querida España, como el Presidente de Cataluña o líder del partido “Podemos” que incluso llama al ataque y agresión.
2 Timoteo 3 : 1-5. Has de saber que en los últimos días sobrevendrán tiempos difíciles, porque habrá hombres egoístas, avaros, altivos, orgullosos, maldicientes, rebeldes a los padres, ingratos, impíos, desnaturalizados, desleales, calumniadores, disolutos, inhumanos, enemigos de todo lo bueno, traidores, protervos, hinchados, amadores de los placeres más que de Dios, que con una apariencia de piedad niegan Su poder. Guárdate de ésos.
El ejército del bien, el que representa los buenos valores según Dios y la tradición se durmió en los laureles de la pasividad; dejó hacer al otro bando hasta la saciedad, y la ola de convulsión, desenfreno, transgresión, ideologías de género y filosofías comunistas fue creciendo hasta casi hacerse imparable; y todo nos ha llegado a la vez; muchas veces instigado este desvío desde nuestras propias instituciones, pues los propagadores del mal ya están infiltrados en ellas. Esta simultaneidad de elementos distorsionadores no es casual; es propia de los denominados Últimos Tiempos que vivimos, tiempos apocalípticos.
Gracias a Dios, parece que “de entre los muertos” han surgido algunos españoles todavía con sangre en las venas; personas que se han opuesto expresamente tanto al plebiscito catalán –dentro y fuera de Cataluña- como a otras ideologías degeneradas o atropellos que han surgido. Sin embargo, la mayor parte del pueblo –de los que no se han aliado a las fuerzas del mal- continúa sumido en la más absoluta pasividad y temor; su labor no va más allá de comentar y quejarse de la situación actual con sus más allegados o autojustificar su inacción. No les quepa duda que por esta lamentable y flagrante tibieza falta de acción, rendirán cuentas, como las rendiremos todos.
¿Y qué ocurrirá a partir de ahora? Pues que toda esta hecatombe todavía incipiente en España, irá a más en todos los ámbitos: división, convulsión, crisis, terrorismo, manifestaciones del mal, fenómenos naturales, etc. Ante este difícil horizonte, nuestro deber es mantenernos firmes en nuestros puestos –al menos los que hayan ocupado el suyo- e intentar resistir; para ello contamos con la ayuda del Cielo que nos recuerda reiteradamente que “no estamos solos”.
En el caso de España, debemos saber que lo que ocurra dependerá de nuestra actuación; que no todo está tan predeterminado y que podemos mitigar eventos con nuestra acción y oración. En cualquier caso, los mensajes nos indican que en nuestro país estamos abocados a otra “guerra civil” y que seremos azotados por un fenómeno natural fuerte –como un terremoto o algo similar- que probablemente nos devuelva a épocas de indigencia a modo de purificación -desgraciadamente necesaria- para ver si así volvemos la mirada a Dios y Él pueda de esta forma salvar nuestras almas.
Los que seguimos los mensajes proféticos conocemos algunos de los acontecimientos que sucederán tales como la caída económica, el comienzo de la guerra, la expansión de plagas, la implantación del microchip, la aparición del Anticristo (como supuesto salvador en medio de la guerra) y tras él, el “Enviado del Cielo”, la elección del Antipapa (que ya está entre los cardenal papables y que sustituirá al Papa Francisco tras el Cisma), la llegada del Aviso, los 3 días de oscuridad, el Milagro y el Castigo o castigos.
El conocer estos eventos venideros es importante, para evitar ser engañados; no obstante, si procuráramos establecer de forma concreta cómo van a desarrollarse los acontecimientos, seguramente erraríamos. La mejor disposición es la espiritual y atravesar este difícil sendero de la mano del Cielo.