Hacen una moción para discriminar a las convocatorias de ‘ultraderecha’
Según informó El País el miércoles, la comisión de Presidencia del Ayuntamiento de Barcelona ha aprobado una propuesta de los ultraizquierdistas de la CUP para negar permisos de ocupación de la vía pública a la ultraderecha. La moción contó con el apoyo de todos los partidos -empezando por Barcelona en Comú, el partido de Ada Colau- menos el PP y Ciudadanos. Esta medida no podrá impedir que se convoquen manifestaciones que no sean del agrado de la izquierda y de los separatistas, ya que el Ayuntamiento no tiene poder para vetarlas, pero el gobierno de Colau prohibirá que esas convocatorias instalen tarimas o pantallas gigantes. Lo que me llama la atención de esta noticia es los pocos medios que la han publicado. Es una medida que debería haber provocando un gran escándalo, ya que lesiona derechos fundamentales amparados por la Constitución, pero como las víctimas de esta cacicada ya están clasificadas de antemano como “ultraderecha”, a algunos que presumen de demócratas les ha parecido fenomenal.
¿Por qué vetan a la ultraderecha y no a la ultraizquierda?
Entre las muchas objeciones que se le pueden poner a esa medida, además de las estrictamente jurídicas, hay una bastante obvia: ¿por qué se ponen trabas a la ultraderecha y no a la ultraizquierda? Recordemos que la Europol, en su Informe 2017, ha señalado que el año pasado hubo 27 veces más atentados de ultraizquierda que de ultraderecha en Europa. Se da la circunstancia, además, de que un hecho tan grave como el golpe separatista en Cataluña ha contado con el apoyo de partidos de ultraizquierda como ERC y las mismas CUP, autoras de esa moción. De hecho, un grupo juvenil de ultraizquierda afín a las CUP, Arrán, ha perpetrado ataques a templos católicos y evangélicos en varios lugares de Cataluña. Ninguno de esos ataques ha sido condenado por los partidos de ultraizquierda (tampoco por Barcelona en Comú, el partido de Colau, que es el que ostenta el poder en la capital catalana). Por otra parte, las CUP y ERC han estado manteniendo una campaña de odio contra los turistas, que sólo se interrumpió cuando varios de esos turistas fueron asesinados por terroristas islamistas el pasado mes de agosto en las Ramblas de Barcelona. ¿Son esos ultras los que quieren alarmarnos con la ultraderecha?
¿Y quién decidirá si una convocatoria es de ‘ultraderecha’?
Por otra parte, surge una pregunta obvia ante la moción discriminatoria aprobada por la izquierda y los separatistas en Barcelona: ¿quién va a determinar las convocatorias que deben ser etiquetadas como “ultraderecha” y, en consecuencia, discriminadas? Como se trata de un veto político, todo parece indicar que eso lo decidirán políticos, y no jueces. De momento y según El País, ERC ya se ha adelantado a señalar a Vox entre los posibles vetados, aunque no sea un partido de ultraderecha. Hace años la etiqueta “ultraderecha” se aplicaba casi exclusivamente a partidos nazis y fascistas. Paradójicamente, el fascismo es una ideología antiliberal y estatista, que tiene mucho más en común con la ultraizquierda antiliberal y estatista que con la ideología liberal-conservadora del partido de Santiago Abascal, que es un partido democrático.
¿Lo decidirán los mismos que llamaron ‘nazi’ a Joan Manuel Serrat?
Teniendo en cuenta la escasez de fascistas clásicos -hoy son algo puramente marginal en España-, la ultraizquierda -como el partido de Colau, ERC y las CUP- usa la etiqueta “ultraderecha” indiscriminadamente para descalificar a los que llevan banderas españolas, a los que se oponen al aborto y a los que contradicen la ideología de género, por muy demócratas que sean. Ya lo hemos visto estas últimas semanas con las descaradas manipulaciones de TV3 y de otros medios separatistas colgando el mote de ultras a todos los que se manifestaban en defensa de la unidad de España. Hasta un conocido catalanista como Joan Manuel Serrat ha sido tachado de “nazi” por los separatistas por negarse a apoyar su referéndum ilegal. Hoy algunos usan a la “ultraderecha” como excusa para criminalizar a todo el que les contradice. No tardarán en usar ese pretexto para impedir toda manifestación que no sea de su agrado. Si algo ha demostrado la ultraizquierda es que allí donde aumenta su poder, al mismo tiempo disminuye el respeto por la libertad de expresión. Ahí están Cuba, Venezuela, China o Corea del Norte como ejemplos.