Entre julio y noviembre de 1936 se produjo la gran represión, el terror rojo. Madrid se llenó de checas. La Dirección General de Seguridad del gobierno republicano dejó la purga en manos de los partidos y sindicatos del Frente Popular. Los revolucionarios asesinaron al 30% de la policía madrileña y la sustituyeron con chequistas. Ocuparon edificios emblemáticos, como el Cinema Europa, en la calle Bravo Murillo –hoy un centro comercial–, o el Círculo de Bellas Artes, incluso conventos, como el de las Salesas Reales. A esos lugares llevaban a los «fascistas», (definidos como aquellas personas que no eran de izquierdas), y los encarcelaban, interrogaban, torturaban y asesinaban. Eran las tristemente famosas checas, de las que en Madrid, según un último estudio[1], hubo alrededor de 345.
De esas 345 hoy destacamos la que se conoció como Checa Spartacus. Resulta curioso que se le diera el nombre de aquel esclavo tracio que se rebeló contra el poder romano que les oprimía, cuando en esta ocasión el poder lo detentaban abusivamente ellos mismos, quienes llegaron a constituirse, como si retrocedieran a la Edad Media, en ”señores de vida y hacienda” contra todo aquél que sospecharan tenían ideas diferentes. En este caso ese poder lo utilizaron contra la Guardia Civil en la que intentaron hacer una verdadera limpieza a fondo, de modo que el nombre de esta checa ha pasado a la historia de la Guardia Civil por haber protagonizado uno de los más terribles acontecimientos por los que atravesaron los miembros de la comandancia de Madrid que combatían a favor de la República en noviembre de 1936.
A esta checa fueron a parar los cincuenta y cuatro guardias civiles que componían la plantilla de Madrid, porque, como en otros Cuerpos del Ejército, la oficialidad esencialmente agrupada en los empleos de Teniente, Capitán y Comandante, eran muy proclives al Alzamiento; de hecho muchos de estos Oficiales se habían afiliado a Falange y a la Unión Militar Española (UME). Allí fueron exterminados sin compasión un 19 de noviembre tras ser sacados a la fuerza de una checa que los anarquistas habían instalado en los primeros días de la sublevación, en el Convento de las Salesas Reales situado en el número 18 de la calle Santa Engracia, muy cerca de la Glorieta de Alonso Martínez.
De la importancia estratégica de la Guardia Civil era consciente Franco y el resto de sus generales cuando concluían que sin la participación de ésta, vencer iba a resultar dificultoso. Prueba de ello pudo comprobarse en Barcelona donde el General Aranguren y el Teniente Coronel Escobar, ambos de la Guardia Civil, impidieron que triunfase el intento de sublevación protagonizado por el General Goded. Incluso prueba fehaciente de esta importancia lo constituyó Madrid, cuya guarnición a pesar de que muchos de los oficiales del Cuerpo eran partidarios de la sublevación, ésta no se produjo por la intervención de los mandos de las Comandancias adecuadamente aleccionados por el General Pozas Inspector General del Cuerpo, quien meses antes había cambiado prácticamente la mayoría de las Jefaturas de Comandancia provinciales por mandos a él leales. La Guardia Civil siempre fue un cuerpo disciplinado y la lealtad al mando constituía un aspecto fundamental de su filosofía corporativista.
Desde los primeros momentos de iniciada la Guerra Civil, se produjo un constante goteo de guardias que pasaban de las filas republicanas a las filas nacionales en el frente de Guadarrama, hasta el punto que el Gobierno de la República tomó la decisión de retirar del frente a la Guardia Civil como unidad compacta e integrada solo por miembros de ella, posteriormente se disolvería el Cuerpo como Guardia Civil pasando a ser Guardia Nacional Republicana.
El inicio de la cascada de evasiones de guardias civiles a la zona nacional tuvo lugar el día 1 de agosto de 1936 en el Alto del León. La evasión fue realizada por el entonces Comandante Valero Perez Ondategui (destinado en el 23º Tercio de la Guardia Civil con sede en Ciudad Real)[2], secundado por el Capitán Palacios Varela que dirigía una Compañía en la Comandancia de la Guardia Civil de Cuenca. Consecuencia de esos hechos fue nombrado instructor del expediente el Teniente Coronel Royo Salsamendi, acompañado por un secretario (como era norma general en todo expediente castrense), que en este caso lo fue el Comandante Alfredo Semprún, personaje sectario que en los primeros días del movimiento se había encargado, siguiendo las directrices del General Pozas, de desarmar distintas unidades militares que se habían caracterizado por su favorable disposición a la sublevación y solidaridad con el Cuartel de la Montaña.
Merece la pena resaltar que estas fugas (ésta y también la de Somosierra) motivaron que el entonces jefe de la fuerzas de la sierra de Guadarrama, Coronel Asensio Torrado, retirara las unidades de la Guardia Civil de primera línea porque a pesar de permanecer leal al Gobierno, la Benemérita generaba desconfianza en el Frente Popular. Eso motivó la decisión de disolver este cuerpo de seguridad en la zona republicana durante los primeros compases de la contienda. A estos casos de evasión se unen las informaciones anónimas que algunos de sus antiguos compañeros facilitaron a los miembros de una llamada Comisión Depuradora de la Guardia Nacional Republicana, situada en el número 6 de la Cuesta de Santo Domingo[3], donde también tenía una oficina abierta al público un llamado Comité de Gobernación. Sus motivaciones llenaron la checa Spartacus de Guardias Civiles desafectos.
Esa Comisión Depuradora dependía del Comité Central de la Guardia Nacional Republicana (GNR), integrado por guardias civiles y por representantes del Frente Popular, entre ellos, José Luzón Morales, albañil, militante de la CNT y comandante honorífico de la GNR; José Rodríguez de la Lastra, de Unión Republicana; José Carreño España, de las Juventudes Revolucionarias; Anastasio González del Partido Comunista y Antonio Iglesias, de la FAI, Santiago Iglesias, de Juventudes Libertarias, Bartolomé Ruiz Carrillo, de Izquierda Federal. Todos ellos más el alférez de la GNR Ambrosio Rueda García, dirigían la Comisión Depuradora de la Guardia Civil. A ellos hay que añadir los que según las declaraciones en Causa General eran los máximos responsables de la Comisión en el momento de los hechos. Estos son los siguientes guardias civiles: teniente García Gunilla (presidente), brigada Restituto Castilla González, cabo Julián Vegas Jiménez (2º presidente)), Mariano Muñoz, de la UGT, guardias Valentín de Pedro Benítez, Juan Navarro Márquez, Juan Aparicio Serna, Higinio Pérez Rodríguez, José Tallón Alonso, Blas Delgado Torres, Antonio García García, Aurelio Pérez Mogrovejo, Argentino Novo Romero, Ambrosio Pasero Gómez y Ambrosio Rueda García.[4]
Los encargados de efectuar los arrestos eran indistintamente milicianos, policías o guardias civiles ya fueran los mismos compañeros de puesto, porque donde había un puesto había un comité. Algunos comités de Madrid se destacaron más por la actividad delatora que desarrollaron en contra de sus propios compañeros que por su aportación a la causa republicana. O quizá fueron estos sus méritos. Como por ejemplo: en Villalba detuvieron al sargento Antonio López Bravo, o al brigada Manuel González Lorenzo, comandante del puesto de Campamento detenido en el propio puesto, o incluso, directamente en el mismo frente, como ocurrió al capitán Pedro Acosta García, detenido cuando luchaba a favor de la República. Otros comités que destacaron en las detenciones de miembros del Cuerpo fueron los Comités de Cuarenta Fanegas, de Carabanchel, Ventas, Pueblo Nuevo, Canillejas y el de Bellas Artes en la antigua sede de la comandancia de Madrid, entre otros.
A través del Comité Central y a propuesta de los comités de las diferentes unidades militares, se decidía qué guardias civiles eran afectos al régimen republicano o por el contrario se mostraban disconformes con el Frente Popular. Todos aquellos guardias que eran declarados «desafectos» pasaban sin más dilación por la checa Spartacus y los parámetros que seguían aquellos miembros del comité depurador de la Guardia Civil para encerrar allí a los agentes, podían ir desde la negativa de los agentes a enrolarse en las columnas que combatían en el frente o hasta las declaraciones y denuncias de cualquier persona e incluso de sus propios compañeros. Los guardias civiles encerrados en esta checa vivían en unas condiciones pésimas. El hacinamiento en las celdas y la falta de alimentos mermaban las fuerzas de los agentes que debían ser alimentados por sus propios familiares.
El autodenominado comandante José Luzón Morales envió escrito dirigido el 19 de noviembre de 1936 al alférez de la GNR Ambrosio Pasero Gómez, jefe de la checa pidiendo que los detenidos que relaciona en la lista, “sean evacuados a Guadalajara”…Termina con el saludo: Salud y República Democrática. Puro eufemismo, porque ya sabían que la república no era democrática, no se trataba de un traslado y que desde luego, no llegarían a la capital alcarreña. A las 10 de la noche ya los tenían amarrados y, naturalmente, desprovistos de las alhajas y cualquier objeto de su propiedad que pudiera interesarles, tal como declaró en la Causa General el guardia José Yuste Nieto, perteneciente a la CNT y guardián de la checa, quien asimismo señaló al guardia carcelero Gregorio Rodríguez Robles como uno de los maltratadores de familiares de presos, asegurando que en una ocasión le vio levantar las faldas a la mujer de un detenido con la disculpa de ver si ocultaba alguna cosa.
En ningún caso, ni los guardias civiles que nos ocupan, ni otros civiles como los de Casavieja (Ávila) que por desgracia fueron apresados en la checa Spartacus fueron juzgados legalmente; simplemente unos anarquistas llevados de su extremismo −consentido siempre− deciden, convertidos en diosecillos, quitar la vida a sus semejantes. Fueron fusilados en las proximidades de las tapias del cementerio, entonces llamado del Este, ya en el término de Vicálvaro, en aquellos días municipio independiente.
Relación de guardias civiles asesinados:
Teniente Coronel Sebastián Royo Salsamendi, Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid con sede en la calle García de Paredes. A él le fue encargada la formación de una Columna de guardias que bajo las órdenes del Coronel Asensio ocupó una parte del frente de Guadarrama, en la que se produjo aquello que se llamó “la gran evasión” y de la que fue culpado el Teniente Coronel. Sus superiores lo retiraron inmediatamente del frente, siendo posteriormente detenido en su domicilio de Madrid y más tarde asesinado en la «saca» de la checa Spartacus, del 19 de noviembre, junto otros oficiales que formaron su columna.
Comandante José Velázquez Guerra Su familia en la Causa General afirmaba que muchos oficiales fueron encerrados en la checa de Spartacus por su negativa a marchar con el Comandante Antonio Naranjo Limón y el Capitán Germán Ollero Morente a combatir junto a los batallones de milicias vascas en el frente del País Vasco y el también Comandante Florentino Sánchez Nieto;
Capitanes: Francisco Castellanos Castellanos, José Marvá Macías; Antonio Meneses Fernández Miranda; Pedro Acosta García y Ángel Muro Durán;
Tenientes Marciano Murillo Parralejo; Joaquín Arrabal González; Manuel de Pablo García; Eduardo Alonso Quesada[5], Diego Naranjo Carranza; Arturo Blanco Ardanaz; y Julián González Galache; Pedro Acosta García;
Alférez Hipólito Montero González;
Brigadas Vicente Grimal Signes; Nicolás Blanco Juarros y Manuel González Lorenzo;
Sargentos Antonio López Bravo; Juan Pulido Aparicio; Isidro Molina López; Antonio Perales Cañero y Eleuterio Martín Fernández;
Cabos Esteban Herráiz Herráiz; Crispiano Gomara Mateos y Eleuterio (o Ramón) Díez Sancho;
Guardias Teodoro Hernández Iglesias; Baltasar Moreno Gil; Manuel Valiella Redondo; Trinidad Amarillo Carrero; Valentín García Gallego; Miguel Gómez Santamaría; Carlos Rivas Muñoz; Antonio Sánchez López; Procopio Díaz Moya; Belisario Mata Prieto; Francisco Mata Malillo; José de Julián Rodríguez; Domingo Rodríguez Domínguez; Gregorio Hernández San José, Aureliano Aranda Burgos: Abraham López Pérez; Luis Moreno Tello; Jerónimo Cogolludo de las Heras; Severiano Redondo Herrero; Julián Bernabé Martínez; José Coza Fernández; Víctor Quejido Illescas; Antonio Manrás Cano; Domingo Méndez García; Demetrio Fernández Fernández y
Severiano Sanz Zamarro El único de todos los componentes de la saca que pudo salvarse huyendo del lugar de martirio. Iba en el segundo camión que salió de la checa hacia el cementerio, de modo que, al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo con los compañeros del primer camión, se libró de las ataduras, saltó del camión y huyó rápidamente protegido por la oscuridad de la noche. Agazapado en un descampado próximo al lugar de la ejecución, pudo oir las detonaciones y ver como caían desplomados sin vida los que hasta hacía poco rato habían sido sus compañeros de Cuerpo y cautiverio. Consiguió llegar desde Vicálvaro hasta el Cerro de los Ángeles que ya habían tomado los nacionales donde se presentó al comandante.
Con la huida de Sanz Zamarro y quizás la del teniente Alonso Quesada, los guardias civiles asesinados en esta saca fueron 52. El pelotón que actuó aquella noche procedía de las milicias del temible “Cinema Europa”[6] centro de milicianos de la CNT, dirigido por Felipe Emilio Sandoval Cabrerizo[7], un ex convicto anarquista descrito por el historiador Javier Cervera Gil como «una de las figuras más siniestras de la Guerra en Madrid por su actividad represora». Los individuos que los condujeron en aquellos camiones fueron: Luis Payán Lumbreras, Pedro González Guerra, Lázaro Aguilera Blanco, Víctor Rincón Moreno, Tomás Prado Díaz, un tal Llamas y José Luzón Morales, quien con su propia mano mataba a aquellos que se negaban a bajar del camión.
Algunos historiadores comentan con un cierto tono de resentimiento, que las autoridades franquistas realizaron un ajuste de cuentas y no tuvieron ningún tipo de consideración con los guardias civiles que formaron parte del Comité General de la GNR, a los que, en su conjunto, se les acusa de ser los máximos responsables de la matanza de los presos de la checa Spartacus como si no fuera cierto los crímenes que estos cometieron.
De este parecer debe ser la actual alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena que está dispuesta a levantar un monumento en honor de gente que asesinó vilmente. En ese listado de “represaliados” en Madrid, no figuran todos los intervinientes en los delitos cometidos en esta checa, pero sí aparecen varios y no los de menor importancia por su significada actuación. Estos son[8]:
Lázaro Aguilera Blanco Acusado de llevar a los guardias civiles presos de la checa Spartacus al cementerio del Este y participar en su fusilamiento[9] Acusado de varios asesinatos, entre ellos de monjas (CG-Checa Spartacus f 36 y 44) Fusilado el 18 de junio de 1939 (MANUEL GARCÍA MUÑOZ:Los fusilamientos de la Moncloa p 195)
Restituto Castilla González [10]Brigada de la GC. Destinado en Guinea en 1935, mató al gobernador, Gustavo de Sortoa Steiner, por sentirse insultado. Condenado a ocho años y un día de cárcel, fue beneficiado por la amnistía que decretó el Gobierno tras el triunfo del Frente Popular. Reintegrado a la GC fue ascendido a teniente y a capitán y nombrado director del Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro, (destino que tradicionalmente era encomendado a coroneles y tenientes coroneles) y luego jefe militar del cuartel de Bellas Artes (MANUEL GARCÍA MUÑOZ:Los fusilamientos de la Moncloa p 250).
Antonio García García Guardia Civil, perteneció al Comité Central de la GNR (Guardia Nacional Republicana (CG-Checa Spartacus f 5) Fusilado el 29 de abril de 1943 (MANUEL GARCÍA MUÑOZ: p 297)
Pedro Iglesias Expósito Actuó en la checa Spartacus (CG-Checa Spartacus f 32) y perteneció a la brigada de García Atadell. Fusilado el 10 de octubre de 1939 (MANUEL GARCÍA MUÑOZ: p 333)
Rosario Jiménez Rodríguez Participó en la checa de Spartacus (GC f 29). Fusilado el 5 de noviembre de 1941 (CERVERO p 338)
José Jurado Plaza De Izquierda Republicana, miembro del Comité Provincial de Investigación Pública. Procesado por su actuación en distintos centros de detención de la capital, entre ellas la Checa Spartacus ( f 33) y (CERVERO p 340)
Felipe Martínez Izquierdo Guardia civil fusilado el 16 de mayo de 1940 (CG-Checa Spartacus f 31)
Juan Naranjo Jurado Policía, miembro del SIM perteneciente al 4º cuerpo de ejército y representante del Partido Socialista en la checa de Fomento. Trató de obligar a varios guardias civiles a luchar por la defensa de Bilbao. (checa Spartacus f 33) Fusilado el 9 de agosto de 1940. (MANUEL GARCÍA MUÑOZ: p 387)
Juan Panadero Serrano Guardia civil (CG-Checa Spartacus f 40) Fusilado el 18 de octubre de 1939 y (CERVERO p 398)
Valentín de Pedro Benítez Fue acusado en consejo de guerra de ser un alto responsable del Comité Central y de pertenecer al DEDIDE y al PCE. Provocó la detención de miembros derechistas que se reunían en la iglesia de San Francisco el Grande y fue acusado de varios asesinatos en la pradera de San Isidro. Fusilado el 15 de febrero de 1941 ((CERVERO p 401)
Francisco de Pedro Benítez Hermano de Valentín. Fusilado el 25 de mayo de 1939. Figura en folio 40 de CG checa Spartacus.
Higinio Pérez Rodríguez Guardia Civil. Perteneció al Comité Central de la GNR. Directos del colegio de guardias jóvenes y director de la prisión de Santa Úrsula (Valencia) Su declaración en CG checa Spartacus 5 y 26. Fusilado el 5 de noviembre de 1941((CERVERO p 408)
Manuel Real Verdejo Figura en CG checa Spartacus al f 78. Fusilado el 18 de junio de 1939 (CERVERO p 419)
Víctor Rincón Moreno Participó en el fusilamiento de los guardias civiles. Autor del asesinato de 6 religiosos en la Cuesta de la Reina (CG-Checa Spartacus f 44) Fusilado el 27 de noviembre de 1939 (CERVERO p 422)
Ambrosio Rueda García[11], destacado antifascista ascendido a capitán durante el dominio rojo. Escolta del general Núñez de Prado fue vocal del Comité Central de la Guardia Nacional Republicana que influyó en la decisión sobre los guardias presos en la checa Spartacus y formó parte del DEDIDE. Se le siguió procedimiento con el nº 68.430 por haber acordado asesinatos de más de 80 Jefes, Oficiales e individuos de tropa de la Guardia Civil sacados de dicha checa (CG-Checa Spartacus f 44) Fusilado el 8 de febrero de 1941 (CERVERO p 435)
Gerardo Sanz Monzón Guardia civil de filiación comunista, actuó ante el Cuartel de la Montaña en contra de sus defensores y delator de los elementos de FE que se reunían en la Iglesia de San Francisco el Grande que fueron condenados a diversas penas, incluida la muerte. Fue acusado también de la detención de varios guardias civiles del cuartel de las Cuarenta Fanegas, perteneció al DEDIDE y después al SIM maltratando a los detenidos. Incurso en el sumario 15119 por intervenir en detenciones seguidas de asesinatos como en el caso de dos falangistas, los señores Ruiz y Rodríguez que fueron conducidos hasta un radio comunista[12], donde después serían asesinados. Fusilado el 15 de febrero de 1941(CERVERO p 435)
Emiliano Vázquez Casas (alias Villalta) Capitán del ejército republicano. Procedimiento militar incoado por justicia militar a raíz de la Guardia Civil; bajo responsabilidad del Tribunal Militar Territorial (CG-Checa Spartacus f 36) Fusilado el 27 de noviembre de 1939 ((CERVERO p 470)
Figuran en la Causa General como implicados en los asesinatos de los guardias civiles “sacados” de la checa Spartacus, pero no constan en el listado de represaliados en el cementerio de la Almudena:
El teniente García Gunilla[13] hizo carrera en el ejército republicano llegando a comandante. Detenido en Alicante cuando finalizando la guerra pretendía huir, en el consejo de guerra de 14 de noviembre de 1939, fue condenado a muerte.
Juan Navarro Márquez [14]Vicepresidente del Comité Central. En declaración de Eduardo Herrero Arnaiz sobre la detención de su tío Manuel Pablo García, afirma que la llevó a cabo Juan Navarro en compañía de unos paisanos conocidos por sus apodos “el Pendón” y “el Baquerizo” y que desde entonces no volvieron a saber nada de su pariente. Fusilado el 26 de mayo de 1939 (CG-Checa Spartacus f 36)
Nicolás Rodríguez Pascual Por su historial revolucionario el presidente del Comité Central del Instituto, fue designado para prestar sus servicios en la Comisión Depuradora dependiente del mismo. Relacionado con el asesinato del GC Florentino Nieto Sánchez.(CG-Checa Spartacus f 31). Fusilado el 2 de febrero de 1940 en el Fuerte de San Cristóbal de Navarra[15]
La relación de personajes implicados en este asunto, que figuran relacionados en la Causa General, es mucho más amplia, pero por no hacer más exhaustivo el artículo, recogemos solo algunos nombres: Francisco Lucía, Luis Cuéllar Rodríguez, Antonio González Díaz, Rafael Esteban (posiblemente Zarza de segundo apellido, en cuyo caso sería el fusilado el 14 de julio de 1939) (F 34), Luis Agustina Párraga, Antonio Cremados, Ángel Campos Pereda (sargento en 1937) y Clavería (sobrino del entonces Ministro de Gobernación, general Pozas)(F 37); Regino Samaniego, Falomir, José Jiménez Solera, Arcadio Ruiz Gutiérrez, y José Sainz Pérez (F 38), Francisco Yáñez Román (chófer del teniente coronel de la Guardia civil de Almería), Celedonio Benito, Antonio García Ramírez, Blas Delgado Torres, Isabel Moreno Sali (F 40). De todos ellos y algunos más de los que solo consta el apodo, carecemos de datos de su situación posterior.
Los guardias civiles sacados de la checa Spartacus fueron inhumados en dos fosas comunes en el cementerio de Vicálvaro y posteriormente −excepto los reclamados por su familia para enterrarlos en su propio panteón familiar−, en la Basílica del Valle de los Caídos.
En este cementerio no solo fueron enterrados estos y otros miembros de la Benemérita, también los militares asesinados procedentes del 2º Regimiento de Artillería ligera de Vicálvaro y los múltiples procedentes de “paseos” o de la propia localidad de los que daremos cuenta posteriormente.
[1] Alfonso Bullón de Mendoza, catedrático de Historia en la Universidad CEU San Pablo, director de un equipo de investigación equipo ha localizado y cartografiado las 345 checas madrileñas –hallando 120 que no estaban inventariadas en la «Causa General» que se hizo en la posguerra–, a las que suman 23 prisiones oficiales y diez comisarías.
[2] Esta columna estaba constituida por agentes procedentes de las Comandancias de Ciudad Real y Cuenca. Si bien los componentes de la Comandancia de Ciudad Real se negaron en un principio a marchar al frente, como así manifestaría el capitán Palacios Varela, para los componentes de la Comandancia de Cuenca era una excelente oportunidad para pasarse a zona nacional, dado que su jefe de Comandancia, el Teniente Coronel García de Ángela (posteriormente detenido por considerarse que pertenecía a Falange y Renovación Española) se había mostrado reacio a posicionarse a favor de la rebelión. Curiosamente, según declararía el Capitán Palacios, había indicado a sus guardias, dado que éstos eran todos voluntarios y compartían con su capitán el deseo de pasar a zona nacional, que se enrollasen una toalla blanca en el Cuerpo para mostrarla en alto como bandera blanca cuando llegasen a primera línea y poder pasarse a zona nacional. Poco después de llegar estas fuerzas a la Sierra de Guadarrama y mientras se estaban asentando en zona republicana, se produjo una ofensiva por parte de los nacionales en el apeadero y Sanatorio de Tablada (muy próximo a la N-VI antes de llegar al Alto del León). Esta ofensiva obligó a la columna de guardias civiles recién llegada, a entrar en acción, momento que aprovecharon para hacer ondear sus toallas de color blanco y pasarse a zona nacional. La evasión estuvo formada por un importante grupo de once hombres con el Comandante y Capitán anteriormente mencionados a la cabeza.
[3] José Luis Cervero: “Los rojos de la Guardia Civil”p.177
[4] Causa General: Checa Spartacus (f 5 y 6)
[5] Figura inscrito en la lista de entrega de los presos y como fallecido en la lápida y en el registro de defunción, pero sin mencionar como se salvó J L Cervero en “Los rojos de la Guardia Civil” dice que pasó de cárcel en cárcel hasta que le dejaron en libertad porque en las listas figuraba muerto procedente de Spartacus. Quizá se ocultó y no subió a los autobuses Consiguió pasar a zona nacional por Valdepeñas (Jaén), de modo que recogió a la viuda del capitán Cortés y sus cuatro hijos y los pasó a zona nacional (p 190)
[6] CAUSA GENERAL-Checa Spartacus, f 28 y 29
[7] Felipe Emilio Sandoval Cabrerizo (26 de mayo de 1886, Madrid – Ibíd. el 6 de julio de 1939), también conocido por el alias «Doctor Muñiz», fue un albañil, atracador, anarquista y espía. Es conocido, especialmente, por ser un activo verdugo revolucionario en el Madrid de los primeros meses de la Guerra Ccivil Española.
[8] MANUEL GARCÍA MUÑOZ:Los fusilamientos de la Moncloa
[9] JOSÉ LUIS CERVERO: Los rojos de la Guardia Civil p 186
[10] CAUSA GENERAL-Checa Spartacus, f 8
[11] CAUSA GENERAL-Checa Spartacus, f 5 y 79
[12] El “radio” era un local donde se reunían los militares de ese partido y donde llevaban a los detenidos para” interrogarlos”.
[13] JOSÉ LUIS CERVERO: “Los rojos de la guardia civil” p 201
[14] Ibidem p 212
[15] Ibidem p 212