Lo del barco Aquarius es otro de los claros ejemplos de que, por un lado, algo pasa en África y, por otro, que estamos haciendo algo muy mal en Europa con el tema de la inmigración ilegal.
La inmigración ilegal es uno de los graves problemas que debemos afrontar seriamente en este continente.
Y la solución al problema no es aceptar inmigrantes a mansalva, teniendo como tiene España una tasa de paro tan enorme. Luego brazos, no son necesarios. Tampoco está nada bien eso de dar ayudas a los inmigrantes cuando ya están aquí, pues se podría fomentar con ellas, entre otras cosas, el empleo entre los españoles.
Lo que si debemos hacer las naciones europeas es ayudar a que en sus países de origen tengan todo lo necesario para vivir en paz, y así no necesitarán emigrar. Por supuesto, también perseguir y acabar con todo tipo de mafias dedicadas al tráfico de seres humanos, porque son eso al fin y al cabo, seres humanos, no ganado.
Para ello, una de las cosas que se debería retomar a corto-medio plazo es la idea de »regresar» las naciones desarrolladas europeas e intervenir directa o indirectamente, entre otros lugares, en los asuntos africanos. La descolonización fue demasiado prematura, como dicen algunos expertos en el tema, y yo les doy la razón, pues, ahora, estamos pagando las consecuencias. Pero no sería para hacernos con sus materias primas sin dar nada a cambio, y destruir regímenes políticos para luego dejar el caos allí (Libia), no, debemos aprender de los aciertos y de los errores del pasado, para hacer una política humanitaria seria acorde al siglo XXI.
Aún así, oyes a representantes de la UE (que raro), que debido a la baja natalidad del continente necesitamos inmigrantes. Y yo les digo que la solución no es traer inmigrantes de otros países de culturas diametralmente distintas de las nuestras, el problema de la demografía pasa por potenciar la natalidad dentro de las naciones europeas, punto.
¿Y como se potencia?, muy sencillo, lo he dicho más veces. Por ejemplo…
-Abolir el aborto. Aquí en España, es bochornoso ya, pues se acaba con ciento cincuenta mil vidas al año.
-No permitir los matrimonios entre personas del mismo sexo.
-Fomentar empleos, con salarios dignos.
-Otorgar premios de natalidad.
-Proporcionar a la gente una educación »familiar» desde las escuelas, institutos y todo tipo de centros educativos. No me canso de decirlo, no hay mejor en eso que una buena educación cristiana.
Pero, los que crean todas estas situaciones dramáticas son los de siempre. Sólo hay que ver el símbolo de la ONG que se ha hecho cargo temporalmente de los inmigrantes del Aquarius, »Médicos Sin Fronteras». Pirámide de color blanco y punto (ojo) de color rojo, aunque te quieran distrarer en el icono con que es un simple monigote.
Aquí, en el llamado mundo »desarrollado» se nos hace consumir el doble de lo necesario, las multinacionales de la criptocracia por ello arrasan con los recursos de todo el globo, sin importarles lo más mínimo si dejan o no lo suficiente para los seres humanos que viven en esos territorios que explotan o si deberían reinvertir las ganancias en ellos para su desarrollo. Todo para ser los de siempre más ricos y poderosos y así, poder seguir esclavizándonos. Demencial.
Nos quieren convertir en simples máquinas consumidoras, sin alma ni corazón. La terrible descristianización europea lo ha favorecido y acelerado en las últimas décadas, desgraciadamente.
Porque, para desarrollar un buen plan humanitario lo primero sería liberarnos en Europa de esos poderes esclavizadores y potenciar con ello nuestras naciones, para luego trasladar el modelo a otros continentes ayudándoles en su desarrollo.
Resumiendo, no hace falta ser muy listo para ver que, a medio plazo, quieren destruir definitivamente la civilización cristiana europea, echando para ello más »gasolina» al fuego europeo (la otra gasolina es la crisis económica, casualmente, también fomentada por ellos), para enfrentarnos europeos contra inmigrantes, para después crear definitivamente y aceptar previamente el pueblo como algo inevitable, »su nación» europea, convirtiendo el continente en una amalgama grotesca con personas sin rumbo ni identidad de ningún tipo, luego, fáciles de manipular y de controlar.