“Al llegar para mí la hora de rendir la vida ante el Altísimo y comparecer ante su inapelable juicio, pido a Dios que me acoja benigno a su presencia, pues quise vivir y morir como católico. En el nombre de Cristo me honro y ha sido mi voluntad constante ser hijo fiel de la Iglesia, en cuyo seno quise morir”.
Son las últimas palabras de Francisco Franco antes de morir.
Francisco Franco, Caballero de la Suprema Orden Ecuestre de la Milicia de Nuestro Señor Jesucristo, consideración que Roma le concedió por sus singularísimos servicios a la Iglesia, está enterrado en la Basílica del Valle de los Caídos, en suelo sagrado, donde rige el Derecho Canónico y bajo la custodia de la Comunidad Benedictina por petición expresa de S.M. el Rey Juan Carlos I.
La intención del Gobierno del Sr. Sánchez al exhumar el cadáver de Francisco Franco es clara y netamente vejatoria y contraria a la dignidad de su memoria. Pretende una humillación póstuma de carácter público de sus restos que alcanza a millones de españoles que están agradecidos por todos los servicios que hizo a la Patria y a la Iglesia Católica no sólo española sino del mundo.
La exhumación de los restos del Generalísimo Franco cuenta con el apoyo decidido y explícito de quienes quieren acabar con un lugar sagrado en el que reposan muchos beatos mártires y desde luego acabar derribando por abandono o acción directa la mayor Cruz de la tierra.
Parece llegado el momento de decir las cosas claras: sólo la alta Jerarquía de la Iglesia Católica al amparo de la inviolabilidad que los Acuerdos con la Santa Sede otorgan a la Basílica puede impedir tamaño desafuero. Un tratado internacional, reconocido por el Tribunal Constitucional y que tiene jerarquía supra-legal.
Desde la Fundación Nacional Francisco Franco nos negamos a creer que la Iglesia Católica Universal no proteja a quién fue su salvador y protector en los momentos más críticos para esta en toda su historia. ¿Será necesario recordarlos? ¿acaso la defensa de la Cruz – siguiente objetivo – no merece un acto de valentía?
Rogamos a Dios que ilumine a la más alta Jerarquía de la Iglesia Católica en su decisión y que no contribuya por dejación u omisión a la desafección de millones de católicos de todo el mundo en un acto que sería de colosal ingratitud y vejación no sólo con el Fundador de ese monumento sino con los miles de españoles que reposan en la Basílica construida como símbolo de reconciliación bajo el amparo de los brazos de la Cruz.
Ignoramos cúal será el desenlace de esta intención sectaria, llena de odio, revanchista y alejada de cualquier tipo de reconciliación del Gobierno, pero sí tenemos claro que la historia colocará en su sitio a justos y pecadores.
FUNDACIÓN NACIONAL FRANCISCO FRANCO