Este año el 18 de julio, día en que estalló la Guerra Civil, en las redes sociales apareció una invitación especial: los Carlistas de Galicia proponían la Cruzada del Rosario, que consiste en sesiones de rezo colectivo en lugares públicos. Detrás de esta convocatoria está Jaime Alonso, un vigués, de 25 años, estudiante de Derecho, que descubrió el movimiento carlista: “Siempre me ha interesado la sociedad antigua en todos sus sentidos, creo que hemos perdido un modo de vida que funcionaba bien; con el estudio me hice más católico y me he dado cuenta cómo la industrialización ha cambiado el mundo”.
Así, hace unos meses, en diciembre, creó en Vigo el primer grupo de carlista de Galicia para divulgar los valores de un movimiento que rechaza los avances tecnológicos: “No somos un secta (en referencia a los amish, los cristianos tradicionalistas de Estados Unidos), vivimos en casas y utilizamos aparatos, pero en la medida de lo posible mantenemos la esencia de la sociedad antigua”, asegura. Grupos como el de Madrid, Valencia o Granada llevan años defendiendo las tesis vinculadas a la comunidad tradicionalista.
Con una sede aún provisional y sin dirección postal por el momento, los carlistas vigueses se reúnen una vez al mes. El grupo cuenta con quince inscritos y unos 30 simpatizantes: “En Vigo no existe una tradición carlista como tal, las Rías Baixas en general siempre han sido más liberales; en los núcleos rurales de Lugo y Ourense es donde se han concentrado más simpatizantes”.
Distancia con el Franquismo
El pasado 18 de julio tuvo pues lugar la primera Cruzada del Rosario en Vigo: “Resultó correcta, aunque por ser entre semana y en este mes, hubo algunas ausencias notables”, afirmó Alonso. Desde su colectivo reivindican el alzamiento como una cruzada: “Quien plantea la revuelta contra la República es el Carlismo y el general Mola, el partido Tradicionalista con 20 diputados en las cortes era el que realmente tenía arraigo popular y podía combatir a la República”, apunta Alonso, quien descarta cualquier vínculo con el franquismo: “El decreto de forzada unificación de Franco obligó a la requeté, la fuerza de choque carlista no militar a integrarse con la Falange Tradicional de las Jons; los carlistas vieron solo al principio con simpatía el golpe porque pensaban que devolvería la monarquía a quien le correspondía, por otra parte, se unieron al bando de Franco por una cuestión religiosa”.
Según cuenta, carlistas y franquistas vivieron momentos de cercanía y alejamiento, que llevaron a los primeros al exilio: “El carlismo salió muy perjudicado”, indica Alonso. Entonces y ahora, los carlistas son ante todo, católicos, siguiendo la doctrina social de Pio XII (1941): “El catolicismo es el primer punto de la unidad de España”, aunque diferencia una unidad católica de un estado confesional: “Tiene que ser la propia esencia, al igual que la unidad de la Corona, España es una monarquía de reinos”.
Defiende un Federalismo histórico, pero no se puede confundir con el nacionalismo: “Es falso que el nacionalismo moderno esté relacionado con el carlismo; puede que sea un sentimiento rebelde y romántico, pero cualquier nacionalismo periférico es descartable, incluso el vasco, ya que el PNV surgió de una excisión del carlismo, una vuelta de tuerca”, sostiene el vigués.
El origen del carlismo (antiliberal y contrarrevolucionario) hay que buscarlo en la sucesión de Fernando VII, cuando declara heredera al trono a su hija Isabel II, en 1830, derogando al ley sálica que impedía a una mujer llevar la corona y desplazando a su hermano, Carlos María Isidro. Aunque ahora se dedican a acciones culturales y al fomento de estudios históricos, los actuales carlistas defiende a Don Sixto, residente en Francia y Borbón, como legítimo heredero al trono.