Que nadie se engañe, VOX no es un partido antisistema, más bien es un partido que propone la reforma de algunas estructuras y políticas que han caracterizado a la democracia española durante los últimos 40 años, no obstante, algunas de sus propuestas parecen que empiezan a calar en un sector de la población española que actualmente se encuentra huérfana de representación política.
Según las últimas encuestas publicadas la lucha contra el independentismo ha servido a VOX para romper su techo electoral y optar con fuerza a entrar en el Parlamento español, así según el Confidencial VOX superaría la barrera del 3 % de los votos.
El crecimiento de la formación que lidera Santiago Abascal, pasando del 0,2% de los votos en las elecciones generales de 2016 al 3% actual, se debe principalmente al trasvase de votos que obtiene del PP. Hasta medio millón de votantes de los populares se decantarían ahora por apoyar a Vox.
Cabe recordar que VOX está haciendo una intensa campaña a favor de la Custodia Compartida de los menores tras las rupturas de parejas y está interviniendo en debates públicos en los que se posiciona de forma clara contra la ideología de género.
No obstante, sin bien en algunos principios VOX puede ser una alternativa para el voto tradicionalista, sin embargo es necesario referir que no propone la destrucción del actual estado de las autonomías, sino que pretende una modificación del mismo que acercaría a España al centralismo francés, lejos por tanto del regionalismo que ha caracterizado la historia de España. De igual forma VOX no se ha pronunciado sobre el divorcio, ni se ha pronunciado abiertamente sobre las raíces cristianas de Europa. Igualmente no se ha pronunciado sobre la existencia de la sociedad intermedia (gremios, asociaciones …), por lo que será necesario que los tradicionalistas españolas sigan buscando su propia representación política.
No obstante si hemos de reconocer que las propuestas contra la inmigración y la postura dura contra los delincuentes independentistas suponen una corriente de aire fresco que era necesario que soplara en la política española.