El Asedio del Alcázar de Toledo fue una batalla altamente simbólica que ocurrió en los comienzos de la Guerra Civil Española. En ella se enfrentaron fuerzas milicianas frentepopulistas contra las fuerzas de la guarnición de Toledo, reforzadas por la Guardia Civil de la provincia y un centenar de civiles nacionales que estaban refugiados, acompañados de sus familias, en el Alcázar de Toledo, entonces Academia de Infantería, Caballería e Intendencia. Los milicianos empezaron el asedio sobre el fortín de los nacionales el 21 de julio de 1936 y no lo levantarían hasta el 27 de septiembre, tras la llegada del Ejército de África al mando del general José Enrique Varela, haciendo Franco su entrada en la ciudad al día siguiente.
AL ALCAZAR DE TOLEDO
Rugía el infierno y bramaba Satán:
¡El Alcázar demolido sucumbirá!
¡Al ataque compañeros! ¡Abordad!
¡Viva Rusia! ¡Al asalto y matad!
Gritaba la milicianada
como ímpetu del mar.
Por los cerros escarpados
con saña y con maldad
disparaba la siniestra
queriéndose apoderar
de la fortaleza herida,
que no quería claudicar.
¡Todo, si triunfáis por Rusia!
¡Nada, si persistís sin temor!
¡Todo, si concluye España!
¡Nada, aunque muráis con honor!
¡El Alcázar no se rinde!
Resiste la tempestad
de trilita y de metralla,
y de ruin cautividad,
porque el Emperador
ha vuelto a su pedestal,
y Toledo recobra Imperio,
Patria, gloria y libertad.
Pisa el patio el General
de la doble laureada.
Toledo canta inmortal:
¡Sin novedad en el Alcázar,
¡mi General!
Y Francisco Franco el Justo,
corta el lauro…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!