El periodista e historiador conquense Miguel Ángel Malavía ha presentado recientemente su última obra «Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno» , un utópico intento de encarnar en el presente el pensamiento de un Unamuno vivo hoy, en 2018.
Literariamente, el punto de partida se da en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca (donde tuvo lugar su último acto público, con su polémico enfrentamiento con Millán Astray, el 12 de octubre de 1936, solo dos meses y medio antes de morir en la Nochevieja del año más triste de nuestra historia nacional). Allí, el eterno rector es interpelado por 72 personas (por cada uno de los años que vivió) representativas de nuestra sociedad. Hay jueces, abogados, maestros, académicos, periodistas, políticos, fotógrafos, escritores, poetas, científicos, toreros, deportistas, obispos, misioneros, y el Gran Maestro de la Logia de España … Cada uno de ellos le hace, con total libertad, una pregunta. Las respuestas de don Miguel a todos ellos nos llevan a episodios que marcaron su tiempo histórico y a muchos otros fenómenos propios de nuestra hora y ante los que él tiene una idea, como siempre, preñada de pasión desbordada.
Uno de sus interlocutores, que realiza su pregunta al profesor Unamuno, es el Gran Maestro de la Gran Logia de España, que le pregunta por su visión sobre los principios y valores de la Masonería.
En la respuesta el autor trata de blanquear a la masonería, ocultando su pasado de secretismo, persecución, y olvidando la responsabilidad de la masonería, y los masones, en el estallido de la Guerra Civil Española de 1936, pues efectivamente no es posible entender la Cruzada de Liberación haciendo abstracción de la persecución religiosa desatada por la masonería.Reproducimos algunas de las respuestas ficticias del profesor Miguel de Unamuno para que el lector saque sus propias conclusiones: «Nunca fui masón y mi lucha fue mucho más allá, pues traté de encapsular la brisa del espíritu en una piel que se hiciera callo y cicatriz, alma encarnada y no etérea, pero eso no es óbice para que aplauda con todas mis fuerzas la base de fraternidad, cultura, moderación y progreso que siempre impulsaron las logias. Muchos de nuestros españoles más ilustrados fueron masones, lo que es bien significativo. Buena parte de ellos, fueron también quienes más sufrieron por esa utopía en una España agazapada sobre su casticismo hueco, ramplón y paralizante», contesta el Unamuno al que Malavía devuelve a la vida en ‘Cómo decíamos ayer’
Igualmente Miguel Ángel Malavía trata de conciliar lo irreconciliable, y trata de de justificar que es compatible ser española, masón y católico. La respuesta ficticia de Unamuno no tiene desperdicio: «Perseverad en vuestra base de fraternidad y que, desde esas aguas de paz, cada uno de vosotros nade hacia la idea o la fe que le haga temblar a su corazón. Porque, por ejemplo, igual que se puede ser masón y español, se puede ser español, masón… y católico. Al menos si dejáis atrás todos los velos. ¡Aire puro es vida plena!», concluye.