Los símbolos, sobre todo si se trata de los símbolos de una nación, tienen mucha más importancia de lo que las gentes, en su actual indiferencia, creen. Acertadamente lo expresaba un parlamentario de EE (E. Uriarte) cuando escribía: «No es, pues, una minucia la cuestión de los símbolos, porque la aceptación de unos colores, de unos sones, preñados históricamente de contenido, pueden definir perfectamente qué tipo de actitud política va a seguir el Poder, aunque sea el poder local, qué tipo de País se quiere crear, qué relaciones políticas van a existir, si intolerantes y autoritarias o dialogantes y democráticas.» Y añadía en el mismo artículo: «Los símbolos de un sector social, los de un partido, no suelen ser los de la nación, a no ser que nos encontremos ante un régimen dictatorial, régimen intolerante que suele confundir al partido en el poder con la sociedad.»
Esto es precisamente lo que con grave error (y en algún caso con el apoyo de EE), se ha hecho en lo que llamamos Comunidad autónoma vasca por obra y gracia de los partidos nacionalistas en tres cuestiones a nuestro modo de ver fundamentales: el nombre (Euskadi-Euzkadi), la bandera (la bicrucífera del PNV, hoy llamada «ikurriña») y el himno (el «Euzko Abendaren Ereserkia» en lugar del «Gernikako Arbola»).
En los tres casos fue Sabino Arana el inventor y es curioso observar que aspectos fundamentales de la doctrina sabiniana han sido totalmente olvidadas, como la organización confederal de las regiones vascas y la confesionalidad católica de las mismas, por no citar más ejemplos, mientras se mantienen empecinadamente unos símbolos erróneos. Examinémoslos.
Era Sabino contrario al nombre tradicional de «Euskal Herria» por creer que era una simple traducción del nombre castellano de «País Vasco», cuando, en realidad, era al contrario. Ocurriósele entonces inventar la palabra «Euzkadi» con poco acierto, en primer lugar por emplear (grave error fonético) la z en lugar de la s. En segundo lugar, por añadir el sufijo DI a la raíz EUSKO, sufijo que equivale a agrupación o conjunto, haciéndose su traducción al castellano por el sufijo «ADA-EDA», como es el caso de GOROSTIDO = ACEBEDA, por ejemplo, lo que nos llevaría a utilizar el término Vascada para traducir la palabra Euskadi al castellano.
La bandera la proyectó, a petición de su hermano Sabino, Luis Arana Goiri, como símbolo de la independencia de Vizcaya; la creó en el año 1894. Eligió el color rojo, que es color de la bandera histórica del Señorío y le añadió dos cruces, una blanca y otra en forma de aspa (Cruz de San Andrés) de color verde, que en la intención de los hermanos Arana Goiri simbolizaban las legendarias batallas de Padura y Arrigorriaga, supuestamente sostenidas por los vizcaínos contra los castellanos. Por esa razón y hasta muy entrados los años treinta fue conocida como bandera «bizkaitarra» y fue la propia del PNV de Vizcaya, hasta que en 1933 en reunión del Euskadi Buru Batzar, celebrada en Tolosa fue adoptada también como bandera del PNV en Álava, Guipúzcoa y Navarra. En octubre de 1936, a los tres meses de iniciada la guerra civil, fue elegida como bandera representativa de Euzkadi a pasar de la oposición de Luis Arana Goiri, su creador, quien entendía que la bandera bicrucífera debía ser exclusivamente vizcaína, incluso había diseñado otra para representar a Euzkadi, manteniendo los colores rojo, blanco y verde. Es curioso señalar la aparición de este color usado en la Edad Media por los árabes y no por los reinos cristianos de la Reconquista.
Los colores históricos de las distintas regiones vascas en España y en Francia son los siguientes: Navarra, Vizcaya y Zuberoa, rojo; Guipúzcoa y Álava, blanco y Lapurdi, rojo y azul; parece lógico que se hubiera inspirado en ellos, pero no fue así.
Lo mismo sucede con el himno, llamado por Sabino Arana (autor de la letra) «Euzko Abendaren Ereserkia», o sea «Himno de la raza vasca», concepto este (el de RAZA) un tanto desprestigiado en la actualidad, razón por la que algunos lo llaman ahora «Gora ta Gora». La música fue obra de Cleto de Zabala quien se inspiró en el «saludo al Fiel Regidor», al comienzo de la Ezpatadantza de la Merindad de Durango. Fue usado siempre como himno del partido, lo que no era obstáculo para que sus afiliados cantasen también el «Gernikako Arbola», considerado como símbolo de sus libertades por todos los vascos, desde los comunistas a los integristas, e incluso propuesto como himno oficial en los ochenta por EE y por el PSOE de Euskadi. No obstante el PNV, impuso el «Eusko Abendaren Ereserkia» con el incompresible apoyo de Coalición Popular. Nunca se aclaró bien la razón de esta imposición, quizá se debió al vascuence con palabras de origen castellano de la letra del «Gernikako Arbola» (aunque más castellanización existe en el vascuence «Batua» que se enseña en las ikastolas) o quizá el hecho de que su autor fuese Iparraguirre, un carlista muy popular.
Esta actitud de un grupo de partidos políticos, o de uno solo, de imponer sus propios símbolos a la nación que dicen representar y defender es una característica propia de los partidos nacionalistas, que supervaloran sus propios símbolos hasta sacralizarlos. Recordemos que en el otoño de 1936 (meses de octubre y noviembre) los
falangistas hicieron una intensa campaña para que su himno el «Cara al sol» (música del maestro Tellería inspirada en una espatadantza) fuese elegido como himno nacional de España, lo que se evitó mediante una campaña sobre la «Marcha granadera» o «Marcha real», que acertadamente realizó el Padre Otaño, S. J., ilustre músico vasco.
Es muy de lamentar que en la Comunidad autónoma vasca hayan prevalecido esos criterios en la elección de su nombre y símbolos. Repetimos que es ésta una actitud propia de partidos y regímenes totalitarios, como sucedió, a título de ejemplo que no debe seguirse, en la Alemania de Hitler y en la Rusia de Lenin. Todavía se está a tiempo de rectificar.
Artículo publicado en Fuerista, Boletín de la Comunión Tradicionalista Carlista de Guipúzcoa. Nº 1, diciembre de 1987