El emperador Carlos I de España y V de Alemania, concedió una renta anual de quinientos ducados, una suma realmente importante, y, como escudo, una esfera del mundo con la leyenda en latín: «PRIMUS CIRCUMDEDISTI ME» («El primero me circundaste») por la importante hazaña de ser el primero en dar la vuelta al mundo en aquellas naves que, vistos con ojos de hoy, parecen cáscaras de nuez. ¿Quién era el héroe? El marinero español de Guetaria (Vizcaya) Juan Sebastián Elcano.
De familia de marineros, desde muy joven, se enroló en barcos pesqueros y comerciales, por lo que adquirió gran experiencia. Hacia 1509 contaba con una nave de doscientas toneladas con la que tomó parte en la expedición militar contra Argel, que fue dirigida por el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros. Posteriormente tomó parte en otra campaña en Italia, esta vez a las órdenes del Gran Capitán.
Durante esta última campaña, Elcano hubo de hipotecar su nave a unos mercaderes saboyanos para poder pagar los sueldos que adeudaba a su tripulación, que había amenazado con amotinarse. El navegante vasco esperaba la llegada de la compensación económica que le debía la Corona por los servicios prestados en la campaña militar de Italia, pero esta no acabó de llegar, por lo que, viéndose incapaz de saldar su deuda en plazo, se vio obligado a entregar su nave a los saboyanos. Al hacer esto Elcano incurrió en un delito, ya que una ley vigente en la época prohibía vender embarcaciones armadas a extranjeros en tiempos de guerra. Perseguido por la justicia y arruinado, Elcano se vio envuelto en una situación casi desesperada.
Hacia 1518 o 1519 se estableció en Sevilla, (una de las capitales más importantes de la época) donde tuvo conocimiento del proyecto que estaba preparando el marino portugués Fernando de Magallanes, para descubrir una ruta a las Indias Orientales por occidente, a través de un paso o estrecho por el sur de América que llevara a las islas de las especias (las Molucas) sin necesidad de bordear el continente africano ni atravesar dominios portugueses. La expedición tenía gran dificultad para reclutar tripulación por lo incierto del viaje, por lo que esta se formó en buena medida con desesperados, deudores y forajidos de la justicia como el propio Elcano. Fue así como en 1519 se alistó en ella.
Fernando de Magallanes, nacido en 1480 en Oporto, miembro de la nobleza portuguesa, estudió náutica y cartografía en Lisboa y formó parte de la expedición a la India mandada por Francisco de Almeida y a Marruecos bajo las órdenes del duque de Braganza, donde resultó herido. Se desconocen las causas, pero como consecuencia del informe desfavorable que acerca de la conducta de Magallanes en esta última misión disponía el monarca Manuel I de Portugal, éste rechazó por dos veces un proyecto del marino para explorar nuevas rutas hacia Oriente, por lo que Magallanes decidió probar suerte en España. Llegó a Sevilla en octubre de 1517 y desde allí se dirigió a la corte, que a la sazón se encontraba en Valladolid.
Renunció a la nacionalidad portuguesa y contrajo matrimonio con Beatriz Barbosa, hija de un importante oficial sevillano, quien le dio un hijo varón, Rodrigo.
Magallanes tenía la convicción de que debía existir un paso al sur de la costa sudamericana para llegar a la India por occidente, paso que ya había buscado sin éxito Juan Díaz de Solís. La posibilidad de encontrar una ruta alternativa para llegar a Oriente a través del océano Atlántico era de vital interés para la monarquía española, ya que la costa africana estaba bajo el control de su principal rival en el comercio de especias, Portugal. Tras renunciar a su nacionalidad de origen y con el apoyo del astrónomo portugués Ruy de Faleiro y del obispo Fonseca, logró interesar en el proyecto al monarca español Carlos I, quien puso a su disposición cinco naves: Trinidad, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago, con una tripulación de 270 hombres de distintas razas y nacionalidades. Fue nombrado gobernador de las tierras que pudiera descubrir y se le otorgó la veinteava parte de los eventuales beneficios de la expedición.
La flota zarpó de Sevilla en septiembre de 1519, luego de haber superado numerosos contratiempos como un fallido intento portugués de sabotear el viaje, o el ataque de locura sufrido por Faleiro que le obligó a quedarse en tierra. Descendió por el Guadalquivir hasta llegar a Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y pasó por el archipiélago de las Canarias para seguir viaje hasta la costa del Brasil y doblar luego hacia el sur, donde exploró el estuario del Plata. En la bahía de San Julián, Patagonia, la expedición se estableció para invernar, período en el que hubo de sofocar un motín y se perdieron dos naves, una por accidente y otra por deserción. Por fin, el 21 de octubre de 1520 accedieron al estrecho que lleva hoy su nombre (Magallanes lo llamó «estrecho de Todos los Santos»), que les permitió rodear el continente americano. Poco más de un mes después, encontraban al otro lado un océano de aguas tranquilas (que recibiría luego el nombre de océano Pacífico), ante cuya vista, según las crónicas, el aguerrido navegante lloró de emoción.
Ya en el Pacífico llegaron la sed, las quemaduras y el escorbuto. Sólo la visión de una isla el 6 de marzo de 1521 terminó con tanto mal. Eran las Marianas, archipiélago en el que los españoles sin agua potable ni provisiones frescas, y con parte de la tripulación enferma de escorbuto, aprovecharon para abastecerse y entablar relaciones con unas tribus tan hostiles, que en una emboscada asesinaron a buena parte de la tripulación, − las bajas fueron tremendas−, incluyendo al propio Magallanes quien cayó herido de muerte en un enfrentamiento. Con ello, se malogró su sueño de completar el primer viaje alrededor del mundo.
Elcano, nombrado capitán de una de las dos naves que quedaron a flote, la Victoria, ordenó proseguir rumbo al Oeste en lugar de desandar lo andado en su regreso a España. Así fue como el 21 de noviembre se toparon con las Molucas, la meta de la expedición, donde aprovecharon para cargar las bodegas de clavo a cambio de espejos y otras baratijas semejantes. La noticia de que los portugueses les estaban buscando motivó su marcha precipitada. Ya sólo quedaba una nave en pie y 43 marineros vivos, tan enfermos y cansados que la llegada a casa parecía empresa imposible.
Tras pasar por Mozambique el hambre acuciaba, pero no podían abastecerse porque los portugueses, dueños de todas las costas africanas, les arrestarían en cuanto desembarcaran. Sólo el pillaje les permitió subsistir. Las últimas semanas de travesía sufrieron verdaderas penalidades, con tripulantes famélicos apenas capaces de ocuparse de un barco desarbolado. Por ello, cuando consiguieron entrar en el puerto de Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522, tras casi tres años de navegación, y recorrer 14.000 leguas, la gente no podía creerse que esos únicos 18 supervivientes, hambrientos, semidesnudos y tambaleantes marinos, fueran parte de los 285 que formaron inicialmente la expedición, si no fuera porque traían la nave cargada de especias.
Elcano, deseoso de llegar a Sevilla, apenas se detuvo en Sanlúcar de Barrameda. El mismo día de la arribada tomó a su servicio un barco para remolcar la Victoria por el Guadalquivir hasta Sevilla, por el mal estado en que se encontraban hombres y nave. Los oficiales de la Casa de la Contratación de Indias de Sevilla prepararon una lancha con 12 remos, cargada de provisiones frescas para atender sus más perentorias necesidades y en el muelle les esperaban las autoridades de la ciudad y los miembros de la Casa de la Contratación en pleno, junto a un numeroso público que contemplaba asombrada la llegada de la desvencijada nave con estos dieciocho escuálidos supervivientes:
En honor a este gran marino, por Real decreto del 17 de abril de 1925 a un bergantín-goleta, de nombre Minerva, buque escuela de la Armada Española, le fue cambiado por el de “Juan Sebastián Elcano” como homenaje al famoso explorador español. El barco lleva también el ya mencionado escudo de armas de Elcano, que fue colocado en 1933 en el mamparo de proa por orden del comandante Moreno Fernández quien entonces ostentaba el mando de dicho buque escuela.
Entre el 20 de septiembre de 2019 y el 6 de septiembre de 2022 se cumplirán los 500 años de la impresionante gesta. No se pregunten por los actos previstos en España para su celebración. Los políticos preocupados por conseguir su escaño en las próximas elecciones, el gobierno por mantenerse en el poder a toda costa, las instituciones como la Academia de la Historia sin ánimo de recordar para que nadie se moleste, nadie se preocupa por recordar y ensalzar a un gran español y su gran hazaña.
Ante la inacción de todos ellos, otros se apropian. Así Portugal se afana en sacar adelante lo que llaman la Ruta de Magallanes, como Patrimonio de la Humanidad reconocido por la UNESCO, aunque en ningún momento se plantea un reconocimiento patrimonial conjunto que contemple tanto a España como a Portugal en armonía y eso que, por culpa de los nativos, Magallanes no pudo culminar la derrota del viaje.
En Portugal la candidatura comenzó a fraguarse en junio de 2015, encabezada por José Marques, alcalde de Sabrosa, (la localidad norteña donde nació Magallanes, quien declaró entonces: “Nos gustaría que, en 2019, año en que se iniciarán las conmemoraciones de los 500 años del histórico viaje, ya tengamos la calificación de Patrimonio de la Humanidad”. Hay que señalar que ya hace dos años se había dado luz verde a la denominada Red Mundial de Ciudades Magallánicas, según la terminología lusa, en la que curiosamente consideran incluidas a Sevilla, Sanlúcar de Barrameda, Tenerife, y Guetaria. Podemos suponer que las tres primeras lo están por encontrarse al inicio del itinerario de salida de la expedición, pero nos llena de perplejidad la inclusión de la villa vizcaína que no tuvo relación con el portugués. La propuesta sigue citada en la web de la organización como Route of Magellan. First around the World (Ruta de Magallanes. Primera alrededor del mundo) y en la misma, el marino vasco Juan Sebastián Elcano que es quien culminó el viaje, no es nombrado ni en una ocasión.
Ni el Gobierno, ni la oposición, ni las instituciones españolas han hecho la mínima protesta por la usurpación. Recordamos, por si alguno de los múltiples poderes lo han olvidado, que
*Magallanes, decepcionado de Portugal, se había nacionalizado español.
*el impulso al proyecto lo dio España, al contrario que Portugal que se negó.
*la financiación fue a costa del tesoro español.
*la mayoría de los marineros eran españoles.
*Magallanes falleció el 27 de abril de 1521, a 12.089 km, o 6.523 millas náuticas, 1 año y 5 meses antes de completar el viaje.
*la consecución completa de la empresa la realizó Juan Sebastián Elcano
¿Qué derechos tiene Portugal para arrogarse ser los autores de la primera circunvalación del mundo? Ninguno, pero ante la dejación de los poderes públicos españoles en la defensa de la historia de España, se la apropian ignorando a Elcano, que es el marino que dio la vuelta en su totalidad, como si no hubiese existido. Y los españoles se callan.