No sé bien lo que pensará al respective el arzobispo de Madrid, y creo que ya no me interesa siquiera, pero lo dejo ahí para quien quiera leer sobre esa progresía que lleva marcha de crucero.
El domingo 3 de febrero del 2019, a las doce y media asistí a misa a mi parroquia del padre Claret, en Corazón de María, en Madrid junto a Torres Blancas y a una homilía en la que se elogiaba a uno de los “amigos” de san Juan Pablo II –junto al famoso Cardenal arrodillado al que el santo alzaba la mano de un modo que nunca se me ha olvidado- Casaldáliga mismamente, olvidándose de Eyacuría, de Boff, y de otros mártires y confesores de esa Teología podemita-liberatoria, que mezcla lo que no debe al amparo de un Vaticano suavecito y ladeado a la izquierda, que pierde credibilidad y altura según se desinfla el globo, que no crece, sino que adelgaza por días según se flexiona de rodillas por estar en China.
Este mismo sacerdote, que oficiaba junto al párroco, tras los elogios citados, al final de la misa que nos ha dicho y hemos escuchado –no sólo “oído” como es preceptivo y hacía la mayoría de la gente que asistía de buena fe sin sospechar lo que pasaba- nos ha rezado algo en lo que pedíamos, amén de la paz, “una libertad” que nos ha colado, que no viene a cuento ni en mi misal, ni en mi credo de los apóstoles que sabían lo que hacían según lo dicho por Cristo, ni en nada de lo que escucho en la parroquia del Cristo de la Salud en Ayala, donde reinan don Crescencio y don Israel, unos sacerdotes normales, sin exaltaciones ni vocaciones político-podemitas. Eso es lo que hay y lo que me pasa por no ir a misa al Cristo de la Salud, del que soy reciente congregante.
Ya comentamos no hace mucho mi mujer y yo al párroco este del Claret, que en un mural, en un rincón, que hay sobre los mártires claretianos de Barbastro, los pobres seminaristas asesinados por las hordas marxistas de forma cruel en plena república –y que no consta en dicho mural ni la fecha del martirio ni quienes los asesinaron por cientos- como ocurre en el Carmen de Ayala sobre los mártires carmelitas de Tarragona, también por cientos y que se atribuyen al siglo XX (cambalache problemático y febril) así, como si nada. Le preguntamos que si él nos podía decir quienes habían sido los martirizadores y cuando fue aquello, en qué fecha, y que si había sido Franco, acaso… o un catarro mal curado…
Ocultación, complicidad y al fin la mentira, la herramienta de trabajo de los comunistas y del demonio, la insidia venenosa que no hace libres ni a los pueblos oprimidos por el sucio capitalismo que los alimenta, ni nada de nada. Al final tiene que venir Trump con sus huestes a rescatar a estos países ruinosos que ven a USA como el cielo y pretenden asaltarlo. ¿No lo están viendo en Venezuela, en Nicaragua, en Bolivia, en Cuba…? ¿A qué juegan estos papanatas?
El Cristo de Palacaüina, el de Mejía Godoy de los perjúmenes, el del golfo-asesino del Daniel Ortega, del puto comunismo que no cesa, ni perdona y un Papa que sonríe cuando el Evo le regala un crucifijo construido con una hoz y un martillo, sin pararse a considerar los mártires que ha producido el comunismo por miles, con esas herramientas por bandera, y devolvérselo para que se lo coma, como hubiera hecho su antecesor el santo Juan Pablo II.
¿Liberación de qué? Complicidad y complejos.
No sabemos porque no leemos, como decía don Celestino en la Mayor, sujetando el facistol con ambas manos.