…Y si no, que hubieran corrido. Gritábamos así, tocando el rinche con una mano, para que nos oyeran bien los del otro equipo, porque valían salvares tal cual se había establecido previamente. Ahora ya no valen los salvares para el PP. Ha pasado el momento de merecer y hay que purgar lo que se hizo mal, aunque fuese por otros, a los que no hicieron frente debidamente, exponiéndose a sus derrotes y a la cornada, como debe ser en torero. Hubo de hacerse. Es como lamentarse por la leche derramada, que no vale. Ahora el voto útil le toca cederlo a él si en verdad piensa en España.
Es tiempo de asumir lo que toca y no tratar de comer la tostada al que ha salido valientemente a los centros, importándole un bledo los comentarios de los que acostumbraban a reglamentar según sus gustos y que aceptaban cínicamente. Toca purgar, insisto, bajar la cabeza, esperar otro reo y prestarse a colaborar en lo que sea bueno para la nación, ahí se verá su buena voluntad y ese cambio que se le exige. Hay que entender de trigo y de cizaña y demostrar el movimiento andando, cortando por lo sano lo que todos ven gangrenado y llamando a capítulo a quién corresponda a fin de ahormarle en la plaza pública si es menester. (Véanse Feijoo y Baleares)
Ahora lo importante es España y para eso es necesario establecer una estrategia previa que prevea la necesidad de mantener la mayoría del PP en el senado –por si fuese necesario el 155 y sólo en lugar de otras fórmulas- no entrando Vox en él, para asegurar votos sobrados y mayoría, y en justa contraprestación no presentarse PP a las autonómicas en Cataluña para procurar la victoria absoluta de Vox y dejarle el campo de la derecha para que cambie el tercio legislando y gobernando, que funcionaría sin otras actuaciones.
¡Ah, si se pudiese contar con Ciudadanos! Pero no se puede contar con ellos previamente. Es posible que a posteriori pudiese ser y de cara a las generales, a la vista de la caída en mayo que se prevé. Concentrar el tiro es la mejor táctica para conjurar el peligro. Esa estrategia permitiría la utilidad del voto y la gente –el pueblo soberano- la entendería y la apoyaría fielmente. Vox tienen que hablar con la sociedad civil y empresarial catalana y aunar esfuerzos. Sabe de la medicina que conviene.
La mayoría incuestionable de Vox en el resto, donde duela, es la mejor opción y hay que facilitarla por parte del PP, porque Ciudadanos ya ha demostrado lo que se puede esperar de ellos. No es el coraje lo suyo, sino tocar pelo, aunque sea Bilderberg way mirando a Macron y a Valls, o a la Susanita del ratón a la que le han quitado “lo nuestro” gracias a Vox. Están entregados a esa torería francesa –ambigua- que no nos va ni nos viene.
España es España, hay que escucharla y mover los peones como mejor suponga para su causa. El pueblo soberano ni es tonto, ni atolondrado y responde cuando conviene.
Al PP corresponde la papeleta de recordar a los votantes cada día que transcurra desde hoy hasta el 22 de mayo y el 28 de abril, la sentencia pendiente sobre la prevaricación, saqueo y malversación de más de seiscientos millones durante el reinado socialista en Andalucía -los eres que daban cuartos para asar vacas- y lo que venga después en cola.
No se debe ya, a estas horas, intentar corregir lo que han supuesto mayorías absolutas que se malbarataron a la vista del público de forma insultante, sin hacer las contrarreformas que esperábamos y encima ponernos la película de Aznar y que nos riña, o decir en Andalucía el bobo este del Moreno, que va a gobernar al estilo Rajoy. Menos mal que Vox está al quite y merece confianza para confiarle ese frente. Ya vendrán otros tiempos.
No se puede devolver la vida a los miles de españoles que se han tirado a la basura o se han dejado llevar por la riada por mor de una ley insultante jurídicamente al gusto aidopajínico –cuando hacen falta niños- o echar la culpa a una ley electoral que no se modificó cuando se pudo hacer, ni haber derogado una ley de Memoria Histórica tergiversadora, escarnecedora y sembradora de odios zapateriles.
Esta es la reata que corresponde al PP, de la que es mejor no hablar.
Pelayo del Riego