Iniciaremos nuestro comentario citando unas frases que don Alfonso Ussía y Muñoz Seca escribió en su artículo publicado en el diario LA RAZON el sábado 15 de septiembre de 2018.
“Donde se halle, al general Franco le han provocado los socialistas una carcajada. El que fuera Jefe del Estado Español durante tres decenios como consecuencia de su victoria en la Guerra Civil durante tres decenios como consecuencia de su victoria en la Guerra Civil se siente tan cercano a sus huesos como el resto de los difuntos. Es decir, que le importan un bledo. El general Franco no está en el Valle de los Caídos. Ni José Antonio. Tampoco está mi abuelo en Paracuellos del Jarama, entre los séis mil inocentes asesinados por Santiago Carrillo. Los huesos no viven, ni padecen ni sienten. Ahí está la ventaja de los cristianos. Creemos en otra vida, alejad de dolores, tristezas y problemas. De ahí la obsesión de las izquierdas resentidas, que desean vengar su derrota trasladando unos huesos de un lugar a otro”
Los descendientes directos de aquellos rojos que cometieron mil tropelías durante la II República y que incluso “fusilaron” al Monumento al Sagrado Corazón que se encuentra en el Cerro de los Ángeles, al ser ateos, no creen en la inmortalidad del alma.
Para los descendientes ideológicos de aquellos asesinos todo termina en un frío sepulcro.
O sea que para esos infelices que carecen de la luz de la Fe no existe ninguna esperanza después de la muerte.
Eso explica que quieran vengarse del Caudillo 43 años después de su muerte; quieren sacar sus restos del Valle de los Caídos para -una vez depositados en algún lugar inseguro- poder profanarlos a su antojo.
¡Pobres diablos! Piensan que es así como lograrán vengarse de quien no solamente los tuvo a raya sino de quien le dio a España uno de los períodos más fructíferos de su historia.
Providencialmente, la Abadía del Valle de los Caídos cuenta con un prior cuya valentía es un referente en estos tiempos tan difíciles: El monje benedictino Fray Santiago Cantera.
El Padre Cantera es una de las mentes más lúcidas y no de los intelectuales más brillantes que, en estos momentos adornan a España y a la Iglesia.
El Padre Cantera no solamente es valioso, sino que es también valeroso. Y fruto de su valentía ha sido el que -de momento- se haya frenado la embestida roja.
No obstante, creemos que toda esta polémica que se ha montado en torno a los restos de Franco es tanto sólo el escaparate de una tienda que cuenta con trastienda y varias bodegas.
Aparte de ser una cortina de humo para que los españoles se olviden (sí es que pueden olvidarse) se sus problemas económicos y sociales que los aquejan, toda está faramalla persigue otro objetivo.
Un objetivo que lo aclara un articulista de izquierda, Eduardo Madina, quien en un artículo publicado en EL PAIS el sábado 8 de septiembre de 2018, nos dice que -una vez exhumados del Valle los restos de Franco- habrá de continuarse con la operación trazada. Citamos textualmente:
“Se podría incluso avanzar más desde ahí; se podría trabajar en la completa desacralización del centro, apostando por su conversión a una naturaleza plenamente civil”
Más claro no canta un gallo: Se trata de que la Abadía deje de se un recinto religioso de clausura para convertirse en un frío museo de la Memoria Histórica donde se propaguen mentiras y calumnias.
Al mismo tiempo -y éste sería el paso inmediato- en un recinto laico saldría sobrando la gigantesca Cruz de 150 metros de altura y cuyos brazos miden cada uno 24 metros.
Congruentes con esta actitud, el paso siguiente sería demolerla e incluso alguno de los rojillos actuales ha sugerido que los pedazos de la Cruz se esparzan por toda la explanada recordando (cada uno de los pedazos, por supuesto) a cada uno de los sacrificados por el franquismo.
Esto es gravísimo, máxime si tomamos en cuenta que el gran conjunto arquitectónico del Valle fue edificado sin más finalidad que la de contribuir a la reconciliación de todos los españoles.
Con esta medida se lograría exactamente lo contrario: Revivir viejos odios y dividir aún más a la sociedad española. Y, por supuesto, el gran objetivo: El asedio contra la Cruz.
Una antigua lucha que se inició en el Calvario, que ensangrentó al imperio romano y que sigue produciendo infinidad de mártires en nuestros días.
La Cruz. Ese es el gran objetivo de quienes, más que Memoria Histórica, son torturados por un rencor de siglos que mucho tiene de diabólico.
Como podemos observar, lo de Franco es tan sólo una cortina de humo, un primer paso con miras a clausurar primero lo Abadía para luego destruir la Cruz más grande del mundo dispersando sus pedazos por la explanada.
Y rematamos sugiriéndoles a nuestros amigos lectores que se deleiten con un maravilloso documental de apenas tres minutos de duración y que gira precisamente en torno a la Santa Cruz del Valle de los Caídos
NEMESIO RODRÍGUEZ LOIS Jurista e historiador | CIUDAD DE MÉXICO