La vida real se encarga de desmentir los mitos de la ideología de género, y por desgracia nos demuestra como la violencia no tiene género.
La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas ha condenado a 10 años de prisión a una joven de nacionalidad hondureña que en la primavera de 2017 intentó asesinar a una compatriota atacándola con un cuchillo de cocina metálico.
Además de la condena penal, la sentencia impone a la acusada la obligación de indemnizar con más de 680.000 euros a la víctima, que acusa gravísimas secuelas derivadas de la agresión.
El fallo detalla que el domingo 30 de Abril de 2017, a eso de las 20 horas, la víctima, de 23 años, se dirigía a trabajar como era habitual, a la vivienda donde cuidaba a una anciana desde 2016.
Accedía “tranquila y confiada” al edificio, dice la sentencia, y allí, cuando subía por las escaleras, “de manera sorpresiva, se topó con la acusada Rosa Angélica Espinoza Rodríguez” de 22 años entonces, “quien la esperaba escondida desde hacía un rato portando un cuchillo de cocina metálico con una hoja de sierra de 21 centímetros y punta afilada”.
La resolución judicial continúa relatando que la procesada se dirigió a la víctima y le dijo: “a ti te estaba esperando” o expresión similar, a la par que le agarraba con fuerza por el pelo y le giraba la cabeza.
Así, en esa posición, sin solución de continuidad y sin que la antes referida tuviese posibilidad alguna de ejercer la más mínima reacción defensiva, detalla la Sala, “procedió a clavarle el arma blanca que portaba varias y sucesivas veces”.
La acusada atacó a su víctima primero en la zona del cuello, “lo que dejó a la agredida paralizada del lado derecho”.
Luego, expone la sentencia, en la espalda, lo que provocó su caída al suelo. “Para continuar con esta vil agresión al ver que la víctima elegida se arrastraba por el suelo y le decía que la estaba matando”, detalla.
“Fue entonces cuando le volvió a clavar el cuchillo de manera rápida y también sucesiva otra vez en el cuello, en la cara y en los ojos. Esto último le provocó, de manera inmediata, la pérdida de visión en el ojo derecho y le dejó afectado el pómulo próximo al izquierdo”, refiere.
Todo este modo de proceder lo llevó a cabo Rosa Angélica, según la Audiencia, “con la idea de causar a la persona seleccionada el máximo dolor posible y siendo consciente que con tal acción podía acabar con su vida, aunque finalmente no logró este último propósito. La agredida quedó malherida y expuesta a la muerte, la cual pudo evitar por la posterior, rápida y adecuada intervención policial y sanitaria”.
Después de culminar su desmedida agresión, la procesada escondió el arma utilizada debajo del felpudo de los uno de los pisos del inmueble, marchándose del lugar. Días más tarde, el arma fue encontrada por efectivos de la policía.