En Podemos no han tenido que esperar tres días, sino cuatro meses, para la vuelta en carne y hueso de su líder, Pablo Iglesias. El sábado 23, a las 19:00 horas, reaparecerá el hombre de la coleta en Madrid, en la Plaza del Reina Sofía, y sus seguidores y acólitos esperan que el mesías desaparecido por su paternidad sea capaz de insuflar algo de su espíritu combativo a una formación sumida en el desánimo, y la desesperanza.
De unos meses a esta parte, la formación morada ha cambiado su color para vestirse de un riguroso negro de luto, luto por la desaparición de su líder, y luto por el batacazo electoral que prometen todas las encuestas.
Hasta tal punto ha calado el desánimo, que los líderes regionales de la formación están dedicando estos días a fletar autobuses gratis para que los afiliados pueden llenar la plaza madrileña donde reaparecerá Pablo Iglesias. El miedo a encontrarse una plaza vacía, sin gente, sin ilusión, y sin esperanza, ha provocado un trabajo estresante en las delegaciones regionales de la formación, que haciendo uso de los canales extraoficiales están tratando de animar a unos afiliados cada día más desvinculados de la formación que otrora se presentara como la representante de la gente.
El sábado podremos constatar si Podemos todavía tiene empuje, y su proyecto es capaz de generar esperanzas de futuro, o por el contrario el comunismo tendrá que buscar nuevas marcas políticas para tratar de imponer sus tesis liberticidas.
No obstante, y ante el páramo electoral prometido, la formación morada sigue sin encontrar los apóstoles necesarios para acompañar al pequeño mesías, dado que las mujeres que rodean al líder han demostrado que son incapaces de pasar de un feminismo retórico a un feminismo de los hechos. Sin mujeres Podemos no es nada, pues es necesario recordar que la formación morada se ha quedado sin varones reseñables tras la fuga Iñigo Errejón, Luis Alegre, o Ramón Espinar.