La cacería desatada contra Fernando Paz nos ha mostrado los límites que el sistema no está dispuesto a que se rebasen. Y es que el actual pseudo orden tiene claro que puede asimilar determinados elementos correctores siempre y cuando no afecten a sus pilares básicos. Y el pensamiento político/social de don Fernando era un ataque directo a estos pilares, a saber:
– El naturalismo: entendido como la corriente filosófica que considera a la naturaleza como la única realidad existente, negando por tanto lo sobrenatural y más concretamente la Gracia. Fernando Paz, en efecto, se niega a que se preste reconocimiento social a las “parejas homosexuales”, o a que se reconozca la naturalidad de la homosexualidad, o la licitud del aborto y ello en tanto en cuanto el hombre, y las sociedades humanas, tienen una finalidad muy concreta querida por Dios, de forma tal que, efectivamente, la libertad humana no es omnímoda, sino que tiene unos límites claros, en tanto en cuanto solo existe la libertar moral para el bien.
– La sinarquía internacionalista antitea: el gobierno del mundo no pertenece hoy a las comunidades políticas naturales, ni es ejercido por los jefes naturales de las mismas, sino que pertenece a una élite exclusivista y excluyente caracterizada por su internacionalismo mercantilista anticristiano. Por eso la crítica de Fernando Paz a determinados poderes internacionales, residenciados hoy en Estados Unidos, como ayer lo estuvieron en la Gran Bretaña; o la reivindicación de la soberanía política; o la de otras formas naturales de representación política no pueden ser admitidas por el sistema.
– La concepción sólo productiva del hombre: el sistema, por su propio naturalismo, y por su visión mecanicista de la vida social y política, solo considera al hombre en su dimensión de productor y consumidor de bienes. Por tanto resulta inatacable el economismo de nuestro sistema productivo, que solo busca la creación de dividendos y beneficios, huyendo de la búsqueda de la auténtica riqueza social, que por fuerza se debe repartir entre todos los partícipes de la producción y que por fuerza excluye la usura y el interés no vinculado al aumento real de la riqueza.
– La renuncia al uso de la razón: con la Revolución protestante el “político europeo” renunció a la Verdad (a la Verdad con mayúsculas, y a la verdad de las cosas) y por tal motivo ya no tenía sentido usar la razón, pues si no hay verdad que encontrar, no hay motivo para usar en su averiguación la razón. Por eso al hombre moderno no se le permite usar la razón ni siquiera para discutir los dogmas arbitrarios impuestos por el sistema. Tras la Segunda Guerra Mundial se impusieron determinados dogmas que no pueden ser tocados ni aun cuando su estudio parta igualmente de la condena a los hechos mismos objeto de estudio.
Estos cuatro pilares han sido impugnado expresa o tácitamente por Fernando Paz, y por ello el sistema, al unísono (pues derechas e izquierdas viven en el mismo caldo cultural), han defenestrado a don Fernando, que indudablemente, dentro de Vox, era el que más claramente conocía el camino para la auténtica regeneración nacional, y no para una simple y superficial pseudo reforma que solo sirva para apuntalar un tiempo más este sistema que ya nació monstruoso y deforme.
Mis felicitaciones a Fernando Paz por su integridad intelectual y valentía… y mi desprecio más displicente a sus «cazadores», que sin percibirlo han hecho un gran favor a la sociedad española apartando a Fernando Paz de la lucha partidista, pues así le conceden más tiempo y energías para dedicarse a la auténtica guerra de nuestro tiempo: la batalla de la Verdad en el frente cultural.