Carlistas y amigos que nos acompañáis: En fidelidad a nuestro Rey, Don Carlos VII, que ordenó para este día la celebración de los mártires de la Tradición, subimos al sencillo monumento alzado en Bocairent, en memoria de los voluntarios que murieron en la batalla de Camorra entre el Coronel Carlista Santés, después brigadier, y el general republicano Weyler. No es ocasión para exaltar la entrega y heroicidad que derrocharon los voluntarios carlistas entregando vida y hacienda en defensa de la única España esencial, la España tradicional. Bien la conocéis.
En este sencillo monumento, perdido en la abrupta y árida tierra interior de la Valencia y de la España profunda, con tanta hermosura cuanta apacibilidad y silencio, se escucha el grito desgarrador de todos los sufrimientos que han ocasionado desde el siglo XIX a nuestros días, los arteros y sangrientos intentos de demoler el último reducto de la Cristiandad medieval. No entenderemos la Historia contemporánea de España si no tenemos en cuenta que las guerras llamadas de religión, las guerras revolucionarias de los siglos XVI y XVII en Europa, se plantearon con total vesania desde la guerra de la Independencia, las guerras carlistas, la cruzada del 36, los movimientos terroristas y las organizaciones políticas constitucionalistas que descaradamente amparan todo lo que fragmenta la unidad territorial y nacional y todo el entramado de su unidad moral y espiritual.
En este sencillo monumento se nos recuerda a voz en grito que hay una voluntad expresa por que no quede ni señal ni rastro de la España capaz de crear el esplendor de una civilización, más grande que la del Imperio Romano, la Hispanidad, en la que la variedad no fue nunca impedimento para la unidad. Y a la vez en su sencillez y soledad se convierte en una llamada de alerta para que permanezcamos en pie todos los que amamos la libertad. ¿No es altamente significativo que en estas laderas combatieran cruzados de la Tradición y de la monarquía hispánica contra soldados en defensa de la República, cuyos ecos siguen amenazando la organización política en nuestros días? No nos dejemos engañar: mientras quede en pie un español de excelencia, como escribió en su testamento Carlos VII, vosotros podéis salvar a la Patria, como la salvasteis, con el Rey a la cabeza, de las hordas mahometanas y, huérfanos de Monarca, de las legiones napoleónicas. Antepasados de los voluntarios de Alpens y de Lácar, eran los que vencieron en las Navas y en Bailén. Unos y otros llevaban la misma fe en el alma y el mismo grito de guerra en los labios.
Esta es la memoria histórica que proclaman estas piedras y estos montes. Lo demás oración por el descanso eterno. Aleccionadora la lápida conmemorativa. Los carlistas enterramos a los enemigos y rezamos por sus almas. Magnanimidad y obra de misericordia.
“Sesenta y dos víctimas, de sus ideales unos, de la disciplina otros, yacen aquí. ¡Honor y gloria a los que murieron en el cumplimiento del deber el día 22 de diciembre de 1873!”.
Ciento cuarenta y dos años después a su memoria añadimos las de las Víctimas del Terrorismo y la de los Cristianos de todo el mundo perseguidos a causa de su fe. Unidos a las causas nobles, clamando justicia y dando voz a los que carecen de ella. Ese es el sentido de nuestras celebraciones.
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España! ¡Gloria a los Mártires! ¡Viva el Rey legítimo!