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Análisis

Hablando de las cloacas

Hoy en día, ya no son necesarias importantes campañas de propaganda física a base de avisos televisados, radiofónicos, carteles y propaganda por la calle para conseguir que se produzcan agitaciones populares o manifestaciones masivas.

El término cloaca suele emplearse para referirse al tubo donde se recogen y discurren las aguas fecales y otro tipo de desechos procedentes de las viviendas. Son conductos que se instalan de manera subterránea y están conectados con las tuberías domiciliarias para permitir la evacuación de todo tipo de aguas residuales e incluso las pluviales. Cabe destacar que, por extensión, se conoce como cloaca a cualquier sitio o elemento que se encuentra muy sucio o que de por sí resulta desagradable[1].

Así mismo, por deformación o debido a los poco limpios y malolientes métodos y acciones empleadas en algunos países en determinados momentos según sea el corte, inclinación o desviación política del gobierno de turno; su tendencia al extremismo o totalitarismo dictatorial; la evolución de la situación; el ambiente imperante; la exacerbada tendencia política de cualquier signo o bien por la propia maldad de sus dirigentes, se ha venido empleando el término Cloacas del Estado para referirse a actuaciones parcial o totalmente delictivas y hasta completamente abusivas de muchos gobiernos en el conjunto de sus actividades o por determinados estamentos del mismo, generalmente relacionados con los ministerios del interior, parte del aparato judicial, fuerzas de seguridad, y servicios de inteligencia civiles y, en menor medida, aquellos militares y paramilitares si los hubiera. Todo ello, aderezado con la necesaria mayor o menor implicación de diversos medios de comunicación u opinión y de gran parte de profesionales de los mismos, afines o muy cercanos al régimen del momento o, por el contrario, interesados en derrocarlo, según los casos.

En concreto, en España y en opinión de Juan Laguna[2], se puede decir que “las “cloacas” del estado empezaron a supurar porquería con mayor virulencia a partir de lo que se suponía un régimen democrático. La batalla del Estado contra el terrorismo justificaba acciones que, en otro contexto, serían injustificables. Siempre habrá una cierta justificación para la acción delictiva….

La seguridad del estado se confunde con la seguridad de quienes viven del Estado y, cada uno en su pequeña “taifa”, tiene la posibilidad de actuar según sus intereses personales. Si éstos se basan en principios éticos de auténtico servicio público, los ciudadanos (el Estado) saldrán robustecidos. Si no existen tales principios y el contagio de las “cloacas” los ha infectado, se servirán de su cargo, posición, relaciones, influencias y conocimientos en su propio beneficio y habrán añadido una nueva “cloaca” a la red existente…

En España el sistema autonómico ha multiplicado las “autoridades” y “cargos” partidarios, que se alimentan a su vez de personas de la sociedad que reciben la responsabilidad del “poder delegado”… 

Este entramado participativo y estructurado, descrito y bien conocido en distintas declaraciones y momentos, se ha ido extendiendo como una mancha de aceite, pero de forma tal que no levantase grandes sospechas ni alarmas entre las opiniones públicas, empresariales o políticas; porque, en esto muy pocos partidos, grandes empresas o países de los llamados democráticos se salvan de la quema y; el que más y el que menos, prefiere callar u ocultar sus cuitas y penas.

Existen famosos documentales sobre este tema, películas de renombre, libros generalizados o específicos sobre aspectos muy concretos[3], obras de teatro y numerosos artículos basados en el desarrollo y pormenorización de estas sucias actividades, confabulaciones específicas y dirigidas entre los distintos poderes del Estado, formas de actuación, tipos de ataques y variopintos objetivos perseguidos.

Elementos publicitados que, en la mayoría de los casos, se han producido con la intención de criticar, desvelar o denunciar momentos pretéritos larvados de situaciones poco ortodoxas, con intenciones variopintas que van desde la simple creación  o acoso a un simple movimiento social o favorecer súbitos vuelcos electorales propios o ajenos; hasta verdaderos intentos de crear o abortar movimientos terroristas o xenófobos, inesperadas caídas de gobiernos, separaciones territoriales físicas o políticas (Brexit), sublevaciones o invasiones.

Situaciones todas ellas erigidas en base al empleo de uno o varios de las siguientes técnicas o procedimientos como: amenazas, acosos, abusos, sobornos con dinero oculto al fisco u otros medios de corrupción, duras campañas publicitarias, invenciones, posverdades y falacias, ataques cibernéticos, persecuciones físicas, asesinatos selectivos[4], e incluso masivos o hasta provocar auténticos holocaustos en las revueltas y guerras generadas como consecuencia de los anteriores. Todos ellos, tristemente famosos y muy vergonzosos, producidos en todos los continentes a lo largo de la historia de la humanidad.

Cualquier representación teatral, cinematográfica, novela, comentario o artículo suele crearse para lanzar y difundir un mensaje que suele esconderse en su interior (siendo en la mayoría de los casos su única razón de ser o existir) con la finalidad de denunciar o avisar sobre la bondad o maldad encubierta de algunos elementos, movimientos, tendencias y políticas. Pero no es menos cierto, que dichos mensajes también pueden usarse e ir dirigidos a distraer al público o conducirle al engaño mediante conclusiones erróneas de quien elabora el tema, lo mastica, viste, adorna y finalmente, lo lanza al exterior en su propio beneficio o del grupo o movimiento para el que trabaja o a quien representa.

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Nada o casi nada es espontaneo o sincero en el mundo de la comunicación y cada vez peor en el de la política de uso diario, que se ve abocada a vivir de y para el empleo y uso o abuso de ciertos medios y formas de “actuar y atacar” a sus adversarios o para agradar a sus parroquianos.

En cualquier caso, dichos elementos suelen ser complejos, laboriosos y hasta costosos. Salvo en ciertas excepciones, aunque estén bien elaborados, sólo llegan a un reducido número de personas. Dificultad esta, que había que superar y hoy en día, con aquello de la transversalidad y la digitalización, se ha solventado con excelentes resultados gracias a existencia de las llamadas redes sociales que toman un gran valor por su posibilidad y potencial de influencia o arrastre, increíble capacidad de penetración masiva, instantaneidad y por la facultad de guiar o dirigir al participante en la misma, con mucha mayor facilidad y eficiencia, hacia donde se pretende que se dirija su pensamiento, ideario, adhesión y permanencia.

El ritmo de vida que en los últimos tiempos se le ha imprimido a la sociedad y la cada vez mayor predisposición de la gente, independientemente de su nivel cultural, a no “perder” mucho tiempo en leer una noticia bien argumentada o un artículo pleno de deducciones y conclusiones estructuradas tras un análisis desde la perspectiva y los cánones del poco conocido Pensamiento Crítico, hace que hasta los políticos de primer nivel –por los países que representan- ya casi no preparen y lancen aquellos “añorados” grandes discursos políticos para dirigirse y exaltar a sus conciudadanos, se ofrezcan a entrevistas y debates complejos emitidos en directo sin trampa ni cartón o participen en ediciones especiales en los diarios.

Ahora, aparentemente, su labor comunicativa es mucho más directa, llevadera, comprensible y, mucho me temo, que en breve llegará a ser hasta exigible hacerlo sólo mediante los tweets. Mensajes muy cortos y bien estudiados, pero que en muchos casos, ni siquiera son redactados por los que dicen firmarlos; son tan rácanos o tan mal preparados  y poco activos, que hasta en esto, necesitan una pléyade de amanuenses y becarios.

Moda esta implantada por Trump; a quien, por cierto, muchos criticamos en casi todo lo que dice y hace, pero la verdad, es que la mayoría de dirigentes del mundo -cada vez más- le imitan en sus modos, formas de pensar y hasta en las actuaciones políticas y de gobierno de cara a la galería interna y para escarnio de la externa. Ha creado en breve tiempo una fuerte moda y tendencia, lo que no será fácil de desbancar. Está tan extendida esta nueva moda de usar las redes para cualquier comunicado, que hasta el mismísimo ministro de exteriores iraní, Javad Zarif, presentó su dimisión al Presidente y al máximo dirigente, a finales de febrero, de forma pública y notoria mediante ¡¡un simple mensaje en su cuenta de Instagram[5]!!.

Es precisamente por esto, y porque es realmente en las redes donde se mueve y comenta todo;  por lo que actualmente sobre ellas se dirigen la mayor parte de las atenciones específicas y generales. Es por ello, que son objeto de un escudriño constante por las personas, medios, empresas,  fuerzas policiales, servicios de inteligencia y cada vez más por todo tipo de grupos sociales, de negocios, religiosos, delincuentes organizados, terroristas o políticos y, también, como no, por los propios gobiernos cada uno con finalidades bien distintas y algunas hasta bastante o muy peligrosas.

Los múltiples sistemas, métodos y medios de búsqueda en internet y las grandes empresas que controlan y administran las redes facilitan en mucho poder seguir las trazas y la catalogación de las acciones entorno a una persona, grupo, país, noticia, hecho -por simple que parezca- o cualquier tipo de publicación. Gracias a estos se conoce el grado de aceptación del tema, persona o grupo; su mayor o menor seguimiento; las opiniones al respecto y, con todos estos datos, se puede evaluar el potencial o nivel real de alarma generado o a generar por el tema, país, movimiento, empresa  o persona observada.

Las valoraciones y cuantificaciones de los me gusta, las recomendaciones, las reediciones de los posts y noticias colgadas en redes, el incremento en el número de entradas en todos ellos y el ritmo de crecimiento del de seguidores para los llamados “influencers políticos”[6] son claros indicadores del grado de penetración y ascendencia de una persona u organización en la toma de conciencia a favor o en contra de una determinada situación, nivel social o político y campaña que pueda favorecer o arruinar toda una política bien desarrollada e intencionada.

Hoy en día, ya no son necesarias importantes campañas de propaganda física a base de avisos televisados, radiofónicos, carteles y propaganda por la calle; ni tampoco los, anticuados y mal llamados piquetes informativos para conseguir que se produzcan agitaciones populares o manifestaciones masivas y acaloradas por las calles de forma precipitada, pasiva o abrupta y desmedida. Basta una serie de pequeños movimientos y comentarios en las redes, certeros, oportunos y bien llevados desde lugares encubiertos, cibercafés o desde el propio hogar de los convocantes, para ser tanto o más que eficientes que antes en crear un verdadero ambiente y situación de descontento o para manejar y dirigir una serie de protestas mucho mejor organizadas y efectivas.

Basten como ejemplos claros de lo anterior aparte convencimiento a toda una nación sobre los “benéficos” del ya mencionado Brexit, los efectos del movimiento 15-M en España o los famosos chalecos amarillos[7]en Francia. Actuaciones nada espontaneas –aunque lo parezcan-  alargadas en el tiempo y que han producido claros frutos; el desastre en el Reino Unido y la UE[8]; el nacimiento de Podemos en España y el de aquellos que están poniendo en jaque, casi mate, al flamante y hasta hace poco feliz gobierno francés; sin que se aprecie una dirección y objetivos verdaderamente claros detrás de ellos. Tanta es la eficacia y quebraderos de cabeza provocados por estos últimos, que están obligando a tomar en el país de la Libertad, la Fraternidad y la Igualdad medidas jamás vistas en Francia para combatir –las fuerzas armadas- e incluso llegar a prohibir –en los Campos Elíseos- a los manifestantes y sus protestas.

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Son las redes y su inestimable capacidad de propaganda las que amparan y en donde se mueven, como pez en el agua, las bandas y mafias del crimen organizado, los tráficos de pornografía infantil y de todo tipo, grupos de delincuentes especializados en robos importantes y selectivos, las redes de trata de blancas, la venta ilegal de armas o drogas, los movimientos organizados y masivos de  refugiados y emigrantes, el puro y duro terrorismo internacional de corte político, sociológico o el religioso como los yihadistas de Al Qaeda o del malamente autoproclamado Estado Islámico[9] y, por supuesto, todo tipo de bulos, falacias y noticias falsas sobre las personas,  las empresas, los partidos, los gobiernos o las organizaciones supranacionales.

En razón de lo anterior; conviene dejar claro que, aunque aparentemente son muy necesarias y hasta obligatorias las acciones de vigilancia y espionaje cibernético policial o de inteligencia sobre las redes con actuaciones -que, con apariencia de normalidad, puedan llegar a encubrir o facilitar los referidos escenarios para encontrarlos, desenmarañarlos y seguir su traza para desbaratarlas o proceder a su detención-; también es cierto que, mediante acciones similares y con finalidades muy distintas, se pueden desarrollar actividades de seguimiento o de otro tipo que encubran espurios intereses.

La observación y el seguimiento de las personas o entidades a través de su comportamiento o actividad en las redes pueden llegar a proporcionar resultados insospechados y favorables por ser un complemento eficaz a las conocidas, poco seguras y siempre laboriosas escuchas telefónicas o directas realizadas con materiales especiales a cierta distancia.

Las redes, como medio de comunicación a través del móvil o el ordenador, han sustituido en gran medida el empleo del teléfono fijo para hablar, el correo postal, los enlaces periódicos y otros medios traiciónales de mensajería y comunicación.

Sus posibilidades de multienlaces y simultaneidad; así cómo, las capacidades de acumulación y puesta a disposición inmediata de información y datos, se han multiplicado mucho al aparecer lo conocido como la nube[10]. Elemento este, que le confieren al sistema mayores posibilidades que no sólo le permiten aumentar la capacidad de almacenamiento de numerosos archivos o pocos pero muy pesados[11] sino, además, lo hace a cuantos enlaces se precisen y de forma mucho más segura que con el propio dispositivo físico.

En definitiva, la nube tiene mucha más capacidad; al no ser nada palpable no es tan fácil violar ni exige que para proteger la información se deba llevar consigo el dispositivo de forma permanente. Al mismo tiempo, es mucho más segura por gozar sus archivos de difícil localización y penetración, si se desconocen las claves para acceder a ellos.

Otras aplicaciones de las redes y de lo que se publica en ellas se encuentra a la hora de la fabricación de los famosos dosieres sobre personas o entidades, puesto que facilitan la labor  a los que se emplean en ello al proporcionarles la información necesaria y los enlaces  suficientes para enriquecer aquellos con todo tipo de datos, detalles y anexos sin precisar más que estar conectado a una red para poder abrir tales archivos.

Ejemplo claro de esta forma de actuar –y no descubro nada nuevo a estas alturas-  lo tenemos con los múltiples casos destapados por el inefable y omnipresente en todos los saraos, el comisario Villarejo[12]. Quien, al parecer, habiendo sido considerado durante mucho tiempo un elemento imprescindible para la seguridad del Estado por todos los gobiernos anteriores y parte del actual, ahora, presuntamente, tiene dosieres para todos los gustos y colores políticos, económicos y sociales a base de patrañas y usando con profusión las viejas técnicas y escudriñando mucho internet y las redes.

En otros casos, el abanico de objetivos es mucho más reducido o específico y se encamina al entorno o grupo de trabajo de la persona que interesa desenmascarar, desprestigiar o tumbar. Son famosos y muy conocidas las actuaciones en el entorno del antiguo tesorero y adorado del PP,  Bárcenas[13] y últimamente saltan noticias del entorno y actividades de Pablo Iglesias[14].

Los servicios de inteligencia, antaño cuna del uso abusivo de agentes, espías, escuchas, pagos ocultos u otros sobornos y todo tipo de seguimientos, suelen emplear cada vez con mayor profusión la observación, actuación y defensa de las redes para satisfacer las múltiples necesidades tanto de contra, como de inteligencia. No en vano, como es el caso en España, es en el Centro Nacional de Inteligencia (CNI)  donde recayó la responsabilidad de la creación, mantenimiento y desarrollo del Centro Criptológico Nacional (CCN) que alberga el principal Computer Emergency Response Team (CERT) español.

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Puede leer:  Las abortistas dicen que tienen “derecho” a asesinar a sus hijos

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“El CCN es el Organismo responsable de coordinar la acción de los diferentes organismos de la Administración que utilicen medios o procedimientos de cifra, garantizar la seguridad de las Tecnologías de la Información en ese ámbito, informar sobre la adquisición coordinada del material criptológico y formar al personal de la Administración especialista en este campo…

Creado en el año 2004, a través del Real Decreto 421/2004, adscrito al CNI. De hecho, en la Ley 11/2002, de 6 de mayo, reguladora del CNI, se encomienda a dicho Centro el ejercicio de las funciones relativas a la seguridad de las Tecnologías de la Información y de protección de la información clasificada, a la vez que se confiere a su Secretario de Estado Director la responsabilidad de dirigir el Centro Criptológico Nacional. Por ello, el CCN comparte con el CNI medios, procedimientos, normativa y recursos”…[15]

A nadie se le escapa, que aunque la literatura y definiciones anteriores tienen un claro sentido defensivo; dichos medios físicos y materiales así como los procedimientos usados para la detección, defensa y anulación de acciones en contra -en  un número indeterminado de casos- pueden fácilmente ser empleados con cierto carácter intrusivo, como mínimo.

Para la creación y divulgación de las conocidas como Noticias Falsas[16] se emplean todos los medios de difusión; pero son las redes su herramienta principal por ser el canal de mayor rapidez y gran campo de acción con el que, de forma barata y muy eficiente se pueden dispersar noticias de tal caldo sobre una persona, organización o país en concreto a base de introducir falacias, mentiras o divulgar noticias inventadas y creadas ad hoc para tratar de cambiar el sentido de las cosas más variopintas[17] o hundir el prestigio de aquel o aquello que se quiere anular o tumbar. Motivos, entre los que, sin duda, se incluyen el poder llegar a ser real o potencialmente un oponente de calado o un influenciador de peso en la concienciación ciudadana y política contra los propósitos o políticas de la parte que se considera afectada.

Muchas veces, este tipo de noticias falsas son la causa de daños incalculables debido a su grado de maldad y por ser persistentes, aunque tarde o temprano se descubra su falsedad[18]. Los que hemos sufrido, ese tipo de ataques, conocemos lo fácil que es fabricar una de estas noticias o situaciones. Ya que parecen totalmente creíbles, se aceptan fácilmente por el público en general  e instantáneamente pasa a ser muy criticada por aquellos que le conocen o siguen con cierta asiduidad por sentirse personalmente defraudados en su previa opinión o valoración sobre el sujeto atacado.

Ante este tipo de situaciones, en España cabe el posibilidad de acudir a la aplicación de la Ley Orgánica 2/1984, de 26 de marzo, Reguladora del Derecho de Rectificación[19]. No obstante lo anterior; tal y como ya he mencionado, aún en el caso de producirse la solicitada rectificación y que el tema quede aparentemente zanjado, no es cierto del todo. El creador y el difusor de tales noticias si no son la misma persona, una vez cedido a la solicitud y hayan rectificado su falsa noticia publicada, quedan ya libres de responsabilidad y no se les puede demandar.

Las secuelas y consecuencias personales que dicha noticia pueden traer durante la difusión de la misma y a posteriori –ya que la falsa noticia sigue colgada en la red, por no obligarse por Ley la destrucción de todo vestigio anterior- siguen siendo enormes, patentes y a disposición de muchos con sólo entrar en internet (para los nuevos buscadores que, lógicamente, desconocen el episodio pasado y para aquellos que o no se enteraron de tal rectificación –archivada aparte- o se olvidaron de ella).

Otra forma de desprestigiar a las personas que muestran sus trabajos en público, es asistir a dichas presentaciones abiertas para tratar de introducir interrogantes, falsas alarmas o dudas notorias en lo expuesto por el conferenciante durante su exposición o en la fase de ruegos y preguntas. Acciones encaminadas a poner en tela de juicio el grado de preparación y credibilidad del conferenciante o para sacarle de sus casillas mediante insistencias y malintencionadas cuestiones que tiñen de negro la impresión e imagen final de un buen trabajo.

Cosas similares ocurren cuando uno cuelga sus trabajos en la red y cualquiera puede abrirlo sin necesidad de pago o exigencia de una identificación real – hasta usando identidades falsas-. Es un fenómeno que va en aumento desde hace bastante tiempo por el que, y no por casualidad, cuando un autor tiene determinado prestigio en las redes, elevado número de seguidores o recomendaciones y sus trabajos de análisis y comentarios son serios o de cierto calado; es infalible, que si estos contienen cualquier crítica bien razonada sobre determinados temas o movimientos políticos o sociales, enseguida suelen aparecer personas -totalmente desconocidas para el autor o el grupo de contacto en cuestión- que ponen en duda el contenido de la noticia, la fiabilidad de las fuentes aportadas, la opinión del autor y hasta la conveniencia de que el tema sea adecuado o no para ser discutido o llevado a la red empleada para su divulgación.

Son personas, claramente preparadas para dichas tareas, quienes por su forma, método y modo de expresión. Incluso  -previamente y con bastante tiempo se convierten en contactos de dicho autor para despistar y enganchar-, suelen empezar bien sus aportaciones para paulatinamente, acabar hasta ofendiendo al autor del post y a todo aquel, que de buena fe, trate de mantener un diálogo o razonamiento con el atacante por intentar convencerle de su error. Los hay especializados en varios temas: de política en general para desprestigiar -sin declararse de verdad- diferentes tipos de ideas que no les interesan porque les vienen mal, los que defienden a ultranza su sesgo político y no aceptan críticas de ningún tipo y también, y cada vez más, hay profundos enamorados de temas nacionalistas, separatistas y populistas.

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Otro fenómeno menos palpable y poco conocido es el de las presiones comerciales por parte de organismos del estado, empresas estatales o para estatales. Cada vez son más los elementos de este tipo que se deciden a intentar reducir -bajo presión directa o indirecta- el seguimiento y los apoyos a las personas que publican cosas que aquellos puedan pensar que les afectan o hieren los sentimientos o actuaciones de los partidos políticos, los gobiernos o sus altos cargos.

Formato que se efectúa haciendo llegar mensajes directos de amenaza comercial a las empresas donde se ubican dichos ilusionados seguidores. Lo primero que les resaltan es la falta de idoneidad de tales apoyos para luego, sin ambages, exigirles que sus empleados dejen de realizar su entusiasta seguimiento con el mensaje claro o encubierto de que si este no cesa,  el susodicho organismo oficial deberá prescindir de sus contratas o subcontratas con su empresa. Método puramente mafioso y muy propio de gobiernos totalitarios o de ascendencia extrema; pero que últimamente se va generalizando y debo decir que hasta alarma su incremento y esparcimiento.

Un caso de similares condicionantes y métodos consiste en ejercer presiones del mismo calado y podredumbre sobre aquellos que mantienen, fundan, dirigen o costean publicaciones oficiales y páginas web o blogs donde se admiten colaboraciones externas que pueden ser “sensibles” para ciertas formas de pensar o actuar, aunque sus responsables no se responsabilicen ni compartan la opinión de los autores que publican en ellas.

Si aquellas entidades o publicaciones fueran oficiales del Estado o ministeriales del ramo, basta con una simple orden al organismo en cuestión para que no se admitan más colaboraciones de dichos autores y asunto terminado. Si aquellas no fueran oficiales, se emplean métodos de presión similares a los descritos en el párrafo anterior. Siempre hay una forma de llegar y presionar al que crea y mantiene un blog; alguna de las que yo conozco bien, finalmente y por  este método, han sido obligadas a cerrar.

Por último, también suele ocurrir que estas personas con bastante actividad divulgadora y cierta fama completen su vida cultural y pública impartiendo cursos, conferencias, coloquios en todo tipo de centros oficiales o no. Otra vez, nos encontramos con el mismo método de corrección; si son oficiales, basta una prohibición de admisión de colaboración e incluso de su asistencia a otras exposiciones para evitar sus “preguntas capciosas” o vetándoles a través del moderador ; y si no lo fueran, siempre se encuentra el camino vía prestigio del centro, malestar político con el mismo o supresión de subvenciones, por mínimas que fueran estas, para conseguir que, con cualquier “pretexto”, cesen de admitir o contratar las actividades del “incómodo elemento”.

Es más que indudable que para proceder a este tipo de actos ilícitos se precisa de un gran número de “espías políticos” bien entrenados y cualificados, que sigan las redes; lean un sinfín de publicaciones, convocatorias de cursos o conferencias; identifiquen a los que con sus opiniones se suelen “significar o  incomodar”; analicen los lugares y momentos de publicación; reconozcan el volumen, identidad y lugar de trabajo de sus seguidores; determinen todos los tipos de conexión con el aparato estatal y posteriormente, les hagan llegar a las personas, centros y elementos implicados “mensajes/recomendaciones” para que veten o cesen sus apoyos o intervenciones.

En otro orden de cosas, y no desde la perspectiva del ataque o presión directa sobre el que elabora y publica asuntos incomodos para determinados estamentos o personas, debemos adentrarnos en el campo de la indudable y poderosa presión del poder sobre los medios independientes –porque los oficiales suelen estar totalmente dominados y prostituidos en el aspecto de la propaganda partidista- y sobre los profesionales autónomos o de plantilla que tratan de intervenir en ellos tanto en los oficiales como los particulares.

En este campo o faceta, las herramientas usadas para presionar a unos y otros se centran en claros aspectos; con respecto a los medios por la vía de cerrarles el grifo de la publicidad institucional y/o las campañas mediáticas; el uso masivo e indiscriminado de bulos y falacias que casualmente atacan, desprestigian y discriminan siempre a aquellos medios o personas que molestan y también los hay, quienes emplean artimañas basadas en el sucio juego de otorgar o no ciertas subvenciones y demás canonjías que, por otro lado suele ser el sistema mediante el cual algunos logran mantener su paupérrimo trabajo al servicio del poder correspondiente.

Con respecto a los profesionales independientes, la cosa es mucho más cruel y a la par sencilla; borrarles del mapa mediante auténticas y vulgares purgas; suprimiendo de raíz sus intervenciones presenciales, orales o escritas en todos los medios oficiales o encargándoles despectivos e insignificantes cometidos si son de plantilla fija; como por ejemplo hace unos meses viene sucediendo en RTVE[20]y otras cadenas amigas y además, hacer presión sobre las que restan para que se evite al máximo la contratación de estos. España está llena de muy buenos profesionales defenestrados de sus lugares de trabajo por su forma de pensar libre y equilibrada; abocados u obligados a subsistir en ediciones digitales de poca monta o cadenas y periódicos de muy reducido o pobre share/tirada, quienes además y precisamente por ello, muchas veces, tienden a venderse al mejor postor.

No creo que esta ardua tarea, fundamentalmente la de identificar, seguir y evaluar a los que se convierten en “moscas borriqueras” por su forma de analizar y publicar las cosas, sea sencilla ni fácil. Incluso sólo por ello, podría parecer que este descriptivo y pétreo trabajo no es más que el resultado de una historia o fantasía paranoica propia e inventada sin ningún fundamento desde el principio hasta el final y que, en cualquier caso, sólo es posible en países muy alejados de la democracia o extremadamente totalitarios.

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Es bien sabido, que con el paso del tiempo las buenas ideas y costumbres y, más las malas; cambian, evolucionan y hasta pueden degenerar mucho. Por lo que, aunque a alguno le cueste creerlo, estas cosas suceden con bastante frecuencia y, al igual que dicen los gallegos al referirse a la existencia de las meigas, “haberlas haylas”. Son escandalosos los múltiples casos de ataques personales o colectivos o, por el contrario, las defensas justificativas de acciones y posiciones difíciles de entender y explicar que se van conociendo sin ser además, exclusivos de lugares y ambientes muy lejanos o de gobiernos y partidos de un determinado sesgo político en especial.


[1] https://definicion.de/cloaca/

[2] https://www.fundacionemprendedores.com/observatorio_politico/opinion/las-cloacas-del-estado

[3] Por ejemplo, el libro “Las cloacas del 11-M”. Ignacio López Bru

[4] https://www.elespanol.com/mundo/20181023/salvaje-asesinato-khashoggi-paso-erdogan/347716144_0.html

[5] https://elpais.com/internacional/2019/02/25/actualidad/1551129144_949846.html

[6] Los infuencers o influenciadores políticos actúan y trabajan como los más populares y conocidos como “influenciadores sociales”. https://neoattack.com/que-es-influencer/

[7] https://elpais.com/internacional/2019/03/22/actualidad/1553271325_810626.html

[8] https://elpais.com/tag/referendum_permanencia_reino_unido_ue/a

[9] Movimiento este, que aún sigue empleándolas profusamente para mantener viva su parroquia aún a pesar de haber sido desplazados/anulados totalmente de Siria e Iraq. https://www.elmundo.es/internacional/2019/03/24/5c96322afc6c83ab0b8b4610.html

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[10] http://tublogtecnologico.com/almacenamiento-la-nube-cuales-las-plataformas-mas-usadas/

[11] Un archivo pesado, en el contexto de la informática, es aquel que ocupa demasiado espacio en disco. Se trata de un concepto subjetivo, que depende en parte del usuario (cada persona juzga el peso de los archivos en base a la capacidad de almacenamiento con la que cuenta) y de la época (el avance de la tecnología hace que cada vez manejemos archivos más pesados con total normalidad, especialmente los vídeos y el conjunto de archivos que conforman una página web).  https://definicion.de/pesado/

[12] https://elpais.com/tag/jose_manuel_villarejo_perez/a

[13] https://www.elmundo.es/t/ca/caso-barcenas.html

[14] https://www.elindependiente.com/politica/2019/03/27/audiencia-nacional-investiga-cupula-interior-rajoy-espiar-iglesias/?utm_campaign=not&utm_source=not_web&utm_medium=navegador

[15] https://www.ccn-cert.cni.es/sobre-nosotros/centro-criptologico-nacional.html

[16] Otro concepto si no inventado del todo por Trump, si puesto de moda por su uso y abuso en beneficio propio como defensa y para el ataque a sus adversarios.

[17] https://www.abc.es/espana/abci-intrahistoria-whatsapp-pide-1-1-1-papeleta-para-senado-201903272136_noticia.html

[18] http://www.atalayar.com/content/el-trumpismo´celebra-la-falta-de-nuevas-imputaciones-en-informe-trama-rusa

[19] Ley Orgánica 2/1984, de 26 de marzo, Reguladora del Derecho de Rectificación

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[20]https://www.elmundo.es/cronica/2018/09/11/5b94ef7be2704eca858b457f.html

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Diplomado de Estado Mayor, Curso de Seguridad y Defensa de la OTAN (NADEFCOL) con graduación de “outstanding”, Diplomado en Relaciones Internacionales por la Sociedad de Estudios Internacionales (SEI). Curso de Cooperación Cívico Militar (CIMIC) de la OTAN. Coronel del ET (Reserva) Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas(más de 2.000 horas de vuelo)

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